El superviviente de todos los tiempos

 

Quienquiera que le viese hacer footing por la playa dorada de Cañamel diría que ese hombre llevaba viviendo toda su vida bajo el sol. El tono retostado de su piel broncínea destacaba sobre la mayoría de los que pisaban la fina arena de esa playa a la misma hora.

Un paseante playero acompañado por su perro y dos mujeres de edad indefinida que jugueteaban en el agua, coincidieron en volver sus cabezas hacia el corredor de oscuro bronceado y piel brillante por el sudor. Sus músculos vascularizados vibraban al compás de sus zancadas y su melena terminada en gruesas rastas contribuía a aportar a su propietario unos rasgos muy llamativos.

El físico de Brais Ramírez revelaba un cuerpo bien trabajado, que añadía atractivo a su ya de por sí singular rostro de pómulos marcados y ojos grandes de un verde intenso. Una mata de pelo muy abundante coronaba su cabeza a casi dos metros de altura sobre la arena.

Brais destacaba por su estatura y buen porte en general y eso había conseguido explotarlo desde que era un adolescente. Tenía éxito social, las chicas se sentían atraídas por su presencia y varias firmas de ropa de primera fila le habían propuesto contratos para rodar spots publicitarios. A los diecinueve años acabó siendo contratado por una de las principales marcas deportivas para representar la imagen del perfecto ciudadano comprometido con el medio ambiente y la práctica de una vida saludable en la que la marca en cuestión protagonizaba el día a día del joven.

Años más tarde, el hombre saludable disfrutaba con sus carreras por la playa prácticamente en solitario, recibiendo la brisa fresca a pleno pulmón, dejando volar su fértil imaginación por otros mundos, buscando quizá otra opción de vida.

A Brais le gustaba escribir. Cuando encontraba sus momentos mágicos como él los llamaba se entregaba plenamente al arte literario contando historias sobre otras dimensiones de la existencia, sobre otras vidas que podía haber experimentado de diferente manera.

 

No había sido una situación envidiable el haber conocido la fama y la fortuna a los diecinueve años. El hombre que corría a diario por aquella playa de arenas doradas tuvo que soportar el dominio absoluto de unos padres muy celosos de administrar los bienes crecientes que les facilitaba el trabajo de su hijo. Esto le hizo encerrarse todavía más en sí mismo por no poder gestionar su vida como él quería.

Tal era su personalidad tras la máscara de la belleza. Brais no disfrutaba con el contacto social a pesar de lo bien que caía a todo el mundo. Su carácter no llegaba a ser huraño hacia el exterior. Se esforzaba por parecer normal y por integrarse con los demás, aunque le costaba mantener el tipo. Quizá su proyección destacada en el mundo había dado comienzo demasiado pronto y ahora que podía disfrutar de un reconocimiento afianzado, con más madurez, es cuando empezaba a saborear un estatus más llevadero.

Normalmente, Brais corría a buen ritmo por playa Cañamel, sin mayor turbación que el salpicar de las olas rompientes en la orilla, pero a él le gustaba notar el olor a salitre y el sabor de las gotas de agua salada que llegaban a sus labios. Las siete de la mañana era buena hora para iniciar la carrera, que al cabo de unos tres kilómetros continuaba ascendiendo por el monte cuya ladera llegaba hasta la misma orilla. El verde diverso de los acebuches y madroñales enriquecía el entorno donde Brais podía escuchar el arrullo del mar.

Tras rodear la amplia zona de chalets, apenas visibles entre el bosque de coníferas, el corredor regresaba a playa Cañamel.

Cormoranes, gaviotas y algún halcón peregrino se cruzaban en el campo visual de Brais acompañándole en el viaje de su imaginación trascendiendo mundos. La ruta escogida consistía en recorrer la playa y continuar por el encinar que rodeaba las urbanizaciones de chalets cuyo blanco impoluto despuntaba entre los pinares.

