El ventanal de la discordia

 

El niño jugaba con sus compañeros con un balón rojo tan gastado que lucía más manchas grises que color. Todos esperaban sustituirlo por aquel que la dirección del colegio les había prometido que tendrían cuando visitaran la fábrica de gaseosas, un plan que gustaba mucho a los alumnos.

Los docentes del Colegio Las Buenas Artes incorporaban de vez en cuando esas salidas ilustrativas en el programa del curso y los niños y niñas lo agradecían en todos los sentidos.

Pero esa mañana, Anselmo estaba poniendo mucho empeño en el partido de fútbol que jugaba con sus compis en el recreo y lanzó un patadón a la desgastada pelota de manera que esta impactó de lleno contra un ventanal de la planta baja. El colegio de Las Buenas Artes contaba con un presupuesto ajustado y en cuanto el jefe de estudios vio el estropicio, se dirigió hecho un basilisco hacia el grupo de niños y niñas quienes, más que compañeros de clase eran fieles amigos.

Nadie quiso comprometer a Anselmo ante las preguntas inquisitoriales del señor Pandorgo, quien parecía disfrutar empleando su voz chillona y amenazante mientras regañaba a los alumnos.

–¿Has sido tú, Fernandito? Mira que te dije que pusieras buen cuidado en tu manera de comportarte porque este mes llevas ya tres avisos. Al cuarto llamo a tus padres.

–¿O debo pensar que tú has dado la patada mágica, Laurita? Te estás portando como una auténtica fierecita últimamente –afirmó el señor Pandorgo con un tono que resultó siniestro a todos los presentes.

Tras unos minutos más de juicio acusatorio, Anselmo dio dos pasos al frente y se presentó como único responsable.

–He… he sido yo, señor Pandorgo–. Una mezcla de vergüenza y rabia le reconcomía por dentro.

El rostro del jefe de estudios pareció iluminarse de repente. Pandorgo agarró a Anselmo por la solapa y lo llevó ante el director. Anselmo fue castigado sin poder acudir a la visita a la fábrica de gaseosas ni jugar al balón durante un mes.

Al día siguiente, sus compañeros decidieron sentarse dentro del campo de juegos formando un corro. El propio director del colegio salió de su despacho a preguntarles a qué se debía semejante insurrección y Laurita habló con voz cantarina pero firme.

–No está bien que ustedes hagan castigos de esa clase. Son injustos y no nos enseñan nada. Deberían ustedes aprender de Anselmo, que ha tenido el valor de dar la cara. Además no lo hizo adrede.

El director se llevó una mano al mentón y al cabo de unos segundos una sonrisa cruzó su cara. Regresó a su despacho y enseguida volvió con un balón de reglamento nuevecito.

–Aquí tenéis, pensaba regalárselo a mi hijo, pero veo que es mejor que disfrutéis de él vosotros.

 


 

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Muchas gracias.

Esta es mi aportación al reto de este jueves 28 de noviembre que organiza Somosartesanosdelapalabra.

Se trata de relatar un episodio en donde alguien pase verdaderamente vergüenza.

Aquí están las condiciones. Y esta es la lista de participantes.

Espero que sea de vuestro agrado.

el-ventanal-de-la-discordia

Imagen obtenida en Pixabay.com

 

La imagen de la portada la he elaborado mediante IA.

22 Comentarios
  • Mercedes
    Posted at 20:52h, 03 diciembre Responder

    Ser niño tiene estos accidentes y quien no los haya vivido, ha tenido una niñez un poco triste. Lo mejor es que de estos episodios se sale… ¡y te acabas riendo a carcajadas!!
    Saludos cordiales.

    • marcosplanet
      Posted at 21:59h, 03 diciembre Responder

      Así es, lo recuerdas siempre con nostalgia y riéndote de lo sucedido.
      Saludos, Marcedes.

  • Arenas
    Posted at 16:55h, 03 diciembre Responder

    Nunca me ha gustado la Pandorga, es la fiesta de los borrachos. Por consiguiente, nada buenos se podría esperar de un señor llamado Pandorgo.
    ¡Que toda la ira de San Ladislao Kubala y Fray Alfredo Di Estefano caiga sobre su innoble persona!

