El sirviente incansable

El sirviente incansable

 

Estoy en mi casa del campo. En el muro que hay junto a la cocina veo un ladrillo que sobresale. Lo saco de allí y compruebo que el hueco que ha dejado contiene al fondo una caja de madera añosa.

Encuentro en la caja un sapo hecho con metal dorado, labrado con un relieve de un paisaje. Lo tomo con una mano y observo que el dibujo parece indicar un mapa de un lugar a campo abierto, muy parecido al entorno que me rodeaba.

Un pino grande y otros dos árboles altos encuadraban un espacio donde quedaba marcada una cruz a mitad de camino entre una casa sorprendentemente parecida a la mía y los dos árboles altos.

El inerte sapo constaba de dos partes encajadas. Al abrirlo, observé que en su interior había una especie de pedestal con un hueco para introducir una llave en el centro.

No detecté ni rastro de una llave en el interior de aquella figura. Intenté localizar algún resorte en el exterior, pero sin éxito. El objeto parecía mirarme con ojos divertidos y tenía algo de humano.

Salí al exterior. Localicé la llave junto a la linde, bajo la gran piedra que siempre había estado allí. Al introducirla en el resorte del sapo ocurrió lo más inesperado que nunca viví. Un individuo vestido de lacayo se presentó ante mis ojos.

–Hola, gran señor. Me llamo Maximiliano.

Tardé bastante en reaccionar. Froté mis ojos, lo miré de arriba abajo, abofeteé mis mejillas… y por fin saqué fuerzas para dirigirme a él.

–Qué, ¿qué es usted? ¿Un príncipe?

–Bueno, no exactamente –. El tono de voz de aquel sujeto era refinado en extremo, con el deje de alguien que ha recibido una educación exquisita–. Debe usted verme como un sirviente, en realidad. Soy un criado a su total disposición, las veinticuatro horas del día, gran señor.

Quedé estupefacto ante tamaña exhibición de servilismo y no supe qué decir. Decidí que, bien mirado, el criado podría hacerme la vida más fácil.

Pero un largo mes de atentos cuidados y mimos extremos me exasperaron al máximo, y no tuve más remedio que pactar con Maximiliano que debía volver a su caja.

–Pero deberá hacer una cosa por mí, gran señor –aclaró el sirviente–. Debe guardar la llave dentro de la caja y devolverla al interior de la pared.

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Aquella noche me fui a dormir y al día siguiente desperté tras un profundo descanso dispuesto a no acordarme de nada. El sapo mágico y el sirviente Maximiliano habían desaparecido de mi vida.

Bajé a la cocina, me preparé dos tostadas con mantequilla y miel manchega del cercano pueblo de Porzuna y me dispuse a saborear el reconfortante café que ya humeaba en la cafetera metálica.

En el trayecto que emprendí hacia la cocina dispuesto a apagar el quemador, percibí otro ladrillo un poco fuera de su sitio. Tras servirme la aromática infusión de Colombia deposité la cafetera sobre la mesa camilla y me arrodillé ante la pared. El ladrillo aquel jamás había estado en esa posición.

Animado por una curiosidad creciente, desplacé el borde del ladrillo extrayéndolo con facilidad. Tras un momento de duda, metí una mano en el hueco y… palpé un objeto metálico. Lo saqué de allí con premura y comprobé lo que ya temía hacía rato. Un sapo metálico de tonalidad dorada apareció ante mis ojos, lo abrí y vi el pequeño pedestal con el hueco para una llave.

Pues solo me faltaba esto, soportar a otro memo como Maxi atosigándome a todas horas. Bueno, la solución es sencilla: con no introducir la llave todo queda arreglado.

Al día siguiente, me dispuse a desayunar cuando otra anomalía captó mi atención. Esta vez estaban fuera de su sitio ¡los ladrillos de toda la pared!

La sorpresa y el estupor arraigaron en mi mente.

¡No puede ser! ¿Qué significa esto?

Al cabo de unos momentos de reflexión decidí colocar todo en su lugar e ignorar lo que me estaba sucediendo. Pero los ladrillos empezaron a emitir un ruido de tintineo que acabó horrorizándome. La decisión final no tardó en llegar. La misma llave que usé con el sapo de la primera caja me sirvió para abrir la segunda. Un segundo Maximiliano apareció ante mis ojos y habló con la misma voz histriónica que el primero.

