103 elegidos. Episodio 2

103 elegidos. Episodio 2

Ver episodio 1

 

La Agencia Estadounidense de Asuntos Aeroespaciales dirigida por Diana Lobsten había puesto el foco en el proyecto GAN 103 como prioridad absoluta en su programación de proyectos a diez años vista. Los cinco mil millones de dólares del presupuesto se quedaban cortos dadas las proporciones del mismo, pero servirían para emprender la etapa inicial fundamental para el desarrollo de tan compleja aventura.

El hallazgo del combustible de última generación Boost 103 había sido decisivo para permitir poner el objetivo sobre Ganímedes como destino final de la descomunal empresa. El gran número de países implicados, incluidos Indonesia y Noruega aparte de toda la comunidad europea, conformaban un amplio espectro de contrastes de opinión y formas muy distintas de trabajar, pero la unión de recursos personales y económicos para sacar adelante el GAN 103 era algo muy necesario. No obstante, el aspecto financiero era lo que más preocupaba a los que estaban al frente de la empresa comunitaria.

–Faltan recursos para continuar con la siguiente fase que es la preparación de la nave interestelar Eneida 2 que transportará a los 103 pacientes implicados –informa Diana Lobsten a un auditorio formado por tres personas más de la Agencia–. Las otras cuatro naves que hemos destinado a establecer la colonia Betalus 1 con todos los recursos para recibir a nuestros candidatos, han supuesto más de diez mil millones de gasto y eso sin contar aún con el ya imprescindible Sakeiron.

–Y mucho más que habrá que financiar, Diana –apunta León Kovacks, coordinador de la comisión de seguimiento del proyecto para Canadá y Estados Unidos–. De momento, los últimos fondos aportados por el Foro de Países participantes pueden darnos un respiro hasta finales de año, lo que supone sufragar el coste de enviar la lanzadera Eneida 2 hecha con Sakeiron hasta su destino y situar a los 103 candidatos en Betalus 1. Eso sí, el período de adaptación a las condiciones ambientales del satélite jupiterino requerirá tiempo y estudios de todo tipo sobre los individuos.

 

–Bueno, pero dejémonos de realidades crudas –interviene Lorena King, directora científica de GAN 103–. Pensemos en la proyección de futuro que nos ofrece el Sakeiron y su enorme versatilidad para nuestra tecnología aeroespacial, sobre todo. Por cierto, Tania, ¿cómo va la transformación?

Una joven de brillante pelo castaño y ojos violáceos como la amatista se incorpora de su asiento mientras se coloca la mata de pelo recogida en una larga coleta. Su voz suena cantarina como una fuente de manantial.

–Esa especie de submetal ganimediano ha sido purificado y fusionado para adquirir el formato necesario que da lugar a las valiosas planchas, las que permiten ser moldeadas en la elaboración de cualquier pieza de las naves, ya sea estructural o mecánica. Las primeras lanzaderas que nos trasladaron a Ganímedes no llevaban Sakeiron y siempre nos daban problemas de deformación por temperatura. En este momento ya tenemos planchas suficientes para dos naves.

–Pero con presupuesto ajustado solo para una –remacha Diana–. Es hora de hablar con Noods y su grupo.

Un silencio que se podía cortar a cuchillo se hizo presente como si el manto de una noche cerrada se hubiera cernido sobre todos los reunidos. Cada vez que se hablaba del tal Noods el estupor se adueñaba de los contertulios implicados.

–Ellos son quienes facilitan el Sakeiron –añade León– y tenemos un acuerdo de perfecto intercambio que no pueden eludir, por su propio bien, pero a ver quién se atreve a verse las caras con él y su grupo.

–¿Y dónde está Clayton? –pregunta Lorena–. Yo le seleccioné para la complicada misión de debatir con Noods. Él y Estévez son los únicos con experiencia en este tipo de negociaciones. ¿Es que no están disponibles?

–Llevo tres días intentando localizarles y no ha sido posible –indica Diana un tanto perpleja. Estarán metidos en sus negocios terrestres que no son pocos. A ver cuánto tiempo más tardamos en contactar con ellos.

