17 Oct Un clon descontrolado. Cap. 22 de «Sangre entre los escaños»
Ya os comentamos en el capítulo anterior que hay una novedad en la sucesión de episodios de esta saga. Hemos abierto un paréntesis del capítulo 21 en adelante, de modo que en realidad no son la continuación del episodio nº 20 sino que hemos decidido publicar ya los últimos episodios que teníamos en la reserva. Lo que sucedía es que llevábamos publicadas en marcosplanet unas cien páginas, pero en realidad el total que llevamos escrito ¡es de doscientas! por lo que preferimos dar ese salto en el tiempo, eso sí, haciendo un resumen de lo acontecido hasta ahora.
Cuando salga publicada la novela podréis ver la historia completa al adquirir el libro lógicamente. Es un proyecto que nos llena de ilusión escribir esta historia donde apenas dejamos un momento de respiro al lector por la cantidad de eventos que suceden.
Os dejamos pues con el resumen para que entendáis mejor de dónde partimos en esta nueva andadura, cien páginas más cerca del final.
Muchas gracias por seguir esta saga que se convertirá en futura novela si todo marcha como debe.
Resumen de lo anterior
En el Membrin, sede del Parlamento Geruso, un descubrimiento deja al país a los pies de los caballos pues han asesinado, aparentemente, al presidente Geruso Robin Vladivostok, a su clon y al jefe de seguridad del Membrin. Respecto a los clones del presidente geruso, los creados hasta el momento habían sido sonoros fracasos, por lo que Robin solicitó a los biotecnólogos españoles del CNIA de prestigio internacional, que le ayudaran con la obtención de un clon válido.
El presidente español en funciones Eurípides Pascal acuerda llevar a cabo lo relativo al clon de Robin en una reunión con este en el Membrin.
Unos días después del encuentro entre Eurípides y Robin, las investigadoras de la Sección B del CNIA Sonora Travis y Alejandra Torcaz, anunciaron en una reunión del grupo investigador que habían encontrado una vía alternativa para obtener las células troncales. Estas son las que permiten conseguir la huella exacta de la forma de ser de la persona clonada, lo que permitirá crear la copia perfecta.
Entre los diez somas del laboratorio del CNIA que darán origen a futuros clones, hay un cabecilla al que ya tiene identificado el equipo y al que llaman «El Maestro». Este entendía todo lo que decían los científicos por obra y gracia de un proceso automático de reconocimiento de idioma que su cerebro había desarrollado en unas pocas semanas. Una secuencia de ADN desconocida aún para los técnicos de la Sección B, había desatado el libre albedrío en ese cuerpo.
La inspectora jefe de la Comisaría Central del distrito nº 1 de Madrid, Guillermina Conrado, recibe información del jubilado director del Hospicio «Almas de Dios», donde un alumno desaparecido asesinó a dieciséis compañeros en los años ochenta, en el sentido de que Abdón Monegal, el ex mano derecha del ex presidente Nadal y acusado de ser su asesino, estaba vivo y coleando.
Los acontecimientos que se van sucediendo van haciendo plausible la idea de que «el asesino del disparate» puede ser un tal Hermenegildo Tornasol, miembro del partido granate e impulsor principal de la candidatura de Prometeo Nadal para que este sea reelegido presidente del gobierno.
El chef tres estrellas Michelin Amón Saccas, galardonado con media docena de premios internacionales, hace gala de ser el nuevo propietario del restaurante Bora-Bora que en otro tiempo regentó su amigo el cinco estrellas Michelin Arcediano Beltrán, fallecido por el brutal tajo en la yugular que recibió del ’asesino del disparate’. En el Bora-Bora se tejían trozos cada vez más grandes de la inmensa red de contactos que gobernaba España y parte de Europa.
José María Índigo, Josemi para los íntimos, futuro presentador del primer programa de “El fantástico show de la vida 5.0”, ha quedado marcado por un atentado que ha podido costarle la vida. Hermenegildo, el asesino del disparate, ha sido el autor.
Una bomba informativa que también conoce el chef Amón, llega a los oídos de los periodistas de «El Heraldo del Tiempo» Mateo y Ploteo: el «Asesino del disparate y miembro del partido en el gobierno es el padre de Prometeo Nadal, su impulsor desde que su hijo entró en la política.