La carrera atravesaba torrenteras de un río de pequeño caudal que con el discurrir cantarín de sus aguas ofrecía al deportista unos momentos de deleite únicos. Aquella mañana en concreto, Brais respiraba el habitual olor a resina de pino mezclado con el aroma del mar, cuando alcanzó la zona de las cuevas de Artá, un lugar que le había inspirado más de un relato fantástico.

En esta ocasión observa que, a la entrada de la cueva principal, un resplandor anaranjado destaca sobre la oscura boca de entrada. Sin pretenderlo se ve a sí mismo atravesando ese halo de luz y al instante siguiente un paraje completamente desconocido se abre ante sus ojos.

 

 

Una playa de aspecto muy distinto al de su querida Cañamel se extiende junto a un mar embravecido de color violeta que baña una superficie arenosa de un color blanco refulgente. La playa parece no tener fin y el frío se apodera de su cuerpo. La arena es en realidad una capa espesa de nieve helada que le hace resbalar y caerse. Al intentar incorporarse, comprueba que en la lejanía hay un conjunto de figuras en movimiento que parecían cubiertas con un manto negro como el azabache.

Atraído por una extraña fuerza se encamina hacia el grupo de figuras que movían sus cuerpos de una graciosa forma oscilante.

El paisaje le resulta ajeno a la realidad, con un océano teñido de púrpura que le causa una gran desazón. A medida que se acerca a esos seres vivos tan peculiares, su cabeza le manda señales de peligro. La nieve helada bajo sus pies le daña y hace que se sienta aún más alerta.

–Esto no puede estar sucediendo ¿habré perdido el conocimiento? –se pregunta alarmado, mientras dirige una mirada temerosa al peculiar cielo sin sol atravesado por franjas brillantes como rayos de purpurina.

Por fin pudo distinguir sobre la arena-nieve lo que sin duda eran varias familias de pingüinos.

–¿Cómo es posible que viváis aquí? Jamás os había visto –inquirió sin ser consciente de que estaba interpelando a un animal.

El pingüino más grande de los que rodeaban a Brais se dirigió a él utilizando su mismo idioma.

–Eres tú quien se encuentra en otro sitio, Brais. Tu nombre nos fue revelado hace tiempo por el oráculo y desde entonces cada día miramos hacia el otro lado de esta playa para ver si apareces.

–No podéis estar tan lejos de vuestro hábitat ¿Qué… qué clase de lugar es este?

–Te encuentras en la misma playa que tanto te gusta…

–¡No me tomes el pelo! Esto no es Cañamel. Pero ¿qué chifladura es esta?

 

–Mi nombre es Odilón y represento a la comunidad de supervivientes del holocausto nuclear que arrasó el planeta Tierra hace doscientos años. Ningún ser humano sobrevivió, tan solo algunas especies animales terrestres y acuáticas. Los pingüinos hemos desarrollado la capacidad del lenguaje por encima de cualquier otra especie, desconocemos el por qué. Sabemos que hay una fuerza que se manifiesta en forma de halo luminoso y nos avisa de eventos de vez en cuando. Ese oráculo anunció que debíamos informar al visitante del pasado sobre el destino del planeta Tierra tras la catástrofe.

–Así que yo soy el visitante del pasado. ¿Y cuál es mi papel en todo este disparate?

Odilón emitió varios graznidos, agitando las alas antes de continuar.

–Debes anunciar a tus conciudadanos que de persistir en su actitud van a provocar un desenlace terrible en la vida humana. Si no quieren estar condenados a la extinción como especie han de buscar la paz como nunca antes se ha hecho, han de perseguirla todos los habitantes del planeta, al menos los centros de poder habituados a manejar los hilos del mundo. Que las grandes corporaciones financieras, las mayores fortunas personales y los gobiernos más poderosos se entreguen a la pacificación mundial, pues de lo contrario la guerra nuclear definitiva aniquilará a toda la población.

Brais escuchaba atentamente, tan solo distraído de vez en cuando por la curiosa respiración de aquel simpático animal y sus graznidos entre frase y frase.

