El peso de la corona

El peso de la corona

 

EL PESO DE LA CORONA

 

«Los planes de Activa, líder de los planetarios, consistían ese día en intentar interceptar las señales procedentes del satélite que utilizaba el gobierno de Ethernia para comunicarse con otros cuerpos celestes.

La heroína de los planetarios usaba una tabla antigravedad para poder recorrer grandes distancias en un tiempo récord. Su querida Jumpy la había acompañado en múltiples hazañas, como la conquista de un territorio propio en Ailandis, el rincón olvidado de Ethernia. Oficialmente, Ailandis pertenecía a tierra de nadie por sus inhóspitas condiciones de vida».

—Deja de hablar de viejas historias, Narratidor, eso no va a interesar a nadie. Quiero historias de ayer, de hoy mismo, que puedan impactar en el gran Congreso. ¿Tú crees que podemos permitirnos caer en las leyendas?

 

—Discrepo, Activa, tu historia es auténtica, veraz, y los más jóvenes sobre todo deben recordarla para tener presente que tu liderazgo es producto de actos de riesgo y misiones suicidas en contra de…

—Sí, contra Laxa y su dictadura. Ya lo sé. Pero han pasado veinte años y aún no hemos descubierto cómo conseguir la inmortalidad. Desde que los androides se aliaron con nosotros estamos esperando que hagan algún maldito diseño de máquinas que cambien nuestro código genético. Se las han dado de listos y ahora mira, somos más viejos y seguimos creyendo que alcanzaremos a los Athempora en su privilegio.

—Bueno, querida, si miras lo que hemos conseguido verás que estamos mucho mejor: la calidad de vida de los que antes éramos “planetarios”, los parias sin tiempo, ha mejorado ¿no te parece?

—No seas irónico conmigo, Narratidor. Pues claro que hemos avanzado, pero para mi no es suficiente. ¡No somos inmortales!

—Bueno, si quieres suprimo el apartado de la historia que te llevó hasta aquí. Podemos sustituirla por unos fuegos artificiales o algo así…

—Eres muy gracioso, amigo Narri; anda, venga déjalo estar ¡pero no me obligues a escuchar tu discurso de una hora!

Activa dijo esto entre risas y lanzó a Narri un almohadón de uno de los sillones de la sala palaciega.

—Bien, querido, me retiro a mis aposentos. Dile al suboficial Z que esté atento. Debo preparar mi intervención en el acto del gran Consejo.

Narratidor quedó inmóvil durante un buen rato observando cómo se alejaba la espigada figura de la gran líder, entre columnas de ónice y escaleras de alabastro. Le resultaba subyugante la escena que contemplaba. Después volvió a leer en voz alta la historia que había comenzado a relatar.

«Jumpy no era una tabla antigravedad corriente. Poseía un intercomunicador conectado a una unidad de proceso de datos gestionada por una IA que le permitía comunicar con su interlocutor adaptándose a su forma de ser.

En esa ocasión, Jumpy debía trasladar a Activa a las “grutas del ocaso”, ubicadas en las tierras rojas, una región del planeta que nadie había pisado, básicamente porque si lo hacías jamás saldrías con vida.

Pero ella siempre se las arreglaba para escapar de los peligros, nadie sabía bien cómo.

Jumpy guardaba el secreto. Según testimonio de la propia Activa, sus consejos dictados por la IA eran muy certeros y aportaba soluciones, como la forma de evadir las tierras rojas.

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Allá perecieron muchos inconscientes que intentaban acceder a Ailandis, el rincón olvidado donde nuestra líder instauró su gobierno”.

En ese momento Narri escuchó un pequeño ruido de pasos. Detuvo su narración oral y se recostó en su asiento.

—No voy a preguntar quién anda ahí, no lo haré. Venga, Bolovan, acércate y escucha.

Una figura menuda, de piel morena, se acercó a Narri con la cabeza gacha.

—Siento… haberme… colado así mientras trabajas. Es que quería… escuchar la historia que estabas leyendo. La historia de cómo Activa llegó a ser reina quitándole el trono a Laxa.

—¿Sabes qué, Bolovan? Me parece que eres muy crítico con ella. Ya hablamos otras veces sobre esto y sabes que no comparto tu criterio.

