El proyecto de clonación rápida. Cap. 21

El doctor Condom y Hache avanzan en un nuevo método de clonación rápida de humanos, con un futuro inquietante. Descúbrelo en este episodio y los siguientes

(Ver capítulo anterior)

–Cierto. La activación que produce la hormona de crecimiento de las ratas en genes de ratones, hace que se estimule la síntesis de la hormona del crecimiento de aquellas en el propio ratón. Es aquí donde pensé que podía haber una relación con la estimulación del desarrollo en el ser humano. Si consiguiéramos hallar la hormona de una especie cuyo período de crecimiento sea más rápido que el nuestro y que activase genes en el hombre capaces de producir la hormona del crecimiento de ese animal, se conseguiría una evolución mucho más rápida del cuerpo. Someter a un bebé-clon a ese tratamiento sería el siguiente paso.

– ¿Sabe doctor? Tengo la sensación de que usted ya ha experimentado esa teoría.

Cóndom abrió mucho los ojos. Se quedó mirando a Hache con la cabeza ladeada y sonrió:

–Soy un libro abierto para ti, ya lo veo. Juntos vamos a emprender algo de enorme trascendencia, lo presiento; luego no tiene sentido que te oculte nada –el doctor se arrellanó en su silla–. Hasta no hace mucho, colaboré estrechamente con los rusos del Instituto Biomédico de Minsk. Tuve la suerte de poner en práctica mi teoría en sus laboratorios hace cosa de un año. Nos entregamos en cuerpo y alma al Proyecto de Clonación Rápida. El esfuerzo mereció la pena. Hoy día, en alguna parte habrá un cuerpo debidamente conservado, con poco más de dieciocho meses de vida pero con el desarrollo físico y mental de un joven de veinte años. En seis meses más se habrá transformado en un hombre adulto.

– ¿Y usted no sabe dónde está, siendo el artífice del experimento? –repuso Hache, un tanto alarmado.

El proyecto de clonación rápida. Cap. 21

 

–Como te he dicho, fue un trabajo en equipo. Yo aporté la teoría, pero todos participamos en el proyecto. Sin embargo, a los pocos meses de iniciar con éxito la experiencia tuve importantes desacuerdos con ellos. El doctor Koppental, jefe de un grupo de investigadores del Centro Biomédico deseaba a toda costa aplicar el éxito del experimento de Clonación Rápida a la producción en serie de clones humanos. Debió imaginarse un mundo dominado por marionetas perfectas a su servicio o algo así. Nunca imaginé que acabaría perturbado por ese delirio.

– ¿Y usted cómo reaccionó?

–La ambición de Koppental me obligó a retirarme de esa investigación y desaparecí para dedicarme a otros compromisos. Tengo mi agenda al completo amigo mío, ya lo sabes, y la ciencia genética tiene muchos caminos por explorar.

– ¿Pero no le importa que le hayan arrebatado sus ideas? Se han aprovechado de usted. Le han utilizado…

–No me preocupa. Mira, tu proyecto de clonarte a ti mismo ha abierto de nuevo un camino para mí. Es un reto apasionante. Y créeme que tenemos los medios necesarios para llevarlo a cabo.

 

El proyecto de clonación rápida. Cap. 21

 

–Pero en Minsk había todo un equipo de investigadores dedicados a…

–Descuida –atajó el doctor–. En el Centro de Biología Molecular tengo mis propios colaboradores, algunos procedentes de la Universidad de Maryland, de donde provengo y donde he desarrollado casi todos mis trabajos –Cóndom hablaba con tal tranquilidad que hasta su voz ronca parecía un susurro.

– ¿Cree que esas personas guardarán la confidencialidad necesaria, doctor?

–Estoy plenamente convencido, les conozco muy bien. Ten confianza.

Un momento después, Cóndom pulsó una tecla del ordenador.

El proyector desplegó en la pantalla la imagen fotografiada de lo que parecía… un gigantesco calamar.

El genetista formuló la misma pregunta que hizo el doctor Koppental ante su auditorio en el Instituto Marzens.

– ¿Has oído hablar alguna vez del… Architeuthis?

Hache negó con la cabeza, un tanto perplejo ante la imagen del descomunal animal marino.

– ¿Qué es? Parece uno de esos monstruos de los que se habla en cuentos y novelas.