–Pero deduzco que si yo regreso a mi ciclo temporal y tengo éxito con la misión que apuntas, vosotros los pingüinos y el resto de especies dejaréis de existir. Es como si esta conversación nunca se hubiera producido y el holocausto nuclear tampoco.

–Precisamente de eso se trata. El oráculo fue bien claro con todo ello. La puerta espaciotemporal que has atravesado se cerrará para siempre si lo logras y todo estará en el sitio que le corresponda. Es vital que emprendas acciones eficaces, punitivas si fuera necesario. Has de arremeter con tus mejores recursos para combatir el mal.

–¿Por qué yo? Tan solo soy un modelo publicitario con tendencia al comportamiento antisocial y partidario de una vida más bien ascética. ¡Qué sabré yo de tácticas geopolíticas y altas finanzas!

–El oráculo… nunca… se equivoca –aseguró Odilón entre graznidos intermitentes–. Que desaparezcamos en este ciclo temporal no es nada importante. Este mundo no nos satisface a ninguno de los que sobrevivimos en él. Mira ese océano color violeta y ese cielo rayado por ráfagas de purpurina. El día está teñido de púrpura y la noche también, porque el sol no irradia como antes nuestro planeta. La bóveda de ozono descompuesto por la radiación nuclear y la mezcla de residuos gaseosos con compuestos sólidos en suspensión, han ocultado parcialmente el sol. Como verás, esta es una playa de nieve y como bien entenderás, la bajada de temperaturas también ha afectado a los bosques, creciendo solamente árboles y plantas que aguantan el frío intenso. Vivir en este entorno no es nada placentero.

Brais miró de arriba abajo a Odilón y sacudió la cabeza en actitud de negación.

–¿Y si lo que consigo advirtiendo al mundo del peligro es complicar más las cosas? ¿Cómo puedes tener fe en que todos me seguirán en esta encomienda por la paz?

El pingüino soltó un graznido que casi parecía un lamento, aleteó suavemente y dio un tono profundo a su voz.

–Lo dijo el oráculo…

 

A partir de ahí, la historia vuelve hacia atrás, con nuestro protagonista regresando a su ciclo temporal a través del portal de las cuevas de Artá, donde aparece como si no hubiese traspasado ningún túnel del tiempo ni hubiese pisado nieve helada durante su conservación con el líder de los pingüinos.

–¡Santo Dios! –exclamó Brais tras un hondo suspiro–. ¿Qué demonios me ha pasado ahí dentro? ¿Qué haré ahora? No puedo cruzarme de brazos y seguir con mi vida de siempre sin más.

El deportista de playa Cañamel se tomó varios días de reflexión hasta que recompuso su mente y tomó una decisión.

–Esto necesita acciones inmediatas –se dijo a sí mismo mientras ponía en marcha el motor de su vehículo eléctrico. Hacía tiempo que Brais había encontrado en internet una información que empezaba a preocuparle y era que la acumulación de baterías que alimentaban los motores de los coches eléctricos generaría una cantidad de toneladas de desechos que resultaría imposible de reciclar.

Cada vez con más frecuencia, los medios de comunicación se hacían eco de la creciente dificultad para reciclar componentes de las baterías gastadas.

Tratar el residuo de las de ión de litio era muy caro y apenas se recuperaba el 50% de los componentes de las mismas. Además, el procedimiento para reciclar esos materiales es altamente contaminante y emite una altísima cantidad de CO2.

Los países que más residuos intratables generaban, que coincidían con las mayores potencias del mundo, no atendían a razones y no habían llegado a ningún acuerdo para eliminar de la faz de la Tierra los enormes depósitos subterráneos que acumulaban miles de toneladas de residuos no transformables. Casualmente, esos depósitos habían sido construidos en países de menor poder económico cuyos gobiernos habían aceptado el proyecto a cambio de pingües beneficios privados.

