12 Nov La sorpresa enterrada
Los cuatro hermanos vivían en una hacienda en el campo manchego próximo a la localidad de Porzuna, provincia de Ciudad real. Un día especialmente soleado, Marc decidió darse una vuelta por la florida pradera que se abría en mil colores frente a la casa rústica haciendo contraste con la blancura de sus paredes, las tejas anaranjadas de la cubierta, tan típica de la zona, y el azul de los frisos de esas que fueron antiguas casas de labor.
En su afán por encontrar objetos metálicos de toda clase para aumentar su colección, Marc decidió usar su detector de metales como entretenimiento añadido al paseo.
Pensó que además ya era hora de cambiar de ruta y tomó la senda antigua, que había quedado difuminada por la maleza después de tantos años de estar en desuso. Junto al almendro de la primera curva de un camino cubierto de hierbajos y esparragueras, Marc escuchó el pitido característico de su detector.
–¡Vaya! Parece que aquí debajo hay algo grande ¡Eh, chicos! Mirad esto.
Míriam, Marc, Robin y Tino habían rebasado con creces la edad dorada de los cincuenta. Solían reunirse en la finca los fines de semana para disfrutar de aquella hacienda entrañable que sus padres habían adquirido hacía ya cincuenta años. Pero aquel día iba a quedar grabado para siempre entre sus recuerdos.
–¿Qué pasa, Marc? ¿Ya has encontrado el tesoro que nos hará ricos? –bromeó Robin.
–Ya, ya, lo que hay ahí debajo es una lata vieja, de cerveza seguramente –comentó Tino con la sorna de la que siempre hacía gala.
Marc permanecía callado. A medida que iba excavando sus ojos iban expresando una sorpresa creciente.
–Parece… es… no puedo creerlo… –consiguió decir el explorador de metales.
–A ver si has dado con la colección de lingotes de oro que enterré hace años –indicó Tino en tono sarcástico.
Robin y Míriam sonrieron mientras se acercaban al hueco que estaba abriendo Marc.
–Chicos, hay que traer las palas y al menos un pico para… –intentó explicar Míriam.
–¡Nada de eso, ni se os ocurra! – exclamó Robin alarmado. ¿Estáis viendo lo que yo?
–Sí, hermanito –afirmó Tino recién incorporado al grupo junto al hoyo.
–¡Es una bomba! –gritó Marc sobresaltado–. Increíble, aquí en nuestra finca…
–No toquéis nada –advirtió Robin–. Estos cacharros de la guerra civil pueden activarse en cualquier momento, aunque hayan pasado más de ochenta años como es el caso.
Los cuatro hermanos quedaron paralizados mirando absortos el hallazgo.
–Esta es una bomba clásica dentro de las «bombas de hierro» o explosivos no guiados transportados por una aeronave, que van de los 50 kg a los 250 kg –explicó Tino–. Si se detona no quiero ni pensar en las consecuencias.
–Eres una fuente de saber–indicó Míriam–, pero creo que debemos llamar al 112 ¡ya!
–Es lo mejor, desde luego –confirmó Robin. Marc seguía absorto observando el descubrimiento. La bomba mediría al menos un metro y parecía muy gastada por el tiempo y la humedad.
–Aquí en el subsuelo el agua es calcárea, con lo que es muy probable que el metal esté atacado por el óxido de calcio. Yo no me preocuparía tanto si es que el mecanismo interno está inutilizado.
–Ya, pero antes de jugar a la lotería con este cacharro del demonio hay que llamar al 112 y que el ejército o un experto venga a desactivar este regalito –comentó Tino con fina ironía.
» Lo más probable es que contenga una carga explosiva intacta –continuó–. Seguro que está equipada con una variedad de fusibles, algunos podrían detonar inmediatamente, otros con mecanismo de retraso o con algún tipo de trampa.
–Pues un simple roce de la pala sobre la bomba o el fusible puede causar una debacle, creo yo ¿no os parece? Dejemos de especular y llamemos a emergencias. ¡Ya está bien! –protestó Miriam.
En ese momento Marc resbaló con un terrón de hierba y raíces que contenía una gran piedra. Los hermanos temblaron ante el hecho de que ese peso pudiera caer sobre la bomba semienterrada.
Miriam se llevó las dos manos a la cara, espantada.
Robin sintió que el estómago se le encogía como si hubiera recibido un puñetazo en el vientre.
Tino agarró del brazo a Marc y este retrocedió ante lo que podía suceder en cualquier momento.
