07 Ene Horizontes compartidos
Este relato forma parte de mis participaciones en el Vadereto mensual organizado magistralmente por José Antonio en su Acervo de Letras.
La idea es basar el texto en la siguiente premisa:
<<Nuestro futuro y el del planeta está en manos de nuestros niños. Debemos dejarles un mundo sostenible y sano, sin fobias ni odios, que puedan compartir sin importar las apariencias ni las ideas. ¿Será esto posible?>>
Horizontes compartidos
Dejar a los niños del mundo en herencia una sociedad respetuosa con las normas cívicas de convivencia, donde la paz reine en armonía con la educación y que esta prime sobre la violencia, los comportamientos machistas, el racismo o el acoso físico y psicológico, es un objetivo que hoy por hoy puede parecernos inalcanzable.
Aparte de esto, en cada país imperan unas normas culturales que el acervo de cada nación ha ido implantando en los usos y costumbres de las familias y eso debe haber influido bastante en la forma de entender el mundo por los niños de cada región del planeta.
La educación en las comunidades esquimales se transmite de forma oral, de padres a hijos. Los niños adquieren conocimientos sobre la naturaleza y sus recursos, así como sobre las técnicas de caza y pesca. También se les enseña a valorar y respetar la naturaleza; en definitiva, aprenden a amarla.
No podemos decir lo mismo de nuestros sistemas educativos occidentales, al menos de la mayoría.
Entiendo que en el occidente “desarrollado”, en nuestra Europa en concreto, se intente visibilizar cada vez más el respeto por el medio natural y facilitar el acercamiento de los niños al mismo mediante granjas-escuela o actividades extraescolares que fomentan experiencias en el campo.
Pero no sé por qué me da la sensación de que esto resulta insuficiente porque tampoco veo que sean actividades frecuentes, sino que forman parte de un calendario quizá forzado por el sistema educativo que acaba por quedarse corto.
No se trata de salir a cazar en plena naturaleza (nada más lejos que eso) como los esquimales u otras culturas, sino de entender que vivimos trasplantados en unas aglomeraciones llamadas ciudades, donde hemos creado un hábitat alejado de la naturaleza y nos desesperamos por adaptarlo al verde de los prados mediante la mimetización con el medio natural de unos pocos espacios verdes.
Dentro de este escenario urbanita donde vivimos las guerras del mundo a cada minuto del día, los niños experimentan esos y otros conflictos. Puede ser que estén sufriendo acoso en el colegio, atrapados en redes de internet de donde reciben información perniciosa de todo tipo o que se sientan prisioneros de grupos o tendencias que deforman su personalidad.
¿Es preferible que vean los telediarios o que jueguen con consolas, ordenadores, móviles o cualquier videojuego? Probablemente lo mejor será que experimenten una educación edificante dentro de su propio hogar y en el colegio.
Añadido a esto, desearía hacer hincapié en el factor cultural mencionado antes, un elemento que considero es influyente en la mentalidad de un niño que observa el mundo con ojos ávidos de aprendizaje.
Derechos del niño
El derecho fundamental de los niños a la educación lo contempla la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño.
Por desgracia, una educación adecuada no suele ser una realidad para muchos niños que viven en regiones como África Occidental y Central, donde casi el 80% de los niños de 10 años son deficientes en el aprendizaje, incapaces de leer y poder entender un texto simple, el porcentaje más elevado del mundo.
En Rusia, por ejemplo, el derecho a la protección está complicado. Los niños llenan orfanatos e internados. Y hay muchos que viven en la calle expuestos a la pobreza, la enfermedad y la violencia. También ocurre esto en nuestra Europa querida, sí, pero creo que el nivel de incidencia es mucho mayor en el país más grande del mundo.
¿Cómo imaginarías vivir en una sociedad de castas en la que tratan a cada persona en función de su edad, el sexo, el trabajo o la religión? Estoy hablando de la India, donde esto es una realidad incuestionable. Con la religión hinduista apareció también la separación de la sociedad por castas; todas las personas son asignadas a una clase social desde que nacen. Ello va ligado íntimamente a la familia, el empleo o la zona donde vives.
Es de suponer que esta situación ha de influir mucho en la visión del mundo que tenga un niño hindú.
Sin embargo y a pesar de que las diferentes clases sociales tienen que ver muy poco entre sí, existe un lapso de tiempo casi milagroso que transcurre durante el Holi Festival, cuando personas de diferentes clases se unen para disfrutar del poder de nubes de polvo colorido. Estos festejos simbolizan el inicio de la primavera y representan el triunfo del bien sobre el mal. Esta extraordinaria fiesta rebosa alegría y buenos deseos. Entre partículas de colores todos los ciudadanos son vistos como iguales, y la sociedad de castas queda aparcada durante varios días.
