Aquellos Autos Locos

Cada jueves un relato. Reto del jueves 07 de marzo de 2024

 


 

Aquellos “Autos Locos”

 

Los primeros años setenta en los que la serie británica “Los Autos Locos”, de la productora estadounidense Hanna-Barbera, reinaba entre el público televisivo infantil y adulto de varios países del mundo, permanecen en mi recuerdo como si realmente hubiera transcurrido un período corto de tiempo.

Un grupo de 11 vehículos supuestamente veloces y muy tuneados competían entre sí en diferentes carreras, dos por episodio, con el objetivo por parte de sus pilotos de obtener el galardón de «Piloto más loco del mundo». Intervenían más de 20 personajes.

Pierre Nodoyuna y su secuaz el perro Patán representaban a los villanos de la serie (a pesar de la reticencia del perrito) y conducían el ‘Superperrari’. Aunque contaba con uno de los coches más rápidos, Pierre no escatimaba en poner trampas por todas partes al resto de concursantes, de lo cual encargaba siempre a Patán.  Aun así no logró ganar ninguna de las competiciones.

Cada coche contaba con su propio nombre.

El ‘Rocomóvil’ era un pedrusco gigante con ruedas. Tras alguna tragedia sufrida durante la carrera, sus conductores lo reconstruían usando sus macanas (palos o porras), que también empleaban para ‘potenciar’ el motor. En un episodio dado, la serie descubre al público que el motor está ocupado por una criatura viva. Increíble imaginación. El vehículo lo guiaban los Hermanos Macana, Pietro y Roco, dos trogloditas cubiertos totalmente de pelo.

El ‘Superheterodino’, conducido por Pedro Bello, era un bólido con dos grandes ruedas traseras, que solía desmontarse a trozos por lo débil de su estructura, lo cual nunca era reconocido por Bello como un fallo. Está enamorado de Penélope Glamour, la dulce piloto del ‘Compact Pussycat’, y la ayuda en lo que se tercie.

Pues bien, a mis doce o trece años me encontraba en casita merendando como un rajá y tenía sintonizada la tele en el canal público de entonces, viendo aquella maravillosa serie. Al finalizar el episodio, los amiguetes del barrio nos llamamos por teléfono (de cable, colgado en la pared del pasillo con un largo cordón elástico, un solo teléfono en cada casa) y quedamos para seguir con “las olimpiadas”, una competición callejera consistente en intentar superar algunos deportes olímpicos. Participábamos algunos vecinos del barrio, chicos y chicas, y lo pasábamos de maravilla.

Aquella tarde tocaba el salto de altura sobre una cuerda de mimbre que atamos entre dos árboles. Bajo ellos había un gran montón de arena de una obra próxima. Me encontraba muy animado con la idea de competir, como sucedía entre los pilotos de “Los autos locos”, por lo que mi energía era con mucho superior a mi destreza en el salto.

Yo salté dos veces con éxito, aumentando unos centímetros la altura de la soga en cada ocasión. Sin embargo, a la tercera tropecé, como era previsible, y caí de mala manera rompiéndome la muñeca del brazo izquierdo ¡Esto fue una gran ‘suerte’ pues soy rematadamente diestro!

Por supuesto, todos los vecinos ‘atletas’ dejarían luego su firma bien marcada en mi escayola, así como los compañeros de clase.

De este modo recuerdo como anécdota a “Los autos locos”, uno de mis dibujos animados favoritos de todos los tiempos.

 


 

Y eso es todo, amig@s. Dadle click al corazoncito de más abajo si os ha gustado y dejad un comentario por favor. Vuestra opinión es valiosa.

Salud y mucha suerte en la vida.

 


Este relato es mi aportación a la convocatoria del jueves 07 de marzo consistente en: los dibujos animados

El reto de este jueves ha sido convocado por Cecy. En el link correspondiente figuran las bases. Si haces click en la imagen siguiente te trasladará directamente a ellas.

 

16 Comentarios
  • Arenas
    Posted at 19:42h, 11 marzo Responder

    Había olvidado aquella escayola garabateada. Tu relato me la ha traído al presente.
    Algo similar me ocurrió de improviso con “Autos Locos” en 1977. Hacía ya bastantes años que habían dejado de emitir la serie. Estaba grabando un Noticiero, que pretendía hacer en riguroso directo. En un momento determinado encendí la tele, y allí estaba aquella serie favorita entre las favoritas. Mi sorpresa fue mayúscula, y así quedó grabado en mi programa radiado. Luego te lo envío digitalizado para tu solaz.
    Recordemos también que los autos locos tuvieron una secuela gloriosa: “El escuadrón diabólico”. Eran historietas ambientadas en la Primera Guerra Mundial, con los inefables Pierre Nodoyuna y Patán siempre persiguiendo al Palomo Mensajero, un nuevo personaje. Me gustaba especialmente una minisección en la que Patán soñaba ser el protagonista de sus propias aventuras.
    En fin, del abuelo Cebolleta al habla.