Un silencio total rodeó al grupo de osados. La tensión podía cortarse en el aire que respiraban….
Pero nada pasó. Marc se atrevió a asomar su congestionado rostro sobre el agujero. Una sonrisa lo iluminó ampliamente y señaló con un dedo tembloroso hacia el temible artefacto.
–¡Mirad, hermanos, mirad esto!
Pasados unos segundos todos sonreían. La bomba acababa de desmoronarse por entero debido a la corrosión, la humedad alcalina y el efecto de ochenta años de deterioro imparable.
El explosivo se había transformado en un montón de herrumbre. Una sensación de creciente alivio invadía a todos los presentes.
–A ver, cuidado porque debemos asegurarnos de que no ha quedado ni rastro de ese artefacto diabólico. Llamamos a los expertos y que procedan –aclaró Marc.
Al cabo de tres horas aquella parte del terreno quedó peinada por los artificieros de la Guardia Civil con el mensaje feliz para los hermanos de que nada debía preocuparles.
–Vamos a celebrar esta aventura con un buen vino –anunció Robin con evidente euforia.
En cinco minutos improvisaron un ágape de varias delicias regadas con una botella de “Los Intocables Black Malbec”, un tinto de uvas Malbec que acompaña a la perfección a una buena pechuga de pato con guisantes y cuscús.
–Marc, estás muy callado, –dijo Robin mientras cortaba lonchas de un exquisito queso de oveja manchego.
¿Sabéis qué? Es posible que haya más artefactos como este en todo el terreno que tenemos. Son treinta hectáreas.
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Pues esta es mi aportación al reto del relato de los jueves. Este lo ha organizado Mari en su estupendo blog. Se titula:
Etiquetas de vino
La idea es elegir una de las opciones que nos inspire esta imagen o el nombre de los vinos:
Debe aparecer en el relato una de las etiquetas. El texto puede hacer referencia a los vinos o no necesariamente. Las normas se encuentran aquí.
Nota: todas las imágenes de este post incluida la portada las he configurado con la ayuda de la página bing.com/images/create/ excepto la imagen del final del post, publicada por Mari en su blog.
Federico Agüera Cañavate
Posted at 22:01h, 23 noviembreHe leído que se siguen encontrando artefactos explosivos de la guerra civil, sobre todo en las zonas donde hubo un frente. En efecto, si se encuentra alguno hay que llamar inmediatamente al 112. Saludos
marcosplanet
Posted at 20:53h, 24 noviembreAsí es, Federico. Esos restos tan peligrosos del pasado deben ser tratados con cuidado extremo.
Saludos!
Mercedes
Posted at 21:11h, 18 noviembreUUy, qué miedoooo… Tendrán que usar el sónar para saber si hay más bombas… porque hay mucho peligro con esas bombas si explotan a pesar de los años…
Saludos cordiales.
El Demiurgo de Hurlingham
Posted at 00:59h, 16 noviembreQue sorpresa tan deagradable.
Como para morirse de un susto, si no se morían por la explosión.
Pero la humedad y el paso del tiempo anularon a las bombas.
Y podría haber más.
Así que es para brindar el seguir vivos.
Saludos.
marcosplanet
Posted at 20:05h, 17 noviembreEso es, mejor celebrar que lamentar, pero también está el prevenir.
Saludos
Anónimo
Posted at 22:39h, 15 noviembreTerribles las consecuencias de las diferentes guerras que han dejado sembrados artefactos explosivos, de los que han quedado mutilados o muerto a consecuencia de ello, tanto adultos como niños, que jugando sin saber se denotaron dichos explosivos.
Tu historia es muy buena, me ha gustado mucho y ese final que te deja con las dudas.
Un abrazo.
PATRICIA F.
Tracycorrecaminos
Posted at 13:08h, 15 noviembreMe has tenido intrigada hasta el final ,con la dichosa bomba. Incluso creí que el relato era del jueves anterior, al final me he dado cuenta que el vino lo habías dejado adrede por el final.
Muy bien
marcosplanet
Posted at 14:11h, 15 noviembreSii, así es. La última sorpresa era el Malbec.
Gracias por comentar.
Un abrazo Tracy.
Celia Martín
Posted at 11:17h, 15 noviembre¡Qué historia tan atrapante! La descripción del paisaje manchego es genial y te transporta directamente a la escena. Me encanta cómo cada personaje tiene una personalidad marcada en un relato tan corto. El giro del descubrimiento de la bomba es inesperado, y el desenlace ofrece un alivio muy bien logrado. ¡Una mezcla excelente!
marcosplanet
Posted at 14:13h, 15 noviembreMuchísimas gracias, Celia. Me anima mucho que te pases por el blog. Me encanta que te hayan gustado la historia y los personajes.
