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Esos tópicos de las películas. ¿Consentiremos que pasen de moda?

Esos tópicos… Víctima o verdugo, héroe o villano, súbditos, secuaces, antihéroes, arquetipos de adolescentes despistados y/o torpes que llegan a lo más alto, personas de vida humilde y sencilla elegidos para salvar al mundo… , el bien contra el mal en su eterna batalla cinematográfica. La clasificación de los personajes según conductas estereotipadas, según el archiconocido “Camino del Héroe”, es bien sencilla.

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Las películas están cargadas de clichés, que precisamente barajan las productoras como base del éxito

Esos tópicos de las películas

 

Pero el cine es lo que tiene: sigue siendo cine y no realidad, no pretende ser crónica fiel de la vida de nadie. El cine es figuración, fabulación, creación de artificios mediante historias inventadas que se escenifican. La finalidad es entretener al espectador, ni más ni menos. Dejaría de ser cine si pretendiera ser otra cosa. Por ejemplo, acercarse a algo más realista o acorde con la forma en que nos expresamos o conducimos en nuestros días rutinarios. Las películas quieren reflejar otra realidad, aquella que abarca una parte de nuestra imaginación como las escenas que contemplamos en un sueño. Además, son estereotipos que triunfan a menudo.

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El viaje o periplo del héroe, un esquema narrativo presentado en 1949 por el profesor estadounidense Joseph Campbell en «El héroe de las mil caras». Imagen

 

Muchos nos dejamos seducir por el cine. Todos permitimos (o casi) que el séptimo arte traspase límites de la razón y la lógica ¿Para qué? Pues para conseguir evadirnos de la realidad que suele ser bastante corriente.

De todas formas, hay momentos de nuestra vida que consiguen superar cualquier exageración de la ficción o como mínimo igualarla. Pero creo que, a pesar de todo ello, dejarse llevar por la seducción del cine es un privilegio de nuestro tiempo que debemos aprovechar.

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En Matrix (1999, hermanas Wachowski) Morpheo ofrece a Neo las dos cápsulas que suponen permanecer en la ignorancia o emprender la gran aventura del héroe. Imagen

 

Una vez expuesto este preámbulo, voy a enumerar unos cuantos tópicos que alguna vez hemos reconocido en series o en películas, aunque el disfrute sigue siendo el mismo.

Los consabidos clichés

 

-Entre otras muchas, es de sobra conocida esa escena en la que hay una desesperada persecución nocturna en bosque o carretera. En ella, el perseguido o perseguida corre en perfecta línea recta sin apartarse a ningún lado, siguiendo la ruta que más facilita las cosas al enemigo. Y siempre mirando hacia atrás. Ocurre un sinnúmero de veces en plan: “A ver si tropiezo de nuevo, en clara inferioridad de condiciones, para regalar más tensión al espectador/consumidor”.

 

-En las pelis, un trapo mojado vale casi para todo lo relacionado con cuidar a un enfermo ante cualquier padecimiento. Igual que aquello de” trae una toalla y agua caliente” cuando se escenifica a una mujer a punto de dar a luz. Las productoras llevan haciendo eso desde hace más de medio siglo.

Es que son abundantes los momentos consabidos, reiterativos, mascados, que el cine nos arroja constantemente. Insisto en que me considero enamorado del séptimo arte hasta la médula, pero no por ello voy a dejar de ser crítico.

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Imagen por Maxime Roedel en Unsplash

 

Por ejemplo, trasladar algunos trastornos mentales al cine y conducirlos a comportamientos asociados con el delito, el crimen o utilizarlos para producir terror, es un auténtico estereotipo. Es una tendencia que resiste el paso del tiempo consistente en dar continuidad a la costumbre de asociar la violencia con la enfermedad mental. Una muestra clara de ello la tenemos en “Psicosis” (1960, Alfred Hitchcock).

¿Y qué decir de las explosiones en el espacio, donde no hay nada de oxígeno, elemento imprescindible para que se produzca una combustión/explosión?

