04 Dic Un mundo blanco perpetuo
He escrito este relato como aportación al concurso de relatos edición 49, El color de la magia, de Terry Pratchett, en El Tintero de oro.
En esta ocasión, está conducido por Pepe
UN MUNDO BLANCO PERPETUO
Varios mundos giran alrededor de Grand Manor, la estrella que los mantiene vivos, aunque no todos están habitados. No voy a decir el número, no importa. Tan solo apuntar que uno de ellos está deshabitado y es la envidia de alguien muy particular que vive en Kooln, un planeta del mismo sistema con mucho hielo y un solo color.
—Vivimos en un mundo blanco, estimado Adpertin. Nieve, hielo y más nieve. Detesto ese producto de la naturaleza simple que nos rodea. Por lo que he visto en mis exploraciones astronómicas, existen planetas con reflejos dorados por todas partes y otros donde reina la vegetación multicolor. Con estos no quiero conflictos, porque están habitados y ya conoces las imperfecciones de la naturaleza humana, que nos conducen hacia abismos de donde nunca nadie sale ganando. Bien, creo que los brillos que nos llegan desde Culianen son debidos a un mineral áurico. Según los análisis del espectrómetro de masas, corresponde a una combinación de siete elementos de la tabla periódica, a las Tierras raras. Los Lantánidos y Actínidos, vaya.
—Como bien sabe, majestad, el oro puede combinarse con otros elementos para formar aleaciones, como el cobre y la plata para el oro amarillo, o paladio y plata para el oro blanco. También puede formar compuestos químicos, como el cloruro de oro y óxido de oro.
—Si, si, mi mago preferente del reino, lo sé. Me gustan los tonos amarillos y anaranjados del primero y el rojo amarronado y violeta del segundo. Este se presenta en dos variedades, como sólido cristalino o como polvo insoluble de un violeta oscuro.
—Su majestad, sé de su proyecto desde hace ¿cuánto? ¿tres o cuatro meses? Y estoy convencido de que va a continuar con la idea de cubrir Kooln con todo ese paraíso de colores. Es una obra tan… digamos, ejem, colosal, que cada día que pasa mis dudas al respecto crecen, mi señor.
—¡Imagínate esas combinaciones en nuestro planeta! Sería la bomba contemplar nuestros hermosos palacios rodeados de todos esos minerales extraordinariamente coloridos. ¡Hasta las humildes casitas de los peones lucirían mejor! Estoy emocionado, Adpertin, mucho, créeme. El día en que logremos mejorar este planeta tal como yo lo veo seremos un ejemplo a seguir. Pero, ¡retruécanos!, conseguiremos revivir Kooln con una paleta completa de colores y brillos que hasta ahora nos vemos condenados a ignorar. Aaah, qué gran satisfacción siento por mi gran idea. Ya podemos poner en marcha esa lanzadera interplanetaria, la nave definitiva que tu magia inventó ¡Viva el nuevo mundo de Kooln! ¡Te necesitamos, Nuevo Kooln!
—No creo que estemos preparados para semejante viaje y semejante acarreo, mi señor. Esa máquina ha dado resultado explotando planetas deshabitados próximos al nuestro. Carecemos de pruebas para cargas tan grandes y en planetas tan lejanos como Culianen. Fíjese, si la cargamos al máximo obtendríamos unas 3.000 toneladas de materiales en cada viaje. Por las estimaciones del gabinete Real de ingenieros, necesitaríamos 33.300 millones de toneladas para cubrir todo Kooln, como usted desea. Eso supone hacer unos once millones, ciento once mil viajes, con un gasto de combustible equivalente a todo el consumo de combustio del planeta en un año. Habrá déficit energético para cubrir las necesidades básicas de consumo de electricidad y gases de uso industrial y doméstico, tendremos que extraer mucho más combustible en las zonas explotadas y aumentará la contaminación…
—Todo el viejo Kooln es ¡blanco!, de un blanco impoluto. Solamente el Huso, ese transbordador mágico que con gran acierto hiciste salir casi de la nada es una máquina con la variedad necesaria de color. De lo contrario, ¡teníamos que haber teñido los mandos! para poder conducirlo manualmente y…
—Ejem, perdón de nuevo por la interrupción, su majestad. Debo expresar mi negativa a esa idea de pilotar manualmente el Huso. La atmósfera del planeta que es la niña de sus ojos no es respirable para los koolnitas. Eso hará imposible la vigilancia in situ del mineral, cosa que por otra parte no será necesaria, gracias a la magia que provee a la lanzadera de medios automatizados para realizar la extracción.
—Es importante, querido Adpertin, que nuestros ingenieros puedan desarrollar un sistema adaptado para cada individuo y así podremos evaluar si es posible colonizar Culianen, ¡el planeta de mis sueños! en lugar de modificar este ¿Qué te parece?
—Pues …no lo he consultado, pero… lo haré de inmediato, señor. Sí, cuente con ello. Ejem, salgo ya.
—¿A que no te lo esperabas? ¿eh?
Antes de sufrir el gran cambio que le hizo mago por casualidad, Adpertin era un asistente del rey para temas astronómicos y literarios, principalmente. La mente del monarca era un escenario de fantasía perpetua. El día en que Adpertin tuvo una experiencia mística en su laboratorio con un rayo procedente de nadie sabe dónde, su vida cambió, pero la magia se esfumó nada más aparecer la lanzadera. Y esto no lo sabía el rey. Así que el pseudomago quedó limitado al ensayo y error con las cargas de mineral áurico.
Llegó el día en que la lanzadera aterrizó en Culianen… y allí se quedó para siempre completamente vacía de materiales dorados y sueños del mismo tono sin cumplir.
Cuentan que el rey lloró y lloró durante muchas lunas y al término de su duelo encontró en la oración un refugio eterno. Le nombraron Papa de los Koolnitas y asunto resuelto.
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¡Salud y suerte en la vida!
Nota: la imagen de portada está generada por IA y editada por mi

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