Sangre entre los escaños. Necesito su sonrisa. Cap. 3

 

Atendiendo vuestras peticiones para dar continuidad a esta historia, os traemos aquí el tercer episodio titulado «Necesito su sonrisa».    Haz click aquí para ver el capítulo anterior.

Os recuerdo que este es un escrito en el que cuento con la participación a partes iguales de mi buen amigo Antonio Arenas. Empieza la segunda parte con la aportación de:

 

(Arenas):

 

Ploteo, recién llegado del trabajo, pidió a Olivia hacer el amor. Él siempre fue muy partidario de celebrar sus éxitos laborales de esa manera. Y como en esta ocasión el éxito era inmenso, hicieron el amor durante toda la tarde.

Olivia era una mujer realmente hermosa. Los dos eran muy activos sexualmente, pero en los últimos tiempos, dos o tres meses, ella se solía hacer de rogar, asunto que tenía bastante inquieto a Ploteo.

–¿Has disfrutado, cariño? –preguntó la bella Olivia.

–Absolutamente, amor. Me haces muy feliz, no concibo la vida sin el roce de tu piel. Este éxito laboral que ha supuesto para Mateo y para mí la exclusiva del asesinato de María Rojas, no significaría nada si no pudiera celebrarlo contigo y de esta maravillosa manera.

–Exageras, debes aprender a relativizar. Nada ni nadie es eterno o imprescindible. Lo nuestro puede terminar cualquier día, y no tiene por qué caerse el mundo. La vida siempre continua.

–¿Pero por qué me dices eso amor? No te entiendo. Llevo un tiempo con la sensación de que algo ha cambiado en ti. Olivia, ¿te ocurre algo?

– Ploteo, yo…

En ese preciso instante sonó insistentemente el móvil de Ploteo. Era una llamada de su inseparable amigo.

–Mateo, cuando nos despedimos esta mañana te pedí una tarde completa de relax sin llamadas. Sabes que cuando estoy con Olivia mis cinco sentidos son en exclusiva para ella. Espero que me llames por algo de veras importante.

–Ploteo, ya me conoces, si te llamo en esta circunstancia es por algo más que importante. En el Heraldo del Tiempo vamos a necesitar de inmediato tus cinco sentidos y alguno más. Acaban de encontrar en un ascensor de la sede del partido Granate a Ernesto Mocentes ¡Muerto de un tajo en el cuello!

 

(Marcos):

 

No es que el presidente Prometeo Nadal hubiera destacado siempre en su partido. Lo que hacía continuamente era dar la nota. En cualquier empresa de cualquier sector habrían considerado su actitud como incordiante y oportunista, pues con tal de imponer su criterio se veía capaz de cualquier cosa. Barrer compañeros de partido que podían hacerle sombra era una especialidad de la vida de un político en la que se había graduado “Cum Laude”. Pocos osaban hacerle frente una vez le conocían en acción segando cabezas de “promocionables” antes incluso de que despuntaran o condenando a infelices contrincantes al ostracismo para hacerlos desaparecer del mapa político.

Por eso quiso rodearse de artistas del ruedo del engaño y la falsedad como Abdón Monegal, apellido que hacía sonreír a aquellos que le conocían desde sus tiempos de monaguillo en la capilla del Hospicio donde lo habían criado. Sin padre ni madre, tuvo que soportar burlas y chanzas a su costa con aquello de “Moneguillo, te falta un tornillo”, chascarrillo de moda durante años en aquel orfanato.

Sin embargo, la fuerza interior de Abdón Monegal le había conferido una capacidad para sobrevivir a los infortunios más que sobrada para permitirle librarse uno a uno de todos los que en aquella época infantil y preadolescente habían fraguado un frente común contra él.

El director del orfanato, Celestino Calamuelas, hubo de aguantar un tsunami mediático cuando fueron descubiertos los cadáveres de dieciséis compañeros de Abdón desangrados, empapados en sus fluidos vitales desde la coronilla hasta la punta de los pies. El asesino había clavado un cuchillo de sierra en el pecho de cada víctima y había procedido a la eventración de las vísceras rajándoles el abdomen hasta el mismo pubis. Acto seguido fue capaz de clavar un destornillador de punta plana en las arterias femorales de las piernas para rematar el trabajo.