De los dos apasionados de la escritura que trabajan en el nacimiento de esta novela, este episodio 22 le ha correspondido a:
(Marcos):
Un clon descontrolado
El clon de Robin Vladivostok y Ussía, se dedicaba a desarrollar las más estrambóticas actividades entre las paredes del inmenso edificio del Membrin. Interrumpía reuniones sin importarle quién estaba participando en ellas, correteaba literalmente por los pasillos ataviado con una falda escocesa que estiraba bajo sus rodillas y se deslizaba de ese modo por los corredores tras iniciar una corta carrera impulsora. El efecto entre los asistentes al espectáculo despertaba reacciones contenidas como risas tímidas, bocas tapadas, ojos saltones o repentinas aceleraciones de marcha de los transeúntes del palacio que observaban desde lejos el suceso.
Esa mañana el clon había decidido practicar ejercicios físicos, pero no como todo el mundo hacía en el Membrin, asistiendo a los catorce gimnasios que poblaban el palacio (el auténtico Robin era practicante ferviente de disciplinas gimnásticas diversas).
El impredecible clon del difunto presidente de todas las Gerusias decidió danzar y danzar sin parar por los pasillos del Membrin y seguía a ese ritmo tras abrir las numerosas puertas de los despachos que iba encontrando a su paso. Sus estrambóticas entradas y salidas tenían la virtud de acallar cualquier discusión por acalorada que fuera y paralizar el pulso de los presentes al contemplar a su presidente haciendo la cabra loca a la pata coja. Eso sí, haciendo gala de una agudeza y perspicacia enormemente sagaces, aprovechaba cada invasión de despacho para soltar alguna de sus perlas mortíferas.
–A ver, tú, Antónides Velatinov, como autoridad suprema del politburó te ordeno convocar una comisión urgente para reorganizar el poderoso órgano de gobierno y limpiar de indeseados e indeseables este parlamento. De momento tú, Leónidas, tú, Cabrónidas y ese que se tapa la cara con una carpeta, Simonenko si no me equivoco, quedáis relevados de vuestros cargos, hecho que será declarado oficialmente en la próxima sesión de la Duma. La cámara baja de la Asamblea Federal lo refutará sin que pase por la Cámara alta.
En ese instante el clon soltó una estremecedora carcajada.
–¡Ja,ja,ja! No vais a conseguir conspirar a mis espaldas ¿entendido? Seré la sombra de todo aquel que sospeche que no aprecia mi gobernanza.
Dejando tras de sí a once altos cargos del gobierno con una frecuencia cardíaca de ciento veinte pulsaciones por segundo de media, el clon de Robin Vladivostok y Ussía siguió su danzarín deambular por otra docena de despachos en los que disfrutó mucho dejando su impronta de odio y represión. En uno de ellos, sede de un viejo conocido nuestro como es Arbidas Sarkov, ese general de quien el CNIA español obtuvo un injerto biónico para crear un clon suyo con el objeto de matar al presidente geruso, el propio Arbidas le salió al paso.
–Mire, señor presidente, no sé qué clase de orujo o vodka se ha tomado, pero debería estar muy mal destilado, porque sus efectos sobre su persona le confieren un aspecto y un comportamiento ridículos.
El clon ni le mira cuando extrae de la cartuchera una pistola Makarov de 9,2 mm con la que descerraja siete tiros sobre el cuerpo de Arbidas Sarkov, el otrora gran hombre de confianza del auténtico presidente Robin, algo paradójico si se piensa que Arbidas fue colaborador, aunque a la fuerza, del asesinato del mencionado presidente.
El cuerpo sin vida de Sarkov empezó a crear a su alrededor un círculo de sangre que empapaba la gruesa alfombra siberiana. Los testigos del crimen miraban alternativamente a la víctima y al clon, sin saber si echar a correr alocadamente o lo que era más sensato, permanecer inmovilizados a la espera de que el psicópata que tenían al lado reaccionara dándose media vuelta abandonando la sala. Parece que fue esto último lo que se dispuso a hacer el clon. Justo un paso antes de alcanzar la salida se giró con inesperada agilidad y descerrajó otros siete tiros exactamente, en el estómago y el corazón de otro de los presentes, un colaborador de Robin al que este profesaba admiración y lo tenía por gran amigo. Sin embargo, el clon parecía estar desarrollando personalidad propia a juzgar por sus demenciales actuaciones.
