Bienvenido Míster Sospedra

Bienvenido Míster Sospedra

 

Los asistentes al acto clamaban por ser captados por los objetivos de las cámaras de televisión. Conmemorar el quinto aniversario de la creación de la Fundación “Blogueros nacidos en los sesenta”, se había convertido en un evento del que se habían hecho eco varios de medios de comunicación locales. Un gran chalet de la sierra norte de Madrid albergaba el lugar de la celebración, sumergido entre pinares y próximo al embalse de Pedrezuela.

Las vistas desde cualquiera de sus terrazas ensimismaban a los invitados. Entre ellos, lucían palmito dos políticos del partido que gobernaba la Comunidad Autónoma. Uno de ellos iba ataviado con una especie de frac decimonónico que le hacía estar totalmente fuera de lugar en un ambiente donde predominaban las prendas de marcas caras, pero de pretendido uso informal. El individuo se paseaba por todas las conversaciones en curso con la idea de que le reconocieran y alabaran. Lo cierto es que había salido en tan solo tres ocasiones en la televisión regional y para de contar, pero él guardaba la ilusión de que la magia sucediera.

El otro era un abogado cincuentón con pretensiones de agradar a todo el mundo y que aspiraba a la alcaldía de uno de los pueblos de esa zona de la Sierra madrileña. Su pose consistía en permanecer sin moverse ni un ápice de la baldosa elegida para servirle de tribuna, como si estuviera orando en un ferviente discurso público. Cada invitado que pasaba cerca se arrimaba para comprobar si es que semejante pasmarote estaba repartiendo regalos. Cuando descubrían que hablaba con soflamas insulsas perdían el interés y cambiaban de escenario como quien cambia de canal haciendo zapping.

Octavio Frescafuente, organizador del acontecimiento, se dirigía a su público, unas cien personas congregadas alrededor de varias figuras de la farándula como dos tonadilleras, una de ellas famosa a nivel nacional, conocidos participantes en concursos de la tele, tertulianos en programas habituales de debate o caras célebres por su perfil en redes sociales.

–Como gerente de la Fundación “Blogueros nacidos en los sesenta”–comenzó a decir el anfitrión–, que vela por el mantenimiento de los blogs de personas no pudientes sufragando el coste anual de los mismos, estoy muy orgulloso de la gestión llevada a cabo en estos primeros cinco años de existencia.

Un poco pronto para lo que dicta el protocolo, el orador se echó a la garganta tres buenos tragos del gran vaso de agua que reposaba sobre el atril. El brandy que había ingerido media hora antes a razón de dos copas de balón llenas hasta su mitad, había hecho estragos en su boca. Estaba más seca que un puñado de sal. Pero la experiencia de beber un Bhakta Spirits 1973 Single Vintage Armagnac merecía la pena siempre.

Tras dos minutos más de perorata típica, al bajarse del estrado, uno de los comensales advirtió a Octavio.

–Llevas algo raro en el faldón del traje, espera un momento. –Y acto seguido extrae el cuerpo extraño dándose cuenta ya tarde de que se trata de un moco de generoso tamaño muy bien pegado.

–Vaya, al parecer esos críos no saben hacer otra cosa que bromas de mal gusto –exclamó mientras observaba a un niño y una niña, sobrinos suyos, ambos de unos nueve años de edad, que correteaban aquí y allá como si tuvieran el don de la ubicación. El pobre Octavio no sabía que esas dos joyas de sobrinos del alma le habían introducido masa viscosa de blandi blub en sus bolsillos. Al extraer la mano uno de ellos tras haber depositado el obsequio, se le quedó pegado en ella el mechero de oro que acababan de regalarle a su tío por el evento.

Un sonido como de coro de trompetas procedente de varios altavoces discretamente colocados anunciaba el comienzo del coctel que la empresa contratada por Octavio había dispuesto en los jardines del chalet. Veinticinco mesas redondas de tablero elevado, pues estaban pensadas para sentarse ante ellas con un taburete alto o directamente para utilizarlas de pie, habían sido dispuestas por todo el espacio ajardinado, repletas de viandas.

Un ejemplo de todo lo que circulaba por aquellas mesitas lo componían: Perdiz escabechada en salsa de tofu y arándanos con un toque de cardamomo, lubina cocinada al horno con camisa de sal del Himalaya, pasta de aceituna picual con guarnición de setas de temporada, Carpaccio de morrillo de atún con setas Shiitake en salsa Bearnesa, lomos altos de vacas Kobe y Hanwoo empaquetados en una cama de patatas Agria y Spunta bañadas en bálsamo de oliva y pimentón de La Vera, croquetas de harina de arroz negro con láminas de Camembert fundido a sesenta y un grados o bien delicias de marisco de Huelva incluyendo siete variedades marinadas con un fumet extraído del jugo de la cocción.

