En este Microrrelato reflejo el recuerdo de una época, acompañado de un cariño muy especial que no se borrará nunca de mi memoria.
Las mañanas eran tan frías en un mes de enero en Ciudad Real que mi hermano pequeño y yo jugábamos en el dormitorio a ver “quién echaba más vaho por la boca” mientras esperábamos la llegada de los Magos de Oriente.
Era todo un ritual que servía para quitarnos nervios de encima y soportar mejor la espera ilusionada. Juntos revisábamos la lista de regalos de reyes que cada uno había dejado más o menos bien ensobrada junto al árbol de Navidad.
Esta era otra costumbre que había en casa. Debías enviar la carta a correos dirigida al oriente más oriental y dejar aparte una copia al pie del árbol.
–Así los Magos comprueban que no se equivocan con los nombres de cada uno –decía mi sabio padre cuando venía al caso.
–¿Y si te equivocas y pones en la copia algo más o algo menos y no te lo traen?
–Eso ocurriría porque en realidad no te merecías ese regalo. Como los reyes son magos, saben quién es quién –remataba mi padre en tono misterioso.
Hoy ya no está a mi lado en este mundo para aportar alguna de sus lúcidas explicaciones. Pero su nobleza ha quedado prendida de mi alma.
Por aquel entonces yo tendría unos nueve años. A mi hermana le trajeron un vestido, lo que daba de sí la economía familiar en aquella época. A mi hermano mayor le correspondió una cámara fotográfica, por ser una de sus buenas aficiones.
Mi hermano mayor también se fue de mi lado, hace unos meses, para flotar en un espacio de eternidad. Desde allá arriba bendecirá esta noche para que siga siendo mágica.
–¿Y mi regalo? dije en voz alta pues no lo veía… A mí me tocó llevarme la mayor sorpresa desde hacía muchos años pues los reyes me regalaron ¡Una fantástica equipación de mi equipo de fútbol favorito! Con un balón reglamentario blanco como la nieve.
–Muchas gracias papá –dije a aquel rey que para mí lo fue todo en la vida–. Pero tengo que preguntarte una cosa.
–La que quieras, hijo mío.
–Este regalo no quise apuntarlo en la copia del árbol porque me parecía muy caro.
–Pues mira qué buen ejemplo de lo sabios que son los reyes por haberte traído lo que más ilusión te hacía.
No se borrará nunca de mi memoria haber estrenado en el campo de al lado de casa mi maravilloso equipo y mi balón, regalos que recibí de manos del padre mago más maravilloso del mundo.
Participo con este microrrelato en el reto de este jueves 05/01/2024, convocado en esta ocasión por Campivampi. Visitad su blog y seguro que encontraréis algo muy interesante que leer. Y compartir.
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Muchas gracias. Os deseo salud y suerte en la vida.
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