Parálisis colectiva. Episodio 6

Parálisis colectiva. Episodio 6

 

Proveedores de cápsulas de vida se reúnen con Vladislav Borisov para afrontar la escasez mundial a pesar de la millonaria producción de las mismas; también iban a hablar de la falta de espacio para almacenarlas en las fábricas. El magnate ruso había reclutado a miles de empleados con el fin de trabajar en la compleja logística del traslado de cápsulas desde las fábricas a los centros de distribución gigantescos instalados junto a las montañas. (Ver episodio anterior).

En el interior de las mismas, galerías subterráneas kilométricas acogían las cápsulas que mantenían a los latentes con vida hasta su traslado al destino remoto.

En una de sus enormes fábricas de vainas, el oligarca hablaba con la cohorte de proveedores de la competencia que habían acudido a la convocatoria.

–No veis más que problemas –se quejaba Vladislav ante el numeroso comité de representantes–. Os digo que podemos afrontar un ritmo de producción de 1000 cápsulas diarias de media por cada una de vuestras fábricas; sin embargo las mías tienen más capacidad. La demanda a plazo inmediato va a requerir esa cifra y otras de las que ignoramos su magnitud a medio plazo.

–Por eso  mismo la situación requiere una mayor colaboración entre nosotros, Vladislav –indicó uno de los asistentes con un tono de rechazo en la voz–. No pretenderás adjudicarte tu solo la fabricación de las cápsulas…

–Eso sería absurdo, querido compañero –replicó el ruso en un tono que constituía casi una amenaza.

Lámparas de intensidad variable colgaban de los techos de la inmensa nave de producción. La luz anaranjada proyectaba una sombra inquietante sobre el rostro del magnate.

–Entonces –intervino otro de los que dudaban– ¿Cómo piensas repartir los incontables beneficios que reportarán esas ventas? Tus cápsulas acaparan la mitad de la producción mundial y eso no es justo. La mayoría de los que estamos aquí disponemos de medios suficientes para igualar tu volumen o superarlo. Debes depositar más confianza en nuestro sistema alternativo de soporte nutricional.

–Claro que si nos hubieras permitido disponer de tu invento para esa nutrición parenteral –alegó un tercer contertulio– lo habríamos incorporado hace semanas en las cápsulas y ahora ya estarían dando servicio a cientos de miles de ciudadanos.

–A vosotros los ciudadanos os traen sin cuidado –replicó el oligarca–. Nada hay más lejos de vuestra intención que obtener el bien común y todo eso. Solo queréis enriqueceros a toda costa.

–Pues como tú, Vladislav. Pero no debemos perder de vista la necesidad imperiosa de mantener con vida los cuerpos que caen en las calles.

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Decenas de robots que cargaban con todo tipo de cachivaches deambulaban por los vericuetos de la fábrica animados por una actividad incesante. Los había de todos los tamaños, desde los más grandes artificios montadores de estructuras pesadas hasta los pequeñajos que se colaban por todas partes, algunos de ellos por entre las piernas de los convocados a la reunión. Estos procuraban no moverse ni alterarse ante ese flujo de ingenios mecánicos muy a su pesar.

–Llegados a este punto –dijo otro de los fabricantes con marcado acento saudita– me gustaría saber si vas a explicarnos con quién estás cerrando tratos por tu cuenta para haber conseguido colocar millones de cápsulas. Si no las tuvieras ya comprometidas, tus máquinas no estarían trabajando al cien por cien ¿Me equivoco, Borisov?

Un murmullo de sorpresa recorrió las filas de proveedores internacionales de vainas de vida. Ni en sus mejores sueños podrían llegar a vender tantas como Borisov.

–Estáis equivocados si pretendéis provocarme incitándome a discutir sobre eso. Tengo mis recursos y nada más.

–Aquí hay gato encerrado ¿verdad. Vladislav? Pues dinos quién es tu comprador, así de sencillo –sentenció un individuo de aspecto hindú, ataviado con una túnica de seda morada adornada con hilaturas de oro que llegaba hasta el suelo.

El semblante de Borisov reflejaba una tensión que le marcaba las venas en su rostro enjuto. Miró de arriba abajo a su último interlocutor y carraspeó antes de continuar.

