Instantes de felicidad. Vegas de Orandi y Comeya

 

En la época en la que hice mis viajes por el país más bonito del mundo que es España, pude comprobar que somos muy afortunados. Vivimos en un entorno donde la naturaleza se ha expresado en todo su esplendor repartiendo una poesía eterna que cubre con un manto de luz y mil colores nuestras montañas, vegas, planicies y valles.

Quizá cuando la gente emprende un viaje lo planifica para intentar ver mucho, lo que sea, ya se trate de parajes de montaña, costa, ciudades históricas o pueblos de sabor medieval. El plan de ruta, si lo hay, exige al que lo lleva a cabo unos horarios y cumplir con unas obligaciones que lo atan sin remisión a un estrés nada aconsejable.

Por eso escribo estas palabras con el título “Instantes de felicidad”, para intentar estimular experiencias de vida que quepan en nuestra memoria por haber sido vividas desde la contemplación. Ya sea practicando senderismo, recorriendo las calles históricas de nuestras ciudades y pueblos o conociendo el interior de nuestras bellísimas catedrales, iglesias o colegiatas, el hecho de detenerse a contemplar lo que te rodea potencia el disfrute del momento.

Basílica de Santa María la Real, Covadonga, Asturias

Santuario de Nuestra Señora de Covadonga y cascada procedente del río Las Mestas en la vega de Orandi

Un paisaje inolvidable

 

Si además conseguimos vencer la tentación de hacer mil fotos y logramos reducir ese número obtendremos un valor añadido para nuestros sentidos. Son momentos de solemnidad, de darte un respiro para captar las esencias que te rodean. Si estás en el interior de una iglesia es bueno sentir el olor del ambiente, que puede traernos al olfato vestigios de un sahumerio de plantas aromáticas o de incienso quemado en grano desde tiempos inmemoriales que ha fijado su esencia sobre columnas y muros interiores.

Recuerdo mi camino por Asturias rumbo a los lagos de Covadonga, en el concejo de Cangas de Onis. Las Vegas en los Picos de Europa son áreas fértiles típicas de esta región, como la vega de Orandi. Cuando comenzamos la ascensión por el monte Auseva desde el Santuario de Nuestra Señora de Covadonga, disfrutamos contemplando la perspectiva cambiante sobre las laderas del precioso monte.

Son estos los momentos de contemplación que invocamos, son actos de complicidad contigo mismo que te permiten almacenar sensaciones únicas. Acabas embebido en la espesura del hayedo del Auseva junto a los castaños y los avellanos sintiéndote un ser vivo más junto a todos los que pueblan el lugar.

En la vega de Orandi pastan los típicos caballos asturcones, que nos permiten acariciarlos sin más. Todo un placer.

 

Otro hito del camino después de atravesar pastizales y rocas fue llegar hasta un abrevadero de vaquitas que disfrutaban de un día más en sus tranquilas vidas. Aprovechamos para extraer de la mochila un tentempié y nos entregamos a un descanso breve. Observamos el precioso panorama que se abría ante nosotros desde el abrevadero.

A esta altura (entre 800m y 1.500 m) los Picos de Europa están poblados por líquenes, frondosos bosques de hayas, robles y acebos. Por debajo de los 400 m empiezan a aparecer castaños, fresnos, alisos, o abedules. Extensas praderas exhiben sus pastizales refulgiendo de verdor.

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Entre la fronda de las vegas en los Picos de Europa no es raro avistar algún rebeco mientras surcan el cielo color turquesa las águilas reales dominando los contornos del valle. Más de un zorro se refugia entre las escarpaduras de los Picos, conviviendo a su manera con otras especies como la marta o el jabalí. Y allá en los riscos, las águilas defienden su hábitat frente al azor antes de abalanzarse este sobre las perdices.

Picos de porte singular como el Cantón del Texu y el Jascal atraen nuestra atención dibujando un relieve sinuoso sobre el horizonte. Un poco más allá nos espera la vega de Comeya, una extensión totalmente plana y encharcada donde las vacas pastan de forma apacible. Tras la aventura de cruzarla y subir hacia el túnel del Furacón que discurre por el interior de la montaña, alcanzaremos “El escaleru”, peldaños de roca que nos conducirán hacia una reserva de la Biosfera: los lagos Ercina y Enol.

 

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Vega de Comeya. Vista desde la entrada al túnel del Furacón

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Vistas del lago Ercina, Reserva de la Biosfera

 

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Es por eso que debemos dar las gracias por poder ejercer la contemplación sin prisa alguna en un momento y un lugar tan lleno de atractivo, donde el paisaje, la riqueza del aroma que flota en el ambiente y la capacidad de hipnotizarnos que tienen entornos mágicos como este quedarán grabados en nuestra memoria de forma indeleble.