Al salir el clon de la sala, el personaje de más autoridad se dirigió consternado a la perpleja concurrencia.
–Debemos reunirnos con el comité de crisis ¡YA! –chilló Nabosovich Popoff con una cacofonía que le hizo parecer un animalillo del bosque atrapado en una trampa para osos–. Esto es muy extraño. Aunque temible, nuestro presidente nunca ha dado señales de este comportamiento–. Y a continuación soltó un murmullo–. Mira que ponerse una falda escocesa…
El presidente del comité de crisis del parlamento geruso mostraba dos profundas cicatrices desde hacía más de veinte años. Una le atravesaba el cráneo hasta la frente, justo bajo el nacimiento del pelo y otra le cruzaba una mano de lado a lado. Marcas de guerra que en realidad ocurrieron en medio de una calleja próxima al Membrin una noche en que un grupo de asaltantes le confundieron con el presidente Robin. Un hacha doble y un machete fueron los instrumentos que pudieron haberle causado la muerte.
Nabosovich Popoff supo aguantar como un guerrero sus heridas hasta que se curó completamente a los pocos meses. Las consecuencias le afectaron además al sistema nervioso, por lo que en un momento dado estiraba un brazo de forma rapidísima, teniendo que sujetarlo de inmediato con el otro. Sus brazos se proyectaban como la lengua de un camaleón gigantesco.
Entre sus cualidades humanas estaban la fuerza de su carácter y una convicción casi enfermiza de hallarse en posesión de la verdad.
Una vez convocado el comité, llamó a su colaborador más fiel, Orpolias Dimitrov, un antiguo obrero metalúrgico encumbrado como líder sindical y posteriormente captado por el propio Robin, por haberle gustado sobremanera sus intervenciones públicas en los canales de televisión.
Dimitrov era ahora la mano derecha de Popoff, aunque estuviera surcada por una grotesca cicatriz.
–Estamos aquí para resolver un desgraciado asunto de última hora que nos ha dejado a todos sin respiración. Yo mismo he sido testigo. Estábamos reunidos en el salón Novosibirsk, cuando entró ese bicho raro en que se ha convertido nuestro presidente disparando a bocajarro a nuestro querido Arbidas Sarkov, que en paz descanse. Desconozco en absoluto la motivación que le ha llevado a realizar ese acto absurdo que no olvidaremos jamás los allí presentes. Lo que sí sé es que hay que someter al presidente a observación médica, medicarle si es necesario y si llega a necesitar hospitalizarle en observación pues que así sea.
–¿Y cómo vas a conseguir que Robin acepte eso? Ya sabes cómo es. Temible en todo momento y muy dado a castigar a quienes cree que socavan su autoridad.
–Ya, pero voy a ejecutar la orden 24-7-0 relativa a situaciones de emergencia relacionadas con la salud mental del presidente. Lo recluiremos en el Hospital Clínico Psiquiátrico Nº 15 del Departamento de Salud de Porkú. Allí la norma principal es que el ingresado lo es de forma forzosa, de modo que no puede desoír la orden ni abandonar el recinto sin la autorización de este comité de crisis. ¿Comprendéis?
–Perfectamente, Nabosovich Popoff, confiamos en el protocolo establecido y en tu buen criterio –convino Orpolias Dimitroff haciendo gala de su fidelidad al jefe–¿Qué le parece al comité ¿estamos todos de acuerdo?
Un murmullo de voces que se interpelaban unas a otras recorrió la estancia decorada con grandes retratos de antiguos líderes gerusos. Las expresiones de los retratados seguían una misma línea de expresión, la de quien sabe que tiene la sartén por el mango.
Fue unánime el voto a favor de la reclusión psiquiátrica del que todos creían que era su presidente. Una delegación militar formada por diez soldados de la Brigada especial para situaciones de crisis, visitó al clon de Robin Vladivostok y Ussía a las cuatro de esa misma tarde en sus dependencias oficiales dentro del Membrin. El interfecto estaba sirviéndose una copa de Brandy de Jerez “Fundador Supremo 18”, galardonado como el Mejor Brandy del Mundo 2019 entre los más de 100 brandies presentados en los WCSD Awards.