Brais no podía saberlo, no contaba con las certeras informaciones del oráculo de los pingüinos, pero al cabo de muchas décadas de inacción, esos países de menor importancia se sublevarían si nada lo impedía, poniendo en jaque a las naciones más poderosas. Estas tomarían partido en bandos opuestos creados durante el conflicto y acabarían aniquilándose bajo el estruendo de armas nucleares de destrucción masiva.

Pero nuestro modelo publicitario encerraba en su interior a un luchador nato por las causas justas, aunque él no lo había descubierto aún. Animado por una proverbial intuición, nuestro amigo recurrió a sus contactos importantes en el mundo publicitario y a sus más de cinco millones de seguidores en las redes sociales para crear la “Sociedad en defensa de la paz”, una entidad que en poco tiempo reunió a miles de miembros que a través de un crowdfunding agrupaba donaciones, préstamos y ayuda física de personas que compartían la idea de resolver un problema tan grande como el de los residuos de las baterías de un parque de vehículos eléctricos que alcanzaba ya más de veinte millones de unidades en el mundo.

El esfuerzo internacional que siguió a la idea de Brais fue monumental. Cientos de despachos en todo el planeta fueron visitados por una red cada vez más numerosa de colaboradores de “Sed de Paz”, como conocían coloquialmente a la asociación. Las cadenas de poder, en otro tiempo impenetrables, habían sido sustituidas por cadenas de solidaridad en un emprendimiento común para descontaminar el planeta y librarle de las inútiles baterías desgastadas.

Algunos años después de su encuentro con Odilón el pingüino, Brais Ramírez volvía a recorrer la dorada playa de Cañamel, respirando a pleno pulmón aquel olor a salitre y algas combinado con el aroma de los pinos cercanos a las cuevas de Artá.

Tan solo una noticia emitida por televisión a su regreso al chalet donde vivía próximo a la playa consiguió perturbar su mente, donde comenzó a tomar forma una idea que oscureció repentinamente su futuro plan de vida.

<” Algunos países del primer mundo han unido sus recursos tecnológicos para obtener hidrógeno verde de fuentes renovables, sin generar residuo alguno que no sea reciclable. Los expertos anuncian que el método de obtención, al ser por electrolisis, mejorará el rendimiento y eliminará el riesgo de contaminación del ambiente”>.

En la cultivada imaginación de Brais se produjo una descarga de información en una fracción de segundo.

–Pero, la electrolisis requerirá el uso masivo de… baterías en cantidades industriales… ¡OTRA VEZ!

 


 

Y hasta aquí hemos llegado en este Vadereto del mes de agosto. Y os hago la siguiente pregunta: ¿Cómo habríais continuado vosotros el relato tras la visita a las cuevas de Artá?

¿Creéis que la guerra se producirá de todos modos?

 

LA PLAYA

Esta es mi contribución al Vadereto del mes de agosto, un formato de reto literario mensual que organiza José Antonio Sánchez en su blog Acervo de letras.

Las condiciones del reto son muy sencillas. Se trata de crear un relato sobre una playa cualquiera, sin importar en qué época y bajo qué circunstancias.

 

Dejad vuestro valioso comentario y el like correspondiente si os ha gustado.

 

Gracias y que la salud os acompañe.

 

Nota: todas las imágenes de este post incluida la portada las he configurado con la ayuda de la página  bing.com/images/create/ .

 

 

27 Comentarios
  • Miguel Ángel Díaz Díaz
    Posted at 11:09h, 31 agosto Responder

    Hola, Marcos.
    Nos presentas un relato con dos partes bien diferenciadas. La primera, que se mueve dentro de la rutina más habitual y que nos engancha con el protagonista.
    La segunda nos acerca a ese problema cada vez más acuciante que nos aprisiona y que cada vez tiene una solución más difícil, entre otras razones por la incapacidad que tiene la humanidad para afrontar unida los problemas reales que vamos creando.
    La cuestión fundamental que planteas es si llegará el momento en que podamos afrontarlos con unidad y seriedad. ¿Llegaremos a verlo? ¿Podremos formar parte activa del movimiento que nos acerque a ello? Gracias por traer el tema al relato.
    Un fuerte abrazo 🙂

    • marcosplanet
      Posted at 12:52h, 31 agosto Responder

      Me alegra mucho que te haya gustado el enfoque que he dado a esta historia. Lo difícil es, desde luego, lograr que la humanidad se ponga de acuerdo en aunar fuerzas e intentar enderezar la situación, algo que hoy por hoy se antoja utópico.
      Un fuerte abrazo, amigo mío.

