31 Ene Draguis y la ceremonia del té
Resumen del capítulo anterior
El dragón de compañía Draguis inicia una investigación sobre la muerte por envenenamiento de Borgundio, rey de Samodia. En ella se implican también Hernando el boticario, María, la dama de compañía de la princesa Ranais y el hermano de esta, el príncipe Gabriel.
La princesa Ranais se reunirá con la diplomacia de Limodia para sellar el acuerdo que permitirá reabrir las antiguas minas de cobalto. Eso reactivaría la economía y el empleo en Nordalia, objetivos principales de Ranais.
Draguis y la ceremonia del té
En el inmenso salón de recepciones del castillo de Nordalia habían dispuesto sus mejores galas para recibir a los emisarios del vecino país de Limodia. Era la fórmula más pomposa que había encontrado la princesa Ranais para festejar el acuerdo que acababan de firmar con sus vecinos. Aunque en esta ocasión no estaría presente el rey limodio por encontrarse postrado presa de unas fiebres.
Ella conocía bien los gustos del rey Fadrique por las ocasiones en que el monarca limodio les había agasajado a ella y a su difunto padre el rey Borgundio.
Bien es cierto que habían sido escasas las visitas que habían hecho al país vecino. El hecho de que el hermanastro de Borgundio hubiera muerto en las minas de cobalto provocaba en el padre de Ranais un rechazo permanente hacia la figura de Fadrique.
Los intentos de reconciliación provenían siempre de Ranais, quien desde muy joven se empeñaba en salvaguardar los intereses del pueblo de su amado reino de Samodia.
Siempre había disfrutado de la belleza de las tierras que ahora gobernaba como regente tras la muerte de su padre. Las montañas de Nordalia no guardaban secretos para ella pues junto con su hermano Gabriel empezó a recorrerlas siendo tan solo unos críos inquietos por el descubrimiento de lugares perdidos en plena naturaleza.
El río Nordar ofrecía sus corrientes espumosas para trasladarles en canoas aguas abajo, dando vida a las aventuras más audaces, donde capitaneaban barcos de guerra o participaban en la búsqueda de tesoros sumergidos desde tiempos remotos.
Pura fascinación la de dos hermanos que compartieron experiencias únicas, uniéndoles para siempre como un todo donde no cabían los secretos.
El castillo de Nordalia disponía de salones para todo tipo de eventos, pero era la sala de ceremonias la más distinguida y lujosa. Ocupaba el espacio de cuatro salones de baile, con accesos a una docena de toilettes equipados con una batería de lavabos, armarios rebosantes de cosméticos y todo lo necesario para el acicalamiento y aseo personal. El formidable salón también contaba con dependencias privadas para reuniones, donde habían sido cerrados acuerdos de vital importancia para el futuro de Samodia. El difunto rey Borgundio había sido muy celoso de crear el ambiente idóneo para facilitar las negociaciones de alto nivel.
Draguis revoloteaba por un ángulo de la sala de ceremonias en actitud reflexiva. Por su privilegiada cabeza desfilaba un conjunto de ideas inconexas aún, que pretendía engarzar como los eslabones de una cadena. María, la dama de honor de mayor confianza de la princesa Ranais, oficiaba de interlocutora.
–A ver, querida dama. Tenemos como principales sospechosos a la comitiva diplomática de Limodia que acudió a esta Corte el día del fallecimiento del rey Borgundio. El boticario Hernando ha identificado a todos los miembros y hemos llegado a la conclusión de que dos de ellos tenían motivos y oportunidad para librarse del rey.
El dragoncillo descendió en su vuelo a la altura de los ojos de María y se situó a menos de un palmo de distancia.
–¿Es así? ¿no? –concluyó de una forma cómica.
–Los sospechosos son el embajador Augusto Melvin y el ministro de industria Rubando. Este último es quien más motivos pudo tener.
–¡Pájaro de mal agüero! ¡Bestia inmunda! –exclamó Draguis exagerando la nota.
–Son seres perversos, despreciables –añadió como si interpretase el papel de alguien despechado en una obra de teatro.
–Te conozco bien, Draguis, sé que no estás de acuerdo y no me convence tu actuación ¿qué piensas tú?
–¡Oh! ¡Mira eso! –dijo de repente el dragón, contemplando la abundantísima variedad de elaboradas viandas que empezaban a poblar las mesas de la sala. María observaba a Draguis con un gesto de recelo.
–Sigo dudando sobre tu sinceridad, amigo mío ¿Por qué no vas al grano de una vez?