–Buenos días, señor. Me llamo Maximiliano y debo decirle algo importante. Debe usted abrir cada una de las cajas de toda esa pared y permitir la venida a este mundo de todos mis compañeros. Juntos compartimos un mismo objetivo. Servirle con la mayor atención.

 


Y esto es todo. Deja tu comentario por favor y dale like al corazoncito de más abajo si te ha gustado esta historia.

Es mi aportación al reto de los jueves, organizado en esta ocasión por el Demiurgo de Hurlingham en su blog.

Se trata de introducir en la trama una caja, en un sentido amplio de la palabra. Puede ser una pequeña caja,  una caja de zapatos, un cofre de joyas, el cofre de un tesoro, una caja de seguridad…

También puede ser diverso el contenido, pudiendo haber manuscritos antiguos, de años pasados, fotografías familiares o comprometedoras. O un ser sobrenatural, esperando a ser liberado. O una contorsionista, una enfermera, una azafata, una mujer reducida de tamaño…

Que lo disfrutes.

23 Comentarios
  • Maria
    Posted at 15:44h, 12 noviembre Responder

    Jajajaja me ha sacado sonrisas tu relato, Marcos, con tanto Maximiliano por criado, pobre Genaro, con lo agusto que estaría él solo sin tanto sirviente. Qué tortura jajajaja.

    Me ha parecido un relato divertido, diferente a los que nos tienes acostumbrado, también tienes tu lado de humor, Marcos, sabes girar hacia todas las direcciones de géneros.

    Un placer siempre leerte.

    Un abrazo.

    • marcosplanet
      Posted at 03:12h, 13 noviembre Responder

      Muchas gracias, María. Es un placer leer tus comentarios y me alegra mucho que te haya gustado. Tus palabras me animan a seguir adelante con mis historias.
      Otro abrazo para ti.

  • El Demiurgo de Hurlingham
    Posted at 04:22h, 10 noviembre Responder

    Además, parece que son todos Maximilianos los sirvientes. Todos iguales, lo que los convierte en aun más molestos.
    Si por lo menos hubiera una cocinera, una joven mucama, una secretaria estereotipada para hacerse cargo de trámites. Pero nada de eso.
    Bien contado.

    • marcosplanet
      Posted at 03:45h, 13 noviembre Responder

      Gracias por aportar tu opinión, Demi, siempre es bienvenida.

  • Mercedes
    Posted at 15:29h, 08 noviembre Responder

    No me gustaría tener tanto criado que viene sin que yo le llame. Dudo de sus intenciones… El relato, muy bueno: hace que se piense cuál será el papel de todo ese grupo de «criados«.
    Saludos cordiales.

    • marcosplanet
      Posted at 20:29h, 09 noviembre Responder

      Si, debe ser una experiencia algo más que incómoda.
      Saludos.

  • gabiliante
    Posted at 14:50h, 07 noviembre Responder

    «Es de bien nacido ser agradecido», debe tener un refrán opuesto para los desagradecidos, que no sé cuál es pero podría ser la moraleja del cuento.
    Los Maxis parece que tenían ya un discurso previsto para la contingencia que planteó Genaro, que me parece que ni fue la primera víctima.
    Abrazooo

  • Tracycorrecaminos
    Posted at 13:26h, 07 noviembre Responder

    Jajaja, imagino la cara que se le quedó al pobre Genaro al pensar que tendría a su servicio una legión de sirvientes ,cuando ya le costó ser servido por uno.
    Jajaja

    • marcosplanet
      Posted at 12:58h, 08 noviembre Responder

      Siii, tuvo que quedarse bastante hecho polvo el hombre. Aunque habrá otros que piensen que con tantos sirvientes es mejor que mejor.

  • Anónimo
    Posted at 11:23h, 07 noviembre Responder

    Buen relato Marcos. Misterio, fantasía y humor. Si ya es difícil hacerse a la idea de un ‘Maximiliano’ no quiero ni pensar en varios…Un abrazo!

  • Mari
    Posted at 00:55h, 07 noviembre Responder

    Por un momento me asusté y pensé que el protagonista quedaría atrapado en el sapo, pero que pesadilla ese Maximiliano jajaja Bueno ellos solo querían hacer su cometido! Muy bueno tu relato, con intriga y misterio… Besos por ahí!!!