  • Ana Piera
    Posted at 01:43h, 27 agosto Responder

    Hola Marcos, acabo de leer tu relato. Me gusta mucho este relato futurista-surrealista donde tocas un tema muy actual y muy necesario: la destrucción de nuestro hogar en el universo por malas prácticas económicas y por querer sacar dinero hasta de las piedras sin importar el entorno. Se nota el esfuerzo puesto en la descripción de Brais, llenando el relato de sensaciones, olores y evocaciones de todos los que nos gusta un buen paseo playero.
    Me gustaría que la solución a los problemas actuales fueran tan fáciles como que un influencer actual pudiera hacer algo para revertir la situación, pero me temo que no es así. El sistema económico que rige el mundo causa destrucción pues no hay una mejor forma de sacar el máximo provecho. Creo que también todo esto empezó cuando el hombre se creyó eso de que Dios nos puso para «enseñorearnos de la creación», ahí estuvo el inicio del fin pues se creó un desprecio por todo lo que no fuera el hombre en su posición de mandamás de todo lo vivo que hay sobre la Tierra. Destaco tu gran imaginación sobre todo cuando él viaja en el tiempo y se encuentra con los pinguinos parlantes. Las imágenes me han gustado también y complementan perfectamente la historia.
    Lo disfruté Marcos, saludos.

    • marcosplanet
      Posted at 21:21h, 27 agosto Responder

      Muchas gracias por aportar tu valiosa opinión, Ana. Me alegra mucho que lo hayas disfrutado.
      Saludos

  • Noelia
    Posted at 10:19h, 16 agosto Responder

    Madre mía. Menuda historia.
    Tú si que tienes imaginación. Aunque creo que a Brais le dio una insolación por correr tanto bajo el sol.

  • Alma Leonor López Pilar
    Posted at 20:11h, 13 agosto Responder

    ¡Hola! Madre mía, que pedazo de relato más interesante 😮 Felicidades. Lo de las baterias de litio y el problema del reciclado es uno de los problemas más importantes actualmente y no creo que tenga fácil solución. ¿Una guerra? Vaya usted a saber. Lo que sí tengo claro es que no se producirá un viaje en el tiempo ni un Terminator vendrá a rematarnos. Ya nos bastamos solitos. Una cosa que me ha gustado es que Brais sea un modelo. Este tipo de cuestiones suelen tener protagonistas muy sesudos y, tengo el convencimiento de que si hay alguien salvífico en este mundo es la gente corriente.
    Muy bueno.
    AlmaLeonor_LP

    • marcosplanet
      Posted at 13:48h, 14 agosto Responder

      Comparto totalmente tu opinión, Alma, y me alegra mucho que te haya gustado la historia. En efecto, la gente corriente es la destinada a hacer cosas casi imposibles.
      Un abrazo.

  • Federico
    Posted at 15:11h, 12 agosto Responder

    No sé si seremos capaces de enmendar la situación en la que nos hallamos. Saludos

    • marcosplanet
      Posted at 11:57h, 13 agosto Responder

      Cada día que pasa de inacción en general, el mundo se vuelve más hostil y es más difícil de combatir el mal.
      Saludos

  • Dakota
    Posted at 16:48h, 10 agosto Responder

    Hola Marcos un relato muy bien narrado, le encuentro tintes de futuro, y por supuesto los humanos siempre tropezamos en la misma piedra. Da para reflexionar.

    Un abrazo y buen verano.

