28 May MEDINA AZAHARA. LA CIUDAD BRILLANTE
CÓRDOBA MILENARIA, EPISODIO II.
Medina Azahara, la fastuosa ciudad cargada de misterio que Abd-al Rahman III ordenó edificar a los pies de Sierra Morena, se asienta a ocho kilómetros de la capital, Córdoba.
Según el historiador Al Maqqari, eran tan blancos los palacios de Medina Azahara que el contraste con el verde oscuro de la vegetación circundante molestaba a Abd al-Rahman.
Así pues, Abd al-Rahman hizo talar los árboles plantando en su lugar almendros e higueras, especies ensalzadas en los escritos de los poetas y que aportaban tonos más suaves al entorno. Al florecer los almendros en primavera, tapizaban la ciudad como rosadas nubes de algodón.
La urbe se dividía en tres terrazas protegidas por una muralla, con el Alcázar real en la zona superior. Debajo se encontraban las viviendas y la mezquita.
Aparte de la zona alta Dar al-mulk o «morada del poder» dotada de lujosísimas habitaciones privadas, las construcciones más destacables eran: la Casa Real, la Casa de los Visires, las dependencias del Ejército, la Casa de Yafar, la mansión del Príncipe, el Pórtico Oriental, el Salón de Abd al-Rahman III y el Salón Rico.
Madinat al-Zahra, la “ciudad brillante”, levantada en el siglo X para oficiar como capital del Califato, constituye por méritos propios un incomparable enclave palaciego. Envuelto por las faldas de la sierra cordobesa, fue llamado “Monte de la novia”.
Medina, la ciudad bella,
destaca en medio del valle como la perla de Bizancio que lucía en el Salón Rico rodeada por el destello de metales nobles, de marfil y ébano. Capas de oro grueso y mármol recubrían los techos de estancias principescas, como el salón llamado Alcázar de los califas.
El enorme edificio basilical de la foto constaba de cinco naves longitudinales y una transversal, separadas por arquerías. Se cree que aquí esperaban las embajadas antes de ser recibidas por el califa.
Diez mil personas trabajaban a diario en la construcción, rematada con acabados en mármoles violáceos y rojos, oro y piedras preciosas, acompañados de muestras de arte bizantino.
Sobre los arcos de las bóvedas, las piedras mostraban un contraste en blanco y rojo que aún se aprecia. Las columnas eran decoradas con placas de mármol labradas con filigranas imitando árboles de la vida en relieve, con motivos en la parte superior que representan las estrellas en el firmamento.
El recinto albergaba baños públicos y estaba abierto al precioso Jardín Alto
La alberca del Salón Rico ha dejado una huella de leyenda porque su contenido no era agua sino mercurio, cuyos destellos de arco iris inundaban todo el recinto. En un lateral de los jardines de «La casa de la alberca» se alzan tres arcos de herradura con alfiz sobre columnas y alrededor de los jardines se disponen las casas de los nobles. Todo ello siguiendo la fastuosidad de un recinto diseñado para que los visitantes quedaran deslumbrados por el poder y autoridad del califa.
En algunas superficies de los edificios más nobles se empleó un tipo de caliza violácea. Esta conseguía un magnífico efecto visual junto a los muros estucados en blanco y decorados con motivos en color rojo almagra. La ciudad llegó a albergar más de 4.000 columnas de mármoles de la Sierra cordobesa, rosados y azulados.
El suelo del alcázar del Califa estaba cubierto con baldosas de rico mármol coloreado que aún se pueden apreciar
Sus fastuosas dependencias albergaron los mayores tesoros de la época. Un ejemplo es la gran perla del emperador León III de Bizancio que el califa dispuso en el techo de su Salón Dorado.
La urbe terminaba en huertos abiertos a la dehesa
Junto a las palmeras e higueras se enriquecían los sentidos con la presencia de jazmines, azucenas, rosas y naranjos. Conjuntos de nenúfares embellecían charcas y albercas. Los parterres se sembraban con anémonas, que por la variedad de especies ofrecen su flor en todas las estaciones.
Los miembros más importantes de la ciudad aparte del califa eran su primogénito y sucesor, el futuro al-Hakam II, y el personaje más poderoso de la administración, Yafar al-Siqlabi. Este fue un eunuco que orquestaba una complicada red de colaboradores que controlaba los engranajes del califato.
Habían transcurrido unos 75 años desde su edificación cuando tuvo lugar la Guerra Civil en Al-Andalus que supuso el colapso del Califato de Córdoba y la aparición de los primeros reinos de taifas. La lucha dejó sólo escombros en Medina.
