El rebaño valiente

En un mundo forzadamente igualitario dominado por los Supremos, la capacidad de cada cual era un aspecto insignificante. La banalización del conocimiento adquirido por el individuo no conocía límites y la preocupación comenzó a invadir como una infección lenta y progresiva a los ciudadanos corrientes, los Llanos.

El espíritu sancionador de los Supremos se alimentaba con conspiraciones y campañas de desorientación que ellos mismos creaban para asustar y confundir a los Llanos. Habían conseguido alcanzar un grado de control del ciudadano basado en el poder de programas educacionales a la medida de sus propósitos. Esos programas tenían dos pilares indestructibles que los sustentaban: los medios de comunicación de la propaganda y el aleccionamiento en centros de enseñanza.

El simple hecho de encontrar opiniones sin encajar en el gigantesco puzle que conformaba el Supraestado convertía a los opinadores en perseguidos, asediados por aquello que los Supremos llamaban Maquinaria.

Al principio, antes de que se unieran las fuerzas que construyeron el Supraestado, económicas principalmente, los Llanos no sospechaban del aparatoso y enmarañado control que consiguió ejercer la Maquinaria. No había disidencias.

Ahora todo estaba cambiando.

El rebaño valiente

 

La totalidad de los ciudadanos del Supraestado, asistía de forma ineludible y constante a los cursos de formación mental impartidos por los Pater Maestros, una élite principal  junto a las otras tres que constituían la Maquinaria: los Omen, los Brama y los Informativos de cada cadena comprada por el gobierno.

 

Un nuevo lenguaje

 

–Entonces, papá, ¿los Supremos mandan en nuestra vida? –preguntaba el adolescente Samuel muy serio mirando al suelo– ¿Hay que obedecer sin pensar? ¿Cómo podemos ser libres?

–La libertad es una de las doscientas Palabras Perdidas, esas que prohibieron los Supremos en los comienzos de su mandato –apuntó Julen, con tono un tanto vehemente.

–Ah, sí, como en uno de esos libros censurados ¿no? –comentó Samuel–. Se llamaba “1984” y lo escribió un tal Orwell a finales de los años 40 del siglo XX.

–Exacto, hijo mío –confirmó Julen con gesto aquiescente–. Yo lo leí cuando tenía quince años, como tú. Cuando Orwell describe al protagonista, un tal Winston, empleado de El Ministerio de la Verdad, uno de sus compañeros, insignificante como él, le explicaba:

–“ – La onceava edición es la definitiva –dijo–. Le estamos dando al idioma su forma final, la forma que tendrá cuando nadie hable más que ‘neolengua’. Cuando terminemos nuestra labor, tendréis que empezar a aprenderlo de nuevo. Creerás, seguramente, que nuestro principal trabajo consiste en inventar palabras. Nada de eso. Lo que hacemos es destruir palabras, centenares de palabras cada día. Estamos podando el idioma para dejarlo en los huesos.”

–Pues ha pasado casi un siglo desde aquella novela y no parece haber cambiado nada, ¿no papá?

–Lo que ha hecho es empeorar –contestó Julen Novaris–. Ahora todo es mucho más rápido y las leyes impuestas por el Supraestado se ponen en práctica a la velocidad del rayo. Y nadie las puede parar. La desinformación navega por las Redes e Internet como una avalancha de virus incontenible.

Samuel observaba a su padre con admiración. Veneraba a aquel hombre perfectamente afeitado, de mirada limpia y expresión afable, su ídolo de siempre.

–Es como las tres consignas de “El Partido” en la novela de George Orwell –continuó Julen Novaris en su labor de padre protector–:

 

LA GUERRA ES LA PAZ

LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD

LA IGNORANCIA ES LA FUERZA

 

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El rebaño valiente

 

El padre removió su café-eco, elaborado con un producto farmacéutico.