–Vaya, amiguitos, os estaba esperando desde hace horas ¿tanto habéis tardado en condenarme? –acto seguido extrajo de debajo de su bata estampada con ornamentos grabados con hilo de oro, su pistola Makarov de 9,2 mm e hizo ademán de cargarla con un movimiento rápido.
Antes de que consiguiera hacerlo, el clon temblaba ante el impacto de una pistola Taser M-26, quedando postrado en el suelo y entre temblores durante unos segundos. Un soldado le retiró los electrodos del Taser y con la ayuda de otro incorporaron al clon, quien reflejaba en su rostro una ridícula expresión de pánico.
–Menos mal –apuntó un miembro de la brigada–, hemos evitado que ese energúmeno siguiera haciendo de las suyas. Este individuo pasará mucho tiempo recluido, quizá por tiempo indefinido. En cualquier caso, es el parlamento el que ha de decidirlo y también ha de ser aprobado por el Consejo de la Federación. Ya conocéis lo imprevisibles que pueden ser las decisiones tomadas por la Cámara Alta, en fin.
Pero no hubo fisuras. Los representantes de la Cámara Alta aprobaron la moción emanada de la Duma. El clon demente pasó a ingresar las filas de los residentes estudiados a fondo por los sesudos facultativos gerusos, siempre de cara a la experimentación basada en la absoluta falta de ética.
A saber si ese no-humano, réplica del difunto Robin Vladivostok, conseguirá zafarse de sus grilletes y tomar venganza segura sobre sus oponentes. El tiempo lo dirá.
En el restaurante Bora-Bora conversaban animadamente dos eternos amigos del alma. Se trataba de Toni Terra y Marcel Santiez, preocupados por la marcha de los preparativos del primer programa televisado del nuevo show de José María Índigo y por el atentado que este había sufrido.
El chef tres estrellas Michelin Amón Saccas, galardonado con media docena de premios internacionales, entre ellos el preciado Bocuse d’Or, hace gala de ser el nuevo propietario del restaurante que en otro tiempo regentó el cinco estrellas Michelin Arcediano Beltrán, fallecido por el brutal tajo en la yugular que recibió del ’asesino del disparate’. Este le dijo nada más cometer el crimen:
–Perdone la perturbación, gran chef, era necesario este disparate. Necesito su red de contactos para mí.
Nadie en el mundillo que frecuentaba el Bora-Bora ignoraba que cada día se tejía en él un trozo más grande de la inmensa red de contactos que gobernaba España y parte de Europa. Los cabecillas informaban de oportunidades para cerrar negocios multimillonarios como ceder de forma aparentemente altruista a un intermediario conseguidor de explotaciones de metales preciosos en un país exótico, los más de cien apartamentos de un edificio de lujo en pleno centro de Madrid.
La mayoría de los eslabones que cerraban el circulo de conseguidores eran a menudo elementos ignorados por los jefes supremos, a quienes solo importaba el montante de pasta que acababa engrosando sus arcas.
No había fisuras aparentes entre los hilos de esa tupida tela de araña. Cada peón sabía a la perfección qué papel interpretar y qué pasos dar para obtener el premio final.
Toni Terra hablaba saboreando aún el último trago de su copa de vino blanco Belondrade y Lurton, un Verdejo de Rueda que permanece diez meses en barricas de roble francés junto a sus levaduras y seis meses en botella antes de salir a la venta.
–Amigo Marcel, créeme si te digo que esto está al filo de la navaja ¡Nosotros lo estamos! No confío en lo que está pasando. El futuro presentador del primer programa de “El fantástico show de la vida 5.0”, que deberá ser emitido en una semana, ha quedado marcado por un atentado que ha podido costarle la vida. Esto no sucede por algo casual ¿verdad? No sé, dudo del porqué de este asalto.
–Es verdad, Toni, no es normal que intenten cargarse al resucitado mejor presentador televisivo de la historia que va a amenazar los resultados de “share” de una docena de canales que han puesto toda la carne en el asador para que en la noche de los sábados sean los más vistos.
–Vaya, amigo, te acabas de reír en mis barbas, y mira que son abundantes –ironizó Toni intentando seguir una corriente festiva que ya empezaba a correr por sus venas junto al rico vinillo de Rueda.
