23 Oct Parálisis colectiva. Episodio 2
Publico aquí el episodio 2 de esta mi nueva novela titulada «Parálisis Colectiva». Dejad por favor vuestro comentario en la sección correspondiente.
Resumen del Episodio 1
Un extraño mal está produciendo millones de muertes en todo el planeta Tierra. Las personas yacen inmóviles sobre las calles, lugares de trabajo, domicilios, escuelas, residencias y hospitales de cualquier lugar del mundo. El mal consiste en la paralización del movimiento hasta que los cuerpos caen al suelo, incapaces de sostenerse. (Ver episodio 1).
Los gobiernos intentan hacer frente a este escenario, pero la situación ha llegado al borde de la catástrofe. Unidades policiales y de los distintos ejércitos han sido desplegadas por todos los territorios poblados del planeta. Intentan aplacar la ira de multitudes enfervorecidas por la angustia ante el desconocimiento de lo que está pasando.
Carmen Estepa es investigadora especializada en obtención de vacunas, muy apreciada en Coral farmacéutica, la empresa donde trabaja. Colabora estrechamente con Kwan Yung, miembro del equipo científico del Centro de investigaciones bioquímicas Almavita, una empresa estatal de Corea del Sur.
En España, el Capitán Marcelo y el comandante Héctor dirigen un equipo de la Unidad Militar de Emergencias encargado de las labores de rescate y traslado de las víctimas de la parálisis a los lugares secretos de conservación.
Desde un lugar recóndito, alguien capta y analiza con precisión las escenas que están sucediendo en todo el mundo.
Parálisis colectiva. Episodio 2
El Observador hacía gala de una visión privilegiada. Su capacidad visual innata, unida al potente proyector de imágenes, servían sobradamente a su propósito.
–Esos desgraciados desconocen que van a servir a un fin global sin precedentes. Para ellos todo será como un renacimiento. No recordarán nada pues su memoria será borrada.
Una voz dotada de una reverberación muy particular, se dejó oír mientras su propietario arrastraba las sílabas que pronunciaba a espaldas del Observador.
–Por cierto, Consejero Vermis ¿Cómo van los implantes del recuerdo?
–Son ya unos cien millones el número de afectados, consejero Croor. Nos acercaremos a esa cifra de implantes cerebrales dentro de unos días, no sé decirle cuántos.
–Será mejor para todos que se den prisa los técnicos. Algo de suma relevancia y que conoces muy bien está en juego en todo el planeta. No podemos admitir el fracaso.
Día 23 tras el inicio de la tragedia
Políticos de alto nivel
–Tienen que hablar los políticos –expone el comandante Héctor Legazpi en su despacho de la Unidad Militar de Emergencias–. La necesidad es imperiosa, sobre todo para los representantes de las mayores potencias del mundo. Estados Unidos, la Comunidad Europea, India, China, Japón, Arabia Saudí y otras quince naciones, representadas por sus cabezas visibles, han conectado entre sí mediante videoconferencia. Ningún lugar es seguro. El caos callejero es creciente y los líderes no pueden permitirse arriesgar su integridad física viajando a ninguna parte. En cada mesa de despacho de cada uno de los países convocados se sientan varios militares, ministros de Sanidad y también de otras carteras, como la de Alimentación o Industria. Todos ellos, cómo no, con el máximo nivel de autoridad para atender esta crisis.
–A veces pienso –dice el capitán Marcelo Benavides dirigiéndose a su superior y amigo– que todos esos gerifaltes de poltrona harían mejor y dormirían más tranquilos si delegaran en gente como nosotros las acciones a tomar. Entre ellos nunca encontrarán soluciones eficaces.
–Porque no entienden la realidad de las calles. El drama social excede sus capacidades, no porque sean tontos, eso jamás debemos creerlo. Se trata de personas muy entrenadas en las maniobras sibilinas de despacho, donde diseñan el presente y el futuro de la Humanidad.