    • marcosplanet
      Posted at 15:11h, 12 marzo Responder

      Entrañables recuerdos todos los que dibujas con tu rica memoria, Antonio. Espero con ganas esa grabación.

  • Anónimo
    Posted at 17:38h, 10 marzo Responder

    Marcos, soy Rodolfo. Claro que recuerdo esa serie y la risita nerviosa del chucho. Que pena que siempre se salvara.
    Un abrazo.

  • gabiliante
    Posted at 13:28h, 09 marzo Responder

    Recuerdo la sensación de plenipotencia que nos daban algunos dibujos, y también lo de que la destreza no era equivalente. Similar a cuando de mayor intentas correr a toda leche pero parece como si las piernas estuvieran estropeadas, porque no desarrollan la velocidad que uno les imprime.
    Abrazooo!

    • marcosplanet
      Posted at 17:33h, 09 marzo Responder

      Buen apunte, Gabiliante. Muchas gracias por pasarte y comentar.
      Un abrazo.

  • Nuria de Espinosa
    Posted at 18:11h, 08 marzo Responder

    Qué bueno Marcos, Los autos locos y el perro risitas, cómo me divertía. El Rocomóvil me hizo recordar a los Picapiedra, una serie que también me gustaba, (en realidad me gustaban todos los dibujos animados) excelente texto el que acompaña.
    Jajaja, me hizo gracia lo de la firma en la escayola. Un fuerte abrazo.

  • Cecy
    Posted at 17:00h, 08 marzo Responder

    Que lindos recuerdos Marcos. Hablas de meriendas y un viaje también a esas tardes donde regresaba del colegio y lo hacia mirando mis dibujos. Penélope siempre cuenta entre mis preferidas y también Patan jiijiji.
    Lo de la rotura espero la hayas pasado lo mejor posible, aunque de niños siempre hay algo para olvidar esos momentos, como que te firmen los amigos y amigas.
    Gracias por participar.
    Un abrazo,

    • marcosplanet
      Posted at 20:55h, 08 marzo Responder

      Muchas gracias a ti por la organización de este reto. Lo de la rotura no me incordió demasiado y disfruté con lo de las firmas. Eso si, la escayola picaba por dentro.
      Un abrazo.

  • Club de escritores Endrin
    Posted at 12:10h, 08 marzo Responder

    Los pude ver gracias a las reposiciones de la TVE, eran unos dibujos delirantes en sus planteamientos.
    Inspiraban a los más osados, a cosas como las que describes.

  • Marifelita
    Posted at 23:12h, 07 marzo Responder

    Los Autos Locos son todo un clásico de la televisión y de los dibujos animados! Sin duda fueron los inventores del «Tunning»! Je, je! Muy divertidos y disparatados! Muy inspiradores para millones de niños de todo el mundo! Simplemente geniales! Un abrazote!

  • Campirela_
    Posted at 22:24h, 07 marzo Responder

    Hola, Marcos, me ha gustado tu relato aparte que me has traído un montón de recuerdos.
    El perro Patán que asi se llamaba era lo más, con él me mondaba, esa risa contagiosa era lo más´, pero bueno, todos los personajes, cada uno de ellos tenía identidad propia
    . Un abrazo, feliz resto de semana.

    • marcosplanet
      Posted at 12:40h, 08 marzo Responder

      Sii, los personajes lo eran casi todo en esos dibujos. Tenían una personalidad que quedaba muy marcada, completamente distintos unos de otros.
      Buen fin de semana!

  • Ardilla Roja
    Posted at 20:28h, 07 marzo Responder

    Me ha encantado Marcos. Los autos locos eran de mis dibujos favoritos también. En mi barrio olimpiadas no, pero había varios «locos», uno de ellos el hermano de mi amiga, que eran vecinos de escalera. Inspirados por la serie de dibujos animados, esos chicos fabricaban sus propios vehículos con maderas, hierros y chatarra diversa, que ellos sabrían de dónde la sacaban. , Y en las cuestas de la calle, donde más pendiente hubiera, allí probaban la velocidad y competían.
    Cuantos recuerdos me ha traído tu relato. Y por cierto, romperse la muñeca izquierda y decir que es una suerte por ser diestro, es de tener sentido del humor, porque siempre hay momentos en que se necesitan las dos manos.

    Un abrazo y buen fin de semana

    • marcosplanet
      Posted at 12:42h, 08 marzo Responder

      Bromeaba, por supuesto. Las dos son imprescindibles. De ahí la frase entre signos de admiración: «¡Esto fue una gran suerte pues soy rematadamente diestro!».
      Un abrazo fuerte.

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