14 Jun Diseño de un crimen de Estado. Cap. 13 de Sangre…»
Traemos hasta aquí el episodio nº13 de «Sangre entre los escaños», la historia que estamos diseñando al cincuenta por ciento mi amigo Arenas y yo.
Ver capítulo anterior.
Esta vez le ha tocado escribir el capítulo a:
(Marcos)
El director de CRONOS TV se llama Anselmo, pero todos se refieren a él como Coello Puello, el temible jerarca que no hacía mucho había sido acusado falsamente de acoso sexual por varios miembros femeninos de la cadena. Su carácter hosco e insufrible cuando se hallaba dominado por el estrés, le hacía blanco fácil de sus enemigos, quienes le tendieron una trampa casi perfecta con relación a lo del acoso. Sin embargo, un tribunal provincial había dictaminado que era inocente por falta de credibilidad e incoherencias en el testimonio de las afectadas.
Pero el caso es que Anselmo Coello Puello es un auténtico pervertido, asistente asiduo de fiestorros por todo lo alto celebrados en mansiones recónditas, principalmente de la Sierra de Madrid, donde suele oficiar prácticas orgiásticas degeneradas y abyectas, destinadas a deleitar noches y días de las vidas de variopintos personajes de la vida pública del país. Tal era el caso del ex showman José María Índigo o de algunos diputados tanto de los celestes como de los granates.
Entre los beneficiarios de estas viles convocatorias, aparecían en ocasiones personajes acostumbrados a trabajar en la sombra para el gobierno, como era el caso de Hipólito Espejero, un infiltrado del CNIA (Centro Nacional de Inteligencia Artificial) en el grupo violento llamado Batallón Armado de Liberación Nacional.
Hipólito era muy avispado, escurridizo y todo un baluarte para los servicios de inteligencia. Obtenía información de primera mano procedente de confidencias de algunas mujeres de la banda terrorista a las que había seducido. Dos hombres clave de la organización también habían caído en sus artes embaucadoras: el número dos, Amadeo Grosso y su amante y guardaespaldas Tadeo Golfatalla. En realidad, Tadeo era el nº1 de la banda y nunca se había hecho visible a ningún otro miembro de la misma excepto a esos dos.
Hipólito cumplía a la perfección con su rol de informador del CNIA. Había impuesto una disciplina de seguridad de modo que solo quería como interlocutores a los directivos Silvano Manglano y José Arnedo, quienes rendían cuentas directamente ante el presidente de la nación Prometeo Nadal.
En su retiro forzado a las Islas Fiji, Prometeo Nadal recibe un paquete clasificado, de origen desconocido, tan solo amparado por un código QR estampado en su cara posterior. En la etiqueta figura como destinatario un tal Sr. Benavides, hab.108. El mensajero insiste al recepcionista del Vanuvalu Lagoon Resort en que debía realizar la entrega en persona.
–Espere aquí –dijo fríamente el recepcionista, nativo de las islas y, al igual que sus compañeros, dotado de una formación especial para atender a tan ilustres y en muchas ocasiones poderosos clientes.
Al cabo de un minuto aparecen en el vestíbulo dos guardaespaldas del presidente Nadal que acompañan al mensajero a una sala privada.
–¿Quién coño eres? –le espetó uno de ellos con el ceño tan fruncido como el hocico de un gorrino.
–¡Clave doce! ¡clave doce! –fueron los únicos vocablos que consiguió articular.
Los dos guardaespaldas intercambiaron una mirada y acto seguido apareció Hipólito Espejero dando apoyo al tembloroso emisario portador del paquete clasificado con un incierto código QR. Con un gesto de la mano indicó que el mensajero de la caja podía irse. Se quedó, eso sí, como depositario del paquete. Este contenía un teléfono móvil.
–Llevadme ante el presidente –ordenó mientras mostraba su placa del Ministerio del Interior a los rudos agentes de la seguridad personal de Nadal.
Hipólito encontró al presidente inmerso en un cómodo relax dentro del jacuzzi de la exótica habitación 108. Los muebles de bambú, en curiosa alternancia con piezas del más exclusivo estilo barroco, jalonaban la estancia, envuelta en un halo de luz ambarina propio de la tarde tropical de aquellas latitudes.
–En este país es más seguro hacer entregas por mensajería desde el aeropuerto que intentar colar un teléfono móvil por valija diplomática –afirmó Hipólito Espejero ante un presidente sonriente.