–Pero en circunstancias extremas como esta, no llegan a enterarse bien del problema. Sobre todo, les falta el conocimiento logístico y sanitario –apunta el capitán Marcelo–. No saben lo complicado que es trasladar miles y miles de cuerpos inertes. Y tampoco saben que una parte importante de ellos están en estado cata…
–Catatónico, Marcelo, ya sé que no es un término corriente –dice Héctor, permitiéndose una leve sonrisa–. Sí, este horrible mal que se extiende por toda la Tierra no produce la muerte sino la paralización de la vida o algo similar.
–Entonces, ¿quién o qué está detrás de esto? ¿quién puede querer que ocurra algo así? –pregunta Marcelo como pensando en voz alta.
En ese momento, la enorme pantalla de ordenador refleja un canal privado de emisión de video en directo destinado a las fuerzas armadas. La grabación muestra la reunión de alto nivel entre los países implicados.
–Reconozco que nuestro general de División ha diseñado una buena estrategia permitiendo que asistamos a lo que esos mandamases se puedan traer entre manos –indica el capitán Marcelo mientras ajusta el volumen de la emisión. –Su mandíbula cuadrada marca un rictus irónico en su rostro–. Los mandamases no saben que somos muchos los que permanecemos en la sombra para paliar sus errores de juicio –remata.
–O de concepto. Algunos presidentes saben muy poco de Geografía, por ejemplo. En fin –suspira el comandante Héctor–. No podemos pedir peras al olmo. Hay jefes de Estado que están ahí por influencias «familiares».
–Mira, comandante. Van a empezar ahora.
La imagen muestra los rostros de los dirigentes en un mosaico de pantallitas. Después de las salutaciones de rigor, toma la palabra el presidente norteamericano.
–Bien, estamos aquí para afrontar un nuevo y terrorífico reto ante el cual está sucumbiendo la Humanidad. Las cifras que manejan mis fuentes hablan de más de cien millones de muertos. Los servicios sanitarios de los Estados Unidos colapsarán dentro de… no sabemos cuánto tiempo, al ritmo al que van cayendo más y más cuerpos–. La palidez de su rostro expresa el azoramiento que siente en su interior–. Tan solo hablamos de cuerpos, porque identificar personas es una acción imposible.
Interviene el dirigente chino. Un gesto iracundo cruza su adusta cara cubierta por una abundante mata de pelo negro.
–No creo que contar cómo es el desastre en cada nación vaya a servir de nada. Voto por un plan en común que comprenda acciones conjuntas en todos los continentes. Por ejemplo, los medios usados para transportar los cuerpos, son:
*Barcos cargueros que los arrojan al mar.
*Camiones de gran tonelaje que descargan en fosas comunes excavadas en lugares despoblados.
*Trenes de alta velocidad transformados en vehículos de carga.
–Pero está usted hablando de medios inhumanos para deshacerse de los cuerpos como si fueran cadáveres y eso es un gravísimo error –indica muy alarmado el norteamericano– ¿Para qué están las cápsulas de vida?
–En China no disponemos de tantas cápsulas para mantener los cuerpos latentes. Hay mucha población, como todos ustedes saben.
Los presentes cruzan miradas de estupor ante tal revelación, aunque todos conocían la cruda realidad de aquellos países con menos recursos para la compra masiva de las cápsulas vitales o con problemas de superpoblación.
–Les propongo establecer un fondo económico mundial para las cápsulas. Y debemos llegar a un acuerdo con proveedores para abaratar en lo posible los costes –comenta el presidente del Consejo Europeo con un tono de voz que no disimulaba su nerviosismo–. Hecha esta salvedad, deberíamos poner ya sobre la mesa las soluciones sanitarias. Han transcurrido veintitrés días desde el inicio de la tragedia y aún no sabemos a qué nos enfrentamos ¿verdad? Bacterias, virus, mutaciones de células ¿Qué orientación nos pueden aportar en China a día de hoy?
Cada vez que intervenía uno de los participantes en el debate, su busto parlante ocupaba toda la pantalla. La cabeza en forma de pera del presidente del Consejo Europeo dio paso a la faz del presidente chino, que parecía haber cambiado a una versión más afable.
–Les debo anunciar que estamos siguiendo una línea de investigación muy prometedora. Hay indicios que dan fe de ello –apuntó con falsa convicción.