Antes de que acabara la frase, Draguis había emprendido un veloz vuelo encaminado a la primera mesa cargada de manjares. Aterrizó sobre ella sin demasiada elegancia y se dispuso a dar cuenta de lo más sabroso para su gusto que aparecía ante sus ojos.
Paladeó con fruición las setas de los montes bajos de Nordalia salpicadas de rocío de estrellas, una salsa de frutos del bosque diseñada para la ocasión en las cocinas del castillo. También probó las mechas de carne de buey aderezadas con albondiguitas de cordero lechal, un paté de ciervo con briznas de hamamelis… Lo que más le gustó fue el cocido de la montaña alta, un primer plato a base de ternera a la menta guisada a fuego lento que servirían tras los entrantes.
Un par de camareros, alarmados ante la exhibición de gula de Draguis, le recriminaron su actitud. Pero allí estaba Mario, uno de los chefs de la fortaleza, defendiendo al dragoncillo.
–Dejadle tranquilo, aquí hay comida para un regimiento y un batallón de infantería…
–Gracias Mario, no he podido… contenerme –consiguió decir Draguis con la boca todavía llena.
–De nada amigo ¿Qué tal vas con la investigación?
–Desde que tú y yo nos vimos por última vez, nada nuevo.
–¿Conseguiste hablar con el otro dragón que vino con los diplomáticos de Limodia el día en que murió el rey Borgundio?
–Eh, no, no, aún no lo he hecho –contestó Draguis pensando que debía hacerlo de inmediato.
–Cuidado con ese dragoncillo, me parece que no es trigo limpio –remató el cocinero.
Un castillo guarnecido con murallas ennegrecidas por centurias de guerras y saqueos, se alzaba con un porte majestuoso y tétrico en medio de las Montañas del Conjuro. Según los más antiguos del lugar las llamaban así por un perverso sortilegio lanzado por un hechicero que no conoció otro modo de salvar la vida del heredero al trono de Nagron.
El brujo acordó con la reina de las Bestias Dormidas que las despertaría con un ensalmo a cambio de las hierbas medicinales que él necesitaba. El porqué del sueño eterno de los durmientes y quién les postró en ese estado nunca había sido bien explicado.
Nagron limitaba por el sur con Limodia, país del que le separaba la Cuenca de las Simas, un territorio donde el subsuelo se abre en canales de una profundidad insondable debido a la erosión de las aguas. Lluvia y nieve abundaban por esos pagos donde la niebla coronaba el castillo del rey de Nagron.
Esa noche, la sala del trono albergaba lo más nutrido del Consejo Real. El primer ministro y dos consejeros habían sido convocados por el rey Atalante para recibir noticias de un emisario.
El mensajero aguardaba rodilla en tierra el permiso del rey para ponerse en pie. Presentó sus excusas por haberse retrasado.
–La lluvia no ha cesado de acompañarme por el camino en todo el día, mi rey. Las balsas de agua en las carreteras…
–No te preocupes mi buen Dolan, levántate y dime qué has averiguado.
Atalante evitaba el riesgo de espionaje a través de las redes de telefonía móvil mediante equipos de mensajeros que enviaba a cualquier misión de investigación sin conexión tecnológica alguna. Estaba convencido de que sus enemigos conspiraban en todo momento contra él.
–Samodia y Limodia acaban de firmar un acuerdo esta mañana para reabrir las minas de cobalto del norte de Samodia. La princesa Ranais y el rey de Limodia llegaron a ese entendimiento hace tiempo y hoy simplemente lo sellaban.
–El rey Fadrique sabe bien de dónde sacar renta. A mí no me propuso nunca nada, en su creencia de que las tierras de Nagron son yermas.
Un velo de maldad se reflejó en sus ojos.
–No conoce el potencial de la Cuenca de las Simas.
La delegación diplomática de Limodia disfrutaba de las instalaciones que la princesa Ranais había dispuesto para que se relajaran antes y después de haber cerrado el acuerdo de las minas. Habían comido hasta la saciedad en la sala de ceremonias, donde también tuvo lugar un gran baile de cierre de la visita oficial.
Los dos cargos de mayor rango hablaban con ella mientras degustaban un selecto té junto a las pistas de bolos.
–Lástima que vuestro rey esté enfermo y no hayamos podido disfrutar de su presencia. Después de tantos años de enfrentamiento con mi padre, celebro que Fadrique y yo nos entendamos. Este de las minas será el primero de los grandes acuerdos que nos aguardan.
El ministro de industria Rubando y el embajador Augusto Melvin, saboreaban un delicioso té con pastas de canela y azafrán, una de las especialidades de las cocinas reales.
–Me sorprenden muy gratamente las atenciones que nos dispensa, princesa –comentaba el ministro limodés. Había tomado ya dos tazas de té verde o matcha, una tradición ancestral en el país de Samodia–. Esto es señal de una larga relación comercial entre las dos naciones.
