El sompo y el bazar de los sueños. Relato breve

La palabra sompo se usa en algunas comarcas de España, con intención deliberadamente insultante, para referirse a alguien que no tiene viveza ni gracia hablando.

Abundando más:

Se dice de la persona lenta e indiferente a reaccionar, poco atenta y advertida, que hace poco caso de lo que le dicen.

Que no tiene viveza ni gracia, que es aburrido.

 

Despreciado, infravalorado, apartado, repelido, desdibujado en medio de seres que no le entienden. El pobre Lucho era un perfecto sompo. Quienes aún no le conocían y trababan contacto con él no tardaban mucho en aborrecerle en un momento dado. Tal era el enorme grado de tedio que transmitía.

Lucho no era capaz de ganarse la simpatía de nadie, porque le faltaba un haz de energía vital del que los demás disponían nada más nacer pero que a él le estaba vedado.

El pobre Lucho resultaba una pieza sobrante en cualquier momento y lugar. Contar con él para cualquier necesidad, ayuda física o trabajo continuado era un imposible. Se entretenía contando los pétalos de las flores, contemplando el discurrir de un escarabajo por entre los tallos altos de los girasoles o el caminar de las hormigas en su trasiego de materiales lento y pesado. Lucho vivía a un ritmo lento, la verdad.

Un día tocaba limpiar el pueblo donde habitaba pues el ayuntamiento había publicado una proclama dirigida a todos los vecinos para que echaran una mano.

Dado su talante dotado de paciencia infinita y sin importarle el paso del tiempo, Lucho conseguía encontrar todo tipo de objetos, algunos semienterrados en lugares que escapaban a los ojos de cualquier otro. Su habilidad para extraer de un mínimo brillo un collar o una pieza metálica de cualquier juguete, hasta prótesis dentales, le permitió reunir una ingente cantidad de objetos perdidos.

El sompo encontró multitud de piezas de valor pertenecientes a todos los vecinos que en algún momento de sus vidas (y eso podía haber sucedido hacía décadas) las habían extraviado. Pero cuando se acercaba a ellos para que trataran de identificarlas, se negaban a hacerlo sin tan siquiera mirar lo que les intentaba entregar. Todos desviaban la mirada convencidos de que cualquier cosa sería más amena que tratar con el sompo.

–Oye, no me entretengas –le decía un vecino–, que después de estar trabajando gratis dando vueltas por el pueblo haciendo de barrendero todavía debo acudir a mi trabajo, ese por el que sí me pagan.

–Pero si es un trabajo de todos –aclaraba el sompo–, para que podamos vivir en un pueblo más limpio. Lo ha dicho el alcalde.

–Como si es el Papa quien lo dice –comentaba María, la de la tienda de fruta. Estoy perdiendo dinero con esta tontería de la limpieza. Ya pagamos servicios municipales con nuestros impuestos y no deberíamos estar aquí.

Una cascada de protestas se desató en aquel momento. El sompo pensaba que era él el culpable. Su destino era aciago.

El alcalde tuvo que hacer acto de presencia para poner orden.

–Bueno, vecinos, que nos arremanguemos todos para contribuir a mejorar el pueblo debe ser motivo de satisfacción. Tened en cuenta que los turistas llenan esta zona playera durante casi todo el año. Disfrutemos de ese privilegio, pero hay que mantener una cara limpia y bonita de nuestro pueblo y así habrá más turismo de calidad y más negocio ¿no os parece?

El sompo-historia-de-un-marginado

Protestando aún entre dientes, los presentes se dispersaron cada uno a su labor, escarbando entre matorrales para pinchar botellas de plástico tiradas por ahí, recoger cartones medio desechos por las últimas lluvias, retirar ramas y piedras sueltas de los alcantarillados, canales o acequias… la labor no era pequeña. Pero lo que atraía toda la atención de Lucho no eran los atascos de acequias o la maleza acumulada sino todos aquellos objetos de cualquier tamaño por mínimo que este fuera que le salían al paso. Los demás no estaban pendientes del detalle, pero el sompo sí. Su capacidad visual era proverbial, pero más que por haberla poseído desde que nació, por el grado de concentración que ponía en sus búsquedas.