–Eso y nada son la misma cosa –expone el ministro de Sanidad de Corea del Sur–. Disculpe mi osadía. Con permiso de mi presidente me complace dirigirme a ustedes para comunicarles que hemos descubierto el mecanismo que conduce a la paralización de las personas.
Un murmullo sordo se dejó notar en la transmisión. Al parecer, ninguno de los demás países asistentes a la videoconferencia había encontrado nada.
–Disponemos en Seúl de un equipo investigador que ha abierto una nueva línea de actuación. Está basada en la existencia de un grupo de células malignas que se agrupan para ralentizar la velocidad de la sangre. El caso es que en estos momentos colaboramos estrechamente con una farmacéutica española que ha encontrado una vía rápida para sintetizar la vacuna.
Otro murmullo colectivo, en esta ocasión de sorpresa, recorre los micrófonos de los oyentes.
Desde la oficina central de la Unidad Militar de Emergencias, los mandos Marcelo y Héctor permanecen atentos al transcurso de la reunión virtual.
–Bueno –apunta el capitán Marcelo–, menos mal que aquí en la UME no disponemos de laboratorio. Si así fuera ya nos habrían… –en ese preciso instante, uno de los asistentes a la reunión virtual de alto nivel exhala un profundo grito. La agitación parecía imponerse en la sala desde donde estaba emitiendo el mandatario japonés. Otros gritos desaforados se oyen en la pantalla crispando el rostro del ministro nipón de exteriores, quien no da crédito a lo sucedido.
–Nuestro presidente… ha… caído fulminado ¡Está contaminado con ese mal del demonio! Esto es intolerable –se lamenta el ministro tras sus gafas de gruesa montura negra. El efecto es un tanto tétrico, pues las lentes deformaban el tamaño de sus ojos.
–Nadie sabe quién va a ser el siguiente –brama a continuación–. O aceleramos la síntesis de esa vacuna o estaremos perdidos. Me refiero a toda la humanidad.
Las cápsulas de vida
En casa de Carmen Estepa, investigadora de Coral Farmacéutica, ella y su marido escuchaban desde un diván el telediario de las tres de la tarde. Este relataba lo sucedido al presidente japonés. La pareja intercambió una mirada. Ella sabía que se avecinaba una protesta más de su pareja.
– ¡El panorama es insostenible! ¿Cómo podernos fiarnos de mandatarios mundiales que no han logrado nada para combatir este caos? Ha pasado casi un mes y solo difunden noticias de lo grande que es esta catástrofe, sin solucionar nada.
Ella lo miró entrecerrando los ojos. Respiró hondo y se puso en pie casi de un salto.
–Es que esto es una catástrofe muy grande, Yago. Llevas demasiadas horas enganchado al televisor cada día desde hace ¿cuánto? ¿Un año que estás en el paro? Te convendría hablar más conmigo o salir a la calle para ver cómo los servicios de emergencias van de un lado a otro. Recogen cuerpos, atienden a aquellos que aún mantienen un pulso normal y a los que pueden, los llevan a los centros sanitarios. Esa es la realidad que nos rodea, sin cámaras de televisión.
–¿Qué es eso de que algunos mantienen un pulso normal? ¿Y los que caen inertes al suelo?
–Todavía tienen pulso, Yago. Eso no sale en los informativos, pero no tardarán en emitirlo esos canallas pues la noticia prolifera entre todos los centros sanitarios y fuera de ellos. Los que caen abatidos por el mal son recogidos con sumo cuidado y transportados en unidades estancas individuales. El problema es que hay países sin escrúpulos que tratan a las víctimas como cadáveres y se deshacen de ellos lanzándolos al océano o enterrándolos… –. Carmen no pudo evitar que las lágrimas se deslizaran por sus mejillas
–¿Y cómo son las unidades… estancas? ¿Una especie de ataúdes temporales?
–No es así. Se llaman cápsulas de vida. Conservan los cuerpos en estado latente, con una frecuencia cardíaca de unas treinta pulsaciones por minuto. Los fabricantes de este tipo de contenedores no estarán dando abasto.
–¿Y cómo demonios pueden sobrevivir esas personas sin alimentación? En los centros sanitarios ponen nutrición forzada y esas cosas, pero en un ataúd… –inquirió Yago perplejo.