  • rodolfo
    Posted at 18:36h, 30 noviembre Responder

    Señalar culpables sólo por las apariencias puede llevarnos a cometer errores. Un final adecuado el que has propuesto. Un abrazo

  • Anónimo
    Posted at 14:23h, 29 noviembre Responder

    Muy buena lección tanto para los niños como para los mayores. Ha sido un placer leerte.
    Un saludo de Buscador

  • Tracycorrecaminos
    Posted at 08:21h, 29 noviembre Responder

    Me ha hecho gracia el nombre del colegio, menos mal que al final el Dtor, tuvo una buena manera de resolver el asunto.
    Un abrazo.

    • marcosplanet
      Posted at 13:36h, 29 noviembre Responder

      Si, el nombre del colegio está escogido adrede, para confirmar que allí se manejaban «con buenas artes».
      Otro abrazo para ti, Tracy.

  • Gabiliante
    Posted at 05:55h, 29 noviembre Responder

    Sin esa solidaridad y sin esa unión y sin esa Laurita, los niños podrían aprender a ser injustos y repetir esa actitud en su futura vida adulta.
    Abrazooo

    • marcosplanet
      Posted at 13:38h, 29 noviembre Responder

      Eso pienso yo. Tuvieron una buena suma de factores a su favor que les ayudaron a afrontar la situación de la mejor manera.
      Abrazos.

  • Neogeminis
    Posted at 13:00h, 28 noviembre Responder

    Vergüenza debería haber sentido el director cuando los chicos lo pusieron en vereda al darle lecciones de solidaridad y compañerismo. Las injusticias en la escuela generan grandes traumas. Un abrazo

    • marcosplanet
      Posted at 13:44h, 29 noviembre Responder

      Eso es. Aunque al final ese señor respondió con una buena obra. Gracias por aportar tu opinión, Mónica.
      Un abrazo.

  • Mari
    Posted at 03:34h, 28 noviembre Responder

    Hermoso relato Marcos! Anselmo y sus compañeros han demostrado mucho valor y compañerismo y eso a iluminado a otros, las buenas acciones a veces son contagiosas y eso crea magia…Besos por ahí!

    • marcosplanet
      Posted at 12:52h, 28 noviembre Responder

      Muchas gracias por tu comentario, Mari. Me alegra que te haya gustado.
      Un abrazo.

  • Nuria de Espinosa
    Posted at 02:56h, 27 noviembre Responder

    Hola Marcos, En tu relato queda reflejada la importancia de la solidaridad y el compañerismo entre los niños, resaltando valores como la responsabilidad y la justicia. A pesar de que Anselmo es castigado por un accidente, sus compañeros demuestran su lealtad al no delatarlo y luego cuestionan el castigo de manera firme pero pacífica. Creo que esa unión entre ellos y su capacidad de defender lo que consideran injusto genera una respuesta positiva por parte del director, quien, al final, premia su valentía. Me parece una historia que subraya cómo la cooperación y el valor de enfrentar las consecuencias de los actos pueden generar cambios justos y positivos. Se pueden sacar varias reflexiones del relato.
    Me ha gustado mucho. Un abrazo

    • marcosplanet
      Posted at 06:01h, 27 noviembre Responder

      Me alegra que te haya gustado y que refleje para ti esos valores, que son justo aquellos con los que quiero ilustrar esta historia para demostrar que en ocasiones los niños dan lecciones a todos.
      Un abrazo.

  • Gustab
    Posted at 02:57h, 26 noviembre Responder

    Es una buena lección para el director, y un premio a la honestidad

  • Anónimo
    Posted at 23:41h, 25 noviembre Responder

    Hola Marcos, muchas gracias por participar de nuestro desafío, me gustó mucho tu relato.
    Es excelente y además deja una enseñanza.
    Un abrazo.
    PATRICIA F.

    • marcosplanet
      Posted at 16:27h, 26 noviembre Responder

      Muchas gracias por aportar tu opinión y por tu comentario tan constructivo.
      Otro abrazo para ti.

  • Campirela_
    Posted at 22:27h, 25 noviembre Responder

    Cada vez los más pequeños nos dan lecciones a los más adultos.
    Menos mal que el director tuvo sentimientos . Un buen relato,.
    Un saludo.

    • marcosplanet
      Posted at 16:28h, 26 noviembre Responder

      Así es. Los peques son una mina de conocimiento y fuente de muchas enseñanzas.
      Un saludo Campirela.

  • Anónimo
    Posted at 13:51h, 25 noviembre Responder

    Excelente. me encantó. Muy buena y descriptiva aportación.
    Saludos, Rosana

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