Las investigaciones que rodearon uno de los casos de asesinato múltiple más mediáticos de la historia, encontraron un hecho llamativo y fue la desaparición de un alumno del Hospicio la misma noche de la masacre. Su cuerpo no fue hallado nunca. Abdón sonreía al escuchar los noticiarios matinales sintiéndose libre por fin de sus penurias.

–Por algo me decían aquello de “Moneguillo, te falta un tornillo” ¿no? –pensaba mientras devoraba un plato de steak tartare bien especiado.

 

Así pues, Prometeo Nadal supo a quién elegir para diseñar su plan de devastación del partido granate. No tuvo necesidad de derramar sangre, a excepción de la procedente de algún que otro encuentro con los puños de sicarios que asustaban a los enemigos de Nadal en sus propias casas, vapuleándoles un poco para hacerles ver que con “Prome” no se jugaba.

Al carecer de cualquier tipo de escrúpulo, Abdón coreografiaba una eficiente red de emisarios con mensajes de toda clase y condición dictados por el presidente. Desde peticiones de recomendación para su red más cercana de beneficiarios hasta avisos transmitidos en forma de palizas y/o amenazas verbales directas a los caídos en desgracia. Prometeo nunca dejaba nada por escrito.

 

Eurípides Pascal, en su calidad también de Secretario General del partido granate, había descartado cualquier relación con Abdón distinta de la laboral. Despreciaba a aquellos miembros de la cúpula del gobierno que no habían conseguido mayor titulación que la del Bachillerato y que habían obtenido el privilegio de convertirse en la mano derecha del presidente o cualquier posición de privilegio.

Eurípides había sido galardonado con el honor de ser Secretario de Estado no solo porque poseía un largo historial como alto funcionario licenciado en Administración y Dirección de empresas, sino porque se doctoró en ‘Matemática Aplicada a la Estadística’ por la universidad de Princeton en los Estados Unidos.

Su cabeza contaba con un mecanismo de gran precisión excepto cuando se exaltaba por motivos que se alejaban de su campo de abstracción perfecto. No toleraba las salidas de tono del presidente ni la tosquedad e indigencia intelectual en las que consideraba ahogado a su compañero Abdón.

Que Eurípides Pascal quería fugarse a los del partido Mixto era algo meridianamente claro entre sus proyectos inmediatos, pero aún no había llegado el momento. Como experto en Estadística social, se encontraba detrás de investigaciones clave y evaluación de datos para el Instituto Español de Encuestas, donde resultaba ferozmente eficaz aportando análisis devastadores anclados en interpretaciones torticeras de los datos.

En una reunión en el despacho oval del edificio sede de los granates en la calle Ferreras, el Secretario de Estado discutía con Abdón y el presidente desde hacía más de una hora.

–A ver, Pascal –le interpelaba el presidente con sumo interés–. ¿Por qué a pesar de tu descarado maquillaje de cifras, los celestes nos adelantan en cinco puntos?

–Porque has perdido la simpatía de tu electorado, presidente. Gobiernas por Decreto Ley, con aliados peligrosos para la democracia, aunque se sienten en el Parlamento. En lo tocante a política exterior, te mueves en los extremos más débiles en casi todos los frentes. Esto se traduce en la dependencia de suministros exteriores de todo tipo, tanto proveedores de combustibles fósiles como de materias primas que dejamos de producir. Los productos agrícolas o ganaderos propios están siendo sustituidos por aquellos que vienen de países con los que has cerrado acuerdos que te benefician a ti y a unos cuantos de tus allegados y amigos.

El presidente daba la espalda a su interlocutor en una pose inanimada similar a una estatua vestida con un buen traje.