La voz cristalina de Tania se hizo notar a continuación.

–Yo sé dónde están esos dos. Después de la última negociación con Noods y su grupo se fueron de vacaciones. Estévez a su colombiana Barranquilla y Clayton al mar de las Antillas. Tiene islas de sobra por allí para perderse.

Las miradas de todos recayeron sobre ella con asombro.

–No me miréis así. Soy su contacto seguro desde hace tiempo. Siempre se quejan de que con vosotros los directores cuesta mucho hablar.

 

En pleno mar Caribe, surfeando las orillas de una playa de arenas doradas, Clayton Suskind disfrutaba de sus primeros días de asueto. Era un surfero experimentado, pero no arriesgaba con las olas grandes y solo las cogía cuando veía la espuma en el borde del tubo. Así le resultaba más llevadero el final.

Durante esos días repartía el tiempo entre baños de espuma en el mar y burbujas de jacuzzi tanto en su apartamento como en los de las mujeres deslumbrantes que conocía en sus largas salidas nocturnas por la isla de Eleuthera. Las playas de arena rosa de esta isla como la de French Leave, donde residía él, ofrecen grandes olas para los surfistas de Surfer’s Beach y son un paraíso para nadar con peces.

Clayton acababa de salir de su chiringuito preferido cuando recibió una llamada de su amigo y colaborador Lorenzo Estévez.

–¿Qué tal te va por las playas de tu querida Barranquilla, amigo? –saludó Clayton con simpatía.

–Pues aquí, en Santa Verónica es todo un lujo, y también se puede surfear, como supongo que estás haciendo tu. Así que no me puedo quejar. Te llamo por un asunto que parece urgente. Me ha telefoneado Lorena King muy mosqueada por no haberte podido localizar en una semana. Se trata de negociar otra vez con Noods y el Consejo de Avituallamiento.

Clayton alzó la mirada al cielo y dio un profundo suspiró.

–Con lo bien que habíamos cerrado el acuerdo para garantizarnos el suministro de Sakeiron –continuó Estévez– y ahora nos obligan a abrir la caja de Pandora de nuevo. Saben que con Noods hay que ceder cinco para conseguir uno.

Tras guardar unos segundos de silencio, Clayton tomó la palabra con tono resolutivo.

–Esta vez será decisivo poner negro sobre blanco que las condiciones han de cambiar. Quid pro quo y nada más, lo comido por lo servido. Echaremos mano del líder del Gran Consejo.

Lorenzo Estévez no pudo contener su descontento.

–No es nuestro cometido tratar con los más grandes. Para eso están nuestros estupendos directores. Que se reúnan Diana Lobsten y León Kovacks con sus homólogos en la Comunidad Europea y nombren a otros para hablar con el Gran Consejo. No podemos seguir…

–No te preocupes que esta vez lo haremos a mi manera –le interrumpió Clayton–. ¿Te ha dicho Lorena cuándo quieren que estemos en la Agencia?

–Pasado mañana, lo justo para hacer el equipaje y tomar el primer vuelo a Washington D.C.

 

Clayton Suskind llevaba mucho tiempo sin poder evadirse de tratos y negocios acordados con gente de la peor calaña que se habían metido en el tráfico de minerales y otros recursos procedentes del nuevo mundo descubierto allá en Ganímedes.

Mientras los medios de comunicación habían referido tiempo atrás que se había logrado establecer una base para experimentación científica en la superficie de tan lejano satélite, los gobiernos involucrados habían mantenido en secreto cualquier otra acción. Lo cierto es que solo unos pocos implicados en el proyecto GAN 103 sabían todo lo que se estaba cociendo en el mayor satélite de Júpiter.

Determinados miembros de los gobiernos habían consentido un flujo de comercio clandestino de materiales entre los que se encontraban elementos como el germanio, tan útil en fibra óptica y paneles solares y las conocidas en nuestro planeta como “Tierras Raras”, tan apreciadas para la fabricación de componentes electrónicos de todo tipo. Esos mercaderes habían sido elegidos minuciosamente y bajo la amenaza clara de que cualquier revelación a personas ajenas sobre el origen de los materiales sería lo último que harían en sus vidas.