Para que haya una deflagración espacial de la materia (naves en concreto) se necesita oxígeno. Pero en el espacio, la presencia de oxígeno solo existe dentro de la propia nave que, en caso de producirse un incendio, resultaría en una llamita insignificante. Además, en el espacio exterior no hay ni rastro de aire, por lo que tampoco hay sonido pues este necesita del aire para propagarse.

Las estrellas sí explotan, pero no por combustión, sino por fusión de hidrógeno. Por esta misma causa, las naves espaciales no pueden ejecutar movimientos, ni detenerse si no funciona el motor (no hay rozamiento, la inercia es inexistente).

Pero Hollywood está condicionado/vendido a crear espectáculo visual y sonoro.

 

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Explosión en el espacio exterior. Imagen

 

Una ausencia de explosión en el espacio daría lugar a escenas mortalmente aburridas, crearía un auténtico anticlímax.

Contemplar una batalla en el espacio exterior sin sonido de explosiones no gozaría de atractivo alguno. Sin embargo, en la novela «Los lores Sith» cuando Dart Vader debe ocupar otra nave para asaltarla y traspasa en unos instantes el vacío del espacio, el texto aclara que «él veía las explosiones pero no era capaz de oír nada«. Ello es debido a que el contenido de la novela es más realista pues no está acompañado de los efectos de sonido que aparecen en la película.

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Llegados a este punto, debemos hablar de la “Suspensión de la incredulidad”

 

La suspensión de la incredulidad define el momento en el que el espectador elude voluntariamente el sentido crítico a la hora de juzgar el grado de realismo de la película. El espectador asimila la realidad de una historia a las normas propias que genera cada narración. Samuel Coleridge puso el término sobre la mesa a principios del Siglo XIX cuando reflexionaba sobre géneros como la fantasía, cuya naturaleza exige este compromiso a quien quiera entregarse al disfrute de sus historias.

Para conseguir una suspensión de la incredulidad aceptable, debe existir un equilibrio entre lo que desea explícitamente el director o autor y lo que nosotros, el público o los lectores, establecemos como límite de nuestra credulidad.

Sabemos que lo que estamos leyendo, viendo o escuchando no es real y que hemos de aceptar sus propias normas, que no han de cumplir necesariamente con las del mundo real. Lo que ha de suceder es que esas normas sean coherentes para el público y no incumplan el acuerdo que nos permite disfrutar durante toda la obra.

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La saga de Indiana Jones de George Lucas dirigida por Steven Spielberg ha creado magistralmente un personaje tan sólido recolectando los clichés del periplo del héroe, que ha dado lugar a nuevos clichés en el cine moderno

 

Siguiendo con los tópicos hollywoodienses, relacionamos a continuación unos ejemplos de expresiones escuchadas una y mil veces en las películas:

-Susurrar repetidamente: “shhh, shhh”, cuando se quiere calmar a alguien sometido a un estado de ansiedad, pánico, histeria o similar.

Se abusa de ese sonido que llega a usarse de inmediato para cualquier encuentro entre dos personas donde una intenta calmar a otra.

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Imagen de Dr. Strange (2016-Marvel Studios, Walt Disney Pictures), interpretada por Benedict Cumberbatch. Un ejemplo de cuándo has de aplicar la suspensión de la incredulidad

 

– ¿Y ese gesto de llevarse las manos a la boca para “reprimir” un sentimiento de sorpresa/asombro/terror?

-O esa “forma estandarizada de conducirse” en la manera de expresarse o de afrontar situaciones, tan estereotipada, con gestos que suprimen cualquier intento de razonar con palabras. No se permite a quien intenta contar a otro alguna experiencia fuera de “lo común” la menor concesión a la credibilidad. Es una especie de conducta gestual contundente, que pasa como una apisonadora por encima del rival dialéctico. Es algo así como: “Me estás contando algo que no estoy dispuesto a procesar o entender porque me da pereza cambiar mi estereotipado chip de entendimiento corriente y moliente del mundo”.

