Proyecto “Sangre entre los escaños”

 

Proyecto “Sangre entre los escaños”

 

Toni y yo somos amigos desde que teníamos seis o siete años. Asistíamos a una escuela pública de la provincia de Ciudad Real, muy lejana para mí en el tiempo pues a los quince años me trasladé con mis padres a vivir a Madrid, donde empecé a estudiar 1º de B.U.P., el bachillerato de aquel entonces. Aquella separación supuso dejar atrás a mis amigos del colegio, pero especialmente al mejor de todos, Toni, el único amigo de verdad que conservo hoy.

Juntos hemos vivido muchas experiencias inolvidables, pero la mejor época fue la de la transición democrática que llevó a la aprobación de la Constitución el 6 de diciembre de 1978, ratificada por los españoles en el referéndum de esa misma fecha.

Siendo unos adolescentes aprovechamos la coyuntura política, magnetofón Panasonic en mano, para lanzarnos a entrevistar a la gente por las calles. Les preguntábamos por su opinión ante el cambio político que llevó consigo la transición democrática.

El resultado fue de lo más diverso y enriquecedor, porque encontramos personas que hasta nos contaban aspectos de su vida personal, como si fuéramos psicólogos. Lo cierto es que éramos chicos bastante más altos que la media y mi amigo lucía una tupida barba. Así dábamos la impresión de ser mayores, supongo.

Esa etapa quedó marcada en nosotros y a día de hoy lo recordamos con gracia y añoranza.

Era proverbial nuestra afición por los programas de televisión que en aquella época se circunscribían a las galas musicales, programas de variedades como los de José María Íñigo (‘Directísimo’, ‘Esta noche fiesta’, ‘Fantástico’, ‘Estudio Abierto’), series como ‘Espacio 1999’, ‘Dallas’, ‘Starsky&Hutch, ‘Con ocho basta’, ‘Heidi’, ‘Battlestar Galactica’, ‘Sandokán’ (con Kabir Bedi, el Tigre de Malasia, a la cabeza), ‘Las calles de San Francisco’, ‘Yo Claudio’ (magistral, con un Derek Jacobi y un John Hurt insuperables) …

Y todo eso era nuestro imaginario de donde obteníamos ideas para nuevas cosas, nuevos proyectos. Toni y yo amábamos la televisión y también el teatro, él más que yo; por lo que recuerdo, en una ocasión escribimos una especie de sainete que leíamos con fruición.

Eso sí, lo que más nos llamaba la atención era grabar nuestras atrevidas entrevistas, como si se tratara de un programa de la tele o de la radio que estuviéramos cubriendo en directo. Nos motivaba mucho el placer de obtener respuestas interesantes de la gente, que se tomaba muy en serio el contenido de nuestras preguntas (unas más jocosas que otras, había de todo en ese cajón de sastre).

Sin embargo, detrás de todo latía una afición compartida por la escritura, que en Toni se manifestó mucho antes que en mí, curiosamente. A los diez años él ya componía historias.

Yo tardé muchos más en empezar a escribir, ¡cómo no! tenía cuarenta y dos cuando publiqué mi novela.

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En 1978 se interrumpió nuestra relación pues vine a vivir a Madrid, aunque hablábamos por teléfono de vez en cuando. Pero ya nada fue igual. Lo bueno es que él vino a Madrid a estudiar Derecho y se alojó en un Colegio Mayor donde ocasionalmente coincidíamos para comer y contarnos nuestras cosas. Yo estudiaba Química en la misma universidad. Nos involucramos mucho en nuestras carreras y al cabo de los años formamos nuestras respectivas familias, con breves contactos en el tiempo, como cuando nació la primera de mis hijas, momento en que Toni vino a verme. Excepto algunas visitas esporádicas a Ciudad Real, cada cual siguió con su vida. Así pues, por un período larguísimo de unos 46 años prácticamente no supimos nada el uno del otro, salvo en contadas ocasiones.