–Pues este molusco existe. Pertenece a la clase de los cefalópodos, los mayores y más inteligentes de todos los invertebrados. El Architeuthis o calamar gigante puede alcanzar una longitud de unos dieciocho metros, el mayor invertebrado conocido.

 

El proyecto de clonación rápida. Cap. 21

 

–Es la primera vez que oigo hablar de ello ¿No se ha difundido información sobre su existencia?

–Del Architeuthis se sabe muy poco pues nunca se ha dispuesto de uno vivo. Sólo ha podido estudiarse la anatomía de aquellos que han muerto atrapados en las redes de los pescadores y de los que se han encontrado en el estómago de los cachalotes, pues constituyen uno de sus alimentos preferidos. Claro que no todos los ejemplares de Architeuthis son idénticos. Hay diferentes familias. Por lo general, suelen vivir cerca del fondo marino a una profundidad de unos mil metros.

–Por eso no resulta nada fácil capturarlos –observó Hache–.Dígame ¿Qué relación tiene este animal con la técnica de clonación rápida en seres humanos?

–Al fin has hecho la pregunta.

Cóndom se sentó en el borde de la mesa. La imagen del calamar presidía la sala; parecía observarles fijamente tras aquellos ojos que podían alcanzar veinticinco centímetros de diámetro, los mayores del reino animal.

–Un Architeuthis recién nacido mide sólo unos pocos milímetros –continuó el doctor–. Al cabo de dos años puede llegar a los ocho metros. Y a los cuatro años el Architeuthis Maximus alcanza los dieciocho, incluso más, ya que existen muy pocos ejemplares estudiados. Este sorprendente desarrollo corporal me llevó a analizar la hormona del crecimiento de esta especie.

–Y pensó en utilizarla como activador de genes humanos para que puedan expresar genes que fabriquen esa hormona. Así aumentaría la velocidad de multiplicación celular en el hombre ¿no es cierto?

–Exacto –Cóndom sonrió complacido–. Se trataba de un intento que podía fracasar enteramente –añadió–. Pero ¿Y si daba resultado? En Minsk encontré el apoyo que necesitaba para un proyecto semejante pues en Maryland no gozaba de la necesaria libertad de movimientos. Gracias a la buena colaboración de tantos años con Koppental y su equipo nos pusimos rápidamente en marcha.

– ¿Cómo lo compaginó con su trabajo en la Universidad?

–Pedí una excedencia por un año, no hubo mayor problema. Los rusos consiguieron un bebé-clon, el primer clon humano de la Historia, y sobre él iniciamos la fase de crecimiento según la vía de clonación rápida. Mediante los contactos adecuados yo había conseguido aislar una cantidad suficiente de hormona.

– ¿Y siempre hay que recurrir a un ejemplar adulto de Architeuthis para extraerla? ¡Menudo problema de espacio!

–No es necesario –repuso el doctor–. La hormona esta presente en cualquier ejemplar, pero son muy pocos los que se encuentran. Casi siempre quedan enredados en la malla del pescador, algunos en un estado lamentable por las lesiones y heridas sufridas –Cóndom hizo un gesto de desaprobación. En ese instante, alguien llamó a la puerta. Esta quedó entreabierta y una carita angelical asomó por ella.

 

 

–Hola doctor ¿puedo entrar?

–Por supuesto doctora Keller. Te esperaba… –a continuación se dirigió a Hache–. Amigo mío, le presento a la doctora Mary Ann Keller, la mejor alumna que he tenido –ella sonrió mientras cerraba la puerta–. Este es el señor Solo, Mary Ann. Un fiel seguidor de mis trabajos.

–Ya nos conocemos –aclaró Mary–. Su pelo negro como el azabache destacaba sobre el blanco de la bata.

–Sí –indicó Hache–. Subimos juntos en el ascensor. Ahora no se nota su acento americano, doctora –bromeó. Hablaban inglés, como era habitual con el doctor, quien hasta ese momento no había hecho concesión alguna al idioma español, aunque este no le resultaba desconocido.

–Lo lamento señor Sólo, procuro pronunciar el español lo mejor que puedo. Algún día acabaré perdiendo el acento.

–No lo haga. Resulta encantador, créame.

–Bien amigos –atajó el doctor–. Continuemos con el tema que nos ocupa. Hache, he convocado a la doctora Keller a la reunión pues ha participado activamente en mis investigaciones sobre clonación rápida. Además fue mi enlace con este Centro y con la Universidad de Maryland durante mi estancia en Minsk. Gracias a ella pude disponer de la información adecuada para que la investigación saliera adelante.

