08 Oct El lector que no podía dejar de escribir
El lector que no podía dejar de escribir
Un locutor de radio narraba el resumen del primer programa de la mañana con una voz cadenciosa y bendecida por un tono portentosamente bien timbrado. Hablaba sobre el caso de Arcediano Mucientes, un candidato a escritor, protagonista de un estremecedor suceso.
<<La vida de Arcediano giraba alrededor de sus escritos. Vivía solo en su pisito de Alcobendas, con la multitudinaria presencia de sus cinco mil quinientos libros versados en todas las temáticas:
“La larga marcha”, “La historia de Lisey” o “Todo es eventual”, los tres de Stephen King;
“Todo por una chica”, de Nick Hornby (conocer a Alicia en una fiesta llevó a Sam al principio de una aventura que no puede acabar bien de ninguna de las maneras).
“Hijas de la arena”, de Ana Tortajada (cartas escritas por la autora durante su periplo por los campamentos saharauis de Tindouf).
“Misión olvido”, de María Dueñas (amores cruzados, certezas a medias e intereses silenciados); “Las montañas de la mente”, de Robert Macfarlane (un viaje cultural a través de la fascinación por las cumbres heladas).
“El primer clon”, de Marcos Manuel Sánchez (aproximación a la realidad más inquietante sobre la creación de seres humanos programados); “Cuentos inconclusos”, de J.R.R. Tolkien; “Medicamentos que matan y crimen organizado”, de Peter C. Gotzsche; “Bioquímica con aplicaciones clínicas”, de Thomas M Devlin, Francesc Canals, y colaboradores.
“No es bueno que Dios esté solo”, de Gonzalo altozano (testimonios de ex-presidiarios, versos sueltos de partidos políticos, altas autoridades del Estado, enfermos con las horas contadas, activistas sociales, niños prodigio, amas de casa, hombres de ciencia y academia, rockeros de gira y furgoneta, escritores de best-sellers…).
“Colección completa de Agatha Christie”,
… y un largo etcétera de ejemplos de literatura diversa sobre todo tipo de géneros y contenidos>>.
–<< Arcediano leía a un ritmo de tres libros por semana tuvieran la extensión que tuvieran. Ese era un objetivo que le exigía la más tenaz de las dedicaciones, pues se entregaba a la vez al sano arte de escribir al que dedicaba al menos la otra mitad de su tiempo>>.
– << Nunca había conseguido alcanzar ninguna cota de logro literario alguno, ni contrato editorial que se precie, ni había aparecido en medios públicos de ninguna condición. Él no conocía a nadie de esa clase, la formada por (y a partir de aquí cito textualmente uno de sus controvertidos artículos de opinión):
–“Los pseudoeruditos cuyo primer o decimonoveno librito había conseguido ver la luz, que acudían arrastrándose ante presentadores de medio pelo o de aparente pelo entero pero mal pagados y de escaso nivel cultural, regidores de programas que en realidad no veía casi nadie pero que a la postre representaban un nivel muy deseado y odiado a la vez por la inmensa tropa de aprendices de escritor.
Estos amateurs de la palabra escrita, embotelladores de letras las cuales anhelan comprimir en un par de cientos de páginas encuadernadas en forma de manuscrito o borrador, enviaban sus trabajos con ilusión infantil a las editoriales, logrando únicamente que los mandamases de ese mundo se rascaran su orificio preferido con ellas y que transcurridos más de seis meses de tensa espera, los amos del cotarro librero ordenasen a un subalterno de decimotercer nivel que le enviara un email al susodicho candidato a juntador de palabras que muy bien por su escrito lleno de cagadas de mosca pero que no lo habían considerado para publicación pues “no seguía la línea de esta editorial”–.
El presentador continuaba su perorata bien timbrada.
–<< Arcediano Mucientes opinaba que los editores nunca explicaban qué era eso de la “línea” ¿Una raya inamovible implantada en el suelo de la oficina del director editorial que no podía ser franqueada? ¿Una filosofía de pensamiento que no podía ser conocida por nadie? ¿Una norma no escrita pero que todo el mundo debía conocer y si tú, memo de las palabras fracasadas, no conocías en qué consiste es que no mereces ser recibido por esta sana, próspera y noble editorial cargada de sensibilidad literaria?>>
–<< Pues llegó el momento en que Arcediano había reunido ochenta y seis manuscritos redactados en un castellano perfecto, con una composición gramatical, sintaxis, impronta semántica y factura literaria en general envidiables para cualquier autor consagrado.