    • marcosplanet
      Posted at 13:29h, 11 agosto Responder

      Muchas gracias por pasarte y comentar, Dakota.
      Abrazo y buen verano para ti también.

  • Jose Antonio Sánchez
    Posted at 13:20h, 10 agosto Responder

    Hola, Marcos.
    Aquí comento de nuevo, espero que esta vez se guarde debidamente.
    El relato tiene dos partes bien diferenciadas que le da a la historia una doble sensación.
    Por un lado, dentro de un entorno muy realista, podemos oír, oler y sentir esa playa en donde el protagonista disfruta del deporte y del contacto con la naturaleza. Me ha recordado mucho aquellos días en que yo podía hacer lo mismo. La playa es un ambiente que te da relax y vigor a partes iguales, te hace sentir parte de ella al pisar la arena o el mar, y si consigues limpiar tu mente, puedes incluso traspasar su realidad.
    Esto puede ser lo que le ocurre a Brais que, en una fantasía onírica o trans-dimensional, visita un plano futuro en el cual ve la «inevitable» debacle a la que nos vamos precipitando.
    El usar a los pingüinos para transmitir el mensaje es muy original e insólito. Además, el contraste del clima helado frente al cálido de la playa, le da más impacto al cambio de escena.
    Según mi opinión, bastante pesimista, no lo niego, en la tercera parte del relato se vuelven a alternar la fantasía y la realidad. La fantasía de que Brais sea capaz de convencer al mundo para evitar la catástrofe. Somos demasiado ciegos y necios, y los negacionistas dinamitan cualquier posibilidad. Ojalá estas personas, con una verdadera mente abierta y conciencia hacia la necesidad del cuidado de nuestro entorno, fueran influencer.
    La realidad, triste realidad, es que la guerra llegará, cada día nos «amenazan» con ella, o el planeta se cansará y reventará. De cualquier forma, el Oráculo de los pingüinos necesita una actualización urgente. 😉
    Felicidades, Marcos. Un relato muy trabajado, con su dosis de esperanza y realidad. Unas descripciones que facilitan imaginar toda la historia. Y un final muy interesante para debatir, reflexionar y poder seguir teniendo un hilo de esperanza.
    Muchas gracias por compartirlo para el VadeReto.
    Abrazo grande.

    • marcosplanet
      Posted at 13:38h, 11 agosto Responder

      Agradezco mucho tus palabras, José Antonio. Describes perfectamente todo lo que he querido transmitir. Estamos bajo una amenaza contínua que no llega a materializarse en algo definitivo aún, pero que al paso que vamos creo que los países que gobiernan el mundo deben tomar acciones humanitarias, inteligentes y olvidarse de una vez de esos intereses personales que tan diestramente ponen en práctica para acrecentar su poder. Que se olviden de todo lo que se odian y abran los ojos a esa realidad tan distinta a sus turbias intenciones. No tienen una sola idea que no haya sido dictada por el ego y por la falta de asimilación del tipo de vida que vive la inmensa mayoría de los mortales.
      Un fuerte abrazo.

  • Anónimo
    Posted at 22:14h, 09 agosto Responder

    Hola Marcos, sin dudas es un relato para reflexionar, no sé si lo llamaría futurista, pues los cambios climáticos y las catástrofes están a la orden del día, ojalá la gente tomara conciencia.
    Muy bueno, saludos.
    PATRICIA F.

    • marcosplanet
      Posted at 09:23h, 10 agosto Responder

      Muchas gracias, Patricia. Si hay que abrir una puerta a la esperanza, mejor es que la abramos entre todos.
      Un saludo.