–Todavía no sé el porqué de la idiosincrasia de las Fiji –continuó–, pero lo he hecho así por las malas experiencias previas.
–Despójate de tus ropas urbanas y disfruta de estas burbujas, Hipólito. Si no te has traído ropa de baño, mis fieles guardaespaldas te conseguirán la que desees.
–Quizá más tarde, presidente –apuntó Hipólito conteniendo un gesto de incomodidad–. Prefiero ir al grano por ahora.
Prometeo Nadal hacía gala de un puro habano que degustaba a grandes caladas desde un rincón del jacuzzi.
–Estoy catando un Mareva, un habano Petit Corona de 129 mm x 16.67 mm de diámetro. Sus dimensiones permiten usar tres hojas de tripa en la ligada y puede ser considerado el “estándar” de los Habanos. Proporciona unos 30 minutos de placer al fumar. ¿Quieres probar uno?
–No, muchas gracias, señor presidente. Esto… le traigo aquí el teléfono móvil que me solicitó, libre de seguimientos por su doble tarjeta de conexión vía satélite. Utiliza una frecuencia de ondas indetectable por su cualidad de variar el espectro de…
Nadal interrumpió a su interlocutor con su brusquedad característica.
–No necesito saber más, Hipólito. Me fío de tu palabra. Tan es así que deseo que me prestes un gran servicio.
–Dispara, presidente –se permitió decir en tono confianzudo el agente del CNIA.
El presidente salió del jacuzzi, tomó una gran toalla de un blanco impoluto, secó un poco su esbelto cuerpo y acto seguido tomó asiento junto a la mesa de los licores.
–Tengo un Lagavulín de dieciséis años ¿Te apetece?
–No puedo negarme a ese excelente escocés.
Nada más alzar las copas en gesto de brindis, las palabras de Nadal cortaron el ambiente como una segadora.
–Necesito que mates a Robin Vladivostok.
El silencio reinante era tal que Hipólito tan solo escuchaba el sonido de los tragos de Nadal y de los suyos propios.
Cuando el agente del CNIA consiguió reponerse hizo un gesto al presidente indicando si había alguien más en la estancia.
–No te preocupes, Espejero. Tampoco hay micros ni nada de eso. Habla con confianza ¿Me organizarás pues un atentado en toda regla?
–¿Qué significa eso? ¿Tiene que ser un asunto con mucho ruido? –preguntó un Hipólito cada vez más dudoso de que lo que acababa de oír fuese cierto.
–Me refiero a que nadie en absoluto debe sospechar nada sobre el autor, ni por asomo. Debemos ser a la vez cautos, osados y más astutos que la inteligencia gerusa.
–Pero Gerusia ha destacado siempre por sus implacables servicios de inteligencia, secretos y policiales. Es prácticamente imposible escapar a sus garras –admitió un Hipólito cada vez más alarmado.
–Te he escogido a ti por tu excelente grado de autocontrol y astucia. Has estado un montón de veces infiltrado en mafias y bandas, entre ellas el Batallón Armado de Liberación Nacional. Y con resultados sobresalientes. Serás recompensado al completar tu misión con seis millones y varias mansiones en distintos puntos del planeta. No hay que olvidar que debes entrar en un plan de protección especial.
Hipólito Espejero se tomó un largo lapso de tiempo para reflexionar in situ sobre lo que aquel demente que tenía delante acababa de vomitar por sus fauces sangrientas. Nunca había apreciado a su presidente, nunca. Tan solo había actuado como agente especial del CNIA destinado a camuflarse en múltiples situaciones en organizaciones criminales que poco o nada tenían que ver con el asesinato del presidente de una nación muy cercana a ser la más poderosa del mundo y que contaba con unos servicios secretos temidos en todo el orbe.
En cada ocasión en que desempeñaba un papel especialmente arriesgado, el agente del CNIA acordaba cantidades extra de dinero en compensación al sobreesfuerzo. En este caso, no había cantidad suficiente para asumir tan elevado riesgo. Acabar preso en una de las abominables cárceles gerusas equivalía a sufrir torturas innombrables y una denigración de la persona hasta límites insospechados. Todo eso, sin embargo, no había conseguido doblegar el espíritu combativo y competitivo de Hipólito, quien no necesitó más de otro largo minuto degustando su whisky escocés de dieciséis años para aportar su toque personal al trato.
–Está bien, presidente, aceptaré con las siguientes condiciones.