—He cumplido quince años y me hago preguntas, como se las hacen muchos en este planeta del rencor.

—No admito eso, Bolovan, ¡no sigas por ahí!

—La mayoría silenciosa sabe qué métodos usó ella para acabar con Laxa.

—Mira, Laxa era de la raza de los Athempora, los que nunca mueren, lo sabes de sobra. Y nosotros estábamos marginados, éramos un deshecho para ella. Ya conoces las restricciones de acceso a su hemisferio, prohibiciones de mezcla de sangres, vigilancia de nuestros actos mediante los androides…

—Eso lo sabemos todos, pero la forma en que Activa se libró de ella…

—¡Para, para! Activa tuvo que hacer frente a todo un reinado de marginación y desprecio. No ha habido gobierno más perverso que el de Laxa. Eso se estudia en todas las academias, institutos y universias. Las universias y los gymnasium de la mente te formarán muy bien en todo lo referente al pasado de este planeta y en especial a la historia de la liberación.

—Las diferencias genéticas nunca debieron ser una excusa para una guerra, maestro, las guerras solo conducen al odio y este aumenta la probabilidad de que se repitan. Pero aunque soy muy joven me doy cuenta del rumbo que toma un gobierno tras una guerra y no me gusta adonde vamos. Por cierto, los gymnasium me parecen una aberración. Allá todo es aleccionamiento de masas.

—Vaya, amiguito, así que tus compañeros de la academia Fuji te están inculcando todas las falsedades que les permite su escaso conocimiento. Te animo a que acudas a mi próxima intervención en el gran Consejo. Es el mayor evento de los celebrados hasta ahora y en el que Activa quiere ofrecer a todo nuestro mundo unos avances sobre la técnica de cambió de códigos. Los nuevos códigos que nos implanten…

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Bolovan interrumpió a Narri con un rictus de rebeldía.

—Parece mentira que fueras tan amigo de mi padre. Con lo que él luchó siempre por recuperar la dignidad de los planetarios.

—¡Y por eso estamos aquí, Bolin!, ya está bien de disidencias disparatadas. La academia Fuji te está lavando el cerebro.

—Tú lo tienes intervenido, maestro. Siempre me has cuidado, como mi padre te había encargado, y me has enseñado mucho, lo que te agradeceré siempre, pero ahora veo en ti a un siervo del poder de Activa, nada más. Y eso me entristece. Va contra mis principios.

—Mira, amigo mío, ¿no querías escuchar la historia de Activa? ¿Te acercaste a mi en la oscuridad por eso ¿no? Voy a recitar esta parte, donde podrás comprobar el talante de nuestra líder y su valentía al plantarle cara a Laxa y sus ejércitos. Fue una hazaña épica.

Bolovan aceptó a regañadientes, a pesar de su evidente interés inicial y se sentó junto a Narratidor. Había pocos narradores del orden tan bien reputados en todo el planeta. Los consejeros que gobernaban cada nación de Ethernia contaban con uno, pero en muchos casos no pasaban de simples escribas de panfletos dentro de cada régimen.

—¿Recuerdas la tabla antigravedad en la que siempre se desplazaba Activa? Por supuesto que si, es parte de la leyenda…

Estaba leyendo en voz alta cómo perecieron muchos inconscientes que intentaban acceder a Ailandis, el rincón olvidado donde nuestra líder instauró su gobierno.

—Sé lo de las tierras rojas y la forma en que perecieron en ellas cintos de miles de Athemporas llevados a una trampa por la estrategia de Activa y su alianza con los androides. Estos dejaron de “vigilarnos” y eso permitió nuestro refuerzo. Lo demás lo acabó poniendo Activa mediante tácticas de guerrilla en las ciudades y naciones de todo Ethernia.

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—Bien, escucha esto.

«Las habilidades desarrolladas por Activa con su tabla inteligente le permitieron atravesar las tierras rojas sin más problema que pensar en una caída sobre aquella tierra maldita. “Lo mejor es mirar hacia delante, el final del camino es lo que importa”, se decía a sí misma con determinación.