Valga este detalle como una muestra de que podemos vislumbrar una puerta abierta a la esperanza y lo razonaré un poco más tarde.
El mayor castigo para un niño en Japón es frustrar o avergonzar a su madre o a la familia con su comportamiento. Los padres japoneses siguen el principio de “aprender de los errores” al criar a sus hijos. Creen que a partir de los cinco años de edad es bueno para el niño conocer el mundo sin que participen los adultos.
El conocido como “Kodomo no Hi” es el Día de los Niños en Japón. Esta festividad se celebra todos los años el 5 de mayo, y es el último día festivo de la famosa “Semana Dorada“. A pesar de que en este día participan tanto niños como niñas, estas poseen su propio día festivo, el Hinamatsuri, el 3 de marzo. La idiosincrasia de cada cultura es un mundo.
En Kodomo no Hi, las familias rezan por la salud y el éxito futuro de sus hijos. Las calles, tiendas, restaurantes y hogares se engalanan con banderas tradicionales en forma de pez, de carpa en concreto, llamadas Koinobori. Las banderas simbolizan la vitalidad, el poder y el éxito en la vida, así como también la perseverancia.
Los japoneses asocian la carpa con los niños debido a la fuerza que realizan aquellas al nadar contra la corriente en los ríos.
Los colores que se utilizan están relacionados con los miembros de la familia: negro para el padre, rojo o rosado para la madre, y azul, verde o naranja para los hijos. También es costumbre que se cuelguen Koinobori en las famosas Torres de Tokio y en la gran torre Sky Tree durante esta fecha.
En otros lugares de nuestro planeta disfrutan del hermanamiento con la madre naturaleza de formas muy originales.
Mientras que en España corremos a casa cada vez que llueve, en Namibia la lluvia es una razón para festejar. Cuando la lluvia cae en Namibia, tanto adultos como niños corren a las calles a bailar y regocijarse entre las gotas y los charcos. Familias enteras se reúnen en patios y calles acogiendo con alegría la llegada de ese bien tan valioso como es el agua.
Pondré el último ejemplo de multiculturalidad en Canadá
Allí el sistema educativo no es nacional, sino que se divide por provincias, cada una con su propio plan de estudios. Intentan fomentar la igualdad, tarea difícil dada la división de territorios y las influencias históricas y sociales que han recibido sus ciudadanos.
Entre las tradiciones de las «Primeras Naciones», se encuentran las ocho historias únicas que cuentan la creación del mundo y de las primitivas tribus. Estos pueblos aborígenes se caracterizan por sus asentamientos urbanos que han perdurado hasta hoy, en pleno siglo XXI, con una jerarquización social compleja.
Los primeros habitantes del territorio que actualmente comprende Canadá fueron esas «Primeras Naciones», los esquimales y los métis. La cultura mestiza de los métis se originó a mediados del siglo XVII, cuando algunos europeos se unieron con aborígenes de las «Primeras Naciones». Los europeos llegaron por primera vez al continente americano cuando los vikingos se asentaron brevemente en L’Anse aux Meadows en la isla de Terranova allá por el año 1000.
Entre los colonos franceses de Nueva Francia, los canadiens se asentaron en el Valle de río San Lorenzo, mientras que los acadiens lo hicieron en las provincias marítimas actuales.
Los ingleses establecieron puestos de pesca avanzada en Terranova alrededor del año 1610 y asentaron sus conocidas Trece Colonias al sur. Nada menos que cuatro guerras intercoloniales estallaron entre 1689 y 1763. En 1713, la parte continental de Nueva Escocia quedó bajo dominio británico con el Tratado de Utrecht. Más tarde, con la firma del Tratado de París, Francia cedió Canadá y la mayor parte de Nueva Francia a Gran Bretaña.
La conocida como Crisis de Oka en 1990, da testimonio del primero de una serie de violentos enfrentamientos entre el gobierno y los grupos aborígenes que añade complejidad a una sociedad que muestra múltiples facetas para el desarrollo psicoafectivo de un niño.
Con esto intento resumir lo mejor que puedo la situación de diversidad cultural e histórica a la que me refería. En medio de ese maremágnum es donde los niños canadienses tienen que lidiar por un mundo mejor. Y esto sucede dentro de esa imagen de prosperidad y tranquilidad que rodea a esa floreciente nación.