–Es que es factible –ironizó Marcel del mismo modo–, pienso yo (en fin, a veces lo hago, amigo) entender el atentado contra Josemi como un aviso para que no dé comienzo la programación de un show que desbancará a buen seguro a muchos canales en las horas de mayor audiencia. No me creo que no lo veas así de claro.
–Lo sé, Marcel, lo sé, pero ¿es posible que una cadena, aunque sea una feroz competidora, desee cometer una atrocidad como acabar con la vida de un presentador? Pues deberíamos investigar entre las candidatas más probables…
Marcel Santiez calló por unos instantes y acabó elevando su copa de tinto gran reserva 2010 tempranillo, mazuelo y graciano de La Rioja Alta.
–Pues brindemos por los guionistas metidos con calzador a investigadores del CSI.
Su amigo esbozó una sonrisa sarcástica y movió la cabeza de lado a lado.
–¡Ay! Marcel, no consigo que te centres. Tan solo quiero que seamos muy cautos de ahora en adelante. Pueden querer atentar contra cualquiera que forme parte del proyecto de show de los sábados que emitirá CRONOS TV, la empresa de televisión más importante del país. Eso es todo, nada más y nada menos.
–¿Crees que habrá un segundo atentado colectivo como el que sufrió CRONOS TV, cuando el “Batallón Armado de Liberación Nacional” hizo estallar un explosivo de enorme potencia a las puertas del estudio? Mira, no me acojones más, querido Toni ¿vale?
Toni bebió de golpe una segunda copa e invitó a Marcel a hacer lo mismo.
–Anímate Marcel. Por lo que veo, tú y yo lo vamos a necesitar a partir de ahora. Además, acuérdate de la tragedia que pudo haber ocurrido cuando esa mafia gerusa que extorsiona de forma criminal a quien no les ha devuelto sus préstamos quemó la mansión de Josemi hace unos meses.
–Lo recuerdo, perfectamente, amigo. Anda, no eches más leña al fuego…
El sargento Domiciano Pereira, ayudante de la inspectora jefe Guillermina, empezó a sospechar que ella no era trigo limpio y compartió esas inquietudes con uno de sus dos contactos en el CNIA, el diseñador de las cápsulas de los somas Clodoaldo Puga. El otro es uno de los tres directivos del CNIA, Romualdo Zambón. También iban a hablar sobre el ex ministro Abdón Monegal, según habían convenido.
Clodoaldo Puga diseñó las cápsulas de vida de los somas o clones-base del CNIA para permitir el crecimiento de los cuerpos previamente al injerto biónico o impronta que les convierte en el clon deseado. Ambos amigos se han reunido en un bar característico por la presencia de jugadores de billar que hacen apuestas. De noche, con poca iluminación, situado en un polígono de las afueras de la ciudad, aquel antro no auguraba nada bueno. Pero era el lugar de encuentro de esos dos desde hacía años. Nunca tuvieron nada que lamentar excepto alguna pelea ocasional entre billaristas.
El deslustrado cartel que iluminaba a duras penas la entrada al local rezaba un nombre que haciendo un esfuerzo mental parecía indicar “El robledal”, una inspiración paisajística muy fuera de tono en aquel entorno presidido por naves industriales semiderruidas que acumulaban hollín, herrumbre y goteras por todas partes. Las pocas que quedaban en pie ilustraban un mapa donde hacía treinta años se habían asentado la flor y nata de las medianas empresas de Madrid entre las que se encontraban fábricas de multinacionales que poco a poco fueron cesando en su actividad.
Las ratas más grandes que nadie había visto nunca se arrastraban con sus gibas grises y grasientas por los sumideros fecales y las acequias de desagüe más estropeadas de la superficie de Madrid.
Los escasos habitantes de esa zona a medio devastar debían luchar con familias de insectos desagradables que a diario acechaban tras las puertas y colmaban los desagües de lavabos e inodoros. Ya nadie hacía sus necesidades en sus oficinas, sino que acudían a las de las cinco empresas a las que Sanidad había obligado a pasar una exhaustiva inspección ante las denuncias de sus clientes. El resto, las que ahora disfrutaban del uso de esos sanitarios ajenos tan limpios, nunca habían pasado la inspección porque nadie las había denunciado.