Lucho escudriñaba cada rincón del suelo, ya fuera entre piedras, basura, vegetación espesa o en el montón de chatarra que acumulaban en el vertedero.

Fue el único vecino que se acercó hasta el maloliente lugar porque, en la distancia, había percibido un brillo.

Se trataba de la esquina metálica de una máquina tragaperras, un pinball de aquellos que hicieron las delicias de quienes pertenecemos a la generación boomer.

Con paciencia infinita, desenterró toda la máquina, la arrastró como pudo hasta la base de la montaña de residuos y allí fabricó una especie de camilla sobre la que trasladó el hallazgo hasta su casa. Delante mismo del porche colocó la tragaperras y se dedicó a sanear y asear a fondo la misma hasta que esta brillaba por todas partes.

Lo mismo iba haciendo el sompo con cualquier descubrimiento nuevo en la jornada de limpieza popular. Juguetes desechados pero enteros, que una vez reparados tan solo necesitaban una batería o pila para funcionar; restos de muñecas que debidamente recompuestos Lucho conseguía devolver a una digna realidad. Planchas de la ropa, batidoras y todo tipo de electrodomésticos colmaban las estanterías que el sompo había preparado hábilmente para mostrar todo un escaparate cubriendo el porche de su humilde casa.

Aquello había cobrado un aspecto más que interesante y al finalizar la jornada de saneamiento público del pueblecito, los vecinos que desfilaban delante de ese porche camino de sus casas no podían evitar detenerse ante el amplísimo muestrario.

El sompo-historia-de-un-marginado

–Oye, Lucho ¿Y esas medallitas con collar? Enséñamelas.

El tono que empleaban con el sompo era, como siempre, deferente, como si al dirigirle la palabra estuvieran perdonándole la vida.

–Sí, aquí tienes, Rafa, aquí están todas las medallas.

El tal Rafa sujetaba uno de los collarcitos en la palma de su mano y fue pasando de ese a otro y a otro hasta que, oh Dios ¡allí estaba!

Rafa había encontrado un objeto perdido de un inmenso valor para él: la medalla de la Primera Comunión de su hija Paula. Después de tanto tiempo, resultaba increíble, como una lotería ¿Qué probabilidad había de que eso sucediera? Como profesor de matemáticas en el instituto del pueblo, Rafa se preguntaba por la ley de probabilidades, pero acabó centrando toda su atención en Lucho y en esta ocasión cambió completamente el tono.

–Eres sorprendente, vecino, de verdad. No me explico cómo has sido capaz de reunir aquí todos estos hallazgos, limpios, perfectamente reparados, sencillamente mágico.

Y algo de magia debió haber allí pues ya se había formado una larga procesión de vecinos que examinaban las estanterías y mesas donde el sompo había dispuesto en perfecto orden todos los objetos recuperados.

–Mira mamá, ¡la bici que se me cayó al canal! Creíamos que se la había llevado la corriente y mira ¡está ahí!

–Abuelo, ¿has visto ese jarrón? ¿Te recuerda a algo? –preguntaba la estanquera del pueblo.

El anciano que llevaba siendo su marido durante cuarenta años cogió entre sus manos el que en otro tiempo había sido símbolo del comienzo de toda una vida juntos. El primer objeto con el que decoraron la casa y llenaron de lirios y azucenas. Lágrimas densas corrieron por sus mejillas.

La gente preguntaba a Lucho con interés creciente pues veían aquello como un bazar de sueños, un lugar donde pararse para detener el tiempo y buscar recuerdos resucitados del olvido.

Una madre emocionada sostenía en su regazo una canastilla llena de ropa de bebé y no podía contener el llanto.

