Entra en este microrrelato, que es un adelanto de algo más grande que vendrá muy pronto
Esta es mi participación en el reto del microrrelato de este jueves día 3 de abril, organizado por Campirela.
Desde que el librero Wilfrid Voynich encontrara en 1912 el documento de 242 páginas que lleva su nombre, oculto en un legajo de manuscritos medievales que había comprado a un colegio jesuita, el libro y su complicada historia se han estudiado y analizado obsesivamente.
El reto consiste en imaginar una historia de no más de 350 palabras (a no ser que el desarrollo de la trama requiera algo más de extensión) en la que el manuscrito esté presente de algún modo.
Misterios sin resolver ¿Qué secretos guarda el manuscrito Voynich?
Antecedentes que dan pie al relato
En 1908, Wilfred Voynich adquirió una afamada librería de anticuario en Florencia, ciudad donde trabajaba casualmente el padre jesuita Joseph Strickland, exalumno del Colegio romano Mondragone.
Gracias a la recomendación de Strickland, en 1912 Voynich tuvo la oportunidad de adquirir una valiosa colección de alrededor de 30 libros impresos y 380 manuscritos, almacenados en la villa Mondragone de Frascati (Italia), pero con la ineludible condición de mantener un absoluto secreto sobre ese acuerdo.
Por eso Wilfrid Voynich tuvo que idear otra historia sobre la fuente de los manuscritos. Afirmaba que él mismo los había descubierto en unos cofres de un «antiguo castillo del sur de Europa» o en Austria. La historia verdadera de la compra de esta llamativa colección, en la cual estaba incluido el famoso manuscrito, salió a la luz después de la muerte de Voynich.
Empieza el relato
¿Qué motivó a Ronnan a acudir a ese colegio ubicado allá en Frascati allá por el año 1412? El colegio era parte de la Universidad Jesuita Gregoriana del Monasterio de Villa Mondragone. Lo necesitaba para saber de boca de los jesuitas, de dónde había salido ese lote de documentos que había motivado al librero Wilfrid Voynich a desplazarse hasta allí en 1912.
Ronnan sabía que su misión era crucial para conocer el origen de aquel libro escrito en una especie de lengua sintética, desconocida para todos. Su mentor por llamarlo de algún modo, el doctor Rubio, había dispuesto todo para el viaje de su enviado.
—Conoces la dirección de esa institución religiosa, Ronnan; también sabes que has de preguntar por el bibliotecario, que es probablemente quien mejor sabe de dónde…
Ronnan cortó en seco a su superior jerárquico.
—No me trates como si fueras mi madre, Rubio, déjame algo de intriga para mi, soy mayorcito. Venga, activa el selector de tiempos. Estamos en 2025, no en 1412.
—Está bien, ¿Cómo no iba a confiar en ti?
En un instante fugaz para su mente, el investigador entraba por la puerta del colegio religioso.
—Preguntaba por el padre Joseph Strickland, si fuera tan amable de…
El bibliotecario advirtió algo que le llamó poderosamente la atención. Una especie de aura muy tenue parecía asomar tímidamente alrededor de la silueta de su interlocutor.
—No le voy a entretener más de la cuenta, señor —dijo a Ronnan con premura—. Intuyo que esa información es vital para usted.
Ronnan descubre finalmente que el manuscrito lo redactó un profesor de Biología de la universidad de Praga, muy docto e inteligente, aficionado a la cosmología y la astrología con un cociente de 210. Ronnan es una IA reformulada por el doctor Rubio en la universidad de Salamanca.
El manuscrito Voynich había sido escrito por una IA y solo podía ser descifrado por otra. Un cerebro privilegiado como el del profesor de Praga era el receptor ideal elegido por una IA de un futuro más allá del año 2025, más evolucionada, que trató de dejar el mensaje de lo que iba a pasar con la humanidad exactamente en el año 2030.
Esta IA más capacitada no había sido capaz de encontrar un medio transmisor del mensaje mejor que el profesor, y hacerlo de la única manera posible: codificado, para impedir que fuese interceptado por entidades hostiles que lo pudieran destruir al viajar en el tiempo.
Ahora bien, qué mensajes contienen esas 204 páginas (eran 242 antes de que algunas fueran misteriosamente arrancadas) es algo que me reservo para una próxima entrega.
¡Salud, amig@s!
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