    • marcosplanet
      Posted at 03:46h, 13 noviembre Responder

      Muy agradecido por tus comentarios, María. Me alegra comprobar que has pasado un buen rato con la lectura.
      Abrazos.

  • Karina
    Posted at 22:32h, 06 noviembre Responder

    Hola! Al principio me pareció simpático Maximiliano y hasta pensé que me vendría bien tenerlo por unos días, pero después… Qué pesadilla de sorpresa le tenían preparada. Yo saldría huyendo sin mirar atrás.
    Saludos

    • marcosplanet
      Posted at 03:14h, 13 noviembre Responder

      Yo también, sin duda alguna. El servilismo es lo que tiene. Los extremos se tocan.
      Saludos, Karina.

  • Nuria de Espinosa
    Posted at 19:32h, 06 noviembre Responder

    Un relato en el que combinas misterio, magia y humor. Me atrapa la idea de un objeto tan sencillo como un sapo metálico que desencadena una serie de eventos insólitos, llevando al protagonista a enfrentarse con una servidumbre inesperada e interminable. La atmósfera que creas es intrigante, mientras el protagonista, inicialmente sorprendido, se ve atrapado en una situación que mezcla lo absurdo con lo fantástico. La aparición repetida del sirviente Maximiliano genera una sensación de surrealismo y agotamiento, y el giro final sugiere que, a veces, lo más extraño de la magia es lo incontrolable de sus efectos. Aunque me descolocó que al principio el narrador hablase en primera persona y después sin esperarlo cambiase. Un abrazo

    • marcosplanet
      Posted at 03:17h, 13 noviembre Responder

      «Lo más extraño de la magia es lo incontrolable de sus efectos» es para mi una frase clave que me recuerda a una máxima que siempre llevo conmigo cuando cuento una historia de fantasía. Como siempre, me anima mucho leer tu opinión.
      Respecto a que el narrador hable en primera persona, le he dado una pensadita y he decidido volver a la narración en primera persona en todo el texto.
      Otro abrazo para ti.

  • Neogeminis
    Posted at 16:18h, 06 noviembre Responder

    Una condena que se viste engañosamente como un beneficio y del que no se logra zafar. Un verdadero infierno planteado como inexpugnable red en la que el protagonista no advierte, quizás, su real alcance. Muy bueno. Me queda una intriga, Marcos, por qué la narrativa comienza en primera persona para luego culminar con una tercera. Un abrazo

    • marcosplanet
      Posted at 03:19h, 13 noviembre Responder

      En efecto, lo he rectificado ya porque veo que es mejor para agilizar el desarrollo de la historia. Quería conseguir un dinamismo diferente o un ritmo cambiante por si aportaba más frescura al relato, pero he visto que no es así.
      Gracias por la recomendación, Neo.
      Un abrazo.

  • Campirela_
    Posted at 10:14h, 06 noviembre Responder

    Se nota que a Genaro no le gusta el servilismo jajaja. Me ha parecido un texto divertido, aunque eso si su toque de reflexión también lo tiene. Un besote, Marcos..

  • Rodrigo Fuster
    Posted at 03:36h, 06 noviembre Responder

    Yo , vendería la casa,,,, jajajajaj

    • marcosplanet
      Posted at 03:50h, 13 noviembre Responder

      Es una opción, cómo no. Pero me da que Genaro luchará antes por deshacerse de esos pesados como pueda.

  • Anónimo
    Posted at 01:07h, 06 noviembre Responder

    Menos mal que solo era servirlo, pero pobre Genaro, lo comprendo, es una locura que todo un ejército de lacayos intente servirle y él no está acostumbrado.
    Muy buen relato Marcos, muy original e imaginativo, me gustó, realmente despertó mi curiosidad.
    Saludos
    PATRICIA F.

    • marcosplanet
      Posted at 03:49h, 13 noviembre Responder

      Muchas gracias por tu tiempo y por pasarte a comentar, patricia. Desde luego que la situación tiene pinta de convertirse en un calvario para Genaro, aunque quiero pensar que igual con el paso del tiempo el hombre acabará por acostumbrarse a su modo.
      Saludos, Patricia.

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