Clodoaldo Puga había encontrado en Domiciano Pereira a un interlocutor desenfadado, amante de la vida sencilla pero bien regalada con un homenaje cuando ello resultaba posible. Ambos habían disfrutado de vacaciones en varias ocasiones acompañados por sus respectivas familias y siempre lo pasaban bomba.
Uno de los hijos de Clodoaldo había empezado a salir con una hija de Pereira. Llevaban ocho meses juntos y aquello parecía sólido. Quién iba a decir que aquellos dos hombres en apariencia sencillos aunque de profesiones complejas, iban a protagonizar una de las noches más violentas de la historia de aquel bar. Uno de los motivos de la reunión de ambos había sido hablar acerca del pasado de Abdón Monegal, ex mano derecha del ex presidente Prometeo Nadal.
–A ver, la idea para que intentáramos sacar tajada de la espeluznante noticia sobre el pasado criminal de Abdón, es obvio que obedece a una consecuencia lógica de nuestra necesidad de pasta tan imperiosa. Aquella inversión en bitcoins ha estado a punto de llevarnos a la ruina –expuso Clodoaldo desde una forjada seriedad para expresar sus razonamientos.
–Claro, pues esa es la madre del cordero, Clodo. Aquí hay que jugársela aunque con otras cartas y otra gente, la más peligrosa del país por cierto.
–Sí, tienes razón. A estas alturas, después de haber esquivado por mi parte un intento de asesinato y la investigación policial posterior cuando acabaron con la vida de los pobres Primitivo Pérez y Andrés Poveda, mis queridos amigos desde que entramos en el CNI, creo que estoy preparado para dar pasos difíciles.
–Anda ¿y eso de esquivar un asesinato? Nunca me habías contado nada.
–Bueno, es que ya estoy harto de ocultarlo. Fui testigo del final del horrible asesinato que un intruso acababa de cometer. Me pareció ver que había clavado dos enormes cuchillos de sierra en los cuerpos de mis dos amigos y un destornillador asomaba por el ombligo de uno de ellos. Todo estaba chorreado por la sangre.
–Pero ¿llegaste a ver la cara del verdugo de esos desgraciados? –inquirió Pereira mientras se echaba al gañote una generosa copa de coñac servido a granel desde una garrafilla de enea.
–En absoluto. Iba cubierto por un sombrero ridículo y llevaba una gabardina raída y holgada, parecía un indigente. Si me pidiera la policía identificar al sospechoso en una rueda de reconocimiento no podría ayudarles en nada.
Una camarera muy atractiva de generosas formas voluptuosas hizo acto de presencia con la última comanda solicitada por Clodoaldo y Domiciano. A la pobre se le derramó una de las copas y cayó sobre el pantalón del policía empapándolo generosamente. La chica no sabía dónde meterse. Avergonzada, utilizó el trapo que llevaba colgado del hombro para intentar secar el estropicio de la pernera del ayudante de la comisaria Guillermina Conrado.
–¡Eh tú! Capullito, ¿qué haces con mi chica? –vociferó uno de los jugadores del billar situado a espaldas de Clodoaldo. Vestía unos vaqueros rajados y deshilachados que le habrían costado probablemente no menos de doscientos euros y una camisa sin mangas que dejaba ver dos brazos totalmente llenos de tatuajes de colorines. Una mezcla de calaveras, frases ilegibles y corazones rotos cubría toda la piel a la vista.
Por toda respuesta, el sargento Pereira se levantó de la silla con velocidad inusitada, agarró la misma haciéndola recorrer una parábola en el aire y acabó estrellándola en la nuca del ofendido, borracho del todo desde hacía al menos media hora. A continuación, los colegas de billar del alcoholizado se abalanzaron al rescate de su amigo, que yacía en el suelo completamente inconsciente.
Domiciano Pereira tenía su barriguita simpática de poli que no practica mucho deporte, pero a la vez lucía unas espaldas y unos brazos curtidos en mil batallas, por lo que no se arredró ante los precipitados atacantes arrebatando a uno de ellos su palo de billar y rompiéndolo sobre su cráneo en mil pedazos.