Una puerta abierta a la esperanza
Me da la impresión de que no hay un verdadero propósito de que esto cambie. Los adultos no damos precisamente buen ejemplo para que los niños crean en un mañana más abierto a la esperanza. Pero me opongo a que se siga torciendo el camino y termine regresando a un punto de partida cada vez más primario, donde el poder ejerza con mayor eficacia el dominio sobre nuestras voluntades.
Creo que debemos luchar por defender nuestra voluntad frente a quienes pretenden adueñarse de la misma alimentando el control de nuestras emociones. Nos emociona contemplar escenas de niños sufriendo los embates de la guerra y nos indigna el abuso generalizado, pero esas escenas proceden de una fuente común y es que llegan siempre desde el mismo medio: la tele.
Nos sometemos a diario a una presión mediática que no veo que sea muy sana ni que sirva para nada edificante. Y es ahí donde me atrevo a asegurar que está en nuestra mano, la de padres y abuelos entregados a la defensa de nuestros hijos y nietos, rescatar un mundo que parece perdido y sin rumbo para devolverlo a los niños restaurado, al menos en parte.
El reto es mayúsculo, más que nada porque durante las últimas décadas me parece que vamos avanzando hacia un lugar donde el horizonte por ahora permanece difuso y quizá nos resulte más complicado explicar a los niños que esto puede mejorar y que aprendemos de los errores, que trabajamos para construir vida y esperanza, que cada nación del mundo pone todo su esfuerzo en contaminar menos, en pelearse menos los unos con otros, en cambiar el odio por un amor sincero.
Mientras que el materialismo y una competitividad mal entendida que fomenta la rivalidad sigan ampliando su influencia como modelos sociales, los niños entenderán cada vez con más dificultad a sus padres y abuelos, de quienes deben tomar ejemplo si deseamos dejar en sus manos un futuro mejor.
Sin embargo, hay una puerta abierta a la esperanza, un lugar casi mágico diría yo cuyo umbral podemos traspasar. Y lo lograremos con mayor o menor esfuerzo, pero manejando la nave de nuestro presente hacia un mañana iluminado por la voluntad de señalar el camino a estas generaciones de niños que se merecen todo el amor y la entrega que podamos darles. Y en esta tarea el coraje de los corazones es el motor que está detrás de esa larga aventura.
Esto es todo queridos amigos. Que alguien haga click en el corazoncito de más abajo si le ha gustado y dejad vuestro comentario que siempre es bienvenido.
Os deseo salud y suerte en la vida.
Nota: la imagen de portada que aparece en este post pertenece a Gerd Altmann en Pixabay.
AMAIA LARRREA
Posted at 12:31h, 30 eneroUn completo artículo y con muchos datos para reflexionar.
Yo también veo complicado el futuro para los niños de hoy.
En muchos casos se les educa de aspectos que el propio educador no tiene interiorizados.
Sin embargo no hay que perder la esperanza de que todo al final vaya bien.
Aplausos y Abrazo grande
Miguelángel Díaz
Posted at 20:59h, 18 eneroUnas reflexiones muy interesantes, Marcos.
Las miradas a realidades en las distintas culturas que nos ofreces muestran la creatividad y la variedad de formas de afrontar situaciones similares.
El problema es lo poco resoluble que es la situación en nuestro país por distintos motivos que van desde el poco aprecio por la cultura del esfuerzo que hay en nuestra sociedad o la falta de voluntad de entendimiento en la elaboración de leyes educativas.
Un fuerte abrazo 🙂
Merche
Posted at 10:21h, 18 eneroHola Marcos, un montón de historias en una para reflexionar sobre el futuro. Un abanico de diversidad cultural.
Un abrazo. 🙂
marcosplanet
Posted at 12:49h, 18 eneroMuchas gracias a ti, Merche. Si, es un abanico amplio de diversidad cultural a tener en cuenta a la hora de evaluar cómo sería la reacción entre los distintos niños del mundo ante una herencia como la que parece que vamos a dejarles.
Un abrazo.
Federico
Posted at 15:49h, 12 eneroNo soy muy optimista con el futuro qué deparará a nuestros hijos. Espero que llegue un momento en el que nos demos cuenta que hay que buscar soluciones. Saludos
marcosplanet
Posted at 07:32h, 13 eneroEl problema es si cuando lo intentamos será demasiado tarde, porque no dependemos de nosotros los «normales» para ello, sino de aquellos que manejan el el mundo.
Saludos.
Ana Piera
Posted at 14:29h, 12 eneroHola Marcos, una muy completa y profunda reflexión sobre un tema importantísimo. Creo también que el reto es enorme, nos jugamos el futuro del planeta en ello.