–El banquete es pantagruélico, Octavio –comentó admirado uno de los invitados más cursis, concursante de un Reallity en televisión que cada vez perdía más audiencia–. No sé por dónde empezar.

Algunos llegaban a preguntarse de dónde obtendría los fondos el tal Octavio Frescafuente para mantener la Fundación, pero la duda se disipaba rápidamente cuando probaban alguna de las múltiples delicatesen que poblaban las mesas. Las bebidas incluían champan Möet Chandon Brut Imperial y Bollinger Brut Special Cuvée.

–¿Sabías que la casa de champán Renaudin Bollinger fue fundada el 6 de febrero de 1829? –dijo el pedante a su anfitrión–. La expresión de la cara de este era como la de las vacas que ven pasar el tren.

–Lilly Bollinguer dirigió esa famosa bodega de champán ¿Verdad? –preguntó retóricamente Octavio Frescafuente. El concursante televisivo encajó malamente aquella demostración de sapiencia.

–En un momento dado –continuó Octavio– Lilly legó al mundo unas frases épicas referidas a su amor por el champán:

«Lo bebo cuando estoy feliz y cuando estoy triste. A veces lo bebo cuando estoy sola. Cuando estoy acompañada lo considero obligatorio. Como con él si no tengo hambre y lo bebo cuando sí la tengo. En cualquier otro caso no lo bebo, a menos que tenga sed.»

Su interlocutor no salía de su asombro.

–Vaya, es brillante Octavio, qué bueno que lo cites de memoria.

 

Una cosa preocupaba al gerente de la Fundación “Blogueros nacidos en los sesenta” y era la ausencia de la estrella indiscutible invitada al evento.

El más importante de los convocados no había recibido el email de aviso para asistir al evento.  Octavio Frescafuente, tras varias gestiones desesperadas, consiguió rescatarle de su partido de paddle con un expresidente de la nación para llevarlo al chalet de la Sierra madrileña.

La estrella invitada era Amudio Sospedra, conocido por todos como “el Míster”, un inteligente presentador de televisión que ganaba millones con su programa de entrevistas a personas que habían conseguido llamarle la atención. Era líder de los magazines televisivos en las tardes-noches de lunes a viernes.

Muchos de los presentes en la celebración de los cinco años de la Fundación de Octavio darían lo que fuera con tal de aparecer en el plató del programa del Míster, incluidos los famosos y famosas de la farándula que pululaban por allí. Cuando Amudio salía de los estudios de Telecuatro, a veces se le echaban encima algunos aspirantes a candidatos a ser entrevistados por si podían encasquetar un pendrive sobre sus penosas vidas a la gran estrella de la tele.

“¡Míster, míster! –exclamaban a voz en grito los pretendientes–. Soy fulano, el que colecciona serpientes… – O bien: “Míster, soy la que tiene el record de comer diez hamburguesas en diez minutos” o por ejemplo “Le llamé ayer, soy el que acumula títulos universitarios y no los usa para nada”.

bienvenido-mister-Sospedra

Cuando el gran presentador llega a la fiesta le recibe una masa incontrolada de admiradores que terminan por hacerle caer sobre el pavimento recién regado por veinte aspersores. El barrillo formado en su superficie mancha escandalosamente de un color tierra la trasera de sus pantalones de Armani ofreciendo la sensación de que una indisposición intestinal había calado hondo en la entrepierna del susodicho. Este enfureció al instante, enloquecido por si la escena había sido grabada, como pudo comprobar al percibir que al menos dos docenas de personas llevaban minutos recogiendo la tragedia.

Los sobrinos de Octavio decidieron que era una ocasión buena para utilizar sus pistolas de agua llenas de café y lanzaron varias ráfagas de negrura sobre el rostro y la camisa del presentador, que no paraba de preguntarse por qué no había conseguido aún desaparecer de ese maldito lugar.

Seis fans exasperados gritando al aire “Un selfie, quiero un selfie, Míster” desataron su furia entre ello,s emprendiendo una pelea monumental en la que se rompieron gafas, dientes, alguna nariz y más de un ojo quedó marcado por un puño.

Los dos guardias de seguridad que acompañaban a Amudio Sospedra se vieron sobrepasados por la marabunta cuando intentaban despejar el espacio que rodeaba al Míster, recibiendo puntapiés y todo tipo de golpes carentes de cualquier técnica de lucha. Los escoltas estaban entrenados en artes marciales pero librarse de la furia de casi cien personas es tarea imposible para dos.