Clodoaldo había permanecido con la boca abierta durante el minuto y medio transcurrido desde que su amigo el sargento Pereira había saltado como un resorte desde su silla arrojadiza. Pero decide que hay que entrar en acción y lo hace lanzando hacia los dos contrincantes la garrafilla de enea que minutos antes la camarera había colocado solícitamente sobre su mesa tras recibir diez euros extra de manos del investigador del CNIA, quien se lleva ahora las manos a la cabeza para protegerse de la agresión de uno de los dos acompañantes del borracho que lo inició todo y que sigue durmiendo sobre el suelo lleno de restos de cacahuetes y otros aperitivos de cortesía más pringosos.
Clodo consigue zafarse del palo de su atacante, empuja el arma hacia la boca del estómago de este y aplasta el extremo contra la barriga blanda que luce el billarista. El resultado es la huida rápida del segundo contrincante. El tercero estaba agarrando por detrás a su amigo el sargento Pereira tratando de inmovilizarle con una llave de lucha libre conocida como doble Nelson. Al ver que al policía le costaba zafarse, Clodoaldo decidió recoger del suelo la garrafilla de brandy y golpear con ella la cabeza del oponente de su amigo hasta que aquel empezó a sangrar abundantemente y soltó a su presa.
Lanzando gritos de dolor se acercó a la camarera y cogió el trapo que esta llevaba sobre el hombro, que hacía un par de semanas era blanco y ahora ofrecía un tono gris oscuro que no hablaba bien de su valía para taponar una herida.
–Caramba Clodo, me has dejado de piedra al comprobar cómo te defendías. Y muchas gracias por defenderme también a mí. Eres increíble, amigo. Venga, brindemos por la victoria.
En ese momento el borracho despierta de su inconsciencia, se sienta en el suelo y parece estar preguntándose qué ha sucedido y cómo es que está ahí sentado sobre la pringue del pavimento. Su chica tendría tiempo de contarle lo que le había costado al bar su metedura de pata.
–Después de esto –dijo el sargento– ya no habrá chantaje al gobierno que se nos resista.
Y hasta aquí el episodio de «La asesina del dardo azul». Encontraréis la continuación en la siguiente entrega, el capítulo 23.
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Miguel Ángel Díaz Díaz
Posted at 20:18h, 11 noviembreHola, Marcos.
Me alegra que continuéis publicando nuevos capítulos y que hayáis decidido que la versión digital avance hasta este punto. A ver qué nos proponéis en la continuación. Espero que la novela vaya terminando de escribirse y os vaya bien al salir publicada.
Un fuerte abrazo :-=
marcosplanet
Posted at 21:48h, 14 noviembreMuchas gracias por tu fidelidad a esta saga, Miguel Ángel. La novela sigue creciendo y veremos cuando la terminamos, pero de momento aún queda.
Un fuerte abrazo.
Federico Agüera Cañavate
Posted at 15:20h, 30 octubreSuerte con la publicación del libro. Saludos
marcosplanet
Posted at 22:07h, 30 octubreMuchísimas gracias, Federico.
Ric
Posted at 10:02h, 21 octubreHola Marcos
Me alegra mucho que hayas decidido escribir un libro, creo que eso es lo que me falta a mí, de hecho, también he recibido sugerencias al respecto.
A diferencia de tu creatividad en esta historia, si algún día me decido a escribirlo, tal vez, no sea un relato. Será algo que hable de las experiencias de Pedrito, él es mi personaje de ficción y en algunos de mis artículos lo menciono, en realidad, se parece mucho a mí, ha vivido muchos cambios en su vida, creo que hay que compartirlos para que las personas los utilicen en su beneficio, evitando situaciones conflictivas o aprendiendo a gestionarlas.
Algunas de estas experiencias o decisiones, mejor dicho, me han hecho pensar que no debo hablar, en mis entradas, de política, ahora, desde mi salida del campo laboral, tampoco lo hago en persona.
Te felicito por esta decisión, ¡un cordial saludo!
marcosplanet
Posted at 13:35h, 21 octubreÁnimo con ese proyecto de novela, Ricardo. Te gustará verlo publicado (hoy día, como sabes, hay multitud de opciones). Y además es de esas cosas que crean afición. En tu nueva etapa ermitaña encontrarás tiempo y lugares aptos para la inspiración necesaria para conformar una buena historia o, como bien indicas, experiencias de vida.
¡Saludos Ric!