Muy interesantes todos los datos que nos presentaste de las diferentes sociedades y formas de ver la vida y la educación de los más chicos.
Te dejo un abrazo.
marcosplanet
Posted at 14:42h, 12 eneroMuchas gracias por tu opinión y el tiempo empleado en leerme.
Un abrazo fuerte.
Io
Posted at 01:00h, 11 eneroMadre mía Marcos, porque no fuiste mi profesor de historia????…..todo lo que hubiera aprendido contigo!
Me ha fascinado conocer de tu mano, tanta diversidad cultural que desconocía, Impresionante reflexión nos dejas….
Aunque en los tiempos que vivimos las tradiciones, costumbres, moral, educación …..se ven alteradas por la influencia de la información vía pantalla, tengo la esperanza de que entre todos, independientemente de las culturas podamos dejar un mundo mejor a nuestros descendientes, algo así como el Holi Festival de la India, dónde no sea una utopía y todos nos respetemos, seamos iguales y tengamos las mismas oportunidades y sobre todo respetemos y cuidemos nuestro planeta.
Gracias Marcos por esta reflexión
marcosplanet
Posted at 14:46h, 12 eneroTener todos las mismas oportunidades, como ves en el artículo, es algo difícil dada la diversidad cultural con las costumbres y normas sociales tan distintas como hay en el mundo. Pero se trata de intentarlo al menos.
Muchas gracias por tus alentadoras palabras, Io.
Un abrazote.
Marifelita
Posted at 16:31h, 10 eneroMuy interesante tu articulo, que no deja indiferente e invita a la reflexión! Un abrazote!
Anónimo
Posted at 11:00h, 10 eneroCoincido en casi todo los aspectos de tu exposición. Una buena reflexión para comenzar el año con ‘nuevos horizonte’ abiertos a la esperanza. Que cada cual aporte su granito de arena para de verdad comenzar a construir un mundo mejor que dejar a las generaciones venideras.
Saludos!
lady_p
Nuria de Espinosa
Posted at 02:11h, 09 eneroHola, Marcos.
Impresionante historia, llena de reflexiones que no dejan indiferente.
«,Los niños aprenden más de lo que ven, reciben, sienten e imitan»
L familia suele ser un ejemplo de educación y respeto;
Pero cuando salen de su entorno se encuentra con un mundo muy diferente.
A través de los ojos de los niños todo es muy distinto, y en ellos debemos enfocar nuestra esperanza.
Un relato donde diversas culturas emergen entre si, con la esperanza de que los niños sean la puerta hacia un mundo mejor.
Me encantó.
Un abrazo
Jose Ant. Sánchez
Posted at 20:41h, 08 eneroHola, Marcos.
Impresionante despliegue de historia, tradiciones y, sobre todo, reflexiones.
De entre todas, me temo que resalta la del ejemplo. Los niños aprenden más de lo que ven, reciben, sienten e imitan.
En muchas casas, la familia es un magnífico ejemplo de educación y respeto; sin embargo, en cuanto salen por sus puertas se encuentran un maremágnum difícil de digerir. Las escuelas andan algo perdidas, los amigos no suelen ser los mejores maestros, los medios han dejado de informar para «malformar» y las «nuevas» redes sociales son volcanes dispuestos a verter demasiada basura en forma de lava ardiente.
A pesar de todo, me quedo con toda esa esperanza y optimismo que nos has mostrado a través de los niños del mundo, sin importar procedencia, tradición, religión o malvivir, Creo que siempre intentarán cambiar gracias a su rebeldía, su corazón sin mancha y sus ojos más allá del horizonte.
Me encanta la forma en que nos has mostrado todas estas culturas, tan distintas pero, en el fondo, tan parecidas. En todas, la esperanza del futuro está en las manos y la mente de los niños.
Muchísimas gracias por esta meditación exhaustiva e ilusionada. Tenemos tanto que cambiar y tanto que inculcar a nuestros niños que ¡Todo es posible!
Abrazo grande, cálido y alentador.
marcosplanet
Posted at 15:26h, 09 eneroMuchas gracias por tu comentario tan edificante, José Antonio. Me quedo especialmente con tu frase:
«La esperanza del futuro está en las manos y la mente de los niños».
Y en nosotros está colocar en las manos de ellos la semilla de la esperanza.
Un fuerte abrazo.
María Pilar
Posted at 18:20h, 08 eneroUna muy buena reflexión, Marcos, con un broche final esperanzador. Ojalá se cumpla, al menos eso.
Un abrazo!