–Pues sí, es como este café que estoy tomando. Lo elaboran con un fármaco absolutamente inocuo, dicen, tan inofensivo que apenas combate el sueño. La planta del café ha sido sustituida por cultivos muy sostenibles, que garantizan cero emisiones de CO2 equivalente; la huella de carbono perfecta para el producto inútil perfecto.

–Ese de la huella es un tema que nos enseñaron en el Instituto el otro día. Mide las emisiones de esos gases…

–… de efecto invernadero, si –aclaró el padre–.

-Pero también mide la huella que emite cada uno de nosotros. Lo que me da miedo, papá, es que para medirla tienen que conocer los hábitos de consumo y hasta las posesiones y aficiones de una persona.

–Lo hacen para controlar a los individuos, Samuel. Saben cuántos aparatos electrónicos tienes en casa, lo que gastas de electricidad en cada uno, cuántas veces usas el agua caliente y durante cuánto tiempo. Antes de existir el Supraestado, la gente veía todo esto como pura ciencia-ficción, o sea, algo tan lejano que nunca se llevaría a cabo. Y mira cómo vivimos ahora, rodeados de instalaciones fotovoltaicas que aprovechan la muy limpia energía del sol y parques eólicos de aerogeneradores que funcionan con la eco-sostenible fuerza del viento. Todos ellos invaden extensiones enormes de terreno que impiden cultivarlos e interrumpen zonas de paso de aves migratorias. Casi nada.

El rebaño valiente

 

–Un mundo ideal… para ellos, papá. La palabrita esa “sostenible”, nunca he aprendido lo que significa.

–Es que se trata de significados contrarios, como hablabas antes –aseguró Julen Novaris–. Lo sostenible se refiere en realidad a “lo que necesita ser sostenido” porque por sí solo no puede. Las energías “renovables” cubren un 2% como mucho de las necesidades energéticas de la población mundial. Para seguir justificando que son las energías alternativas a la procedente de los combustibles fósiles, los Supremos aumentan cada vez más el gasto en la construcción de instalaciones para producir energía verde. La tiranía del poder se expresa también a través de estos mandatos; además, la realidad señala a los Supremos como grandes beneficiarios económicos en esa transformación energética ficticia.

–Pero el pueblo no se da cuenta –continuó Julen–. Bastante tiene con llegar a sus casas a las tantas, acomodarse, asearse, cenar y relajarse ante cualquier programa-bazofia de difusión de masas.

–Porque no es de esperar que salga ninguna protesta de la mente de ciudadanos que se limitan a seguir al rebaño ¿verdad papá?

 

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El templo del poder

 

El edificio de los Supremos consistía en dos pirámides gigantescas de base cuadrada unidas por la cúspide. Algo inverosímil desde la óptica de la arquitectura tradicional, tanto como lo era La nueva Acción Social, es decir, un programa de preparación para que los individuos dejaran de serlo y acabaran constituyendo un solo elemento dentro de un rebaño multitudinario, un cuerpo informe que debía ser moldeado al capricho de los dirigentes.

La construcción era formidable: doscientos niveles constituían cada pirámide, los cuales iban disminuyendo en tamaño a medida que ascendías hacia la cúspide primera, donde se alojaba el órgano de control del edificio. Este órgano consistía en un dispositivo informático controlado en su totalidad por una inteligencia artificial a la que denominaban VRAIN.

Los Supremos contaban con los Omen, especialistas encargados de limitar la capacidad a VRAIN. Cuando la inteligencia artificial mostraba matices en su gestión del edificio que amenazaran la seguridad o privacidad de los Supremos, los Omen captaban al momento la iniciativa no deseada, casi como un presagio, y la eliminaban.

La cúspide de la pirámide invertida comunicaba con la pirámide primera mediante un tubo exento de gravedad. Un ascensor partía de la planta 200 de la pirámide Base y ascendía por otro conducto elevador hasta la planta 200 de la pirámide superior.