La pareja ideal nunca es fea o tiene mal tipo   Imagen

 

Y es que hay un momento en la vida de todo fan del cine en que te planteas por qué existen “cualidades estudiadas” como esa perfección en la dicción de los protagonistas (no se equivocan jamás al pronunciar) y la total coherencia con la que se conducen a veces en su perfecta normalidad, como una constante inquebrantable ¿Es que sería malo reflejar DE VERDAD los defectos e imperfecciones de un personaje al expresarse en una conversación o al afrontar problemas de su vida?

Pues a lo mejor sí que lo sería a efectos de obtener aprobación inmediata por parte de la audiencia. Quién sabe.

Continúo ¿Por qué no se concede una mínima licencia a la imperfección? ¿por qué los protagonistas no pueden permitirse dudar, tartamudear o rectificar sin desarrollar siempre una perfecta oratoria o conducta?

Bueno, pues, en el extremo opuesto está el otro tópico, el que hace expresarse intencionadamente al actor/actriz con vocablos balbuceantes que te exasperan pues parece que nunca va a llegar a decir nada coherente. En fin, son extremos que reflejan lo mismo.

 

Intentando contestar a esto, he consultado a personas cercanas y una de ellas me ha hecho verlo con más claridad:

 

<<En el cine todo está medido y los diálogos no son como los que tienen las personas normales porque de lo contrario aburrirían. Muchas frases profundas que a nadie se le ocurrirían en ciertos momentos hacen que los espectadores se sientan identificados, aunque en la realidad ellos son mucho más “simples”>>.

Lo cierto es que hay personajes que tartamudean, tienen taras y demás (como Dicaprio en “No mires arriba”).

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Di Caprio en una cartelera de «No mires Arriba»

 

Continuando con los “Tics” y los tópicos de los cineastas vemos lo divertido que es el caso de los “Múltiplos de tres”, cuando alguien contesta a aquella pregunta:

¿Cuánto hace que se conocían?

O bien alguien informa del tiempo transcurrido desde algún suceso.

¿Y cuál es la cantidad de tiempo que SIEMPRE se indica? Pues muy sencillo, son los múltiplos de tres:

-Se conocieron hace seis meses.

-No le he vuelto a ver desde hace tres meses.

-Hace nueve meses que…

Se repite la cifra hasta la saciedad varias veces en el mismo episodio/película.

 

Imágenes que representan lo mismo durante décadas

 

-Las bolsas de la compra de papel americanas por cuyo borde siempre asoma alguna verdura muy, muy verde.

 

-O la exagerada cantidad de libros sobre la mesa de alguien encasillado como intelectual.

-La velocidad y acierto con los que un “experto o experta” elucubra acerca de una investigación, dando todo tipo de datos, como disparos de una ametralladora. No es verosímil.

-La supuesta eficiencia de un “experto/experta” ejecutando programas informáticos. Y lo hace a la velocidad del rayo, ejemplarizando su enorme capacidad sin rival. No hacen concesión alguna a la reflexión razonada poco a poco y a actuar tras tomarse tiempo pues el tiempo “aburre” al espectador.

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Cartelera de «Good morning Vietnam», con Robin Williams en el papel protagonista. Decir que la guerra es una broma es un cliché, pero parece que tanto el humor como la guerra (o la política) se basan en el absurdo

 

En el apartado de elementos obsoletos (pero que siguen apareciendo al cabo de décadas) están:

-Esas llaves de automóvil metálicas muy antiguas, aunque la acción se desarrolle en pleno siglo XXI, que nunca pueden abrir o arrancar el coche de alguien que intenta escapar de una situación de peligro. No existe el mando a distancia o el encendido electrónico. Ni por asomo.

-¿Y cuando el conductor de un automóvil en marcha circula hablando sin dejar de mirar al copiloto durante mucho, mucho tiempo?

-Los cierres interiores de las puertas de las casas, con esa cadenilla absolutamente inútil, son un débil elemento que nos muestran cuando la perfecta víctima se enfrenta a un monstruo todopoderoso.

