10 May Palabras contra rayos láser

Palabras contra rayos láser

Darion era un mundo donde sus habitantes emitían distinta intensidad de luz. Era su peculiaridad respecto a los terrestres.

Por lo demás, aquel planeta contenía todo lo que podamos imaginar de nuestra querida Tierra.

Los animales y los humanos en Darion brillaban con luz propia y emitían distinto efecto visual. La forma de todos era muy parecida. Daba igual la especie, todos eran esferas. Lo único que les diferenciaba era el tamaño, exactamente equivalente al volumen de los humanos, animales e insectos en ese otro planeta al que llamaban Tierra.

Una hábil creadora de cuentos llamada Merchest se puso en contacto con Tarkiónides, otro gran compositor de palabras con la destreza de convertirlas en textos maestros. La conexión tuvo lugar en una ubicación llamada Bloguerion, una comunidad retirada del mundanal y esférico ruido.

En Bloguerion todos eran grandes aficionados a la escritura en cualquier orden y género. Para los Lumen no resultaba difícil desplazarse desde sus localidades de origen hasta cualquier rincón del país, aunque había que pulsar las sinapsis adecuadas.

En Darion nadie era corpóreo al estilo de los humanos. En el interior de las esferas habitaban conexiones orgánicas, como neuronas que reaccionan por latidos, sin cable o extremidad alguna.

Así las cosas, Merchest y Tarkiónides hablaban mediante sinapismos a la velocidad del rayo. Tarkiónides había preparado un concurso literario para agrupar almas gemelas entre los entusiastas de Bloguerion. Generosamente, ofrecía un premio consistente en una asistencia personal para ayudar al ganador a construirse una web en condiciones.

—Estoy reuniendo gente que quiera participar. De momento hay seis, veremos si se apunta alguien más. Echo de menos a algunos.

—Dale tiempo al tiempo, Tarki —comentó Merchest. Aún quedan doce días para presentar escritos. Yo ya cumplí. Ahora aprovecharé para promocionar “Me gusta leer” …

—¡Vaya!, ¿qué tal vais? Me alegro de veros por aquí.

—Bien, querida Dakotian ¿Qué tal tú?

—Hablabais de “Me gusta leer”, creo. ¿Por qué número vas ya?

—Por el mil novecientos ochenta y ocho exactamente —contestó Merchest. Os anuncio que añadiré una sección dedicada a relatos que consigan una brevedad máxima, una especie de haikus que cuenten historias condensadas.

Un grito sináptico desgarrador traspasó el espacio que rodeaba a las esferas, lo que les hizo desplazarse varios metros en todas direcciones.

—¡Los terrestres invaden Bloguerion! —vociferaba con pulsos exagerados una esfera de color naranja—. ¡Nos rodean esos artefactos robotizados con cañones láser!…

Lumens de todos los colores convergían en Bloguerion desde puntos muy distantes del país, ajenos a la batalla campal.

—¡Están lanzando esos asquerosos rayos color violeta, pero qué cursis! —exclamó Finidi Mortimer desde su bola morada—. Estos terrícolas creen que van a acabar con nosotros ¡Se van a enterar!

Eran frecuentes los ataques de los terrestres. Deseaban de forma casi enfermiza apoderarse de aquellas esferas habitadas por una tecnología que podrían aplicar para conquistar mundos.

—Hay que convocar a todos los miembros de Bloguerion, rápido —solicitó Dakotian mientras recargaba su disparador de pulsos.

—Pero, ¿cómo han podido quebrar la barrera magnética que rodea Darion?, no lo entiendo —afirmó con disgusto Finidi, mientras sus neurotransmisores cargaban su disparador.

sLuis acababa de hacer acto de presencia. Su esfera mostraba un rótulo luminiscente con el nombre “Super SEO” ocupando la parte frontal.

—Hay un problema de comunicaciones. No es posible avisar al ejército.

Se produjo una explosión a pocos metros de donde se encontraba el grupo de amantes de la escritura.

—¡Atención! El teletransporte no es posible. No he podido desplazarme, es imposible la huida —gritó Dakotian desesperada.

—Oye, Merchest, acabo de recordar que Marcosanz es algo así como especialista en sustancias químicas —afirmó Tarkiónides. Trabaja en una empresa militar, creo. Fabrican cañones que proyectan no sé qué sustancia. Lo vi en algún perfil suyo en redes. No está por aquí. Le llamaré.

—¿Y nuestro querido ejército? —repuso Merchest. No ha aparecido ¿qué está pasando?