–Dispara, Hipólito –dijo Nadal sonriendo por parafrasear a su interlocutor.
–Voy a utilizar una conexión segura que se encarga de bloquear al sistema Teseus de espionaje para telecomunicaciones. Es el nuevo AX8–SAT, para lo cual un equipo cualificado debe instalarlo en mi próxima vivienda, esté donde esté.
–¿Sabes cuánto cuesta ese aparato, Hipólito? –preguntó el presidente templando la voz–. Nueve millones de dólares ¿Qué te parece?
–Pues sí, esa era la cifra que rondaba mi cabeza. Y aparte de eso, necesitaré cambiar de coche al menos una vez al mes. Por aquello de no llamar mucho la atención.
–Bien, cada mes recibirás un vehículo flamante y alguien se encargará de recoger el que hayas usado.
–Ese alguien debe ser siempre la misma persona, por seguridad ¿de acuerdo?
–Bueno, no habrá problema, pero esos serán pormenores de los que se encargarán Silvano Manglano y José Arnedo– ¿Te deja más tranquilo haber llegado a este acuerdo, Hipólito?
–Sin duda, presidente –contestó el agente especial–. Si no tiene más que proponer, desearía retirarme a mi habitación y asearme. Luego daré un corto paseo por la isla y descansaré. Mañana vuelvo para Madrid en un principio, aunque no sé qué tienen pensado los del CNIA en cuanto a mi agenda inmediata…
–Tengo que librarme de Robin Vladivostok cuanto antes, pero eso exigirá un plan detallado que el querido José Arnedo pondrá en tus manos en breve. Aplaza tu regreso, Hipólito. Mañana te pondrás a diseñar el asunto con él y no sé cuánto tiempo vais a necesitar para ello.
–Excelente este Lagavulin, presidente. Hasta la próxima –dijo el agente especial por toda despedida.
Una vez hubo desaparecido Hipólito de la habitación, Prometeo Nadal se sirvió otra copa hasta el borde. Se la bebió a grandes tragos y preso de una repentina euforia arrojó el recipiente al suelo haciéndolo añicos.
–¡Ochi Tchornya! –exclamó en el idioma de su ahora mortal enemigo Robin Vladivostok.
El director Coello Puello recrimina a la presentadora televisiva Milagros Mercé por estar tardando más de la cuenta en la recuperación de índices de audiencia frente a la competencia. Ambos están discutiendo en el despacho del director de CRONOS TV.
–Es imperdonable que tres cadenas de medios competidores nos estén superando en lo que va de mes –rugía el temperamental Coello.
–Pero no hemos hecho otra cosa que ascender en la cuota de pantalla –protestaba Milagros mientras manoseaba nerviosamente su gargantilla de la Virgen del Prado, regalo de su madre en memoria de la patrona de Ciudad-Real, su lugar de nacimiento.
–Pero vamos por detrás de RAIGÓN MEDIA y de DÍEZ MEDIA CORP ¡Lo sabes perfectamente!
–Hemos sumado más de seis millones de telespectadores únicos en la última semana, el doble que en el mismo período del año anterior…
–¿Es que no soy lo suficientemente explícito, Milagros? –tronó el directivo, pensando en que esa noche necesitaría una dosis especial de sado-maso en sus sesiones habituales en la mansión de Josemi Índigo.
Milagros Mercé, aunque ducha en cien batallas, optó por desistir para calmar a la bestia, que parecía fuera a arrojar fuego por su bocaza de un momento a otro.
–Está bien, Anselmo –dijo ella acompañando sus palabras con un profundo suspiro. Era de las pocas personas que se permitían llamarle por su nombre y no por los curiosos apellidos–. Tendrás tu audiencia por las nubes en cuanto consiga entrevistar al segundo de a bordo del Batallón Armado para la Liberación Nacional, Amadeo Grosso.
La cara de Anselmo era la viva imagen del estupor.
–¿Cómo? ¿Estás loca? Ese individuo está detrás del atentado que sufrimos cuando entrevistaste al presidente el día en que… –Milagros Mercé lo interrumpió de inmediato.
–… en que el presidente Nadal murió envenenado y la ambulancia cargada de explosivos estalló ante nuestras narices. Sí, eso lo conozco bien, Anselmo. El estallido me dejó medio conmocionada en el suelo del estudio, rodeada de cascotes ¿Dónde estabas tú?
El rostro de Coello Puello enrojecía por momentos.
–Yo, yo… estaba en, en mi despacho atendiendo una reunión urgente… sí.