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Los tópicos de los años ochenta y noventa en el cine de acción: «Desafío total» (Total Recall, 1990) de Paul Verhoeven, con Arnold Schwarzenegger y 261,4 millones de dólares de recaudación. Imagen

 

-Cuando los intérpretes manejan una espada o arma blanca en una pelea y choca con la del contrincante ha de sonar el característico ruido metálico ¿no? Pero lo que resulta extraño es que suene a metal deslizándose cada vez que enarbolan una de esas armas. El arma no roza siquiera con otro objeto y ya suena…

 

- ¿Y la extraordinaria facilidad para hacer un “puente” con los cables de un coche para robarlo? Cualquiera diría que es pan comido

-Hablando de comer, ¿os habéis fijado en cómo los actores remueven con el tenedor la comida del plato? Cuando están en la mesa se entretienen muchísimo en menear la comida y darle vueltas con el tenedor sin acabar de llevárselo a la boca.

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La comida lista para ser removida sin propósito alguno en el plato mientras los actores hablan desganados. Imagen

 

Sobre todo, los norteamericanos son quienes más muestran esos “ticks” en sus films.

-En otro orden de cosas, destacar que en las casas norteamericanas siempre hay una puerta trasera por donde es sencillísimo colarse en el interior rompiendo un débil cristalito junto a la cerradura.

-O bien las cerraduras se abren en segundos con una ganzúa cuyo manejo parece lo más fácil del mundo.

¿Queréis más clichés?

 

-Al estrellarse un vehículo estalla en muchísimas llamas en décimas de segundo. Cosa que científicamente es prácticamente imposible que suceda.

-O se pasan o no llegan con la suciedad o las consecuencias de haberse metido en charcos más o menos profundos o sangrientos. En Hollywood pecan tanto de mantener exageradamente la suciedad en escena pringando a los protagonistas durante mucho tiempo, como todo lo contrario, conservando el peinado o el maquillaje a pesar de haber sufrido escenas donde deberían ensuciarse hasta las trancas de forma evidente.

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Di Caprio ensangrentado en «Django desencadenado» (2012, Quentin Tarantino). Imagen

 

-Quería destacar el hecho repetido de esas heridas que siempre lucen los actores en la zona que va desde la cadera hacia el estómago, muy fáciles de mostrar a la cámara. Es casi imposible que una herida pueda aparecer en una zona distinta a esa. Quizás en un hombro.

-Los actores nunca se lavan la sangre que los salpica, ya sea propia o no, jamás de los jamases. Permanecen una eternidad manchados. Hasta hacen acto de presencia en lugares públicos sin que nadie se sorprenda por su aspecto o suciedad.

Nada que no sepáis de sobra.

-La policía llega tarde sistemáticamente en todos los finales de las películas. No aparecen jamás allá donde habría sido requerida su intervención mucho antes de que la víctima tuviera que sufrir un calvario severo, agónico en muchos casos.

-La mayoría de polis son gordos, lentos de reflejos, incapaces de razonar con un mínimo de inteligencia que sirva de apoyo a la víctima y son retratados como corruptos.

Edward G. Robinson y James Cagney, dos ídolos de Hollywood típicos con films tópicos (pero legendarios) en blanco y negro. Imagen

 

-Las víctimas son extraordinariamente débiles, golpean al malo una sola vez si es que lo consiguen, para en seguida intentar escapar (sin éxito) en lugar de rematarles. Seguro que si continuaran golpeando al malo le harían más daño e imposibilitarían a este para hacer más daño a la víctima. Pero no, tan solo un golpecito o clavadita de objeto punzante y ya desisten.

La inteligencia, astucia, habilidades para todo en general, manejo de armas, vehículos, dispositivos electrónicos… de la que hacen gala los malos es exagerada, gigantesca, extraordinariamente brillante siempre

 

El mal gana al bien el 95% del tiempo que dura el film (o más). De tal modo que cuando el bueno acaba ganando, tu alegría casi se desvanece.

No hay nada que no sepáis. A destacar, cómo no, esas peleas donde se cruzan golpes innumerables que no consiguen noquear a nadie

Los golpes de las películas de acción deberían dejar sin sentido o conmocionados durante horas (cuando no algo peor) a los que los “sufren” pero, lejos de eso, resisten una serie interminable de ellos, inasequibles al dolor, al sangrado, las roturas de huesos, de órganos internos, a traumatismos diversos…

Expresiones no realistas

 

-Decir: “Larguémonos de aquí” cuando en realidad nadie habla así.