–¡Que no son ataúdes! Los cuerpos siguen vivos porque al introducirlos allí son intubados para recibir nutrientes por una sonda nasogástrica. Además, cada cápsula está cerrada y presurizada para recibir un suministro de aire constante y aislarlas de las inclemencias meteorológicas.
–Como hacen en los aviones de pasajeros ¿no?
–Así es, Yago, así es.
Estrategias de diseño
En un despacho del madrileño Paseo de la Castellana, varios ministros hablaban con el presidente nacional rodeados de informes presentados tanto en papel como por vía digital. Tenían que llegar a un acuerdo para cerrar diversos temas de sumo interés dadas las circunstancias. El poseedor de la cartera de industria se sirvió un gran vaso de whisky con hielo. Los demás negaron su ofrecimiento para un acompañamiento etílico.
–Bien, queridos colegas –comenzó–. Creo que debemos tener en cuenta las pérdidas que para las principales compañías tanto del país como extranjeras está suponiendo esta crisis. No hay que olvidar lo que nos estamos jugando los cinco aquí presentes –apuntó el ministro de industria mirando fijamente a los ojos del presidente. Este se levantó del asiento y con las manos en los bolsillos de su traje hecho a mano por Stefano Ricci, dio la espalda a la concurrencia.
–Sí, Francisco –intervino el presidente–, sabemos muy bien que debemos vender ya lo que invertimos en eléctricas y renovables. Deberías estar al corriente de lo que me traigo entre manos en la Comunidad Europea. Hablé con mis contactos en Bruselas para inclinar la balanza hacia las energéticas antes de que caigan por la pandemia que nos ocupa.
–No soy el ministro de exteriores y no debo estar tan al día de lo que se cuece fuera de nuestras fronteras –repuso Francisco con desdén. El ministro de industria llevaba mucho tiempo encabezando la corriente más centrista del partido en el gobierno, cuya facción más radicalizada (que no la más radical) estaba representada por el presidente Rupérez.
–No es una pandemia, señor presidente –corrigió en su primera intervención el ministro de Sanidad–, sino algo indescifrable por el momento. Un agente químico quizás, esporas tóxicas que respiramos o igual es por el cambio climático…
–Yo que tú dejaría de mencionar el cambio del clima ese –repuso el presidente Rupérez–. Es la mayor falacia que han inventado quienes nos apoyan en la sombra. Y no me refiero a la masonería, ya sabéis.
Los presentes se miraron unos a otros sonriendo.
–Qué buenos apoyos –exclamó Tomás, el ministro de exteriores. Este era un personaje que parecía extraído de una de las historias de los cómics de Asterix el galo. Lucía un poblado mostacho que contrastaba con un pelo cuidadosamente recortado–. Nos están manteniendo en el poder a pesar de nuestros mermados resultados electorales. Total, saben que este es un país puesto en venta hace décadas.
–Muy bien, Tomás –comentó Francisco con una sonrisa a medias entre la broma y algo siniestro–. Hay que cuidar la relación con esa parte de Oriente y de Sudamérica.
–Venga, que parecéis críos –intervino el presidente–. ¿Habéis traído a mi mesa el informe de pérdidas estimadas a medio plazo? ¿Cuándo caerá el Ibex 35?
–Te refieres a cuándo tendrá que cerrar la Bolsa por haberlo hecho todos los demás mercados internacionales ¿no? –espetó el ministro de Exteriores.
–Pues claro. Tenemos que anticiparnos a ese momento para emigrar fuera del país –contestó el presidente sacando por fin una mano del bolsillo de su pantalón azul ciano, un intermedio entre el azul y el verde exclusivo de su modisto.
–Como sabéis –continuó–, parece que Groenlandia, norte de Rusia, Escandinavia e Islandia, tienen mucha menor incidencia de víctimas de este mal. Será por el frío o lo que sea. Tampoco estaría de más que tú, Angel, como ministro de Sanidad, me informaras mejor sobre ello.
El ministro Angel Melero expuso entonces lo que era una novedad para aquel elenco de miembros del gobierno.