–Es, es increíble ¿Cómo has podido recuperar esto, Lucho? –preguntaba con un profundo cariño, como si Lucho nunca hubiera sido la sombra gris que a todos decepcionaba y en todos producía tedio y hastío.

–Encontré la canastilla dentro de una gran caja de cartón muy bien precintada y sellada. Parecía una caja de mudanza.

–Sí, si –confirmó la madre llorosa–. Fue hace como diez años, cuando me mudé a este pueblo desde la capital. Extraviaron esa caja.

La mujer dio un caluroso abrazo a Lucho, quien estaba empezando a darse cuenta de otro cambio más llamativo que el de la actitud de sus vecinos. Él necesitaba ese bálsamo para curarse del aura de oscuridad y librarse de la sombra que siempre le había acompañado. Una claridad repentina pareció apoderarse de su personalidad para devolverle al mundo de los vivos.

Así de caprichosa es la mente humana. Por ese capricho el cerebro del sompo hizo “click” y pasó a ser únicamente Lucho, el luchador que recuperó a pulso el aprecio de todo un pueblo.


Este relato se corresponde con la propuesta para el VadeReto de este mes de diciembre de 2023:


RECUÉNTAME UN CUENTO

He basado mi relato en la moraleja de una fábula de  La Fontaine: No siempre es sabio confiar en las apariencias.

Bien, pues esto es todo por ahora, amigos. Dadle un «like» al corazoncito de más abajo si te ha gustado y por favor deja tu comentario, que es muy valioso para mí.

Te deseo salud y suerte en la vida.

Las imágenes que aparecen en este post, excepto la de portada, han sido generadas por la IA  Leonardo

40 Comentarios
  • José María Marín
    Posted at 10:18h, 04 octubre Responder

    Me ha encantado!!
    Cuántas veces tenemos personas increibles tan cerca,… y no nos damos cuenta.
    Tenemos que abrir los ojos del corazón para poder descubrirlas y vivir agradecidos!

    • marcosplanet
      Posted at 19:49h, 04 octubre Responder

      Muchas gracias, José María. No sabes bien la ilusión que me hace recibir tu valioso comentario.
      Un cordial saludo y pásate más por el blog, que serás recibido con los brazos abiertos.

  • Maite-Volarela
    Posted at 08:47h, 31 diciembre Responder

    Me ha parecido hondo y precioso tu cuento. Un verdadero cuento navideño. Perfecto, además, en la propuesta del VadeReto. El personaje los has pintado genial. La moraleja también. No hay nadie que no tenga un talento para dar a los demás, nadie.
    Me encanta que el personaje sea un poeta, porque lo es, porque nadie sino un poeta se detiene a contemplar un escarabajo, o una hormiga, o detiene el tiempo para «ver» lo que los demás no ven. Más que un poeta, un sabio.
    Enhorabuena por tan buen cuento! Y que tengas un gran año por delante 🙂
    (Volarela)

    • marcosplanet
      Posted at 10:00h, 31 diciembre Responder

      Muchas gracias Maite! Me anima mucho tu comentario. Esto de escribir es una gran afición para mi y cuando alguien es tan positivo en su opinión sobre mis historias es como una recarga de energía muy bienvenida.
      ¡FELIZ 2024!

  • Rocío Cala
    Posted at 13:06h, 23 diciembre Responder

    ¡Hola Marcos! Un bello cuento que te llega al corazón. Todos tenemos alguna habilidad y a veces no sabemos verla o valorarla. El relato contiene muchas emociones y lanza un mensaje positivo.
    Un saludo.

  • Merche
    Posted at 17:42h, 08 diciembre Responder

    Hola Marcos: un cuento o fábula muy apropiado para el reto, no conocía el término sompo y me alegro que para el pobre Lucho la cosa fuera mejor, ser menospreciado es una de las peores cosas que puede sufrir un ser humano.
    Un abrazo. 🙂

  • lady_p
    Posted at 09:35h, 08 diciembre Responder

    Buen relato. Nos enseña a valorar a todos sin menospreciar a nadie. Y considerar que cada cual tiene su lugar en el mundo. Buena aportación. Saludos!

