LA PESADILLA INTERMINABLE
Todo silba a mi alrededor envuelto en un ruido incesante, el ronroneo de los motores anfibios, la artillería omnipresente… Este maldito seis de junio de 1944 es un día de furia, desconcierto, tensión sin límite. Los nervios agarrotados, los músculos duros como piedras, las ametralladoras del enemigo lanzando sus proyectiles sin piedad. Esas MG42 del demonio, con su sonido de cremallera que desgarra el alma.
Los cuerpos caen a mi alrededor, siguen cayendo a pesar de que llevamos días aquí sitiados. No avanzamos ni unos metros porque en esta playa de Omaha la duna es nuestra única defensa física y traspasarla solo nos pondría a las puertas de los nidos de ametralladoras.
Mi amigo Ron me mira con ojos enrojecidos, su casco ha sido perforado por la bala de un Mauser; esos nazis aciertan sus dianas casi sin apuntar. Miles de balas nos van aniquilando.
Siento que mi cuerpo se ha agarrotado; mi amigo Dennis yace ante mi en la misma orilla, tiñendo de rojo oscuro un charco de agua sucia, doy buena cuenta de su sabor agrio y salado al caer sobre el cuerpo de Dennis. Lo arrastro como puedo hasta dejarlo sobre la arena, un espacio que se va sembrando de cuerpos mutilados, heridos intentando arrastrarse fuera del agua, compañeros que corren sin pausa para tomar posiciones e instalar las ametralladoras Browning M1919 para combate cercano.
Tomo con ambas manos mi subfusil, un arma extraordinaria que mata como ninguna otra, muy precisa si se tiene buen pulso, peo yo no soy capaz de apuntar, estoy bloqueado por la neurosis.
Mis manos se han aferrado al arma y mi cabeza piensa, me duele mucho, llevo varios días así… ¿dónde estoy? ¡Ah!, sí, es ese hospital de campaña que han podido montar nuestros soldados para atender a los supervivientes de la masacre. Parece que he salido del atolladero, los aliados hemos avanzado en las últimas semanas, estamos aniquilando al enemigo.
Todo consiste en matar y matar. La mayoría somos jóvenes que han sido marcados como guerreros, engañados por aquello de no sé qué sentido patrio. Es esa parafernalia que se montan un puñado de viejos mutilados mentalmente que se odian y se creen los amos ¿de qué? Son los dioses de las cenizas y el barro ensangrentado.
Nota del autor: como es evidente, este texto puede aplicarse a cualquiera de las guerras que en la actualidad suceden en este mundo inmutable, donde la historia de los pueblos se repite sin misericordia ni aprendizaje de ninguna clase.
Las imágenes publicadas en este post las he creado utilizando una herramienta de inteligencia artificial.
Este texto es mi aportación a la convocatoria del jueves 13 de noviembre de 2025.
Es la segunda semana que organizo el reto de los jueves, cuyas condiciones están contenidas en este enlace de aquí.
La próxima semana también tendréis que aguantarme, aunque será la tercera y última de las tres consecutivas que he elegido para organizar el reto.
Espero poder cumplir debidamente con el compromiso.