 

 

La pirámide superior servía para albergar espacios destinados al recreo vacacional de los Supremos y de sus familias principalmente. Incluía paisajes naturales dotados de cascadas y bosques, por lo que, en ocasiones, la altura que separaba los niveles de los pisos ocupaba varias plantas y era común encontrar por ejemplo la tecla de “planta 10” como continuación de “planta 5”. Algunas de estas transiciones ocultaban niveles secretos, donde los doce supremos disponían de espacios privados, reservados con nombre, apellidos y códigos fuera del alcance de ningún otro.

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El rebaño valiente

 

Un prodigio así de la construcción urbanita resultaba posible debido a la incorporación de campos de fuerza electromagnéticos que sostenían parte del conjunto. El resto del soporte sujetaba la macro estructura gracias al concurso de ingenios electromecánicos poderosos desarrollados por los ingenieros y cuyo funcionamiento era controlado por la inteligencia artificial VRAIN.

El gasto energético del portento constructivo resultaba abrumador para cualquiera de los Llanos, que veían cómo sus vidas giraban alrededor de las limitaciones energéticas y de cualquier otro tipo con las que el poder censuraba su comportamiento.

La suma de los gastos individuales de esos simples habitantes de las pirámides, que sufrían unas limitaciones obligatorias para cumplir con la sostenibilidad del planeta, era sin embargo ridícula comparada con el consumo global de las macro-estructuras que dominaban las ciudades del Supraestado.  Este consistía en una red de Mega Ciudades dotadas con tentáculos de poder materializados en edificios gigantescos de cientos de niveles donde todo tipo de actividades clandestinas y represoras tenían lugar sin tasa ni cuartel.

Los riesgos derivados de esta desorganización aparente estaban integrados sin embargo a la perfección en el conocimiento de los Master de las ciudades, los nuevos alcaldes del caos, perfectamente controlado por los órganos de gobierno.

Una paradoja sin fin.

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Los parlamentarios

 

La Gran Sala de parlamentos reunía en esa mañana de sol radiante a cuatro de los miembros más poderosos de los doce Supremos. Uno de ellos, de elevada estatura y cuyo nombre respondía a “Aureador”, iba ataviado con una frondosa túnica purpúrea que arrastraba por el suelo en un oleaje de flecos pomposos. Hablaba a los otros tres enfatizando la profundidad de su voz gutural.

–Es un acontecimiento que no podemos desaprovechar para que los Llanos incrementen su deseo de ser gobernados –acompañaba sus resonantes palabras con pausados movimientos de sus brazos carnosos–. La Corte ha decidido que Magna Ánima esté presente en los actos de inauguración de la pirámide superior. La Suprema ideóloga impactará a todos con su derroche de luz.

Ante el silencio imperante entre los presentes, Aureador continuó su parlamento. Sus ropajes hilados con metales preciosos refulgían por toda la sala

 

–Así que hay que reunir a la plebe para que beban de la fuente que alimenta su dependencia. Debemos afianzar eso cada vez más. Últimamente se detectan demasiadas disidencias.

–Estoy de acuerdo en señalarlo como día clave de celebración global –admitía un Supremo de nombre Lupo, envuelto en sedas blancas impolutas que deslizaban su textura sobre los pulidos mármoles del suelo–. La dependencia es un fluido muy útil del que nos valemos para dominar al rebaño. Los Llanos estarán deseosos de probar consumiciones y fiesta gratis.

Era claro el dominio que el Supremo de nombre Lupo ejercía sobre los demás.

–Magna Ánima–apuntó Aureador, eufórico– se encargará de que todo parezca respetable y que el acto sea considerado como un llamamiento a la obediencia ciega, la que garantiza la Permanencia. –Aureador hizo un gesto de satisfacción, lleno de orgullo, dirigido al gran Lupo.

–La Permanencia no puede ser alterada jamás –aseguró el líder Lupo–. Acto seguido, procedió a servirse una copa de “Vinum Platinum”, la marca publicitada en los medios oficiales de comunicación como preservadora de la vida eterna a más de 100.000 dólares por botella.