»Ailandis tenía una frontera muy bien guardada por su vecindad con las tierras rojas. Aquel territorio era como una reserva permanente de lava en pleno estado de fusión. No había ningún volcán, pero aquella región de cientos de kilómetros de fuego vivo permanecía activa siglo tras siglo. Para los hábiles conductores de tablas no era sencillo mantener la cordura al atravesar ese infierno, por el lado corto, claro está. Existía un ramal de tierra próximo al borde occidental de las tierras rojas que permitía cruzar tan solo cincuenta kilómetros de franja roja para llegar al desfiladero de las “grutas del ocaso”. Esta era la puerta única de entrada a Ailandis.

Bueno, maestro, voy a dormirme si sigues. Conozco muy bien la historia.

—Entonces, ¿Por qué estabas merodeando por aquí?

—Quería hablar contigo en serio, como lo hemos estado haciendo hasta ahora, pero, estoy indeciso, maestro. No sé si debo trasladarte todo lo que pienso.

—Tú sigue por el camino que hayas elegido. Las consecuencias se encargarán de hacerte saber lo que es correcto.

—Pues vaya consejo, si tropiezo es que he fallado. Eso lo sabe hasta el alumno más tozudo.

—Mira un poco más allá, Bolin, y no creas que todo el que parece brillar es alma de luz.

—¿Por qué lo dices, por el director de la academia Fuji? ¿Entonces no apruebas mi asistencia a esa formación?

—El sensei Tanakin os mete demasiados pájaros en la cabeza. De hecho, está previsto cerrar las academias donde maestros como él están desviándose de la doctrina.

Bolovan se puso de pie de un salto y agarró de las manos a Narri.

—¡No hagáis eso, no lo hagáis! Sería como el principio del fin de la libertad de pensamiento y de opinión. ¿Sabes qué? No lo consentiremos, no lo…

Bolin rompió a llorar. Tal era la batalla interior que soportaba por el aprecio que sentía hacia su maestro.

 

Activa observaba las imágenes en un reproductor holográfico instalado en un rincón de su fastuoso dormitorio. Sonreía ante el pequeño enfrentamiento entre el joven Bolovan y su mentor. El informador de los Avistadores había recopilado los nombres de todos los centros de formación donde no se seguían las reglas, de los maestros, senseis y alumnos, incluyendo imágenes de clases en las que la disidencia era clara. Todos estaban fichados.

«Qué poco sabes de rebeliones, amiguito —pensaba Activa—. Te salva tu afinidad por tu maestro y cuidador. Tu padre dejó este mundo defendiendo mi causa y eso no puedo olvidarlo, pero ten cuidado, no puedo consentir desviaciones… si quiero sobrevivir».

 


 

Y esto es todo, amig@s. Tu comentario será bienvenido.

Salud y suerte en la vida.

10 Comentarios
  • Themis
    Posted at 16:47h, 25 mayo Responder

    Muy buen relato Marcos, sin lugar a dudas todo líder que cree que el poder que tiene pertenece a si mismo y que no es enviado de otro lado, pierde la flexibilidad, su ego se lo va comiendo y es presa fácil de caer en ser el máximo dictador y aplastador de mentes que no convergen con él. Mucha imaginación hay en tu relato, muy bueno, abrazo grande

    • marcosplanet
      Posted at 06:48h, 27 mayo Responder

      Muchas gracias, Themis. Sabes que aprecio mucho tus comentarios.
      Un fuerte abrazo 🤗

  • Maty Marín
    Posted at 14:08h, 24 mayo Responder

    ¡Hola Marcos! Nunca me va a dejar de sorprender tu derroche de imaginación, sumándole ahora los nombres tan originales que has puesto. Definitivamente eres un escritor. Parece que nos acercas a un mundo ya casi palpable. Bueno, aún no encuentro una tabla así antigravedad, pero si encuentras una me la puedes apartar?
    Un abrazo Marcos 😊

    • marcosplanet
      Posted at 14:23h, 24 mayo Responder

      Lo de la tabla me lo apunto, a ver si puedo dar con algo parecido al menos. Creo que sería más seguro circular en coche ¡a pesar de todo!
      Muchas gracias por tus palabras, Maty.
      Un fuerte abrazo!