  • Anónimo
    Posted at 15:51h, 08 agosto Responder

    Nunca, por más guerras, catástrofes y demás desgracias, provocadas por la acción humana, son suficientes para hacernos cambiar nuestros hábitos.
    No me cabe duda de que todo está diseñado para el beneficio e intereses de unos pocos, y por más que nos quieran vender una idea revolucionaria, siempre conlleva la contrapartida…
    No existe la panacea de lo más puro, lo perfecto, lo sublime….Simplemente, no está en nuestra mano…

    • marcosplanet
      Posted at 12:15h, 09 agosto Responder

      Así es. Muchas gracias por aportar tu opinión.
      Saludos

  • Susana
    Posted at 12:59h, 07 agosto Responder

    ¡Enhorabuena! Sin duda, un relato que invita a la reflexión. He de reconocer que no me imaginaba al principio de la lectura que derivaría en algo tan profundo. Gracias por llevarnos por un mundo de pensamiento crítico y cuestionar el orden establecido. Coincido con Brais en sus acciones y determinación para aportar su granito de arena hacia un mundo mejor «MAKE IT HAPPENS», pero el optimismo está rodeado de realismo en este caso, a pesar de nuestros esfuerzos hay fuerzas ajenas a nosotros que se encargan de que acontezca lo que tenga que acontecer, o lo que «les» convenga.
    Apuesto por una segunda parte, y quién sabe, la esperanza es muy poderosa…

    • marcosplanet
      Posted at 13:52h, 07 agosto Responder

      Muchas gracias por tus maravillosas palabras, Susana. Me alegra mucho saber que hay personas tan brillantes que aportan tanto a mis relatos.
      Un fuerte abrazo.

  • Nuria de Espinosa
    Posted at 00:52h, 07 agosto Responder

    Hola Marcos, Brais lo logró, pero el ser humano no aprende y por más que nos esforcemos volvemos a caer en los mismos errores una y otra vez. Hace poco vi precisamente un documental sobre la contaminación de las baterías y me quedé de piedra… La de miles de desechos tóxicos que generan. Muy buen texto.
    Estaba pensando en darle continuación a esta historia ¿Qué te parecería?
    Un abrazo

    • marcosplanet
      Posted at 10:56h, 07 agosto Responder

      Muchas gracias por tu comentario, Nuria. Así es, los residuos ya generados sumados a los que están por producirse no van a conducir a nada bueno.
      Un abrazo!

  • María Elena Larrayoz Aristeguieta
    Posted at 20:32h, 06 agosto Responder

    Hola Marcos,
    Todo parece anunciar que, hagamos lo que hagamos, los grandes poderes financieros con sus infinitos intereses, mueven los hilos para ganar cada vez más y a cualquier costo. Tal vez, ya tienen preparado algún otro planeta para refugiarse cuando este estalle. Pero desde luego, lamentablemente no creo que Odilón y la comunidad de supervivientes del holocausto nuclear, alertados por el mismísimo oráculo sean capaces de salvarnos de la hecatombe. Felicidades por tu descriptivo y terrorífico relato. Un abrazo grande.
    Marlen

    • marcosplanet
      Posted at 10:58h, 07 agosto Responder

      Me alegra mucho que te haya gustado la historia. Estoy plenamente de acuerdo contigo.¿Qué te parecería una posible continuación de este relato?
      Un fuerte abrazo

  • Anónimo
    Posted at 09:17h, 06 agosto Responder

    Buen relato Marcos , bien narrado , minucioso en las descripciones. Y sí, nos vamos a cargar el planeta y no acabamos de sensibilizarnos ni de tomar conciencia para aportar cada uno nuestro granito de arena.
    Un abrazo!
    lady_p

    • marcosplanet
      Posted at 11:08h, 07 agosto Responder

      Así lo veo yo, efectivamente.
      Muchas gracias por aportar tu opinión.
      Otro abrazo para ti.

  • Io
    Posted at 02:16h, 06 agosto Responder

    Querido Marcos
    Tú relato me ha hecho reflexionar y pensar…Parece que por mucho que lo intentemos siempre vamos a parar al mismo sito…. No sé si realmente se intenta encontrar una solución, o si quizás, como tantas veces, nos mueve como marionetas hacia otros sectores que a ciertas personas les reporte grandes beneficios .
    Un abrazo

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