La reconstrucción completa de Medina Azahara es un imposible
Diseminadas por todo el orbe se encuentran joyas que la adornaron, como la arqueta de plata de la catedral de Gerona. Otro ejemplo son el pequeño león hallado en tierras de Palencia que hoy se encuentra en el museo de El Louvre, o el pavo real que le hace compañía. También el grifo de Pisa, y la estatuilla del Museo del Barguello en Florencia. Labores y filigranas perdidas en la Historia.
En la crónica antigua se comentaba que Medina Azahara contaba con más de tres mil cuatrocientas columnas, en marfil y ébano, poseyendo los arcos riquísimas inserciones de oro y piedras preciosas que los cubrían como un estrellado manto. Más de quinientas puertas protegidas por planchas de bronce bruñido daban paso a sus estancias. Los muros que revestían el Salón del Trono estaban tapizados de mármoles azúreos y jaspes transparentes como el cristal. Había filigranas de mosaicos engarzadas en paramentos brillantes embellecían los techos, cubiertos con tejas de oro y plata y un espejeante conjunto de perlas pendían de las hermosas bóvedas.
Igualmente podía disfrutarse de un ambiente tranquilizador para el espíritu
gracias a una suerte de fuentes y acequias que multiplicaban el tintineo de las aguas de treinta y ocho modos diferentes. Esto dependía del modo en que se quisiera enaltecer o sosegar el ánimo y el califa dedicó una estancia especial del palacio a la exhibición, en una gigantesca jaula, de los pájaros más exóticos.
La urbe de Medina terminaba en huertos abiertos a la dehesa
Junto a las palmeras e higueras se enriquecían los sentidos con la presencia de jazmines, azucenas, rosas y naranjos. Conjuntos de nenúfares embellecían charcas y albercas. Los parterres se sembraban con anémonas, que por la variedad de especies ofrecen su flor en todas las estaciones.
La ciudad brillante fue una urbe de referencia en el siglo X, concebida como sede del gobierno del califato y como palacio residencial, dotada de una organización civil y militar compleja. Ante todo, constituyó el símbolo de la independencia de los Omeya frente a los otros califatos islámicos, el de Damasco y el de Egipto. Una muestra de poder en la que Abd al Rahman, primer califa Omeya de Córdoba, se proclama máximo dirigente político y religioso del islám, príncipe de los creyentes.
Mapa: Té y kriptonita
Abd al Rahman III reinó durante cincuenta años de los sesenta que duró su vida y dio esplendor al desarrollo cultural y social, reparando las heridas que arrastraba el emirato cordobés debidas a numerosas rebeliones de tiempos anteriores. El califato se estableció en 929 en plena Edad Media, terminando con el estallido de la guerra civil en el 1009. En él convivieron islamismo, cristianismo y judaísmo, en una extensión de 505.000 km cuadrados.
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GASTRONOMÍA EN CÓRDOBA y en Medina
Para primer plato en los crudos inviernos es muy conveniente alimentarse con cocinados un poco más contundentes de lo habitual, como estos que siguen:
Un jugoso cocido muy propio de tierras cordobesas es la olla cordobesa, próxima a los cocidos andaluz y castellano. El potaje de habichuelas «Amonás» o Los garbanzos de Cañete de las Torres son muy famosos. Entre las frutas se tienen las preparaciones con naranjas como el remojón (una especie de fantasía de gazpacho), igualmente las denominadas «naranjas picás en tierra».
Olla cordobesa
Habichuelas Amonás
Receta sencilla para las habichuelas Amonás (dos comensales) para degustar en Medina:
– 1 vaso de habichuelas amonás o jamonás, es decir, judias pintas o rojas
– 1 cacho de pimiento verde
– Media cebolla
– 1 tomate
– 1 diente de ajo
– 2 hojas de laurel
– 2 patatas pequeñas
– 1 poco de chorizo
– 1 trozo de morcilla
La elaboración la tenéis en Olor anadaluz potaje
Las Naranjas «picás en tierra» de Medina llevan estos ingredientes (4 comensales):
– 4 naranjas de mesa grandes – 2 ó 3 ajos – 2 cebolletas tiernas – 4 latitas de atún en aceite bien escurridas – Aceite de oliva virgen extra.
La elaboración está en: Naranjas picás
El Rabo de toro estofado no es un plato graso sino muy proteico, y lleva estos ingredientes:
Rin ran de bacalao en Medina
Se prepara con: Tomates, Pimientos asados, Aceite de oliva, Ajos, huevos cocidos y Bacalao asado. Según la región, unos añaden ajo machacado, cominos o ñoras. La preparación se encuentra en: Bacalao Rin-Ran
Finalmente, nos despedimos desde marcosplanet para convocaros al siguiente reportaje por las medinas de nuestra amada Andalucía. Os esperamos!!
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Anónimo
Posted at 16:47h, 09 junioHermoso lugar, muy bien cubierto, un gran paseo, gracias por él, un abrazo