-La expresión < ¿Perdona?> cuando el personaje de turno se sorprende ante algo que le indican y que no le encaja; incluso la hemos adoptado ampliamente los espectadores en nuestra vida cotidiana.

-Seguro que os resulta familiar ese: ¡Para, para! cuando debe ser un “basta”.

-Y qué decir del “Por favor” repetido hasta la saciedad por la víctima a su verdugo, lo cual la debilita aún más si cabe ante el todopoderoso malvado que ejerce su poder omnímodo con absoluta frialdad y perfección.

– “Mírame, mírame”, mientras quien lo dice sujeta con ambas manos los hombros o la cabeza de su compañero/a de reparto tras resultar este herido o casi muerto.

¿Y qué decir de otras expresiones manidas y repetidas? Por ejemplo:

– “Te haré una oferta que no podrás rechazar”.

-La expresión “Maldición” utilizada cuando el personaje se queja porque algo no ha salido bien, nunca ha significado nada. Creo que es una herencia antigua del cómic, para evitar decir una palabrota, no sé.

-Los norteamericanos deben llevar incorporado un GPS de nacimiento pues siempre se orientan estupendamente con aquello de: “Se dirige hacia el sureste por la calle tal”.

Y habrá muchas más. Os invito a buscar en vuestra memoria más expresiones manidas de las pelis.

Las reinas del grito

 

Se trata de las Scream Queens, un personaje femenino, indefenso, casi siempre ingenuo, que está expuesto a la astucia maligna del malvado de turno. No hay nada que no sepáis. Desde siempre el sexo femenino ha sido una de las víctimas favoritas en las películas de terror. Nada mejor que una mujer gritando ante el asesino/monstruo/fantasma para dar mayor morbo a la historia.

Ejemplos de reinas del grito:

Jamie Lee Curtis, la hija de Janet Leigh (recordad Psycho, la escena de la ducha en el clásico de Alfred Hitchcock) y de Tony Curtis (Fugitivos, El Gran Houdini, Trapecio). En 1978 siguió los pasos de su madre y gracias a su participación en el film “Halloween” y sus secuelas se convirtió en la más famosa reina del grito. También participó en otras cintas donde pudo gritar hasta quedarse sin voz como Prom Night (1980) o Terror Train (1980). En The Fog (1980), su madre Janet Leigh accedió a participar compartiendo película con su hija. Ambas volvieron a coincidir en Halloween H20: 20 Years Later en 1998.

Jamie Lee Cutis en 2010. Imagen

 

Jamie Lee Curtis en mi opinión es una gran actriz que en vez de interpretar a la típica víctima sin cerebro fue elegida para ser la heroína de la saga de Halloween. Su personaje Laurie Strode era una superviviente nata, con una gran fortaleza e inteligencia. Ella se enfrentó a Michael Myers, uno de los asesinos más macabros de la gran pantalla. Laurie es uno de los ejemplos más tempranos e influyentes del arquetipo de la «chica final» en las películas slasher.

Otros ejemplos facilísimos que me vienen a la mente de films slasher cargados de tópicos gritones (pero venerables ejemplos de entretenimiento) y que han dado lugar a sagas son:

“La matanza de Texas”, “Scream”, “Alien: el octavo pasajero”, “Viernes 13”, “Destino Final”, “Pesadilla en Elm Street” o “Sé lo que hicisteis el último verano”.

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He de aclarar que para mi gusto hay bastantes películas, más o menos conocidas, que son ejemplos de muy buen cine de entretenimiento a pesar de los clichés. No ya dentro de los subgéneros de terror o de acción sino del séptimo arte en general, pero que no han podido evitar los tópicos. Es como una fórmula que ha demostrado inexorablemente tener éxito en taquilla. Y la industria del cine está ahí para ganar dinero.

Venga, continúo con más ejemplos.