Saludos!!
gabiliante
Posted at 18:45h, 14 noviembrePues no sé yo si es buena noticia. con que no explotara era suficiente. Aunque esas cosas igual no pueden venderse. Hay coleccionistas para todo.
Original y sorprendente relato para el tema.
Abrazoo
marcosplanet
Posted at 21:26h, 14 noviembreMuchas gracias por tu opinión constructiva, Gabiliante.
Un abrazo.
Anónimo
Posted at 11:10h, 14 noviembreLa verdad es que no es la primera vez que sucede algo así y acaba de peor manera. Menos mal que los protagonistas fueron precavidos. Buena aportación! Un abrazo!
marcosplanet
Posted at 21:26h, 14 noviembreSigo sin saber quién eres, pero muchas gracias, Anónimo.
Rosa Fernanda Sánchez
Posted at 11:02h, 14 noviembreConozco el escenario que describes, y no me.extraña nada que existan artefactos como la bomba y otros…
Hay historias sorprendentes en esos parajes, que darían para algún relato más, ..sobretodo contado por ti
marcosplanet
Posted at 21:27h, 14 noviembreSii, puede haber una continuación, Rosita. Veremos…
juan de Marco
Posted at 02:19h, 14 noviembreLa curiosidad podría haber matado al gato, corrieron con suerte, en cuánto al Malbec es un vino bien escogido para este tipo de comidas, acompaña muy bien las comidas «pesadas» (grasas) tanto como las masas e interiores, quizás no sabían tanto de bombas como de vinos….
marcosplanet
Posted at 21:31h, 14 noviembreEl Black Malbec posee color violáceo profundo, con matices negros.
Sus uvas Malbec logran un vino de muy agradable sabor y largo final, para todo tipo de guisos…
Neogeminis
Posted at 00:18h, 14 noviembreY yo que esperaba que encontraran monedas o algún otro tesoro conservado bajo tierra! Una bomba! Qué terrible! Y no suena tan poco probable dada nuestra historia bélica acumulada como especie. Buen vino para celebrar después de la aventura, Marcos. Un abrazo
marcosplanet
Posted at 21:34h, 14 noviembreSi, si, el Malbec creo que es una buena elección. Los restos bélicos son como una espada de Damocles…
Abrazos.
FERSILCHA
Posted at 16:37h, 13 noviembreMuy…muy de actualidad…la prevención es algo que nunca…nunca debe dejarse al azar…final feliz peero el ágape pudo quedarse en una auténtica tragedia…moraleja…nunca dejes al azar lo que tú puedas arreglar. Bonito y reflexivo relato. Felicidades MARCOS
marcosplanet
Posted at 21:40h, 14 noviembreBueno, creo que los cuatro son responsables y harían un despliegue de búsquedas por toda la propiedad para prevenir riesgos.
Muchas gracias.
Mari
Posted at 00:00h, 13 noviembreUfff menos mal que la corrosión había hecho su efecto jajaja Que mejor que festejar seguir allí que con un buen vino… Muy buena historia e interesante! Ya subí tu relato! Besos por ahí!
marcosplanet
Posted at 21:42h, 14 noviembreMuchas gracias por tu tiempo y por la convocatoria.
Un abrazo!
Campirela_
Posted at 22:07h, 12 noviembreNo es extraño que se vieran bombas de la guerra civil, y el que juega a encontrar metales, pues se ve con estas sorpresas..
De todos modos les gusta el riesgo.
Y muy bien celebrado con ese buen vino y ese pato. Un saludo, Marcos.
Nuria de Espinosa
Posted at 19:20h, 12 noviembreHola Marcos, creo que se te fue un poco la extensión, pero el relato está muy bien narrado. El final no lo esperaba, complicado si todo el terreno está lleno de artefactos. Un abrazo
Io
Posted at 17:14h, 12 noviembreQuerido Marcos,
Creo reconocer a esos 4 protagonistas, aunque me falta el nombre de Anselmo jejeje.
Esas 4 personas que me vienen a la cabeza, también han disfrutado mucho cuando se reunían y ambos eran buenos amantes
de las cosas sencillas y la buena gastronomía.
Ahora te digo una cosa……..prefiero encontrarme una estrella en el jardín a una bomba.
Un fuerte abrazo