    • marcosplanet
      Posted at 13:58h, 08 diciembre Responder

      Muchas gracias por tu valiosa opinión, lady_p.
      Saludos.

  • Marlen
    Posted at 11:27h, 07 diciembre Responder

    Hola Marcos.
    ¡Me encantó tu aporte! La fábula «La zorra y el cuervo» recreada de una forma maravillosa con este cuento-fábula de «El Bazar de los Sueños».
    Dándonos una hermosa moraleja a través de «Lucho» (un nombre muy apropiado para el protagonista). Y con temas sobre los cuales reflexionar. ¡Qué importante sería aprender, desde niños. a no juzgar, rechazar o despreciar a las personas antes de conocerlas! ¡Qué importante aprender a ver más allá de lo que la mayoría ve!, y no me refiero solamente a los tesoros escondidos. También a ver las causas por las que alguien reacciona, tratar de entender cómo y por qué las personas y las cosas llegan adonde llegan. Y recuperarlas. ¡Viva la gente que da nueva vida a lo que ya no la tiene, o a quien ha perdido su autoestima, su coraje, su iniciativa, su alma!
    Devolver felicidad a quienes tenemos a nuestro lado, a través de recuerdos perdidos, es una de las tareas más hermosas a las que podemos dedicar nuestro tiempo y nuestro esfuerzo.. Así que el generoso Lucho quedará por siempre muy cerca nuestro.
    ¡Felicidades! Un abrazo grande. Marlen.

    • marcosplanet
      Posted at 12:02h, 07 diciembre Responder

      Muchas gracias Marlen por tu importante aportación. La valoro mucho.
      Un abrazo.

  • María Pilar
    Posted at 08:50h, 07 diciembre Responder

    Hola, Marcos, con este precioso cuento nos das una lección de cómo mirar a los otros. A veces los prejuicios, los condicionamientos de pobreza, marginación…., nos empañan la mirada y es más, influimos en los demás. El Sompo, Lucho, llegó a a ser tan rechazado por todos que perdió la confianza en sí mismo. La magia que inunda tu cuento hace que las circunstancias cambien, con una campaña de concienciación y respeto a la naturaleza en la que todo el pueblo se tiene que implicar, Durante unas horas, las rutinas de los habitantes tienen que cambiar para cumplir ese empeño. Y ahí se ve lo apropiado del nombre de Lucho. Por su diversidad funcional sigue siendo un sompo, pero con empeño incansable, y mucha paciencia logra recuperar el objeto más extraño. Así surge su espíritu creador: el reciclaje de lo que el tiempo había trasformado en un montón de basuras. Con ello monta “El bazar de los sueños”, el título más hermoso que un cuento puede tener.
    Además de la moraleja que marcas, la más importante, por cierto; creo que traspasan el relato otras también muy interesantes.
    Saludos,

    • marcosplanet
      Posted at 12:06h, 07 diciembre Responder

      Tu aportación me anima a continuar escribiendo sobre las circunstancias que rodean esas vidas ajenas que pasan a nuestro lado y ni nos damos cuentad e que exissten. Este es el tema de fondo

    • marcosplanet
      Posted at 12:08h, 07 diciembre Responder

      Aprecio tu aportación porque ese es el tema de fondo de algunos de mis relatos, sacar a la luz que las circunstancias que rodean la vida de cada uno y sus carencias nos hacen ignorarlos como personas que sienten y padecen. Y agradezco que hayas sido sensible al mensaje.
      Saludos.

  • ana laura piera
    Posted at 17:42h, 06 diciembre Responder

    Hola Marcos, me ha gustado tu propuesta para el Va de Reto. Nos presentas un muy bien elaborado relato que ilustra perfecto por qué no debemos llevarnos por las apariencias. Me encantó.Saludos.

