El tiempo es un tesoro que no quieres abrir. Relato breve.

La mayor parte de las veces que Hernán se entregaba a un quehacer diario lo hacía pendiente de otra cosa como mínimo. Y como máximo no había límite. Tal era el grado de dependencia al que se hallaba sometido en la sociedad de la prisa ciega.

Una mañana no pudo levantarse para acudir al trabajo porque había caído enfermo. Esto lo desconcertó sobremanera. Tras realizar las llamadas de rigor a su superior y a un compañero para que le ayudara con un par de asuntos pendientes, quedó paralizado sobre la cama.

Hernán observaba el techo con la mirada perdida mientras decidía cuál iba a ser su siguiente paso.

En un alarde de iniciativa que quedaba absolutamente fuera de su rutina, quiso revisar sus estanterías de libros, sus adorados libros que había ido acumulando durante décadas en su etapa adolescente y primera juventud.

Alzó un brazo y extrajo de lo más alto de la librería la novela “Dune” de Frank Herbert. Junto a ese tomo reposaban los otros cinco de las dos trilogías de dicha saga que escribió el autor.

Hernán decidió que tras el desayuno se pondría manos a la obra y practicaría el sano ejercicio de la lectura, que hasta entonces le había estado vedada. Demasiados compromisos de trabajo, reuniones o quedadas con amigotes que no hacían más que alejarle de casa y de las antiguas aficiones.

A las pocas horas, ya estaba abriendo el segundo tomo. Una febril actividad lectora invadió su mente. Hernán había redescubierto la palabra escrita fuera de los informes de trabajo oficiales. A la hora de tratar con sus hijos cuando los recogía de la guardería, también descubrió que era posible dedicarles tiempo para jugar con ellos, entenderles en el lenguaje incipiente que empezaban a manejar y hasta les leía cuentos.

 

 

Una semana transcurrió durante la cual Hernán aprendió que es posible volver a valorar las antiguas prácticas, el recuerdo de las fotografías pegadas en un álbum familiar e incluso las cartas de amor que guardaba celosamente de cuando él y María empezaron a salir juntos. Hernán abandonó las redes sociales, ¡todas! Y empezó a practicar con llamadas telefónicas en lugar de escribir en redes.

Pero, ¡oh, error! El ser humano tropieza varias veces en el mismo canto. Llegó un momento en que estaba tan involucrado en sus nuevas actividades que volvió a experimentar problemas de tiempo. Llevaba una semana con la gripe a cuestas y empezó a notar cómo era cada vez más adicto a las conversaciones telefónicas, a los libros de cualquier clase que leía compulsivamente y notaba una ligera impaciencia cuando se veía obligado a atender las peticiones de cuentos de sus hijos, sobre todo por las noches. Su mujer María le dijo sin más:

–Debes aprender a usar el tiempo sin prisas, para no caer en la misma rutina que te roba tiempo de calidad. Gástalo en aquello que más te gusta, pero también en otros modos de emplearlo. Lo mejor que podemos hacer es adaptarnos a las nuevas situaciones y aprovecharlas para cambiar, aunque sea poco.

Él se la quedó mirando mientras asentía con la cabeza.

–La costumbre, la rutina y el trabajo –apuntó Hernán– imponen sus leyes y adaptarnos a los cambios nos permite abrir ese tesoro que antes no nos atrevíamos a tocar.

–Esa es la clave creo yo –dijo ella–. Conseguir abrir el tesoro del tiempo.

–¿Tú lo has logrado alguna vez? –dijo él con una leve sonrisa.

–A veces sí, a veces no –contestó María.

–Entonces dime si merece la pena disfrutar de ese tesoro que en cuanto lo cierras te devuelve al origen del problema.

–¿Sabes qué te diría? –apuntó ella-. No lo cierres nunca.


 

Y eso es todo, amigos. Dale «like» al corazoncito de más abajo si te ha gustado. Tu opinión es muy valiosa. Espero tus comentarios.

Salud y suerte en la vida.

Las imágenes que aparecen en este post  han sido generadas por la IA  Leonardo

23 Comentarios
  • Miguelángel Díaz
    Posted at 07:55h, 18 diciembre Responder

    Hola, Marcos.
    Tratas de uno de los grandes problemas que tenemos en nuestros días, esa falta de tiempo que nos zarandea continuamente y nos estresa de forma inmisericorde. Debemos avanzar hacia ese final que propones.
    Un fuerte abrazo 🙂

    • marcosplanet
      Posted at 22:38h, 18 diciembre Responder

      Muchas gracias Miguel. Puede que sea el final necesario.
      Otro abrazo para ti.