Hay que reconocer que hay autores consagrados que escriben por sí mismos, no recurren a esclavos desarrolladores de historias por cuenta ajena ni a campañas falsas diciendo que han vendido trescientos mil ejemplares cuando no han pasado de mil y los doscientos noventa y nueve mil restantes están durmiendo el sueño de los justos en las bodegas mohosas de las distribuidoras, que son quienes se comen las pérdidas.
–<< El señor Mucientes afirmaba en un escrito lo siguiente:
–“Pero existen parásitos roelibros, entendidillos del mundo de la prosa famosa que hacen gala de una encomiable verborrea que como el flautista de Hamelin atraen hipnóticamente a las audiencias y consiguen mantener sus escuálidas obras a flote como trozos de mierdecita anfibia que logran evitar las corrientes más fuertes y acaban encontrando aguas mansas donde reposar y medrar hasta el fin de los tiempos >>.
–<< Esta es la filosofía que esgrimía Mucientes constantemente, una erupción constante donde la lava de su verbo arrasaba la mente de cualquier destinatario de sus encendidos escritos. Si una editorial lo había rechazado, él no dudaba en intentar recomponer su malherido honor literario mediante una misiva de contenido corrosivo. Pero de repente cambió de estrategia >>.
–<< Así pues, Arcediano Mucientes decidió enviar masivamente sus ochenta y seis manuscritos a cada una de las treinta primeras compañías editoriales del mercado, a ver si así, por la fuerza del número, la probabilidad matemática daba sus frutos >>.
El presentador radiofónico se detuvo a beber un par de tragos de agua mineral y continuó su sagaz relato acerca del devenir de Arcediano.
–<< Mucientes esperó y esperó y en un momento dado llegó a recibir el beneplácito de siete editoriales diferentes, aunque tres de las cuales pertenecían al mismo grupo multinacional, Orbe Editorial. En todos los casos la respuesta consistía en la felicitación por haber merecido la atención del empleado de decimotercer nivel que había enviado al comité editorial el manuscrito de Arcediano titulado “Acabaré con todos”: “Lo único que debe usted hacer ahora es leerse nuestra propuesta de contrato editorial y firmarla” >>.
–<< Cuando Arcediano Mucientes terminó de leer aquella propuesta y vio que le pedían mil ochocientos euros por publicar su manuscrito “con el apoyo de nuestra gran empresa, que le garantizará promoción en redes sociales, una rueda de prensa y cien ejemplares impresos que deberá usted vender en presentaciones que usted se encargará de organizar”, nuestro aspirante a escritor de primera terminó por darse cuenta de que le trataban como a un ciudadano de tercera >>.
–<< Al cabo de tres meses más, el candidato a vivir de su escritura había recibido contestaciones en el mismo sentido explotador por parte de otras veinte comercializadoras de la palabra. Una nube espesa y negruzca se instaló en la mente de Arcediano >>.
Terminó aquí su exposición el presentador de radio. Es ahora cuando yo, el narrador en primera persona de esta historia, tomo las riendas para anunciarles el final.
En el momento en que había reunido estas veintiuna respuestas, Arcediano vivía del subsidio de desempleo para mayores de cincuenta y cuatro años y de unos ahorrillos que tenía en el banco y que se había encargado de dosificar en forma de mensualidades de trescientos euros. Vamos, que con setecientos euros al mes debía vivir. Pero ya le quedaba muy poquita paciencia. Para terminar los ochenta y seis manuscritos había tenido que escribir sin parar durante doce horas diarias, aparcando su gran afición a la lectura para despejar la mente.
La frecuencia con la que escribía le había llevado hasta un estado de obsesión nada sano. Comía lo justo y caminaba lo justo (ir hasta el supermercado a por comida y volver).
Por su formación como licenciado en ciencias económicas y empresariales y sus masters de especialización en inversiones bursátiles, Arcediano sabía mucho sobre cómo hundir empresas. Debido a eso le echaron de todas. Por una extraña inclinación hacia el lado oscuro, había llevado a la quiebra a tres entidades que señalaron “despido procedente” en las cartas correspondientes.
Sus quehaceres se reducían cada vez más y giraban en torno a su labor creativa que le demandaba atención absoluta de sus sentidos concentrándolos en la pantalla de su ordenador, lo que se tradujo en dolores de cabeza que calmaba con analgésicos pero le producían somnolencia. En una de sus postraciones en el sofá por efecto de los medicamentos, se le cruzó por la cabeza una idea que quedó anclada en lo más profundo de su ser y cuando despertó se vio en la obligación de escribirla.
Las anotaciones quedaron resumidas en frases ordenadas por prioridades:
–Crear falsa sensación de seguridad en valores bursátiles relacionados con la fusión de dos de las diez primeras editoriales mundiales.