  • marifelita
    Posted at 11:45h, 06 diciembre Responder

    Muy tierna y llena de emociones tu «fábula» que llega al corazón porque es como la vida misma! En general se suele tener rechazo por todo aquel que parece diferente, pero si nos tomamos el tiempo para conocernos mejor, siempre veremos que TODOS somos diferentes, y que ahí reside la magia! Todos tenemos nuestras cualidades buenas y otras que no lo son tanto, pero hay que dedicarle ganas y tiempo para descubrirlo. Un abrazote y enhorabuena por este estupendo cuento!

    • marcosplanet
      Posted at 19:49h, 06 diciembre Responder

      «Todos somos diferentes y ahí reside la magia». Eso es, coincido plenamente contigo Marifelita.
      Muchas gracias por acercarte a mi blog y comentarlo. Lo aprecio mucho.
      Un abrazo.

  • Jose Ant. Sánchez
    Posted at 13:03h, 05 diciembre Responder

    Hola, Marcos.
    Este es uno de esos cuentos que tienes que releer varias veces; porque te llega más rápido al corazón que a la cabeza. No lo digo porque no se entienda, sino porque está impregnado de tantos mensajes y emociones que hay que darse la satisfacción de ir pegándole bocaitos como a un sabroso y delicioso pastel, para no perderse ninguno de ellos.
    Has captado totalmente mi idea para este VadeReto. Un cuento-fábula que muestra una historia aparentemente simple e intrascendente, pero que vas enriqueciendo con su entrañable protagonista y la calidez y afabilidad de sus actuaciones.
    Como buena fábula, muestra unas reflexiones muy interesantes y necesarias, y nos recompensas con un final feliz, que siempre satisface mucho más al que lee que la triste e inclemente realidad.
    La primera reflexión hace referencia a la discriminación hacia el que nos parece distinto. En este caso, es una exclusión por la actitud dispar en su proceder. El protagonista es una persona paciente, que no se ve afectada por el estrés del entorno; es contemplativo y observador, capaz de apreciar lo que otros no ven, aun teniéndolo delante de sus ojos; es empático, porque aunque se siente despreciado y ninguneado, no por ello deja de ser generoso, amable y deseoso de ayudar a los demás, aunque no lo comprendan. Los demás lo ven ocioso y holgazán, pero en realidad, lleva otro ritmo de vida; tiene un talento especial para encontrar, arreglar y embellecer lo que parecía muerto y desahuciado. Y, por encima de todo, tienen un gran corazón que le permite no verse afectado por el tratamiento que le otorgan y es capaz de ganarse al pueblo con sus acciones.
    Otra de las reflexiones a las que nos invitas es el interés social. No es ficción las protestas del pueblo por verse obligado a ayudar a la comunidad en lugar de atender sus propios trabajos. Es mucho más fácil criticar lo que hacen los gobernantes, desde un sofá o una Red Social, que dar un paso adelante y propiciar con tus propias manos el cambio.
    Creo que también se puede sacar entre líneas, una crítica hacia el materialismo y consumismo que nos lleva a olvidar o despreciar cosas importantes de nuestra vida que están impregnadas de un gran sentimiento. La acción de Lucho repara la memoria sentimental del pueblo, más que la material. Cada objeto que recupera es un trocito de la vida de cada vecino. Por eso se sienten tan reconfortados con sus tesoros.
    Finalmente, porque creo que me estoy pasando diez pueblos con la extensión del comentario, además de la acertada moraleja que nos regalas en la conclusión, podemos decir que tu cuento nos enseña que la perseverancia, la solidaridad, el altruismo, la ignorancia en las críticas, el carácter y la confianza en uno mismo, son cualidades preciosas y preciadas que a la larga nos darán una feliz recompensa, aunque eso nos haga parecer el patito feo de la comunidad.
    Felicidades, Marcos. Un cuento muy bien escrito, que transmite y emociona, invita a la reflexión y te hace disfrutar de su lectura.
    Muchísimas gracias por regalarlo al VadeReto y compartirlo con la familia acervolense. Vamos creciendo poco a poco, pero es muy rica en talento y creatividad.
    Un Abrazo grande, grande.