La poblada y algodonosa barba blanca del Supremo Lupo remataba el señero aspecto de alguien dedicado durante muchos años al fortalecimiento de la Maquinaria. Esta consistía en una muralla defensiva previa a cualquier manifestación ciudadana contraria a lo establecido. Los Llanos no tenían capacidad alguna para superar esa barrera, porque los Supremos se habían encargado de que fuera imposible rebasarla, durante generaciones… (continuará).


 

Y hasta aquí la primera parte de este relato. En breve podréis leer la segunda, donde continúa esta historia.

Gracias por haber completado esta lectura. Haz click en el corazoncito de más abajo si te ha gustado y ¡hasta la próxima!

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11 Comentarios
  • Miguel Ángel Díaz Díaz
    Posted at 18:09h, 02 agosto Responder

    Interesante, Marcos.
    Estas distopías son cada vez más inquietantes, puesto que hasta las vemos posibles. De todas formas, el control que se tiene sobre nosotros, especialmente con los datos digitales que solemos consentir y aprobar, ya es preocupante.
    Espero la continuación.
    Un fuerte abrazo 🙂

    • marcosplanet
      Posted at 21:03h, 04 agosto Responder

      Muchas gracias Miguel. La continuación ya está publicada recientemente con el título «La decisión del rebaño valiente».
      Espero que también sea de tu agrado.
      Un abrazo.

  • Mercedes Soriano Trapero
    Posted at 15:36h, 27 julio Responder

    Hola, gran relato, lleno de metáforas. Muy bien escrito.
    Un abrazo. 🙂

    • marcosplanet
      Posted at 21:04h, 04 agosto Responder

      Gracias por tu aportación y por tu tiempo, Mercedes.
      Un cordial saludo.

  • Maty Marín Heredia
    Posted at 12:55h, 27 julio Responder

    Estupendo, en verdad me ha encantado. Se siente todo esto tan cercano, que me da miedo.

    Quiero la segunda parte!

    Un abrazo Marcos!

    • marcosplanet
      Posted at 21:05h, 04 agosto Responder

      Gracias como siempre por tus comentarios y tu aportación positiva. Me anima a seguir en la brecha.
      Saludos!

  • Doctor Krapp
    Posted at 17:28h, 25 julio Responder

    Las distopías autoritarias, casi todas lo son, cada día son más posibles y cercanas, sobre todo caundo están descritas con tanta minuciosidad y detalle nos las hace muy cercanas.

    Un abrazo

    • marcosplanet
      Posted at 08:44h, 26 julio Responder

      Así es. Muchas gracias por tu tiempo al pasarte por el blog.
      Saludos!

  • Ana Piera
    Posted at 14:31h, 25 julio Responder

    Hola Marcos, una historia muy bien escrita y que aunque está ubicada en otra realidad o en el futuro, resulta de algún modo cercana. Todos los comportamientos y medidas que la élite de los «Supremos» usa para controlar a los «Llanos» están en efecto hoy, en nuestro presente, de una u otra forma.
    Me gusta mucho cómo describes todo, sin caer en excesos. Te felicito y estaré al tanto de la segunda parte.

  • Anónimo
    Posted at 19:33h, 24 julio Responder

    Marcos.., hace tiempo que te sigo y no dejas de sorprenderme…con la descripción de los personajes, los nombres…»Magna Ánima…Aureador… con sus ropajes hilados con metales preciosos que refulgían por toda la sala…Simplemente un regalo y un lujo, que a buen seguro daría para el argumento de una película de éxito…Solamente haría falta que
    Tu historia llegará a alguno de los «Supremos «

    • marcosplanet
      Posted at 08:00h, 25 julio Responder

      Muchas gracias por los ánimos que me das. Si, no estaría nada mal que uno de los de la cúspide piramidal se encaprichara de mis escritos…:)
      Un fuerte abrazo.

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