  • ARENAS
    Posted at 15:05h, 04 diciembre Responder

    El tiempo y cómo ocuparlo. Creo que ha sido desde siempre el asunto principal de mi vida, y el que me ha hecho «perder más tiempo» pensando en todo ello.
    El gran tesoro del tiempo…
    Esa sensación que todos tenemos de que la vida es corta y disponemos de un tiempo muy reducido para hacer aquello que anhelamos, es sólo una jugarreta de nuestro cerebro, una percepción muy falsa de nuestro propio trayecto vital.
    Acabaré dando la razón a un amigo con el que he pasado media vida discutiendo sobre este tema. Él siempre ha dicho que la vida es muy extensa, que cada día se le hacía muy largo. Yo le contestaba que para mí todo iba demasiado deprisa, que la vida se me estaba pasando en un suspiro…
    Pero todo esto ha cambiado en esta nueva edad a la que he llegado, tan provecta ella. Y no sé a qué se debe.
    Me viene a pasar algo originalísimo a mi modo de ver: lo que durante muchos años fue mi lejano futuro (1999, 2001) se ha convertido ya en mi distante pasado.
    Por otra parte, hasta hace poco, la infancia y la juventud se me antojaban muy cercanas en el tiempo. Parecía que las podía tocar con las manos. Pero ya no. Ahora me da la sensación que hace de todo aquello el tiempo que realmente hace.
    Se corrigen las desviaciones que en la percepción temporal tuve de mozo. Y esto es muy bueno, porque cuando pienso en el futuro tenga la sensación de que me queda mucha vida por delante. Y no los cuatro días que realmente me quedan.

  • Io
    Posted at 02:10h, 01 diciembre Responder

    Querido Marcos,
    Que relato tan interesante para hacernos recapacitar de las vidas que llevamos, en las que prima la rutina del trabajo y las obligaciones que cada un@ nos marcamos, descuidando las pequeñas cosas que realmente son las importantes, las que enriquecen realmente nuestras almas y vidas.
    Creo sinceramente que cuanto más mayores nos hacemos y empezamos con «achaques» es cuando realmente nos damos cuenta de todo lo que hemos dejado de hacer y disfrutar,…. las reuniones con seres queridos que hemos ido aplazando, los viajes a sitios que nos gustaría conocer, las aficiones que nos gustaría realizar…… Y que por habernos dejado llevar por la rutina, las prisas y en ocasiones por pereza hemos dejado de hacer y disfrutar.
    Nunca es tarde para darse cuenta del mayor tesoro que tenemos…..el tiempo, en nuestras manos está el aprender a gestionarlo, permitiendo que dentro de la rutina siempre haya un hueco para dedicarlo a los nuestros y a lo que nos hace felices.
    Un relato corto pero estupendo y con muchísimo mensaje.
    Un fuerte abrazo

    • marcosplanet
      Posted at 06:53h, 01 diciembre Responder

      Me encanta el análisis que has hecho del relato, porque se trata de poner el acento en el empeño con que nos dedicamos a quehaceres que nos roban hasta los momentos más breves de felicidad, ya sea en compañía de familia, amigos, viajando, practicando tu hobby favorito… no podemos dejarnos vencer por las máximas prioridades como son trabajo, compromisos que podíamos evitar y que nos llevan de cabeza sin embargo, en fin, hay multitud de pequeñas cosas a las que sujetarnos para disfrutar mejor de esta vida.
      Un abrazo fuerte, Io.

