
30 Sep El dueño del viento
Respetando las reglas habituales del microrrelato de los jueves, con forma y estilo libre, Neogéminis nos invita a dejar volar nuestra imaginación creando una historia que nos introduzca en el mundo fantástico de HADAS, DUENDES, MAGOS Y ALQUIMISTAS.
En su blog están todos los requisitos.
El dueño del viento
El duende Nathaniel soplaba suavemente la brasa azulada que Norbando el alquimista había generado sobre la redoma de condensación de vapores.
Ambos esperaban con interés desmedido el resultado del experimento. Debían cumplir un encargo que les haría ricos.
Las instalaciones del castillo de la huérfana princesa Mariela ofrecían todo lo necesario para que el alquimista pudiera ejercer sus labores. Una gran columna central presidía el recinto, donde aromas de exquisita perfumería se mezclaban con olores a azufre, antimonio y bismuto.
—Hemos llegado al extracto final, maestro, pero me da en la nariz que le falta algo de hierbaluisa y estramonio.
—Es peligroso jugar con el estramonio, no lo olvides —aclaró el alquimista mientras observaba cómo las últimas gotas del destilado habían cristalizado con aspecto llameante en el recipiente de vidrio—. Con que te pases un poco de la dosis alucinatoria resultaría mortal.
—Pues usaremos belladona, me atrevo a sugerir —replicó el orejudo ayudante del alquimista.
—Y dale. No sé por qué necesitas drogarte para realizar tu numerito.
—Créeme, la alucinación estimula mis dotes de duende del espectáculo. Voy a representar un número que cautivará a Mariela y la preparará para su dulce muerte.
—Bien, vayamos a lo importante, Nathaniel. La mejor solución para enviar a la princesa al inframundo es el barbital. La sobredosis que añadiremos a su copa la llevará junto a la parca como si cayera en un profundo sueño.
—Del que no despertará jamás. ¡Muy bien, maestro! —añadió el duende con gestos grandilocuentes de sus largos brazos, como era habitual en él.
—Habré infectado su vino minutos antes de terminar tu función, duendecillo. Después, su hermosa cabeza reposará sin vida sobre la mesa del banquete.
En ese instante, una ráfaga de viento se paseó por el laboratorio del alquimista recogiendo en su seno las palabras que intercambiaban el alquimista y el duende y transportándolas hasta los aposentos de la princesa. Un hechizo pronunciado por el mago Lisardo, recorría el castillo desde hacía tiempo a petición de Mariela. Esta quería estar al tanto de todo lo que pudieran estar tramando en sus dominios contra ella.
Hasta ahora habían sido ajusticiados decenas de conspiradores. Dos cuerpos más los acompañarían ese mismo día en la fosa común excavada en las proximidades del bosque.
El mago reflexionaba, satisfecho.
«Siempre agradeceré al hada Morganda sus enseñanzas para hechizar el viento. La princesa se ha salvado, ignorante de lo que le espera. Esta noche llegará una ráfaga mortal hasta su lecho y me convertiré en el dueño absoluto de estas tierras».
Y hasta aquí he llegado, querid@s lector@s. Espero que os haya gustado y si es así, por favor dejad un comentario y un like en el corazoncillo.
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