15 Oct El contacto de Bielorrusia. El primer clon. Cap. 8.
Bielorrusia encierra un secreto
En poco menos de las seis semanas de plazo impuestas por Eric, Rocco le puso al día sobre el mecanismo que accionaba la red tejida por Scropoff y Penko. La venta de paneles de embriones se extendía hasta la costa este de los Estados Unidos.
Tras estudiar el panorama atentamente Eric comenzó a elaborar su plan. Hizo circular el bulo de que Scropoff se reservaba información sobre algunas operaciones de venta de embriones en las que se habría apropiado de los beneficios. Una llamada telefónica a Penko que sembró dudas sobre la fidelidad de su socio les condujo a un primer enfrentamiento.
Posteriormente, recibió el aviso de que en el Centro Biomédico de Minsk había un paquete en recepción que debía recoger. Se trataba de falsas copias de extractos bancarios en los que figuraban varios ingresos en beneficio de Boris Scropoff y fotografías trucadas en las que aparecía hablando con Antonov en un café del centro.
Un encuentro casual
Por más que el pobre Penko quería esclarecer sus dudas hablando cara a cara con los implicados, estos no podían hacer más que intentar convencerle de su error. Que alguien manipulaba la información, que todo era basura…
No reflexionó serenamente sobre quién estaría detrás de todo aquello. El por qué se habían tomado la molestia de reunir todas esas pruebas y qué perseguían con ello es algo que le traía al fresco.
Su carácter débil e impresionable le llevó a juzgar culpables a sus hasta entonces socios y amigos, con una ofuscación que le impedía asimilar ningún razonamiento sensato.
Seguían llegándole extractos de operaciones bancarias, títulos de propiedad a nombre de Scropoff y Antonov, escrituras de constitución de una empresa en la que ambos figuraban como Consejeros… Se hallaba desconcertado, sin saber qué hacer.
Hasta que recibió nuevas fotos.
Solo un experto en infografía habría notado la superposición de imágenes que el escáner de un hábil informático había diseñado para Eric: la mujer de Penko besándose con Scropoff en el interior de lo que parecía la habitación de un hotel de Minsk.
Desde Bielorrusia con amor
Vladimir Penko tuvo muy pocos arrebatos de ira en su vida. En uno de ellos, cuando servía en el ejército, fue capaz de superar su timidez y arrancar de un mordisco el lóbulo de la oreja a un compañero de filas en una disputa por un bocadillo.
Años después, mientras paseaba con su mujer por la ciudad, un borracho que pasaba por su lado tropezó y se abalanzó sobre ella arrojándola al suelo, de forma tan brusca que esta sufrió un fuerte golpe en la frente.
El borracho reía sentado sobre la acera. Sin pronunciar palabra, Penko se dedicó a patearle la cabeza como si se tratara de un balón de reglamento. Nadie vio el incidente, pero agarró a su mujer del brazo y los dos salieron de la escena a toda prisa.
El alcohólico murió a las pocas horas en el hospital de la beneficencia como consecuencia de un derrame cerebral.
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Continuará en una próxima publicación…
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Keren Turmo Biebeda
Posted at 11:25h, 16 octubreMe vuelvo a pasar por la noche, me parece interesante pero he perdido el hilo. POR ESO, ME PASO POR LA NOCHE PARA LEER CON TRANQUILIDAD, COMPA.