–Te pasas por el forro las protestas de los sectores productivos afectados –continuó Eurípides–. Cada vez hay mayor alarma social ante tanto caos y los medios de comunicación se muestran reacios a seguir vomitando mentiras disfrazadas de información veraz a cambio de unos millones. Esto es así porque no les muestras respeto en ninguna rueda de prensa y algunos miembros de tu gobierno han llegado a ignorar preguntas que consideran comprometedoras.

–Esto es intolerable –protestó el fiel Abdón–. Ten respeto al presidente de este país.

–No puedo ser más sincero –remató el Secretario de Estado.

El silencio imperaba en la sala dejando oír tan solo el tic tac del reloj de pared que el presidente de un paraíso fiscal había regalado a Prometeo.

–Nunca lo has querido ver, presidente, pero afortunadamente las bases fundadoras del partido granate sí. Esa fue la razón por la cual Ernesto Mocentes fue elegido en las primarias como nuestro mejor candidato a presidente de la nación.

El rostro de Prometeo demudó en un gento de sorpresa que produjo arrugas muy marcadas en su ceño.

“Es como intentar explicar Física Teórica a un bebé –pensaba Eurípides Pascal con desconcierto–. Este tío deja de razonar en cuanto le tocan su ego y su inmensa soberbia”.

Una suerte de tormenta interior invadió la mente de Prometeo, quien decidió cortar la conversación echando de allí a Eurípides con gesto despótico. Una vez fuera del despacho oval, el presidente y Abdón quedaron solos en aquella estancia sobrecogedora, carente del menor atisbo de calidez. El enorme retrato que presidía la sala mostraba a un Prometeo Nadal exultante, en una de sus mejores versiones de autócrata de agradable aspecto, pero con el alma negra como un trozo de obsidiana mate.

–Este no sabe que le queda muy poco para dejar de ser miembro de mi gabinete –comentó el presidente en tono estremecedor–. Mi plan no puede fallar, Abdón. Nadie puede hacerme sombra.

 


 

Y hasta aquí llega el tercer episodio de esta saga. Ver el capítulo siguiente «Conjeturas».

Haz click en el corazón de más abajo si te ha gustado y deja por favor tu valioso comentario.

Te deseo salud y suerte en la vida.

Nota: todas las imágenes de este post incluida la portada pertenecen a la página  bing.com/images/create/ a no ser que se indique otro origen en el pie de foto.

4 Comentarios
  • Io
    Posted at 18:39h, 08 mayo Responder

    Ahora sí que estoy despistada y me tenéis en un sin vivir….está claro que mi primera intuición fue nefasta jajajaja. Ahora estoy confusa ya que todo apunta a Abdon, pero viendo la trama que os traéis entre Arenas y tú, mi intuición me dice que solo queréis confundirnos y captar nuestra curiosidad e intriga, cosa que por otro lado estáis consiguiendo, para luego sorprendernos con el desenlace, así que no puedo esperar para leer el siguiente capítulo. Muchas gracias a los 2, hacéis un espléndido trabajo de equipo.
    Un saludo a ambos

    • marcosplanet
      Posted at 19:27h, 08 mayo Responder

      Muchísimas gracias a ti, Io. Me encante que te guste esta saga. Y queda mucho más por delante…
      Abrazos.

  • Rosa Fernanda Sánchez
    Posted at 08:25h, 10 abril Responder

    Siniestro personaje el de Abdon Monegal ,y aterrador a la vez que fascinante la descripción del metodo empleado para cargarse a sus compañeros del orfanato.
    Dado el grado de inmoralidad y corrupción de algunos de nuestros políticos, ya cualquier cosa puede pasar.
    En cierto modo ellos también van «eliminando» todo lo que les estorba y obstaculiza sus objetivos.
    Muy buena la coordinación entre Antonio Arenas y tú.
    Sigo expectante la siguiente entrega.

    • marcosplanet
      Posted at 14:39h, 10 abril Responder

      Muchas gracias Rosita. Veo que te ha gustado y eso me alegra infinito. Seguiré urdiendo tramas de esta historia junto a Antonio al alimón.
      Un abrazo muy grande.

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