La situación empeoró cuando el Míster recibió el impacto de una rodilla en un costado al caer sobre él un señor de mucho peso que no había calculado bien sus movimientos de aproximación al ídolo televisivo. El dolor invadió los sentidos de Amudio Sospedra, quien llegó a pensar que de allí iría directamente al hospital.

bienvenido-mister-Sospedra

Varios de los invitados intentaron agarrar al Míster que pataleaba en el suelo como un insecto que hubiera sufrido un percance habiendo quedado con las patas hacia arriba.

Sin embargo, una cadena de circunstancias a punto de producirse conduciría a los presentes hacia otro destino.

En ese momento, la figura de un niño y una niña se recortaron en la penumbra junto a los setos más altos de los jardines, cogidos de la mano y perplejos por la debacle que contemplaban sus ojos.

–Eso no está bien –dijo la sobrina de Octavio dirigiéndose a todos los presentes–. No os comportáis como mayores, sois peor que nuestros peores compañeros de colegio.

–¿De verdad que queréis un autógrafo de ese señor que está ahí sangrando por la nariz? ¿O un selfie? –dijo el niño abriendo unos ojos como platos.

El silencio cayó sobre la masa de personas que en cuestión de segundos habían detenido su frenesí y quedaron como paralizados escuchando a los niños.

–A nosotros nos gustan mucho las bromas y nos reímos al ver las caras que ponen algunos cuando se encuentran un pegote de plastilina en el bolsillo –indica la niña–, pero esto que hacéis… es muy feo ¿No os da un poquito de vergüenza?

 

Poco a poco, los invitados a esa fiesta fallida fueron encaminándose cabizbajos hacia el chalet del que hacía unos minutos habían salido espantados. Varios de ellos arrastraban los pies e intentaban contener su dolor. Era un dolor físico y mental. Empezaban a lamentar todo lo sucedido.

Míster Sospedra consiguió abotonarse en parte la camisa rota, se pasó la mano por su deshecho tupé y observó la lenta marcha de los que hasta hacía un momento habían combatido por tener un selfie suyo. Vio cómo se echaban una mano al hombro unos a otros como si un sentimiento de unidad los hermanara. Una sensación de calma flotaba en el ambiente.

–¡Hola! ¡Eh, vosotros! –exclamó dirigiéndose a la recién amansada manada–. A continuación lanzó un silbido a dos manos para que todos le oyeran.

Cuando el numeroso grupo de más de cincuenta personas se giró para mirar al Míster, este habló con un tono de voz elevado pero conciliador.

–Sabed que todo el que quiera un autógrafo o una foto conmigo puede pasarse mañana mismo por los estudios de Telecuatro y visitarme en la sala-plató de mi programa. Podéis quedaros como público el tiempo que os apetezca. Y si alguno desea que le entreviste en breve porque crea que contar su vida merece la pena estoy a su disposición.

Un murmullo de aprobación recorrió el grupo de almas agradecidas. Una sensación de alivio general sobrevoló aquel grupo de empecinados arrepentidos.

Ese día sería recordado por todos como el de los niños redentores.

 


5º Aniversario del Vadereto

Cartel compuesto y editado por JascNet

 

Esta es mi participación en el Vadereto del mes de octubre organizado por nuestro amigo José Antonio Sánchez desde su blog Acervo de Letras.

En primer lugar, la trama tiene que ocurrir alrededor de la celebración de un día muy especial.

En segundo lugar, en dicho evento tiene que aparecer el número CINCO: quinto aniversario, quincuagésimo quinto, quingentésimo…

Y en tercer lugar, hay que darle un tono festivo, divertido, de buen rollo. Dejemos por un mes los dramas y las lágrimas. Nos merecemos un relato con final feliz.

16 Comentarios
  • Miguelángel Díaz
    Posted at 21:08h, 23 octubre Responder

    ¡Vaya descalabro de fiesta que has creado, Marcos!
    Ese final sorprendente que has propiciado a través de los sobrinos ha sido ingenioso.
    Un fuerte abrazo 🙂

    • marcosplanet
      Posted at 09:26h, 24 octubre Responder

      Sii, he creído que eran los niños quienes debían dar una lección de moral a los adultos.
      Muchas gracias por aportar tu opinión.
      Un fuerte abrazo 🤗

  • Alma Leonor López Pilar
    Posted at 10:23h, 22 octubre Responder

    ¡Hola! Una celebración así es digna de figurar en los anales de la televisión y del politiqueo patrio, ja, ja, ja, Me ha encantado lo del apellido Frescafuente y lo del Blandiblub, eso si que es de los nacidos en el sesenta (entre los que me incluyo), juas. Buen humor y buen texto 😀 😀
    Saludos. AlmaLeonor_LP

    • marcosplanet
      Posted at 10:37h, 22 octubre Responder

      Me alegra que te haya gustado, Alma Leonor. El relato es para hacer que aparezca en el lector al menos una sonrisa.
      Saludos

  • Marlen
    Posted at 12:37h, 12 octubre Responder

    Hola Marcos
    Me encantan las reuniones donde uno se lo pasa bien y se divierte charlando y riendo con amigos o conocidos. Pero esas en las que la gente necesita impresionar por su físico, su ropa cara o el precio de los alimentos que presenta, me dan bastante lástima.
    Un relato, muy descriptivo, lleno de detalles. Saludos.