–Existe un inconveniente con las llamadas cápsulas de vida. Hemos facturado hasta ahora más de mil millones por su compra y al ritmo que vamos no veo que podamos aguantar mucho tiempo más. Que descubran una vacuna o el antídoto para combatir esta plaga es fundamental. Otros países han sido drásticos. Arrojan los cuerpos al mar. Eso es una aberración pues aún están vivos, como sabéis.
–¿Hay un plan de contingencia para el caso en que no sea posible almacenar más cápsulas? –preguntó el presidente mirándolo de reojo –. El presidente Roberto Rupérez no estaba dispuesto a gobernar mucho más tiempo en medio de aquel caos a nivel planetario, por lo que poco o nada le importaba si había plan o no.
–Pues hemos pensado algunas opciones. Tengo a varios técnicos trabajando ello –. Se le veía apurado al ministro de Sanidad. Su plan era inexistente.
–Imagínate que hay un colapso a nivel mundial por los pedidos de cápsulas de vida –disparó por su boca el ministro de industria–. Dinos de qué solución echaríamos mano.
–Hombre, apreciado Francisco –repuso el acosado–. Estabas tardando en soltar tu veneno, como habitualmente. Como estamos en pleno estudio de soluciones, entenderás que no pueda contestarte y si no lo entiendes no es algo que me preocupe.
–Disponéis de un plazo de dos semanas para encontrar la mejor alternativa –sentenció el presidente dándoles la espalda.
Vladislav Borisov es un poderosísimo oligarca ruso conocido como “Patriarca de los oligarcas”. La mitad del centenar de empresas fabricantes de cápsulas de vida en todo el mundo son propiedad de Borisov. Este había sobornado a la agencia europea encargada de la patente mundial y a algunos políticos, para apropiarse de los royalties producidos por las ventas realizadas en cualquier lugar del orbe.
El oligarca había diseñado un plan donde su ambición sin límites había calado hondo entre varios personajes influyentes. Entre ellos, aquellos que se encontraban detrás de las grandes estrategias mundiales en la financiación de:
«Células terroristas que desequilibran con ataques militares la balanza del poder internacional. Los oligarcas les proveen además de armamento de largo alcance y explosivos de gran capacidad destructiva».
«Países con gobiernos-títere que a cambio de unos millones bien colocados en cuentas opacas dejan vía libre para comerciar con sus recursos naturales, otorgando derechos de explotación en exclusiva».
«Planes de manipulación social para crear necesidades que mantengan al rebaño ciudadano domesticado o anestesiado. Ejemplos: campañas de desinformación desmedida acerca del cambio climático que magnifican el problema a base de bulos; desorientación informativa sobre los conflictos bélicos y políticos que asolan nuestro mundo… No existe ningún movimiento en defensa de derechos de cualquier tipo cuyos organizadores no estén en la nómina de Vladislav Borisov o sus socios».
En pleno cinturón industrial de Maharashtra, próximo a Mumbay (India), Vladislav Borisov examinaba cifras del último informe de fabricación de cápsulas de vida. Estaba estudiando cómo ampliar el número para atender la creciente demanda en el mundo. Los datos no admitían dudas.
–«Así que para los próximos tres meses debemos ser capaces de multiplicar por siete la producción para evitar que no colapse el proceso –decía para sí–. Esto dejará a los compradores comiendo de la palma de mi mano».
El oligarca meditaba tras el gigantesco ventanal que le permitía contemplar al completo las instalaciones de la fábrica.
–«Podré presionar a los gobiernos de Oriente y Occidente para obtener lo que me apetezca –pensaba–. Claro que, puede que estén avanzando en la síntesis del antídoto o la vacuna y eso no me conviene. Implicaré a Marcus para que inutilice cualquier vía de investigación».
–Me llamo Marcus, sin más adornos –explicaba un día después el colaborador estrella de Vladislav.
Su interlocutor lo miró de arriba abajo y sin mediar palabra lo invitó a sentarse. Se hallaban en las instalaciones del centro de investigaciones bioquímicas y medioambientales Almavita, empresa estatal de Corea del Sur.
–Encantado, soy el doctor Seong Nam, director del equipo de investigación. El presidente de Almavita me ha dicho que esta entrevista es de máxima prioridad. Espero poder atender sus necesidades.