–Estoy segura de ello, ministro. No podía ser menos tratándose de un acuerdo que aportará empleo y prosperidad a tanta gente.
–Este té está delicioso, princesa Ranais –apuntó el embajador Melvin–. Ya me facilitará alguna cajita para seguir degustándolo.
La princesa asintió con un elegante gesto de cabeza.
–En Samodia seguimos un ritual centenario para tomar el matcha. En cada degustación tratamos de encontrar el “camino del té”, una especie de doctrina que busca la mejor forma de afrontar la vida.
–Una buena filosofía –repuso el embajador–. Y bien, yendo al tema que nos ocupa –continuó–. Lo que debemos por ambas partes es implantar en las minas unas normas eficaces de control de los tóxicos que deriven de la extracción.
–Sin la colaboración de Limodia no podríamos… –En ese momento un ruido sordo interrumpió la conversación. El cuerpo del ministro Rubando había caído de su asiento como un fardo pesado.
Un rictus congestionaba su cara con un gesto de amargura, como si su alma hubiese quedado congelada en un instante negándose a abandonar su cuerpo. Este yacía boca arriba con aspecto desmadejado y un rastro de espuma sanguinolenta manaba de sus labios.
Dejamos aquí la historia hasta el próximo episodio. Dale click al corazoncito de más abajo si te ha gustado y deja por favor tu comentario. Es muy valioso.
Salud y suerte en la vida.
Nota: todas las imágenes de este post pertenecen a la página Deviantart.com
Estrella Pisa
Posted at 22:32h, 04 febreroBrillante la evolución que está experimentando la historia de Draguis.
Es curioso lo que puede llegar a dar de sí un personaje fantástico cuando su autor le pone tanto empeño y le va envolviendo en tantas intrigas.
Un fuerte abrazo, Marcos.
marcosplanet
Posted at 07:43h, 06 febreroMe alegra mucho que te guste. Tus palabras me animan mucho a continuar la saga y así lo haré.
Muchas gracias Estrella.
Otro abrazo fuerte para ti.
AMAIA LARRREA
Posted at 21:33h, 31 eneroMarcos, Aplausos, de corazón. Tienes unos relatos maravillosos. Esperando los siguientes. Abrazo grande
marcosplanet
Posted at 06:29h, 01 febreroMuchísimas gracias Amaia. Tus «Historias de Jacinta» son verdaderamente inspiradoras. Siempre es un placer leerte.
Un fuerte abrazo.
Nuria de Espinosa
Posted at 17:55h, 31 eneroHola Marcos, la historia del dragón Draguis empieza a ser tan fantástica como el mundo de fantasía y la princesa Ranais.
Va tomando forma novelesca.
Un aplauso.
Abrazos
marcosplanet
Posted at 06:31h, 01 febreroValoro mucho tu opinión, Nuria y la verdad es que tanto esta como otras sagas que he iniciado están tomando forma de novela, es verdad. A ver si alguna de ellas consigue ver la luz.
Un fuerte abrazo.
ARENAS
Posted at 15:21h, 31 eneroSí señor, otro estupendo capítulo de la saga del dragoncillo detective sin gabardina. Con un fenomenal cliffhanger que nos deja a todos con ganas de más y pronto.
marcosplanet
Posted at 15:46h, 31 eneroMuchísimas gracias amigo mío. Ya queda menos para la siguiente entrega.
Abrazos.
Federico
Posted at 14:01h, 31 eneroMuy inteligente mezclar una novela fantástica con una de misterio. Y cada vez se pone más interesante. Saludos
marcosplanet
Posted at 15:47h, 31 eneroMuchísimas gracias por tu tiempo y opinión, Federico.
Saludos!
Rovica
Posted at 10:45h, 31 eneroMe ha encantdo la historia, seguiré atenta a los nuevos episodios. Un abrazo amigo Marcos.
Joselu
Posted at 10:35h, 31 eneroNo conozco los capítulos precedentes así que no sé enlazar lo que ha pasado con el episodio de hoy, pero lo que he leído es muy interesante, recrea un mundo de fantasía que gusta mucho a los adolescentes. Me hubiera gustado conocerlo cuando era profesor para que mis alumnos lo leyeran. Felicidades, Marcos.
marcosplanet
Posted at 15:52h, 31 eneroMuchas gracias Joselu, por tu tiempo y tus palabras. En cada episodio incluyo al inicio el enlace al capítulo anterior. En el propio artículo que comentas figura justo al principio del texto, con enlace al anterior episodio.
Saludos cordiales.