14 Dic Una fiesta en el ferry del lago Leman. El primer clon Ep.12
Cuando Van Möeller decidió deshacerse de Carlo Capossi viajaba en un mini crucero de placer a lo largo del lago Leman. La capital suiza era uno de sus destinos predilectos.
El ferry navegaba plácidamente por el lago transportando a un nutrido grupo de pasajeros, algunos sonrientes, otros enfrascados en animado debate y la mayoría aferrados a una copa de champagne o de excelente vino de Lavaux. Los viñedos de Lavaux, ordenados en terrazas desde Lausanne hasta Montreaux, pueblan pendientes con una inclinación tal que amenazan con desprenderse para caer sobre el lago.
Sobre la cubierta, representantes de los más diversos estratos sociales de la ciudad de Ginebra charlaban bajo un sol primaveral que bañaba con intensa luz las aguas del lago, arrancando destellos ambarinos de la superficie. Apoyado en la barandilla del lado de babor podía verse a Michael Tellemann, director del Credit Swisse Banque, hablando con Lisa Bouquez, propietaria de la clínica de rejuvenecimiento Sans Frontieres y anfitriona de la fiesta.
Una fiesta en el ferry del lago Leman
El motivo del evento era reunir a las personas clave relacionadas con los negocios de Lisa. Esta necesitaba financiación para su proyecto de construcción de un parque temático en la zona de Montreaux-Vevey, en la Riviera suiza. La idea contaba ya con el apoyo del Credit Swisse pero había que limar detalles como el porcentaje de participación del banco en Romandè Tematics, la sociedad que se iba a constituir para explotar el negocio. Quedaba también pendiente el acuerdo con los municipios de la Riviera, lo que ya de por sí resultaba bastante complicado, teniendo en cuenta que el parque ocuparía terrenos de cuatro poblaciones diferentes. La personalidad peculiar de alguno de los políticos implicados, como monsieur Dijón, bien conocido por las elevadas comisiones con que se cotizaba, añadía dificultad al acuerdo.
Una fiesta en el ferry del lago Leman
Sentado alrededor de una de las mesas de la cafetería de abordo, Tarik Sabbath, jefe de protocolo de la Embajada turca, encendía un cigarrillo a Teresa Craig, del servicio jurídico del Instituto Marzens. A su lado, Eric Van Möeller y Fabio Rocco participaban de la conversación. Eric hablaba dirigiéndose al turco.
–No dude querido amigo, de que a su Gobierno le interesará cerrar la compra en las condiciones que le ofrezco. Y usted obtendrá un provechoso beneficio al actuar como intermediario.
–Pero los paneles de embriones no son mercancía fácil de colocar. Ni siquiera en el departamento de Sanidad de mi país, empeñado en su carrera desenfrenada por poblar de clones humanos el planeta. Ya sabe que nuestro primer ministro se opone a gastar dinero en todo lo que no sea material para el Ejército. Nuestra economía…
–En efecto –atajó Eric–, la economía turca ha tocado fondo. Por eso les doy facilidades. Ustedes me adelantan un veinticinco por ciento y el resto lo pueden ir abonando escalonadamente hasta final de año.
Una fiesta en el ferry del lago Leman
–Sí, pero lo que me pide a cambio… –apuntó el turco– Facilitar el paso de estupefacientes por los puertos de Izmir y Bursa como puerta de entrada al mercado ruso supondrá competir con las fuentes de suministro de la mafia de ese país. Y eso implica asumir un alto riesgo.
–Dígame usted el precio de su riesgo.
–Eh, no he pensado exactamente… todavía no. Deje que… –titubeó el diplomático.
–Tenga, tómese el tiempo que quiera –dijo Eric, colocando sobre la mesa un bolígrafo y un cheque en blanco del Barclays Bank.
Tarik Sabbath había recibido muchos regalos y compensaciones de todo tipo por los valiosos servicios prestados a negociantes de la calaña de Eric, pero el ofrecimiento que este le proponía desbordaba sus expectativas.
A pesar de ello, no tardó más de medio minuto en escribir una cifra.
–Quédeselo, amigo mío –indicó Eric–, el cheque es suyo. Y tiene fondos, créame–. A continuación, soltó una carcajada que pronto encontró eco en los demás presentes.
–Considérese afortunado. No crea que todos tienen fondos –apostilló Fabio, que hasta entonces había permanecido callado.
Las risas continuaron. Teresa Craig pensaba en la facilidad con que Eric corrompía personas, instituciones o gobiernos. Siete años en la Marzens International Trade le habían enseñado muchas facetas de su personalidad. En esta ocasión, Van Möeller iba a intentar llegar a un acuerdo con Lisa Bouquez para suministrar varios centenares de paneles de embriones a la clínica Sans Frontieres, donde elaboraban un preparado especial al que otorgaban propiedades rejuvenecedoras. Le llamaban Fortius Cell y era anunciado con profusión en los catálogos de propaganda de la clínica. Teresa revisaría los aspectos jurídicos. No era igual que negociar con drogas o armas. Esta era una venta «limpia», de las que no necesitaban blanqueo.
Continuará en el siguiente episodio.
¡Anímate y dale un «LIKE» si te ha gustado este capítulo! Mira un poco más abajo.
Si quieres ver dónde empieza esta historia y seguirla paso a paso pulsa aquí.
No Comments