–Como sabe –expone el esbirro de Vladislav Borisov–, represento los intereses de un grupo empresarial presente en todo el mundo. Entre otros productos fabricamos las cápsulas de vida que tan útiles están resultando con la crisis de los cuerpos latentes. Esperamos poder seguir produciendo durante bastante tiempo esos ataúdes mágicos ¿comprende?
El doctor Seong se vio reflejado en los ojos azul acero de Marcus, observando en el reflejo una señal que transmitía desconfianza… y un temor incipiente.
–Ya, ¿y cómo podemos ayudarle? –comentó el doctor mientras ofrecía al ruso una taza de té.
–Creo que Almavita está desarrollando una vacuna o algo parecido para combatir el mal que produce el estado latente en los cuerpos humanos ¿no es así?
–Eh…, así es. No se trata de un estudio nuevo, sino que está basado en otros realizados sobre el virus del ébola que… –. Repentinamente, Marcus cortó el discurso de Seong como si hubiese propinado un hachazo sobre la mesa de bambú que los separaba.
–No me interesan sus estudios, doctor, ni lo más mínimo. Lo que he venido a decirle es que la investigación debe ir despacio, más despacio. El negocio de cápsulas de vida no debe parar, nos interesa el largo plazo ¿comprende?
Ese «comprende» era empleado por Marcus en todas sus amistosas peticiones a tipos de distinta ralea, ya fueran maleantes o ilustres científicos, de modo que el doctor se sintió vulnerable y amenazado, dada su inexistente experiencia con matones de cualquier clase.
–¿Se ha quedado sin palabras doctor Seong? –inquirió Marcus mientras extraía un purito de una caja metálica.
–No, no sé qué decir, debo consultar con el presidente de Almavita, señor. No es decisión mía. Le informaré en cuanto el Consejo de Administración me dé una respuesta.
–Mi jefe, el señor Vladislav Borisov, manda recuerdos a su presidente Jae Sang –. El comentario siguió resultando amenazante a los oídos del doctor, que ya empezaba a desear perder de vista al ruso para siempre. Este dio un último sorbo al té verde que le habían servido y elevando la taza por encima de su cabeza hizo un gesto a modo de saludo.
–Adiós doctor, espero conocer muy pronto su respuesta.
En un lugar muy distante de allí, el consejero Croos dialogaba con una parte de los miembros del Consejo, la que le resultaba fiel. Un cielo amoratado cubría la sala de reuniones, rodeada por una bóveda totalmente transparente. A través de ella podían seguir el recorrido de decenas de centellas que iluminaban las alturas como si fueran fuegos de artificio producidos a escala cósmica.
–Todo un recreo para la vista, consejero Croos –indicó uno de los presentes–. No contemplamos tanta belleza desde la Gran Tormenta.
–Sí, hace casi diez años de eso. Afortunadamente, tenemos en los propios seres humanos la garantía de una fuente de vida. Al fin ha llegado el momento de la repoblación.
Haz click aquí para ver el EPISODIO 3.
Y hasta aquí he llegado por hoy. Espero vuestros comentarios si es que habéis sido tan amables de llegar al final del relato. Agradezco sinceramente vuestra opinión. ¡Ah! Y haced click en el corazoncito de más abajo si os ha gustado.
Muchas gracias a tod@s.
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Luis Angel
Posted at 18:57h, 02 marzoGrupos de poder, mundos dentro de mundos. Nos basta con mantener nuestro confort y estilo de vida, el resto no es real del todo. Cómo sino podríamos levantarnos cada mañana, cuando en otros lugares la gente muere de hambre, los niños son abandonados o la vida no tiene valor. Nos dará igual hasta que realmente nos afecte de forma directa.
marcosplanet
Posted at 11:51h, 03 marzoMuchas gracias por tus apreciaciones, Luis.
Un fuerte abrazo.
Eva Blázquez
Posted at 22:00h, 17 diciembreHola!
Conservas toda mi atención y curiosidad en esta historia.
¿Qué harán ahora? ¿Ganará el dinero o la vacuna?
Muy buena historia, nos leemos en la siguiente!
marcosplanet
Posted at 22:48h, 17 diciembreTienes tres episodios más para seguir entrando en materia. Espero que los disfrutes también.