El titubeo del directivo revelaba otra realidad. La reunión había tenido lugar con una trabajadora del sexo que a veces contrataba para descargar su adicción hacia las filias carnales. Anselmo era un pervertido, pero también era cierto que no había puesto nunca la mano encima a ningún miembro de su empresa. El directivo de CRONOS TV no tenía un pelo de tonto.
Milagros Mercé dio por terminada la reunión abriendo la puerta del despacho.
–Bueno, Anselmo, quedas avisado. En breve alcanzaremos la más alta cuota de pantalla que se halla visto en este país desde los mundiales de futbol en que España fue campeona.
Mateo Santesmases y Ploteo Hermida degustaban unos bocadillos especiales de carne mechada en el Kino´s Bar, el santuario de la gastronomía próximo a las oficinas del Heraldo del Tiempo.
–Buenísimo este mollete cordobés que envuelve estas mechas de carne de ternera, Ploteo. Si no tienes más apetito me como el tuyo.
–Ni lo sueñes, Mateo. De eso nada. Bueno, ¿brindamos por nuestro compañero Luisín? Su contacto en el Batallón Armado de Liberación Nacional estará a nuestra disposición esta semana.
–Y gracias al acuerdo con Milagros Mercé, eso le servirá en bandeja de plata al segundo al mando en el Batallón, Amadeo Grosso. Luisín ha conseguido que acepte la entrevista con Milagros. Una jugada maestra.
–Añadiremos a esto que ahora somos contactos de especial interés para ella. No habríamos visto ni en nuestros mejores sueños que la gran directora de “Al día con Mercé” se iba a poner en contacto con nosotros.
–Gracias a Luisín, amigo Ploteo ¿Por qué no está aquí nuestro compañero?
–Al parecer ha tenido reunión de urgencia con el director general de CRONOS TV, un tal Puello. Creo que es de armas tomar.
–Bueno, pero hay que celebrar este avance con nuestro compañero, sin duda.
–De momento ¡brindemos por él y por nosotros, amigo Mateo!
Y hasta aquí llega el decimotercer episodio de esta saga. En breve publicaré el capítulo siguiente.
Haz click en el corazón de más abajo si te ha gustado y deja por favor tu valioso comentario.
Te deseo salud y suerte en la vida.
Nota: todas las imágenes de este post incluida la portada pertenecen a la página bing.com/images/create/ a no ser que se indique otro origen en el pie de foto.
Miguel Ángel Díaz Díaz
Posted at 10:27h, 13 julioCada vez surgen más ramas y complicaciones a partir de la trama original, Marcos.
La historia está adquiriendo dimensiones sorprendentes.
Un fuerte abrazo 🙂
marcosplanet
Posted at 16:08h, 13 julioMuchas gracias de nuevo, Miguel Ángel, por tu fidelidad a esta saga. Me hace mucha ilusión que la sigas.
Un fuerte abrazo.
Federico
Posted at 04:00h, 19 junioLa ficción imita a la realidad. Es inevitable establecer paralelismos con las noticias actuales. Saludos
marcosplanet
Posted at 14:00h, 19 junioLa realidad es siempre más cruda, más cruel y despiadada, sin duda.
Gracias, Federico.
Antonio
Posted at 10:36h, 16 junioAsí es. Aquí ya son los personajes los que deciden por dónde sale el Sol. Los autores únicamente pueden intentar seguir sus pasos de la manera más decorosa posible.
marcosplanet
Posted at 20:21h, 16 junioEstamos a la merced de los personajes, que son quienes mandan en todo. La voz del narrador quizá sea lo único independiente que queda en la novela… o no.
Nuria de Espinosa
Posted at 19:05h, 15 junioUfff, esto está tomando unos derroteros que ya no se por dónde se va a liar, o por dónde va a salir…. Veneno, bombas, toda una espiral al más puro estilo James boom. Un placer leerte y feliz fin de semana. Un abrazo
marcosplanet
Posted at 20:20h, 15 junioMuchas gracias, Nuria. Lo cierto es que la trama se enreda, pero en algún momento los nudos se irán deshaciendo, ya verás.
Abrazos.
Arenas
Posted at 12:40h, 15 junio¡Madre del amor hermoso! La que se está liando aquí parece ser realmente morrocotuda.
marcosplanet
Posted at 20:25h, 15 junioGracias a los personajes por cobrar vida propia. Ellos se encargan de darle vida a la historia.