Pero la amistad continuaba ahí, latente, cargada de grandes recuerdos, de una nostalgia tremenda por los viejos tiempos, por aquellas vivencias tan distintas de lo común que nos gustaban por igual, que tanto disfrutábamos. Hay que ver lo que puede marcar la relación de dos personas que teníamos tantas cosas en común, que cada vez que coincidíamos aprovechábamos para intercambiar buenos sentimientos y recuerdos de nuestras aventuras, para nosotros épicas.

Son tantas décadas transcurridas que cada uno ha podido consolidar su vida, formar una familia, aguantar los embates de la salud o salvar los enormes baches que llenan el día a día de cada uno. Pero todo aquello ha sido superado, engullido por el tiempo con cicatrices más o menos grandes, más o menos llevaderas.

Por eso cuando hace un año empezamos un nuevo ciclo, cuando decidimos ponernos a escribir mano a mano una historia de ficción llamada “Sangre entre los escaños”, fue como si resucitara la amistad latente, volviendo a la realidad actual con un proyecto cargado de ilusiones y nuevas ideas, sobre todo, lleno con la esperanza de hacer algo nuevo, que podría influir decisivamente en nuestras vidas.

En honor a la verdad, Toni ha visto cambiada su vida más que yo la mía, porque yo ya había tenido experiencias editoriales y había iniciado hace años mi blog literario y de viajes. En él he escrito muchos relatos, artículos de opinión y he relatado en detalle mis experiencias conociendo la geografía nacional.

Toni me ha reiterado en varias ocasiones su agradecimiento por la oportunidad que ha visto en emprender juntos este otro viaje, el del descubrimiento de las letras largo tiempo alejadas de sus preferencias.

Hasta el momento, he publicado unos cuantos episodios en mi blog, para quien quiera abrir boca con lo que será la futura novela.

A veces hay algo que hace click en tu interior y te conduce a un camino nuevo, que sabes que puede llevarte a un objetivo de cumplimiento no muy lejano en el tiempo.

¿Conseguiremos que alguna editorial se interese por la novela? ¿Habrá, por fin, fumata blanca y se abrirán las puertas de una editorial seria que no te cobre por publicar?

De momento la pregunta permanece en el aire. Según mi experiencia, que una editorial te eche el ojo sin pretender sacarte la pasta es un extraño fenómeno. Ya llevo a mis espaldas un gran saco de desencuentros y desengaños, por lo que a fin de cuentas eso me importa bien poco. Lo bueno es estar llevando a cabo este proyecto a cuatro manos, que escribimos pasándonos el testigo cada cierto tiempo con el aporte de cada uno.

Y llevamos dentro la ilusión de crear, de alimentar el tejido argumental que vamos dando a la obra. Cuando esté terminada ya os contaré cómo va la aventura de publicarla. Ese es otro proceso esperanzador que nos animará a luchar para continuar este proyecto hasta el final.

 


 

Esta es mi aportación al Vadereto del mes de enero de 2025, convocado por el gran José Antonio Sánchez, que siempre nos sorprende gratamente con propuestas literarias extraordinarias.

RENACIMIENTO

Imagen extraída del blog de Jascnet

 

Los requisitos de este primer reto del año son sencillos. Los participantes debemos contar una historia que hable de abordar un proyecto que nos restaure las ilusiones o los sueños; ponerse un propósito que implique cambios; establecer un plan que obligue una transformación. Algo así como el Viaje del Héroe que tantas tramas ha impulsado, pero sin batallas, sin gestos épicos, sin conquistas, sin necesidad de sangre y sudor.

La idea es reflejar un cambio interior, más que de aspecto. Una transmutación espiritual, más que material. Un Renacimiento de nuestra personalidad.

 

2 Comentarios
  • Nuria de Espinosa
    Posted at 16:33h, 11 enero Responder

    Hola Marcos, me alegra que esa complicidad siga viva con el curso del tiempo y espero que esas letras tengan el final que esperáis. Muchas fuerza y a continuar. Un abrazo

    • marcosplanet
      Posted at 11:02h, 12 enero Responder

      Muchas gracias por los ánimos, Nuria!
      Otro fuerte abrazo para ti.

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