  • Nuria de Espinosa
    Posted at 22:28h, 25 noviembre Responder

    Hola Marcos, es que ella tiene razón, el tiempo es un tesoro del que debemos cuidarnos, vivir el día a día. La puerta de la rutina es tediosa, mejor no abrirla, pero siempre mantenerla abierta a nuevas experiencias y motivaciones.
    Que bello texto has creado, profundo y sentido.
    Me encantó Marcos.
    Un abrazo y feliz domingo

  • Froilán
    Posted at 00:19h, 25 noviembre Responder

    Buenas noches, querido amigo:
    Lo primero que hice hace unos días, fue suscribirme a tu blog a través de follow.it, la misma que utilizo yo.
    Y después, venir a ver el post, que justifica un poco lo que cuentas. Yo soy de los que tienen muchos libros pendientes de leer y esta entrada de hoy es como un aldabonazo para empezar.
    Un abrazo

    • marcosplanet
      Posted at 02:41h, 25 noviembre Responder

      Muchas gracias por tu comentario, Froilán. Me alegra que te haya sido útil mi post.
      Te espero por aquí en más ocasiones. Yo me pasaré hoy por tu blog porque hace días que no lo hago.
      Un abrazo

  • Soporte
    Posted at 19:16h, 24 noviembre Responder

    Prueba —

  • Soporte
    Posted at 00:28h, 24 noviembre Responder

    Prueba 2 soporte

  • Federico
    Posted at 21:30h, 23 noviembre Responder

    La rutina y las obligaciones no nos dejan disfrutar de la vida. Ahora intento evitarlo. Saludos

    • marcosplanet
      Posted at 22:27h, 23 noviembre Responder

      Yo lo intento también y a veces lo logro.
      Gracias, Federico.
      Saludos.

  • Ana Piera
    Posted at 13:44h, 23 noviembre Responder

    Hola Marcos, agradable lectura y con un tema muy actual. Me gusta que el personaje trata de lograr el equilibrio y no se queda solo en medio de la problemática. Enhorabuena.

  • Merche
    Posted at 10:23h, 23 noviembre Responder

    Hola Marcos, la sociedad de la prisa, como has dicho. El tiempo es un tesoro, así es, solo de nosotros depende que sea un tesoro o una lacra.
    Un abrazo. 🙂

    • marcosplanet
      Posted at 15:00h, 23 noviembre Responder

      Muchas gracias por tu aportación, Merche.
      Otro abrazo para ti.

  • Angel B. Garcia
    Posted at 22:19h, 22 noviembre Responder

    Algunos pensamos que al jubilarnos íbamos a tener todo el tiempo para nosotros. Pero con el paso de los años aprendimos que solo tienes lo que eres capaz de compartir.

    Disfrutar es transmitir

    • marcosplanet
      Posted at 00:03h, 23 noviembre Responder

      Muy buena reflexión, Angel. Gracias por compartirla.
      Saludos cordiales.

  • Ardilla Roja
    Posted at 20:39h, 22 noviembre Responder

    Hola Marcos:

    El tesoro del tiempo. Abrirlo o no… Menudo tema que traes hoy con esta historia.
    Yo creo que si. ¿Para qué tener un tesoro y no disfrutarlo?

    Yo creo que el secreto está en invertir el tiempo en las dosis adecuadas. Sin obsesiones. Ya sea en redes sociales, con amigos, el trabajo, la familia, y uno mismo también no haciendo nada. Porque hay que darse también el tiempo de no hacer absolutamente nada. Es buenísimo para recargar la batería interna.

    Dosis adecuadas,. No hay más misterio. Disfrutando cada parte. Si inviertes demasiado en una de ellas, se va, se pierde, no te da para otras, o como se dice en lenguaje coloquial, despues vas con el tiempo pegado al trasero.

    Feliz casi jueves., Marcos.
    Un abrazo,

    • marcosplanet
      Posted at 20:45h, 22 noviembre Responder

      Eso es, hay que aprender a repartir el tiempo sin agobios. Y lo de no hacer absolutamente nada cuando se tercie, es lo mejor. Recuerdo una anécdota del grandísimo actor Fernando Fernán Gómez. Él estaba siendo entrevistado por un periodista que le pregunta: ¿Y qué proyectos tiene usted ahora, Sr. Gómez? Hace mucho que no le vemos en un rodaje. La respuesta fue contundente: Sepa usted que estoy perfectamente capacitado para no hacer nada.
      Un fuerte abrazo.

  • eliom
    Posted at 18:29h, 22 noviembre Responder

    Genial como siempre y muy buena la idea de relatos cortos. Un saludo

  • Ric
    Posted at 14:02h, 22 noviembre Responder

    El tiempo es nuestro tesoro más preciado, debes saber utilizarlo, sin prisa pero sin pausa, excelente Marcos, ¡un saludo!

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