“Un viaje, un descubrimiento”
–Hola Gillian, preciosa ¿Cómo te va? –pregunta Daniel a una bella mujer morena de ojos violeta como el cristal de amatista.
–No tan bien como tú, Daniel. Estás más en forma que cuando regresamos de Santo Domingo ¿Qué has hecho, gym, yoga, trekking?
–Siempre trekking, ya sabes. Por eso te he citado en este café del centro ¿Entramos?
La cafetería olía a granos de café molidos allí mismo y servidos por docenas en humeantes tazas con el logo “Saborea la aventura” grabado en ellas. El aroma recreaba y enamoraba los corazones soñadores.
–Nunca me habías traído aquí. Qué gran sitio este “Aventura”, es un nombre que anima a …
–Moverse ¿verdad? –la interrumpió Daniel mientras la acompaña a la barra donde piden dos cafés de Colombia variedad Maragogype.
–Bueno, Dani, hace mucho que no nos vemos desde lo de Santo Domingo. Estás muy misterioso con esta cita ¿Me revelas ya tu secreto?
–Te va a gustar. Se trata de visitar “El pozo de los Texos”, allá en Asturias.
–¿Y eso, Dani? ¿Después de todo lo que … pasó?
–Pues sí, amorcito. Quiero que me ayudes a esclarecer qué es lo que grabaron los drones del doctor Damián Cuadrado.
–Nunca se reveló el contenido de las imágenes después del crimen que acabó con William Van Möeller, ni se encontró su cuerpo ¿Es que quieres buscar sus restos ahora?
–Damián Cuadrado reunió varias horas de grabación y yo he localizado un minuto de oro donde se ven restos, pero son monolitos con unos grabados que no se distinguen por falta de luz. Hay que bajar a ese pozo, Gillian.
Tras unos cuantos sorbos del delicioso café, ella se anima pensando lo excitantes que son siempre los viajes con Dani, con quien mantiene una relación sentimental libre de prejuicios y ataduras.
–Bueno, estoy de vacaciones –anuncia– y desde pequeña siempre quise explorar una cueva misteriosa, así que ¡pongamos rumbo a los Picos de Europa!
Daniel y Gillian llegan a Los Texos recorriendo Vega Maor, en el concejo asturiano de Cabrales. Cruzan la explanada de las pirámides naturales de piedra caliza del collado, en el corazón de los Picos de Europa, disfrutando de un entorno cargado de paz que aporta percepciones únicas del espacio y el tiempo.
Es un terreno cargado de magia, donde las historias antiguas aguardan turno para ser contadas en torno a una hoguera.
–¿Conoces la leyenda del Cuélebre, verdad Gillian? –pregunta Daniel mientras ambos se descuelgan por la pared interior del pozo.
–El Cuélebre, la serpiente gigantesca que habita por las simas y exige sacrificios humanos –afirma ella jadeando por el esfuerzo.
Llevan bastante tiempo haciendo rapel por la enorme boca de una sima de profundidad desconocida. Gracias a los drones del doctor Damián Cuadrado pudo observarse que había unos 900 metros hasta el primer nivel de suelo, aunque el dato no era muy fiable.
–Pues sí, el Pozo de los Texos arrastra una tradición oral sobre una enorme serpiente, “el Cuélebre”, que hizo de esta su morada. Además, debido a las gigantescas dimensiones de la sima, los lugareños creían que era una puerta de entrada al infierno –añade Dani.
–Oye, maestro Dani, creo que… hemos llegado.
Los cascos de espeleólogo que llevan ambos portan linternas de luz halógena que permiten ver en profundidad el interior de la sima. Un espectáculo de estalactitas blanquecinas se abre ante sus ojos, sombreadas por los juegos de luz que provocan las linternas.
–Ehh, ¡mira eso, Dani!
–Es… extraordinario, dice él mientras se desata el arnés. Los dos exploradores se acercan a un conjunto de monolitos de piedra caliza adosado a una de las paredes de la cueva. Eran siete columnas grabadas en un idioma antiguo con caracteres que a él le parecían célticos.
–A ver, ¿Qué dirá aquí? –se pregunta Dani pensando en voz alta.
–Yo no puedo ayudarte, soy investigadora en un laboratorio, no sé nada de lenguas antiguas.
–Yo estudié algo de arqueología sobre pueblos celtas. Y aquí dice, algo sobre… el monte Vindio, sí, eso es. Así llamaban a los Picos de Europa. Monte blanco.
–¿Y qué dice debajo? –quiere saber ella.
La cara de Daniel se contrae con un gesto de estupor.
–<<La bestia despertará en otra era. El cuélebre es inmortal. Ahora duerme hasta el año veinticuatro del centenario veintiuno>>.
–¿Eso es el año 2024? –pregunta ella conociendo de antemano la respuesta.
P.S.: Este relato es continuación de lo narrado en «Misterio en Poncebos», una historia que escribí hace tiempo y que podéis seguir en este enlace.
Y eso es todo, amig@s. Dadle click al corazoncito de más abajo si os ha gustado y dejad un comentario por favor. Vuestra opinión es valiosa.
Salud y mucha suerte en la vida.
Este relato es mi aportación a la convocatoria del jueves 29 de febrero consistente en:
“Un viaje, un descubrimiento”
Es un reto explorador, relacionado con la aventura de viajar y no de realizar un viaje corriente sino de hacer un descubrimiento, cualquier hallazgo que pueda tener un valor para:
– Descubrir huellas de otras civilizaciones
– La investigación de un crimen
– Localizar los restos de un naufragio
– Hallar a una persona desaparecida
– Encontrar un mensaje en una botella o en cualquier otro sitio
En todos los casos la búsqueda debe implicar un desplazamiento a otro lugar, la realización de UN VIAJE, ya sea de corta o larga distancia.
En cualquiera de los casos hay que mencionar:
- Un deseo de la infancia que esté presente en algún momento del relato.
Las normas de publicación las tenéis aquí.