 

A Keevo Noods le precedían muchos años ganimedianos de acuerdos con habitantes de otros satélites de Júpiter como Io o Europa, llevándose siempre la mejor parte dado su carácter amenazador, casi repulsivo, que provocaba el rechazo desde el primer minuto de conversación. Pero Noods era quien mandaba. Dirigía un patronato comercial formado por el Consejo de Avituallamiento, órgano que gobernaba la actividad mercantil con bienes esenciales a través de los distintos anillos jupiterinos.

Las plantas potabilizadoras del agua salada procedente del océano ganimediano crecían en número cada año y abastecían a una treintena de satélites de Júpiter de los 95 identificados por las agencias aeroespaciales terrestres. Sin embargo, los residentes naturales de los satélites habitables conocían muchos más. En ellos había surgido vida animal y vegetal suficiente para que sobrevivieran las distintas razas que ahora poblaban los anillos jupiterinos.

Su sistema respiratorio había evolucionado a lo largo de eones hacia un conjunto de órganos que extraían el oxígeno de la tenue atmósfera de los satélites. Algunos funcionaban como las branquias de los peces, pero apenas repercutían en el aspecto exterior. Los habitantes de las lunas de Júpiter conservaban un aspecto físico muy similar al de los humanos a excepción de sus grandes ojos multicolor y su frente protuberante. Los brazos eran más largos que en los humanos, no así las piernas, de proporciones similares a los habitantes de la Tierra.

Su primer contacto con los terrestres tuvo lugar tres años atrás, cuando la primera lanzadera Eneida se posó en Ganímedes abarrotada de estructuras para construir la colonia científica Betalus 1.

Al principio encontraron inconvenientes con los equipos diseñados para aguantar la casi inexistente atmósfera de Ganímedes, aunque el escaso nivel de oxígeno era mantenido de forma aceptable dentro de los filtro-trajes que debían vestir los terrestres enviados a aquella misión. Gracias a su sistema de multiplicación de las moléculas de ese gas vital, la respiración a través de los conductos indispensables estaba garantizada.

No obstante, los enviados necesitaron un par de días de adaptación al cabo de los cuales ya pudieron iniciar las labores de construcción. Cuando los habitantes del satélite jupiterino detectaron la actividad, los terrestres ya habían instalado lo principal de la base para iniciar sus investigaciones bioquímicas y geológicas.

Lo difícil realmente fue tratar desde el principio con el comisionado Keevo Noods y sus detestables maneras de tratar a cualquiera. Tan solo rendía pleitesía al regidor del Gran Consejo, el ganimediano nacido en el satélite Calisto mucho tiempo atrás.

No empezó bien la relación entre ambas especies. Problemas de entendimiento por el lenguaje al principio y problemas también cuando los ganimedianos aprendieron la decodificación del idioma terrestre común, es decir, la lengua española. Esta ya hacía mucho que había desbancado al idioma inglés como herramienta de comunicación global.

Una vez establecida la descodificación, cuando los ganimedianos iniciaron las negociaciones en el rico idioma español se dieron cuenta de que este permitía una serie de sutilezas y matices que ellos mismos no conocían en su idioma y dialectos autóctonos. Y esa novedad les gustó mucho.

Al cabo de no mucho tiempo, el temible Keevo Noods había conseguido imponer el lenguaje terrestre en todas sus transacciones del Consejo de Avituallamiento. Y obtuvo un éxito indiscutible. No obstante, en breve tendría que enfrentarse de nuevo a un rival dialéctico terrestre nada común, llamado Clayton Suskind.

