03 Dic Un descubrimiento entre clones humanos. Episodio 11
– ¿Se da cuenta de la magnitud de lo que ha dicho doctor? –inquirió Estévez–. El alcance que tendría dentro de la sociedad de la información en la que vivimos puede resultar catastrófico.
Cuanto menos supondría movilizaciones masivas de personas en todo el mundo manifestándose en defensa de sus principios éticos ¿Y los gobiernos? No pueden cruzarse de brazos. Claro que, aunque tuvieran intereses ocultos, ante la opinión pública mantendrían la postura socialmente más conveniente. Y con seguridad que acabarían condenándolo. Tamaña alteración del normal discurso evolutivo del individuo supondría la trasgresión de los principios de una sociedad regida por la ética.
Un descubrimiento entre clones humanos
El joven parecía sentirse inspirado con el arrebato. Se detuvo un momento para aclararse la garganta:
–Si la ciencia se aleja de la ética o la ignora –continuó– deja de ser útil a la humanidad, pues corrompe en lugar de enaltecer, destruye en lugar de hacer el bien…
El espontáneo orador paró su discurso, consciente de que quien debía hablar era Koppental, que no había vuelto a abrir la boca desde aquella interrupción.
El doctor recuperó el uso de la palabra animado de un cierto sarcasmo.
–Desde luego, no habría causado tanto revuelo si hubiese dicho que se ha encontrado vida en Marte–. Avanzó unos pasos desde el estrado hacia el auditorio–. Créanme si les digo –añadió– que hay un cien por cien de probabilidad de realizar la Clonación Rápida pues contamos con los medios y el conocimiento necesarios. Al cabo de más de un año de investigación en Minsk y de estrecha colaboración con el Instituto Marzens, disponemos de conclusiones definitivas para dar luz verde a la fase de producción. Se calcula que en año y medio estarán preparados los primeros cien individuos.
De nuevo resonaron murmullos y voces disonantes de personas alteradas por lo que parecía una visión de locos científicos impulsados por algún fanático.
Aparte de los rusos, sólo dos personas se mantenían serenas, como si ya estuvieran al tanto de algo que los demás desconocían.
Clones humanos
Mary Ann Keller y David Finch, bioquímicos de la Universidad de Maryland, habían sido seleccionados por Van Möeller para colaborar con miembros del equipo de Koppental cuando unos meses antes el científico ruso visitó las instalaciones del Instituto. Los dos aportaban experiencia en genética del desarrollo, lo que se adaptaba a las necesidades del doctor.
Según los resultados del laboratorio de Minsk, mediante proteínas activantes del crecimiento celular resultaría posible crear un individuo adulto en tan sorprendente plazo
Igualmente, se trataba de conseguir una probabilidad más alta de que el embrión implantado en el útero produjese un embarazo. En el último intento llevado a cabo en el Centro Biomédico, habían implantado diez embriones de clones humanos por cada mujer y entre cincuenta voluntarias sólo un embarazo fue conseguido.
Un descubrimiento entre clones humanos
La guapa Mary Ann, con su carita angelical que la hacía aparentar mucho menos de sus treinta y dos años, se levantó de su asiento dirigiéndose a los presentes para decir:
–Amigos y amigas. Lo que el doctor Koppental ha manifestado está plenamente respaldado por los resultados obtenidos aquí, en el Instituto –volvió la cabeza hacia el ponente–. Doctor, hágalo ya. Muestre a los aquí reunidos la… prueba.
Koppental bebió un sorbo de agua del vaso depositado en el atril.
–Apreciados colaboradores Mary Ann y David, os agradezco el celo que habéis puesto en vuestro trabajo. Lo que todos ustedes van a contemplar aquí es el resultado de un incomparable logro de la ciencia genética que revolucionará a la civilización moderna en cuanto a clones humanos. Algo que abrirá las puertas a un futuro antes inimaginable.
El doctor hizo un gesto a alguien sentado en la primera fila del Aula, quien se levantó encaminándose hacia una puerta lateral. La abrió y comenzó a tirar de lo que parecía una camilla de quirófano, equipada con una cúpula acristalada que la cubría totalmente.
Clones humanos
Todos se pusieron en pie intentando ver mejor el contenido de la urna. El doctor alzó una mano:
–Calma amigos –dijo–. En la pantalla que tienen enfrente proyectaremos la imagen debidamente ampliada. Por favor… –un gesto dirigido a uno de los ayudantes hizo que este activara una cámara situada en el techo del Aula. Un proyector iluminó la pantalla.
–Lo que aquí van a ver es el primer clon de un ser humano obtenido por la técnica de Clonación Rápida.
Ante los ojos de los presentes apareció la imagen del cuerpo inerte de un varón de unos veinte años
Tras su cabeza, varios cables conectados a una placa terminaban en electrodos adheridos a distintas partes del cuerpo. Su boca aparecía cubierta por una mascarilla unida a un conducto conectado a la cúpula.
–Doctor ¿Cuánto tiempo ha llevado obtener… esto? –preguntó el hombre grueso con acento dominicano.
– ¿Cuántos años diría usted que aparenta este joven? ¿Entra en su concepto de clones humanos?
–Pues alrededor de veinte, creo yo.
–La edad real del individuo que ven es de doce meses.
Algunos habían creído agotada su capacidad de sorpresa
–En nombre de Dios –exclamó el dominicano–. ¿Cómo han podido conseguir semejante aberración? Exijo que nos dé una explicación detallada que resulte mínimamente creíble.
Clones humanos
–Espero, doctor, que esté armado de muchas y buenas razones para pensar que su hallazgo se puede reproducir a escala industrial –intervino Manuel Estévez, dando a sus palabras un tinte de incredulidad –. Lo que es posible obtener por la vía experimental encuentra con frecuencia dificultades de todo tipo para ser aplicado a una fabricación en serie… –levantó el dedo índice e hizo un guiño dirigiéndose a la sala–. Y no hablamos de simples elementos fabriles sino de seres humanos con derecho a ejercer el libre albedrío –se giró mirando de nuevo al doctor–. ¿Cómo controlará usted eso?
Por toda respuesta, Koppental bajó del estrado y manipuló el ordenador portátil conectado al proyector. La imagen del clon desapareció de la pantalla para dar paso a la diapositiva del fichero informático que el doctor había preparado para la ocasión.
Una frase apareció en la pantalla:
–TODOS LOS HOMBRES NACEN IGUALES, PERO ES LA ÚLTIMA VEZ QUE LO SON
Abraham Lincoln
–Les aseguro que el sentido de esta frase puede aplicarse tanto al hombre como a su copia clónica.
El orador recorrió el Aula con la mirada, deteniéndola en un punto indeterminado del auditorio.
–Y ahora apreciados colegas, comprobarán cómo ha sido posible que el joven que yace ante ustedes haya alcanzado una edad madura en un plazo tan extraordinario.
En la sala seguía imperando el silencio.
– ¿Alguna vez han oído hablar del… Architeuthis? Tiene relación con los clones humanos, créanme.
Continuará en el próximo episodio.
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Salud y buena suerte, amigos!!
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