  • Federico Agüera Cañavate
    Posted at 18:56h, 10 octubre Responder

    Para cuando hacemos la convención de blogueros? Saludos

    • marcosplanet
      Posted at 08:50h, 11 octubre Responder

      Me encanta tu idea, Federico. La voy a meditar y haré un post preguntándolo a todos los compañeros blogueros. Muy bueno, Federico.
      Saludos cordiales.

  • Ana Piera
    Posted at 22:36h, 06 octubre Responder

    Hola Marcos, me gusta que al final hayan sido los niños los que pusieran el orden. A mí ese tipo de eventos me da mucha flojera. La gente que quiere desesperadamente impresionar por su físico, su ropa de marca o la calidad de sus alimentos me da pena. Un buen relato, lleno de cosas divertidas. Saludos.

    • marcosplanet
      Posted at 19:35h, 08 octubre Responder

      Muchas gracias por tus palabras, Ana. Me encanta que te haya gustado y que también haya sido de tu agrado el hecho de ser los niños los que resultan ejemplarizantes. He querido darle un trasfondo divertido y lo has captado a la perfección.
      Saludos.

  • Nuria de Espinosa
    Posted at 01:04h, 05 octubre Responder

    Sabed que todo el que quiera un autógrafo o una foto conmigo puede pasarse mañana mismo por los estudios de Telecuatro… No me extraña que todos aplaudieran entusiasmados. Muy buen relato Marcos, como siempre no defraudan tus letras. Un abrazo

    • marcosplanet
      Posted at 14:39h, 05 octubre Responder

      Muchísimas gracias por los ánimos que me das con tus comentarios. Me animan mucho a seguir imaginando historias.
      Otro abrazo para ti.

  • Jose Antonio Sánchez
    Posted at 19:37h, 04 octubre Responder

    Hola, Marcos.
    Una historia que puede ser demasiado real. Hay tantos chupacámaras, influencers de pacotilla y famosetes de postín, sin educación, clase ni respeto, que si los reúnes a todos en una fiesta, se puede volver tan caótica como la de tu relato. Intentan darle decoro a la celebración con viandas carísimas y mucha apariencia, pero de dónde no hay no se puede sacar nada. Creo que alguna de estas hemos visto en las noticias últimamente.
    Una muy buena nota de reflexión que los que den lecciones de comportamiento sean los niños. A menudo, se les acusa por sus trastadas y travesuras, pero estas son nimias comparadas con la actitud violenta y de mal comportamiento que pueden llegar a ofrecer los «maduros» adultos.
    Tu relato, como siempre, está repleto de magníficas descripciones que nos invitan a «ver» todo el montaje sin esfuerzo. Extraordinaria tu investigación para formar el menú. Me quedo con el morrillo de atún que es muy típico de mis tierras, aunque yo lo he probado en su propia salsa. Creo que el resto me lo prohíbe mi médico bajo pena de 500 pastillas más de medicación.
    He buscado el brandy, por curiosidad y por si le pegaba una cata, pero tendré que esperar a que me toque la bonoloto. 😅😂
    Felicidades. Solo espero que nuestra celebración en el Acervo no termine de igual manera. Eso sí, nuestro menú será más bien casero y con un presupuesto mucho más apretado. (aunque lo hagamos virtual😜).
    Muchas gracias por la participación en este aniversario del Acervo.
    Abrazo Grande.
    P.D. Yo NO soy el que ha comentado antes, creo que es un primo por parte de padre. 😉😅

    • marcosplanet
      Posted at 19:48h, 04 octubre Responder

      Lo del brandy y el champán lo puse para impresionar… ja,ja,ja, pero vamos que con un Espléndido Garvey iría que chuta en nuestro caso. A ver si vamos a tener que ir al banco para pedir un préstamo.
      Me encanta tu comentario, ilustrativo y lleno de gracias, como habitualmente. Espero que quede poco para poder coincidir por Cádiz y celebrar «lo que haga farta mi arma».
      Un fuerte abrazo, amigo mío.

  • Jose Sanchez
    Posted at 18:37h, 03 octubre Responder

    Saludos, buen post

    • Marcos Manuel
      Posted at 01:29h, 04 octubre Responder

      Pero ¿qué es lo que te parecido? ¿interesante, inquietante, atrevido, realista. fantasioso,?

Publica un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Translate »
Share This
×