  • Federico
    Posted at 13:45h, 04 diciembre Responder

    Un bonito cuento muy apropiado para la época navideña, en la que debemos reconciliarnos con los demás. Un saludo.

  • Io
    Posted at 22:55h, 03 diciembre Responder

    Querido Marcos,
    Que fácil es juzgar y clasificar a las personas sin conocerlas, a lo largo de mi vida me he intentado no dejarme llevar e intentar conocer antes de juzgar, que como se suele decir….las apariencias engañan.
    Este es el caso de Lucho, con el que much@s nos sentimos identificad@s en algún momento o aspectos de nuestras vidas, cuando hemos recibido rechazos o desprecios por personas que ni tan siquiera se han preocupado por conocernos, haciendonos estar cohibid@s y sin dejarnos ser nosotr@s mism@s.
    Lo más bonito de este relato para mí, es la capacidad de Lucho de ver más allá que la mayoría de personas, de perdonar los desplantes y desprecios y ser capaz de hacer ese trabajo tan minucioso para devolver momentos y recuerdos de felicidad a aquell@s que no le habían tratado bien.
    Que fácil sería si todos nos aceptamos con nuestras personalidades, aceptando que detrás de cada uno, con sus virtudes y defectos se esconden grandes tesoros.
    Enhorabuena Marcos tu relato es para hacernos reflexionar
    Un fuerte abrazo

  • Anabel Roldán
    Posted at 17:37h, 02 diciembre Responder

    Qué bonito relato, Marcos, y qué personaje tan maravilloso Lucho.
    Una historia corta que te engancha desde la primera línea.
    Un abrazo

    • marcosplanet
      Posted at 20:54h, 02 diciembre Responder

      Muchísimas gracias por tu expresar tu opinión. Me alegro de que te haya gustado.
      Otro abrazo para ti.

  • Nuria de Espinosa
    Posted at 17:35h, 02 diciembre Responder

    Lucho, el sompo, y el bazar de sueños, donde el tiempo parecía detenerse y buscar recuerdos rescatados del olvido como la canastilla que recuperó los recuerdos de la mujer.
    Y es que debemos empatizar más con las personas que nos rodean, con los vecinos, amigos, familia..
    Vivimos en un mundo opaco donde la familia está perdiendo valor.
    Eso es lo que no debemos permitir y tú relato lanza un gran mensaje.
    Lucho fue rescatando objetos que reanudaban la añoranza por los recuerdos perdidos, no dejemos que el mundo se pierda entre el olvido.
    La magia y emotividad del texto te invita a reflexionar y no te deja levantar la vista desde el primer momento en que empiezas a leerlo
    Una maravilla Marcos
    Un abrazo

    • marcosplanet
      Posted at 20:56h, 02 diciembre Responder

      Agradezco mucho tus palabras porque no dejas de insuflar energía positiva que es la que me impulsa a crear más historias.
      Muchas gracias de nuevo.
      Un fuerte abrazo Nuria.

  • froi
    Posted at 11:57h, 02 diciembre Responder

    Buenos días, Marcos. Desde que me he suscrito ya me pongo más a escarbar en tus relatos. Deprisa, porque siempre estoy pendiente de corregir lo mío, pero la lectura detenida de tus post, te llevan a nuevas ideas relacionadas con la amistad, la solidaridad, tan defenestradas en estos tiempos. La comprensión de otros lamentos y nuestra colaboración para corregirlo.
    Volveré con frecuencia. Un abrazo.

    • marcosplanet
      Posted at 12:18h, 02 diciembre Responder

      Muchas gracias por tu amabilidad y por tu tiempo, Froi.
      Un abrazo.