Muchas gracias por tu tiempo.
Saludos.
Miguelángel Díaz
Posted at 22:18h, 03 diciembreSigue con el mismo o más interés que antes la historia, Marcos.
A la agilidad del relato que comenté en la primera parte, añades esos intereses económicos que mueven los hilos en tantas situaciones internacionales. Estoy deseando llegar a la continuación.
Un fuerte abrazo 🙂
Javier Cifuentes
Posted at 20:56h, 18 noviembreDeseando estoy de que nos sorprendas con el tercer capítulo.
Sin lugar a dudas es digno de una película o serie de Hollywood!!
marcosplanet
Posted at 00:11h, 19 noviembreMuchas gracias Javito. El tercero ya lo tienes aquí: https://marcosplanet.blog/paralisis-colectiva-episodio-3/
Ya me dirás qué te parece…
Un abrazo!
Nuria de Espinosa
Posted at 00:17h, 11 noviembreA por el siguiente, me gusta la evolución que está tomando la historia. Un abrazo
Mayte López
Posted at 19:29h, 28 octubreMuy bien, Marcos! La entrega por capítulos en una buena idea, y muy parecida a la fórmula que se utiliza en Whatpat (se escribe por trocitos no muy extensos) aplicación de la que, en ocasiones, salen guiones para películas y series. Nunca se sabe…Por cierto, una pregunta, las imágenes que has utilizado son IA?
Felicidades por tu historia capitular. A la espera del siguiente.
Saludos!!
marcosplanet
Posted at 08:29h, 29 octubreAsí es, son por IA. A veces no tienes fondo de imágenes adecuado y esta opción te ayuda.
Gracias por tu opinión. Lo cierto es que estoy muy animado a continuar la serie de episodios. Me alegra que digas lo de «trocitos no muy extensos» porque a veces tengo el complejo de que escribo relatos largos y la gente se cansará antes de terminar…
Saludos cordiales.
Rubén Sánchez
Posted at 07:03h, 26 octubreFantástico, me encanta el trazado que está tomando esta historia. Siguiente capítulo por favor!!!
Marta Colomer Sánchez
Posted at 17:10h, 25 octubreEstoy convencida, por evidencias de toda índole, que las desgracias de la humanidad son provocadas por otras especies que se alimentan de la energía que emanados cuando vibramos en bajas frecuencias: odio, miedo, angustia…así se pueden entender las guerras y demás eventos catastróficos. Estos seres extredimensionales tienen a gobiernos y dirigentes bajo su mando desde el principio de los tiempos. No somos el eslabón más alto de la cadena trófica. No veáis la televisión ni medios oficialistas, al servicio de «ellos». Un relato que se ajusta a la realidad. Nos engañan en absolutamente todo.
Federico
Posted at 21:55h, 24 octubreDespués del COVID y de la necesidad de respiradores no me extrañaría que tú historia llegará a suceder algún día. Me quedo a la espera del siguiente capítulo. Saludos.
Arenas
Posted at 20:21h, 24 octubreAmigo mío, se está poniendo interesante hasta más no poder tu relato. La historia va creciendo como si fuera un árbol con múltiples ramas que se entrelazan. Enormes ganas de que publiques pronto la tercera entrega.
Abrazos y besos.
marcosplanet
Posted at 23:59h, 24 octubreLa siguiente entrega llegará en breve, si señor.
Abrazos.
Ric
Posted at 11:14h, 24 octubreHola Marcos
Vas a tener que utilizar las nuevas tecnologías en IA y hacer una película, tal vez de esa manera la gente que no gusta de leer se de cuenta de muchas cosas que pasan en la actualidad, seguimos estimado Marcos
marcosplanet
Posted at 13:21h, 24 octubrePues seguramente tienes razón. Muchas gracias por tu opinión.
Saludos Ric!
Carmen en su tinta
Posted at 08:17h, 24 octubreHola, Marcos. Atrapaditos nos tienes con este relato, muy acertado para hacernos reflexionar. Gracias y feliz día.
eliom
Posted at 20:24h, 23 octubreGenial amigo, como siempre, un saludo