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El eremita. reto literario de los jueves

El eremita.

Con este corto relato participo en el reto literario del jueves 26 de diciembre. Lo organiza Campirela.

Debe ser un escrito donde contemos nuestras experiencias en esta cena, ya sea con amigos, familia o simplemente solos, porque no nos guste festejarla.

Los relatos pueden ser verídicos o inventados, intentando no sobrepasar las 350 palabras.

 

EL EREMITA

 

En una cima del Pirineo aragonés, Lorenzo se aisló del mundo. En ese entorno tenía casi todo lo que necesitaba, solo bajaba al pueblo una vez al mes. Los vecinos de Torla eran una comunidad muy bien avenida, pero él se relacionaba lo mínimo.

Recuerdos sombríos envenenaban su mente y quería eliminarlos arrinconándolos en el cajón del olvido.

Tres relaciones amorosas habían acabado en fracaso, por un motivo u otro. No haber tenido hijos contribuía también a su soledad, pues a pesar de haberlo intentado nunca vinieron a este mundo.

Lorenzo acumulaba heridas en su interior que añadían resentimiento a su memoria, como aquella obra de teatro por la que un amigo del colegio recibió un premio especial. Aunque Lorenzo descubrió que se trataba de un plagio, no dijo nada.

Durante su etapa de estudiante universitario, Lorenzo se vio obligado a desplazarse a diario usando dos transbordos de autobús y tres de metro, unas dos horas, para llegar a la Facultad donde estudiaba. Otras dos horas más le suponían el viaje de vuelta. Eso fue para él un lastre que le restó puntos en las calificaciones durante cinco años.

El proyecto que le habían encargado para el trabajo de fin de carrera no pudo continuarlo como trabajador remunerado porque la cátedra se quedó sin un céntimo para financiarlo. Esto lo alejó de ese mundo y le obligó a aceptar trabajos que nunca le reportarían la misma satisfacción que si se hubiera dedicado a lo que había estudiado.

De este modo, en un momento de su existencia pensó que sería bueno dar un portazo a su vida anterior y retirarse a cultivar un huerto con algunas gallinas y una cabra.

Con parte de sus ahorros se compró una casita ubicada en plena montaña, a casi mil metros de altura, en lo que antes había sido una estación receptora de televisión y radio.

Solo bajaba al pueblo una vez al mes y no quería cultivar ninguna relación con los vecinos, pero al cabo de los años, los vecinos aprendieron a quererle y él a ellos, por lo que le invitaron a una cena de Nochebuena en la gran hacienda que tenía el carnicero del pueblo, donde Lorenzo vio cómo su corazón volvía a sentirse feliz y cómo su mente se liberaba, al menos durante unos momentos inolvidables, de las sombras del pasado.


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¡¡Un abrazo y FELIZ NAVIDAD!!

 

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