  • Oscar Iglesias
    Posted at 10:21h, 02 diciembre Responder

    Precioso relato, con un mensaje muy positivo y que mucha gente debería reflexionar y tener en cuenta, no tener prejuicios a personas con dificultades para relacionarse, un mensaje en pro de la inclusión a personas con esas dificultades, el final muy feliz y precioso, felicidades, amigo Marcos, un abrazo

    • marcosplanet
      Posted at 11:07h, 02 diciembre Responder

      Muchísimas gracias Oscar. En efecto, hay que respetar lo que, en apariencia, son las debilidades de las personas pero que como se ve en este cuento puede convertirse en un resurgimiento hacia una nueva personalidad.
      Un abrazo.

  • Rosa Fernanda
    Posted at 22:04h, 01 diciembre Responder

    Excelente y precioso relato, Estoy alucinando …no puedo decir otra cosa…me encanta!

    • marcosplanet
      Posted at 11:08h, 02 diciembre Responder

      Muchas gracias Rosa, sé que lo dices de corazón.
      Muchos besos.

  • eliom
    Posted at 18:51h, 01 diciembre Responder

    Excelente relato, me imagine otro final, creí o intuía un Lucho autista ya que es una de las características o patrones de comportamiento de la gente que padece este trastorno. Excelente de verdad, me encanta.

    • marcosplanet
      Posted at 20:52h, 01 diciembre Responder

      Me alegra que te haya hecho pasar un bien rato. Lo del autismo lo consideré un poco previsible.
      Un abrazo.

  • Arenas
    Posted at 17:31h, 01 diciembre Responder

    ¡Qué belleza de relato! En pocas líneas has creado un personaje único. Mira que he leído cosas, y nunca me había topado con alguien como el sompo. Maravilloso individuo que ve lo que nadie es capaz de ver.. Me has de facilitar sus señas, puesto que tengo para él un mágico encargo….
    Hace mucho tiempo, cuando todavía se enviaban esas cosas, una carta postal dirigida a un buen amigo se extravió. En su interior albergaba una cinta de cassete sin carcasa que ambos habíamos grabado tiempo atrás. Nunca llegó a su destino. Siempre pensamos que el culpable fue el propio cartero, que interceptó aquel tesoro y se lo quedó, con la única finalidad de reproducir aquella estupenda grabación en su casa una y otra vez, para placer suyo y desesperación nuestra. Tal vez, Dios sabes por qué extraños misterios de la vida, aquel objeto perdido haya terminado, pasadas tantas décadas, en el vertedero del pueblo de Lucho, y él, con su proverbial don, lo pueda recuperar para gozo nuestro.

    • marcosplanet
      Posted at 20:54h, 01 diciembre Responder

      Magnífica recreación la que haces de un posible destino para aquella cinta que recuerdo perfectamente y que por supuesto dará pie a otra de mis historias gracias a ti.
      Un abrazo fuerte, amigo mío.

  • Estrella Pisa
    Posted at 14:38h, 01 diciembre Responder

    Brillante relato, Marcos.
    Destila magia por todos sus párrafos.

    Un fuerte abrazo.

    • marcosplanet
      Posted at 20:56h, 01 diciembre Responder

      Muchas gracias por tus palabras. Son opiniones como esta las que me impulsan a crear historias.
      Otro abrazo fuerte para ti.

  • Ric
    Posted at 11:45h, 01 diciembre Responder

    Felicidades por el artículo Marcos, es bueno ver como el impulso ciudadano por enmendar la desidia de las personas, encuentra su premio.
    La verdad es que, como yo digo, no limpia más el que lo hace todos los días, sino el que no ensucia, tenemos que ser un poco más empáticos.

    Saludos

    • marcosplanet
      Posted at 20:56h, 01 diciembre Responder

      Así pienso yo. Muchas gracias Ric por tu aportación.
      Saludos.

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