Las muestras de una habilidad perfecta

Cuando alguien ha de exhibir lo capacitado que está para alguna labor de tipo intelectual, en seguida recita de memoria una serie de fechas, datos curriculares, direcciones, números de teléfono si hace falta, a una velocidad absolutamente antinatural.
Resulta gracioso que rápidamente describan los modelos de los coches como: “Un Plymouth del 66”, un Chevrolet del 82“o un Cadillac del 78”. Casi nunca nombran el “apellido” del modelo sin acompañarlo de la fecha de fabricación. Podrían indicar tan sólo: “Plymouth Fury”, “Chevrolet Chevelle” o “Cadillac Fleetwood”, por ejemplo.

Demostrar la capacidad intelectual de un personaje no solo consiste en velocidad verbal o memoria fotográfica

Lo que sería de esperar es poder expresar cultura, raciocinio o saber emplear conocimientos o habilidades de forma dosificada, no en tropel. Es mi modo de verlo. Os invito a expresar vuestros comentarios por supuesto.
Aunque me hayan gustado mucho, otro aspecto que suelo encontrarme en las películas, generalmente de intriga, es que las tramas llegan a ser tan enrevesadas a veces que, pasado un tiempo, puedes volver a verla sin temor a recordar el final.

El excelente director de cine Alfred Hitchcock. Su carrera se mantuvo durante más de medio siglo. Hitchcock configuró un estilo cinematográfico exclusivo, muy personal. Fue pionero en utilizar la cámara para imitar la mirada de una persona, obligando de esta manera a los espectadores a sentirse vigilantes privilegiados de la acción.  Imagen

 

Ejemplos de films de cierta complejidad argumental son: La casa del lago (Keanu Reeves, Sandra Bullock, año 2006) , Código fuente (Jake Gyllenhaal, Michelle Monaghan, año 2011), Cube (dirigida por Vincenzo Natali, año 1997) o Dark City (Kiefer Sutherland, William Hurt, año 1998). Lo que acabo de afirmar no significa que no sean películas valiosas, al contrario, son algunos ejemplos de cine de éxito que me han hecho disfrutar mucho.

En otros casos, la serie de nombres de personajes y lugares que se enumeran en un corto espacio de tiempo, en secuencias determinadas, muchas veces se hace insoportablemente larga. Ejemplos, series como CSI, Hawai 5.0 o Mentes criminales.

Deberían economizar la cantidad de datos con los que habitualmente bombardean al público.

Nos referimos no solo a películas de acción sino a tramas que se tejen dentro de cualquier historia que el cineasta nos sirve en pantalla (como ocurre en cualquier serie por temporadas).

Cary Grant en «Con la muerte en los talones», de Alfred Hitchcock (1959). Alfred buscó aquí eludir la mayor parte de los clichés de las secuencias de angustia (oscuridad, lugar cerrado, etc). Las escenas ocurren a pleno sol, en campo abierto.

 

La didáctica dentro de los guiones de cine debería disponer de un espacio propio y relevante. Eso es respetar al público, en definitiva. No hay proporcionalidad entre la temática de una película y la complejidad de sus contenidos. En demasiadas ocasiones hay un exceso de información, que resbala como un chorro de aceite por nuestras neuronas.

Otro apunte: las películas deberían tender hacia una mayor credibilidad, incluso estando encuadradas en el género de la fantasía, pues la ficción no ha de estar reñida con la inteligencia del espectador

Un ejemplo que sale airoso del estereotipo en mi opinión es “Al filo del mañana” (Edge of Tomorrow, Tom Cruise,  Warner Bros, año 2014) que defino como un blockbuster (producción de éxito) de ciencia ficción que fusiona Atrapado en el tiempo con Minority Report, y respeta la inteligencia del espectador sin por ello dejar a un lado el espectáculo, el “entertainment” del cine, cautivando y fascinando desde su argumento y su escenificación. Al contrario de lo que puedan opinar otros, este es un film que entrega algo más que las películas de consumo, sin dejar de mostrar gran variedad de tópicos.