– ¿Sabe la doctora lo de mi… proyecto? –inquirió Hache.

–Únicamente le he comentado que se nos presenta un reto interesante en el que aplicaremos mis experiencias en Minsk.

–Estoy deseando saberlo todo –comentó la doctora. Su belleza morena contrastaba con aquella sala austera presidida por la imagen del monstruo marino. Los desmesurados ojos del animal, casi del tamaño de la cabeza de una persona, miraban retadores a los presentes.

–Mary Ann y algunos miembros de mi equipo gozan de mi confianza –apuntó Cóndom en tono jovial–. No son sólo colaboradores sino amigos. Es por esto, Hache, que he pensado en ellos para intentar realizar tu sueño. Les necesitamos.

–Bien, le contaré los pormenores de mi plan, doctora Keller.

 

 

Los tres se sentaron alrededor de la mesa. El doctor desconectó el proyector y Hache comenzó a desgranar su historia. No hubo interrupciones. De vez en cuando, Mary asentía con la cabeza en señal de comprender los motivos que habían llevado a Hache a desear una réplica de sí mismo. Ella había experimentado una frustración similar en su intento de prosperar dentro de la Universidad. Las guerras entre departamentos, los cortes ocasionales del presupuesto que paralizaban los trabajos sin saber cuando volverían a arrancar… Todo ello llegó a crearle una sensación de vacío que le produjo muchas noches de insomnio.

– ¿Tiene ya una fecha prevista para comenzar su proyecto, señor Sólo? –preguntó ella

–Bueno, no hemos entrado en detalle. Pero el doctor sabe que estoy a su disposición para cuando lo vea oportuno.

–Sí, Mary Ann. Una vez que haya reunido al equipo y organizado los medios técnicos, haremos un estudio completo sobre el estado de salud del señor Sólo para empezar a aplicar la vía de clonación rápida… digamos que en un plazo de unos cuarenta días –Se detuvo un momento para servirse un vaso de agua–. Doctora Keller, te dejo encargada de hacer un estudio de los laboratorios disponibles en el pabellón CW. Contacta con David Finch en Maryland y convoca a Lucía Galera y sus colaboradores de la sección de secuenciación. Nos reuniremos todos en esta misma sala el lunes a las diez de la mañana.

–Buf –resopló la doctora–. No le hará mucha gracia a David. Viajar en avión le pone enfermo.

–Conozco a David Finch y créeme Mary Ann que le fastidiará mucho más renunciar a su paseo semanal en canoa por el río Potomac.

Cóndom miró su reloj:

–Las nueve y media. Deben quedar pocos empleados en el Centro –dijo, y se encaminó hacia la puerta:

–Hache, a partir de ahora queda un largo camino por recorrer –añadió–. Me pondré en contacto contigo cuando lo tenga todo organizado.

A continuación sacó una tarjeta de su cartera y apuntó algo.

–Ten, este es mi número de móvil. Llámame cuando lo desees.

La doctora se despidió efusivamente:

–Ha sido un placer. Estaré encantada de volver a verle.

–Mary, acompañaré al señor Solo al ascensor. Espérame en el aparcamiento. Te acercaré a casa ¿de acuerdo?

Tras despedirse de Hache, Cóndom se reunió con Mary Ann que esperaba apoyada en el todo terreno del doctor.

Hache arrancaba su Honda Civic.

–Parece un buen chico ¿Eh, doctor? –decía Mary. Ambos contemplaron su salida del recinto.

–Sí. Y no me importaría que trabajara para nosotros. Tiene ciertas… cualidades.

 

Y hasta aquí el episodio nº21 de «El primer clon». Nos despedimos hasta el próximo, que llegará en breve.

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¡Salud y suerte, amigos!

3 Comentarios
  • AMAIA LARREA
    Posted at 18:58h, 25 marzo Responder

    ¡Me ha gustado mucho! Deseando adentrarme en el siguiente capítulo 😉

  • Marcos
    Posted at 22:29h, 24 marzo Responder

    Muchas gracias Doctor Krapp por tus comentarios, que siempre son bienvenidos.
    ¡Salud y suerte!

  • Doctor Krapp
    Posted at 20:24h, 24 marzo Responder

    Muy interesante y lleno de intriga. Me gusta el tono y el sentido del relato.
    Mis felicitaciones

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