–Mediante el lanzamiento de bonos de compra a bajo precio, saturar el mercado de demanda haciendo subir el valor de la acción de “Orbe editorial” rápidamente.
–Hacer caer el valor a las tres semanas de subida inundando el mercado de falsas “stocks options” sobre las dos empresas fusionadas.
–Cuando el resto de empresas editoriales de este país se hayan saturado de acciones que no valen nada, celebrar la situación de quiebra global con varias copas de champagne Veuve Clicquot 1841, el que me regalaron en la primera empresa por algo que hice bien antes de hundirla.
Así que aquí me encuentro, tendido en mi sofá y celebrando el éxito con mi paladar rendido al exquisito brebaje francés.
¡Salud a todos!
¡Santé à tous!
Pues esto es todo de momento. Te invito a dejar tu comentario y a darle un like a esta historia si te ha gustado. No cuesta nada.
Nota: todas las imágenes de este post incluida la portada las he configurado con la ayuda de la página bing.com/images/create/ .
Federico Agüera Cañavate
Posted at 10:50h, 19 octubreLa dura vida del escritor. Saludos
Nuria de Espinosa
Posted at 00:59h, 10 octubrePues mira, seguramente que se han perdido el talento de un gran escritor, ya se sabe que las editoriales son lo que son. Un abrazo
marcosplanet
Posted at 11:05h, 10 octubre¡Quien sabe! Otro abrazo fuerte para ti.
Mirna Gennaro
Posted at 02:53h, 09 octubre¡Qué acierto eso de la Linea editorial que nunca se sabe cuál es! ¡Qué tremenda combinación ser escritor y experto en inversiones! Excelente relato, muy bien narrado.
Un abrazo
marcosplanet
Posted at 08:03h, 09 octubreMuchísimas gracias, Mirna.
Otro abrazo para ti.
eliom
Posted at 22:24h, 08 octubreLa narración está magníficamente hilada, con una cadencia envolvente que capta al lector. Excelente Marcos.
Gracias por compartir este relato. ¡Salud por Arcediano!
marcosplanet
Posted at 22:27h, 08 octubreMuchas gracias, Elio, tus palabras me dan muchos ánimos para seguir con mis relatos.
¡Salud!
María
Posted at 21:55h, 08 octubreUna pena que cueste tanto apreciar el talento, en este caso, el del propio protagonista, que en su ‘fallida’ intención de tener éxito en lo suyo, celebra con humor el despropósito en sí mismo. Un gran talento que han perdido esas editoriales, y quién sabe, algún día puedan lamentar… igualmente ánimo a ese escritor que seguro está reflejado en muchas personas reales, porque lo que se hace con tanta pasión, siempre merecerá la pena. Un abrazo!.
marcosplanet
Posted at 22:30h, 08 octubreMe encantan tus palabras María. Son muy acertadas y tu reflexión refleja que hay una esperanza de que algún día uno de esos aspirantes a escritor conseguirá realizar su sueño. Abres una puerta a la esperanza.
Muchas gracias.
María
Posted at 22:32h, 08 octubreSiempre habrá esperanza
Marcos
Posted at 08:11h, 09 octubreEse es un valor que nunca se pierde.
Rosa Fernanda Sánchez
Posted at 17:26h, 08 octubre«Acabaré con todos». Conociéndote, hermano, no puedo contener la risa.
Por desgracia, ..Así es, no importa que seas un privilegiado en el arte de la escritura, todo se mueve por intereses y baremos incomprensibles, para la mayoría de los mortales.
Felicidades!
marcosplanet
Posted at 19:22h, 08 octubreAsí es, es algo que lleva arraigado toda la vida.
Un beso, Rosita!!
Arenas
Posted at 16:03h, 08 octubreDemoledor escrito. La verdad es que la historia del señor Mucientes es muy real, por desgracia. Y muy común.
Pero hay una cosa que todos esos mediocres que no saben valorar su arte escrito no le van a quitar:: el placer de escribir sin más objetivo que el placer de escribir.
Muchas veces es más reconfortante saber que has llegado de verdad a unos pocos lectores, a los que has tocado la fibra, que vender cien mil ejemplares que luego nadie o muy pocos van a leer.
Por cierto, yo también tengo en mi librería esa impresionante «aproximación a la realidad más inquietante sobre la creación de seres humanos programados».
marcosplanet
Posted at 19:24h, 08 octubreSe trata de una realidad verdaderamente inquietante. Pues sí que merece la pena alcanzar la aprobación de unos cuantos lectores a los que has tocado la fibra, que vender a troche y moche sin llegar a nadie.
Un abrazo.