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La fórmula de la inmortalidad. Relato breve.

¡Hola a tod@s! El reto del jueves de esta semana ha sido organizado nuevamente por Neogéminis, cuyo extraordinario blog os recomendamos encarecidamente.

Las bases para participar están expuestas en dicho blog. En resumen, la propuesta consiste en elegir una de las imágenes que expone Neogéminis como inspiración para escribir la correspondiente historia.


 

La imagen que me ha inspirado este relato es la siguiente calle empedrada, iluminada apenas en el corazón de la noche:

 

La fórmula de la inmortalidad

 

Sebastián acostumbraba a recorrer de noche la callejuela empedrada que comunicaba su hacienda con la iglesia del pueblo.

El trayecto consistía en subir la pendiente que conducía hasta el templo para bajarla después en sentido contrario. Eso suponía para su mente una relajación que le permitía afrontar su monótono trabajo en el laboratorio del ayuntamiento.

Un buen día decidió emprender un camino marcado por sus lecturas sobre “el paso a la otra vida” y las experiencias de personas que habían traspasado el umbral. Llegó a leer un sin número de artículos en revistas y todo tipo de publicaciones hasta que dio con uno que le impactó.

Trataba sobre unos moluscos llamados Nautilus que moran en las frías aguas del océano Pacífico. Viven muy cómodos a varios cientos de metros de profundidad y aguantan así un número de años que nadie ha podido determinar.

Sebastián llegó a soñar de forma recurrente con el animalito, que parecía querer comunicarse con él. Al caer la noche se echaba su gruesa capa sobre los hombros y deambulaba por la calle empedrada envuelta por la bruma. Tan solo unas pocas farolas salpicaban de luz el pétreo pavimento.

En uno de sus sueños se vio nadando entre las espirales de la concha de un Nautilus, rodeado de las múltiples cámaras que permiten al pequeño molusco la flotación como si fuera un submarino.

También percibe el intercambio que el animal marino hace entre un líquido viscoso y el agua salada, lo que se traduce en movimientos tan suaves que apenas le suponen gasto de energía.

Y si el desgaste era mínimo ¿por qué no pensar que la vida del Nautilus pudiera alcanzar la inmortalidad?

Las pruebas que hizo sobre cobayas con el extracto de cien moluscos dieron un resultado extraordinario: los ratoncillos recuperaban la vida tras someterlos a una corriente eléctrica letal.

La euforia llenaba el alma de Sebastián. Sintió tal excitación que tuvo que salir al exterior en plena noche para hacer su habitual recorrido sobre el empedrado. ¡Por fin! Había encontrado el secreto de la inmortalidad…

Al doblar una esquina, un gato negro se cruzó en su camino con tal pasmo para el científico que su corazón no pudo soportar la tensión. La vida se escapó de su cuerpo en un instante, dejándole yacente sobre la fría superficie de piedras.

Lástima que nadie supiera para qué servía aquel líquido viscoso que guardaba en su laboratorio. Ni tampoco si una inyección podría haberle resucitado.


 

Y esto es todo, amigos. Si os ha gustado, dadle un like al corazoncito de más abajo. Y como vuestras opiniones me ayudan a mejorar, por favor dejad un comentario en el blog.

Salud y suerte en la vida.

Las imágenes que aparecen en este post, excepto la primera, correspondiente al reto,  han sido generadas por la IA  Leonardo

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