Y aquí nos despedimos hasta el próximo instante de felicidad.

Que disfrutéis de la vida.


 

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Nota: todas las imágenes que aparecen en este artículo son de mi propiedad.

15 Comentarios
  • A dónde viajar
    Posted at 12:29h, 04 septiembre Responder

    Pero que lugar tan bonito, en las fotos se respira mucha paz, tiene pinta de ser el lugar de desconexión perfecto.
    Como siempre, los picos de Europa no defraudan.

    Saludos!

  • Miguel Ángel Díaz Díaz
    Posted at 18:55h, 09 agosto Responder

    Hola, Marcos.
    No es sólo el placer que nos haces al disfrutar de estos paisajes que nos traes. Casi más importante son las reflexiones que nos invitan a disfrutar de cada lugar que visitamos con todos los sentidos. Es un placer leerte y asociar esas reflexiones con las nuestras.
    Un fuerte abrazo 🙂

    • marcosplanet
      Posted at 09:26h, 10 agosto Responder

      Me anima mucho que te expreses así, Miguel Ángel. Me hace mucho bien encontrar comentarios como el tuyo y estoy más que satisfecho al comprobar que disfrutas leyendo lo que cuento.
      Otro fuerte abrazo para ti.

  • Io
    Posted at 14:42h, 06 agosto Responder

    Que bonitos recuerdos me has traído con tu ruta… absolutamente impresionante la subida a los lagos, con tantas curvas y ganado en medio de la carretera jajajaja, toda una experiencia surrealista que queda, con creces, compensada con tanta belleza.
    Estoy totalmente de acuerdo contigo Marcos, en que los viajes hay que planificar algunos sitios para ver, pero sin prisas, ni horarios, dedicando a cada momento el tiempo que necesites para disfrutar con todos los sentidos de la belleza del camino, de la amabilidad de sus vecinos, de la puesta de sol, de la cascada, arroyo, ría hielo…. que nos atrapa y relaja, con el olor de puchero que recibe tu olfato y tu paladar saliva por probarlo jajaja, con las vistas que son tan bonitas que no parecen ni reales….. Como tú muy bien dices..Un viaje es de los buenos cuando lo disfrutas con todos los sentidos.
    Un beso enorme marcos

    • marcosplanet
      Posted at 11:04h, 07 agosto Responder

      Me ha embelesado tu comentario, Rocío. Has sabido apreciar todo lo que pretendo comunicar en mis escritos sobre los lugares que visito. Me anima mucho leerte.
      Un beso muy fuerte, Io.

  • Federico
    Posted at 10:10h, 05 agosto Responder

    Subí hasta los lagos de Enol. A mí mujer no le gustó tanta curva pero mereció la pena. Saludos

  • Mayte López
    Posted at 21:43h, 30 julio Responder

    Los Picos de Europa los he recorrido y disfrutado mucho. Hoy, gracias a tu estupendo artículo, he vuelto a disfrutarlo con los recuerdos y a través de tus fotografías. ¡Qué gran paraíso! Gracias por compartirlo. Saludos.

    • marcosplanet
      Posted at 16:48h, 03 agosto Responder

      Muchísimas gracias, Mayte. Ya sabes que valoro mucho tus impresiones sobre mis artículos y me alegra mucho leerlas.
      Saludos!

  • Rosa Fernanda
    Posted at 16:11h, 28 julio Responder

    Se dice que una imagen vale más que mil palabras, pero creo que aquí, va as ser lo contrario,.es decir… una palabra vale más que una imagen….

  • Ángel Moya López
    Posted at 23:47h, 25 julio Responder

    Que bonito lo haces todo
    Tus palabras son luz que te lleva de la mano por esos parajes llenos también de luz como tu

    • marcosplanet
      Posted at 10:12h, 27 julio Responder

      Muchas gracias Ángel. Me alegra que te hayas pasado por aquí. Anímate a seguir haciéndolo.
      Un abrazo fuerte.

  • Arenas
    Posted at 16:03h, 25 julio Responder

    Saber detenerse a contemplar es, en efecto, la quintaesencia de un buen viaje. Centrarse en un pequeño espacio, y no pretender visitar todo como un loco, es siempre lo más recomendable.
    Si quieres abarcar demasiado, la experiencia va a ser un perfecto fracaso.

    • marcosplanet
      Posted at 19:00h, 25 julio Responder

      Así es, querido Antonio. Pararse y detener el tiempo es la clave. Se disfruta de verdad.

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