  • Héctor García / Islas Viajeras
    Posted at 10:18h, 21 mayo Responder

    Marcos, amigo, acabo de terminar El peso de la corona y, sinceramente, necesito un momento para procesar lo que acabo de leer. No porque no lo haya entendido —tu prosa es perfectamente clara, aunque maravillosamente rica—, sino porque todavía estoy medio convencido de que Ethernia existe, y de que tengo que renovar mi pasaporte galáctico para no quedarme atrapado en las tierras rojas.

    Tu historia tiene todo lo que uno espera encontrar en una buena novela de ciencia ficción: líderes carismáticos, dilemas morales, tecnologías maravillosas con nombres pegajosos (¡Jumpy es la tabla voladora que todos merecemos!) y un mundo tan minuciosamente construido que uno se pregunta si no estarás ocultando algún mapa secreto en tu escritorio.

    Pero lo que realmente me ha encantado, Marcos, es el equilibrio: la forma en que combinas lo grandioso con lo cotidiano, lo mítico con lo profundamente humano. Activa no es una líder de cartón piedra: es brillante, sí, pero también impaciente, sarcástica, y tan obsesionada con la inmortalidad como cualquiera que haya tenido que soplar muchas velas últimamente. Y ese Narratidor… ¡qué maravilla de personaje! Una mezcla entre cronista imperial y tío sabio que cuenta historias en Nochebuena, si Nochebuena ocurriera en un palacio de ónice con androides chismosos.

    Y Bolovan, claro. Ese muchacho inquisitivo, cabezón y entrañable que quiere respuestas y termina llorando porque aún no sabe cómo manejar lo que sabe. Es imposible no empatizar con él. Todos hemos sido Bolovan alguna vez. Algunos seguimos siéndolo.

    En resumen: El peso de la corona no solo es una excelente historia de mundos futuros, es también una reflexión sutil sobre el poder, la memoria y lo fácil que es que la historia se convierta en espectáculo… o en advertencia. Has escrito algo especial, Marcos. Algo que me encantaría leer otra vez, con una taza de café y una ligera sospecha de que los senseis de la academia Fuji tienen razón.

    Gracias por esta joya.

    • marcosplanet
      Posted at 11:06h, 21 mayo Responder

      Me dejas anonadado otra vez, Héctor. me quito el sombrero ante tu descripción de mi relato y eso me da ánimos para continuar juntando palabras, que en el fondo es lo que hacemos quienes amamos la escritura, aunque sea con pasión.
      Muchas gracias, amigo.

  • Dakota
    Posted at 08:15h, 21 mayo Responder

    Hola Marcos se dice que «Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo». Si no se aprenden las lecciones del pasado, se corre el riesgo de cometer los mismos errores en el futuro, por lo que la gran líder de un lugar se puede convertir en un tirano más.
    Es lo que me ha transmitido tu relato, no se si acertadamente o no.

    Un abrazo fuerte para ti 🌹🤗

    • marcosplanet
      Posted at 11:11h, 21 mayo Responder

      Perfectamente, Dakota, no puede estar mejor resumido en tan breves palabras. Muchas gracias por pasarte por aquí y dejar tu huella, que valoro mucho como bien sabes. 🤗🤠
      Lo del rostro con el sombrerito es por mi faceta de viajero. Aunque verás que hace tiempo que «rescato» posts de hace más de dos años, el tiempo que llevo con la salud «tocadilla».

  • Ana Piera
    Posted at 15:19h, 20 mayo Responder

    Hola Marcos, un relato donde haces derroche de imaginación. La importancia de conocer la historia de cualquier sitio es esencial, sus aciertos y sus errores para no volver a cometerlos o repetir lo que sí funciona. Caer en la tentación de aplastar diferentes formas de pensamiento es cuestionable. Por un lado Activa me parece una gran líder, con un pasado heroico, pero que se aferra al poder total y para ello quiere controlar las diferentes voces que se alzan vs. ella. Un ejemplo de cómo un héroe puede volverse un dictador (bueno al menos eso es lo que me sugirió a mí).Te felicito por la creación de ese mundo tan interesante. Saludos.

    • marcosplanet
      Posted at 15:41h, 20 mayo Responder

      Eso es, se trata de ver a Activa como una líder indiscutible pero con el riesgo de transformarse en lo que nunca, has el momento, había querido ser. Me alegra mucho que hayas captado lo que subyace detrás de la historia.
      Saludos.

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