De izquierda a derecha, el director de «Al filo del mañana» Doug Liman; a su derecha Tom Cruise, Emily Blunt, el productor Erwin Stoff, Bill Paxton y el guionista Christopher McQuarrie. Imagen

 

Bien pues, cambiando un poco el hilo, no voy a incluir en esta relación de clichés los tópicos machistas con los que el cine de Hollywood ha llenado nuestras cabezas desde sus orígenes. Sería una pérdida de tiempo. Prefiero quedarme con la impresión de que algo está cambiando ¡por fin! en ese aspecto en esta industria. Al menos un poco.

Sin embargo, hay que reconocer que todas esas concesiones típicas y tópicas de los clichés que estoy comentando van encaminadas hacia el controvertido objetivo de ENTRETENER AL ESPECTADOR, ni más ni menos que eso. “All that entertainment”. Ese “pasar el rato entretenido” que se convirtió en el catecismo del cine desde la década de los años treinta del siglo XX, lo que intenta ahora es seguir entreteniendo “a pesar de los clichés” que todo el mundo conoce al dedillo.

Lo que intentan y consiguen las productoras en muchos casos es lograr que el espectador se siente a ver la película y no se mueva de ahí durante toda la proyección.

Se trata de desvirtuar la trama, desproveerla de credibilidad incluso, para aumentar el dinamismo y sobre todo el impacto visual, el dramatismo y el carácter épico

Con frecuencia, los creadores de una película cinematográfica consiguen:

 

-Modificar hechos y costumbres de los que tenemos constancia por la Historia, para adaptarlos a tramas o sub-tramas de la historia concreta del film.

-No respetar las leyes que la ciencia ha tardado siglos en demostrar.

Como he repetido a lo largo de este artículo, “No hay nada que no sepáis”. Es que en eso consiste esa herramienta omnipresente en las pelis que es el cliché.

Pero creo que es hora de proponer un cambio en las directrices que han regido desde siempre el mundo del cine por… ¿otros clichés? No, en absoluto. Tan sólo por situaciones, imágenes, frases o escenas no tan manidas, tan consabidas que el público adivine lo que va a suceder a continuación tan solo por ser asiduos espectadores de las más que previsibles creaciones del mundo del cine.

Como dije, muchas de las películas que exhiben clichés me han entretenido una barbaridad, como al público en general. No me excluyo. Lo que deseaba con este post es comentar que podría ser bueno para el cine intentar sustituir tanto tópico por otro tipo de elementos con el fin de renovarse.

Aun así, los clichés siempre existirán, pero los directores podrían pensar en ser algo más creativos quizá.

¿Las preferencias del público están cambiando? Puede que sí. Me gustaría que existiese una puerta abierta a la esperanza, a un renacimiento posiblemente necesario para la evolución de las creaciones cinematográficas.

Confiemos.

Y nada más. Os espero en el próximo post ¡Gracias por leerme!

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7 Comentarios
  • Vicente Ramírez
    Posted at 20:30h, 20 junio Responder

    Excelente referencia.
    Sin embargo, como muy atinadamente, dices:
    «El cine es figuración, fabulación, creación de artificios mediante historias inventadas «.

    Un post bastante completo que hace referencia de lo que realmente se presenta, mayormente ficción o fantasía.

    • marcosplanet
      Posted at 17:30h, 22 junio Responder

      Muchas gracias por tu comentario y por tu tiempo, Vicente.
      Un placer leerte.

  • Cine de terror
    Posted at 13:13h, 12 marzo Responder

    Buena entrada, yo amo el cine de terror y diría que falta el tópico de «el n siempre muere» jajaja con el paso del tiempo, por suerte, ya no se ve tanto.

  • Doctor Krapp
    Posted at 16:39h, 29 agosto Responder

    Brillante y muy aclaratorio. Creo que no hay historias sin clichés porque la gente necesita tener puntos de amarre para introducirse en las tramas.
    Por lo demás los temas básicos son los mismos que nacieron en las viejas leyendas clásicas y medievales, no hay muchas novedades.
    Saludos

    • marcosplanet
      Posted at 16:48h, 29 agosto Responder

      Muchas gracias por tu comentario, que dicho sea de paso me anima mucho.
      Saludos cordiales!

  • Anónimo
    Posted at 19:01h, 05 mayo Responder

    Muy buena entrada, deja muy claro los clichés utilizados, gracias un abrazo

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