Rodeado por las explosiones cercanas, Tarkiónides logró conectar con Marcosanz.

—¡Hola Tarki! ¿cómo te va? Ya te dije que no voy a participar en tu concurso, lo siento. Por cierto ¿qué se oye por tu línea sináptica? ¿Estás viendo una peli de guerras?

—Nada de eso, Marco. Estamos en una situación límite. ¡Nos atacan los terrestres! Esto es una neuropesadilla. ¿Tu podrías avisar a tu empresa para que traslade un equipo de esos que fabrica?

—Ah, necesitáis el gran cañón de fuerza. Es una bestia que produce ondas…

—Sí, eso, ¡pero traedlo ya!

La conexión falló en ese instante. Marcosanz se apresuró todo lo que pudo. Se dirigió a varios despachos y consiguió sacar de allí a algunos gerifaltes que querían solicitar permisos y permisos al ejército, siguiendo el protocolo de la ley imperante.

El ejército no había recibido a tiempo noticia alguna sobre la agresión; las líneas de conexión habían sido inutilizadas por los atacantes.

Mientras tanto, en las inmediaciones de Bloguerion imperaba el desconsuelo y la sensación de impotencia encabezaba cada terminación nerviosa de los Lumen allí presentes.

Cuasargrande acababa de llegar con su esfera tuneada donde se leía “La sociedad de los martes”. Se reunió con sLuis en una agitada conversación para encontrar un arreglo de las comunicaciones y poder avisar al ejército.

—Hay una forma, Cuásar, creo que la he encontrado —aseguró sLuis.

—¿Qué se te ha ocurrido?

—Escucha, ya estoy transmitiendo, pero… se corta, ¡maldita sea!

MarcoSanz acababa de hacer acto de presencia acompañado de tres plataformas portadoras de cañones gigantescos. Esferas de color caqui rodeaban los artefactos. Una de ellas daba instrucciones a sus acompañantes.

—Hola amigos, esto es lo que he podido conseguir, pero no dará para mucho. Parece que esos robots terrestres son más letales que nunca. ¡Venga, todos a cubierto!

Los compañeros escritores y escritoras de Bloguerion agradecieron internamente la ayuda. Cuando iban a comunicárselo a Marcosanz, este había desaparecido.

«¿Alguno lo ha visto? ¿Dónde se habrá metido? ¿Le habrá hecho daño uno de los láseres?», eran preguntas recurrentes del grupo.

Al cabo de unos minutos, Marcosanz apareció con un smiley dibujado sinápticamente sobre el panel de mandos.

—¡Uf!, por poco no me han volatilizado. Me parece que como no vengan los caquis de verdad no tendremos nada que hacer.

—Tus caquis están haciendo lo que pueden —afirmó Merchest con otro smiley en su consola.

Tres divisiones del ejército darionita acababan de aparecer en el campo de batalla. Mediante todo tipo de armamento arrasaron en poco tiempo a las máquinas robotizadas de la Tierra, que desaparecieron de allí como por arte de magia.

Gritos neuronales transmitidos al exterior como hurras bravos y vivas inundaron el amplio valle donde se localizaba Bloguerion.

Merchest volvió a atender “Me gusta leer” y terminó su sección de haikus comprimidos.

Tarkiónides reanudó su labor con el concurso literario, en el que MarcoSanz se animó a participar.

Finidi Mortifer y Dakota, Cuasargrande y sLuis se abrazaron mediante los pulsos adecuados y celebraron juntos el desenlace. Marcosanz terminó glosándolo en un relato de mil ciento cincuenta y seis palabras.

Basado en este relato de «Palabras contra rayos láser», añado un poco más abajo el podcast generado con la aplicación notebooklm de Google para que veáis cómo una IA recoge información detallada que le envías a través de «fuentes» diversas, como documentos en formato pdf, vídeos de YouTube o incluso enlaces a páginas web o artículos online. Con toda la información que has introducido, la aplicación la analiza y elabora la estructura que tendrá el podcast. Si das tu visto bueno te crea un podcast completo.

Este es el podcast:

Palabras contra rayos láser

AMOR, TERROR O HUMOR ENTRE BLOGUEROS

Esta es mi aportación al reto convocado por nuestro querido Miguel, en cuyo blog encontraréis todas las normas a seguir para participar.

Se trata de «Crónicas de Amor, Terror y Amistad entre blogueros literarios». Es el primer concurso IAdictodigital que ha ideado Miguel. Y vendrán muchos más.

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