 

–A ver, el proyecto GAN 103 nació como el último desarrollo científico que el gobierno ha puesto en marcha para encabezar la iniciativa mundial de la terapia génica contra el cáncer –exponía Belofonte Puertas en el salón de su casa a sus tres compañeros de ensayo clínico. Tras una minuciosa labor de búsqueda, dado que el gobierno no quería que estuvieran en contacto, Belofonte, con su espíritu emprendedor y combativo ante aquello que le hacía dudar, sobre todo si se trataba de su salud, había conseguido reunir a los otros tres candidatos españoles para el proyecto GAN 103 que, al igual que él, se encontraban en la definitiva Etapa D del procedimiento clínico, unidos por el mismo recelo sobre ciertas informaciones sesgadas que no les convencían.

 

–Por eso mismo no lo entiendo –continuó Belofonte–. No entiendo por qué nos quieren separar y restringir información a la que tenemos derecho, por los efectos secundarios que produce lo que nos están inyectando en vena. Si es para que no interaccionemos entre nosotros estarán cometiendo un error, pues para los cuatro es bueno intercambiar impresiones, conocernos como personas y no como cobayas de un ensayo y en definitiva permitir que nos aliviemos un poco y poder evadirnos de nuestro mal.

–Estoy totalmente de acuerdo contigo, Belo –apuntó Galio–. Ya os dije que podía ocurrir que estuviéramos sometidos a pruebas paralelas, para un objetivo diferente que solo conoce el Departamento de Sanidad.

–Pero nada de eso figura en el consentimiento informado que todos hemos firmado –comentó Anselmo Torrebuena con su actitud siempre proactiva ante el ensayo–. Además, en el consentimiento dice que siempre podemos cancelar nuestra participación en el ensayo.

–¿No te das cuenta de que a lo mejor esa sea la intención? –inquirió Sigurio Alcaide–. Si alguien no está de acuerdo que abandone el tratamiento, antes de tener que dar explicaciones. No querrán que hablemos para que no saquemos conclusiones que no les convienen.

–De todas formas, no puedo dejar de preguntarme qué tenemos nosotros cuatro de especiales para haber sido seleccionados entre cincuenta pacientes de todo el país. Este dato también lo escriben en el consentimiento informado –apuntó Galio.

–Pues eso refleja que no tienen nada que ocultar –afirmó Anselmo–. De lo contrario ¿por qué nos lo habrían de comunicar?

–Os he convocado a mi casa no solo para elucubrar –aclara Belofonte–. Un buen amigo mío de toda la vida ejerce de alto funcionario en el Ministerio del Interior. Nos hemos criado juntos como quien dice, y estoy dispuesto a obtener de él toda la ayuda que me sea posible para arrojar luz sobre este asunto ¿Qué os parece?

 


 

Y hasta aquí llega el segundo episodio de esta saga. En breve publicaré el capítulo siguiente.

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Te deseo salud y suerte en la vida.

Nota: todas las imágenes de este post incluida la portada las he desarrollado en la página  bing.com/images/create/ a no ser que se indique otro origen en el pie de foto.

9 Comentarios
  • Federico
    Posted at 10:08h, 21 julio Responder

    Las novelas de ciencia ficción son las que más me gustan. Saludos

  • Sandra
    Posted at 20:15h, 15 julio Responder

    Un placer leerte de nuevo, interesante la historia, veremos como continúa. A seguir !!!!

    • marcosplanet
      Posted at 23:11h, 17 julio Responder

      La siguiente entrega será en breve. ¡Muchas gracias!

  • Nuria de Espinosa
    Posted at 15:40h, 12 julio Responder

    Hola Marcos, a mí si me sale tu comentario.. Besitos

  • Lídia Castro Navàs
    Posted at 14:22h, 12 julio Responder

    ¡Hola de nuevo! Probando, probando… Jejeje
    El tipo de la tabla tiene muy buen aspecto, lástima que sea purs IA y no se real jaja

    • marcosplanet
      Posted at 14:36h, 12 julio Responder

      Te respondo en modo de prueba, a ver si te llega…
      Lo del surfista es pura IA, si.

  • Nuria de Espinosa
    Posted at 02:53h, 12 julio Responder

    A saber cómo acabará esto. Las relaciones interestelares entre humanos y alienígenas o extraterrestres no creo que funcionen muy bien, lo curioso será el porqué de los elegidos. Toca esperar. Un abrazo

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