 

–Deberíamos hablar del otro gran tema que nos preocupa y es el del espacio físico ¿no creéis? No podemos acabar esta reunión si no es habiendo creado soluciones para los distintos rincones del mundo. En Mumbay por ejemplo estáis intentando trasladar las vainas hasta zonas desérticas montañosas, pero al parecer no disponéis de los medios adecuados ¿me equivoco? –inquirió Borisov–. Creo que, para personas de tu nivel social y responsabilidad, esto es un engorro bochornoso que debe resolver de inmediato si no quiere caer en picado en el horizonte político ¿verdad señor ministro?

–Es… si, muy necesario encontrar la solución, Vladislav –convino el aludido–. Estoy… estamos diseñando un plan, aunque se presenta complicado. De momento trasladamos las cápsulas por tierra, mar y aire. Las montañas deben ser horadadas con mayor velocidad y eficiencia para albergar los cientos de miles de vainas. Es un trabajo de titanes ¿Qué idea tienes al respecto para echarnos una mano, Vladislav?

–Espero no tener que ser yo quien os dicte las soluciones una a una, ministro. No veo problema en enviar a vuestro país los medios necesarios. Ya sabes que soy propietario de varias constructoras, entre ellas las que fabrican maquinaria de perforación petrolífera y minera. Os pueden resultar útiles…

Su interlocutor y todos los presentes conocían para su desgracia el cariz de las ayudas del ruso a precios desorbitados.

En ese momento, una fila de robotillos pasó en procesión veloz entre medias de los concurrentes al acto, que emitieron gritos de sorpresa e incomodidad. Muchos de ellos miraban a Borisov de forma acusadora por no mover un dedo para evitar el ajetreo de aquellos seres mecánicos descontrolados. Un coro de chillidos irritantes acompañaba el paso de esos obreros portadores de todo tipo de piezas, diminutas algunas y otras de tamaño desproporcionado.

Un robotillo se cruzó justo delante del oligarca ruso emitiendo una frase en una especie de lenguaje ininteligible. Sorprendentemente, Borisov respondió algo en el mismo idioma.

–Podíamos habernos reunido en otra parte, Vladislav –protestó otro de los asistentes al acto. Sus ropas indicaban un origen cercano a Indonesia, luciendo amplias mangas que le hacían aparentar el doble de volumen corporal.

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–Querido amigo Basuki. No te preocupes por esos detalles porque si hemos podido vernos todos aquí hoy ha sido gracias a la ubicación de esta nave que me esmeré en instalar junto al aeropuerto y a una autopista internacional.

–Recojo aquí la pregunta lanzada por el ministro hindú –continuó el indonesio– ¿quién te está pidiendo ese volumen enorme de vainas? Recuerda que quien mucho abarca poco aprieta y si nosotros no participamos de esa tarta, tú solo no podrás atender toda la demanda. Luego no vengas arrastrándote para pedirnos ayuda.

Vladislav Borisov reflejó en su rostro un mohín de disgusto.

En ese instante resonó el eco de un tiroteo en medio de la reunión. El tal Basuki había vaciado el cargador de su revolver Smith & Wesson calibre 38 especial. Media docena de robots yacían sobre el linóleo de la nave industrial con muelles y resortes dispersos por todas partes junto a trozos de su estructura arrancados de cuajo.

–Bien, amigo Borisov, hablábamos de tu proveedor…

–Bueno, está bien, veo que ha llegado la ocasión de revelar la identidad de quien no solo me está encargando los más grandes pedidos, sino que además recoge las vainas en las zonas montañosas.

Vladislav detuvo su alocución para tomar varios sorbos de agua del vaso cercano en cuyo lateral podía leerse “Borisov. Cápsulas de vida”. Un rumor general empezó a circular entre los participantes al acto.

–Vale, tranquilos, ya os lo digo. ¿Habéis oído hablar de los cunialaríes?

 

El presidente de Coral Farmacéutica Leonardo de Luca había decidido no hacer caso a la cancelación del primer lote de la vacuna por parte del ministerio. Seguirían fabricándola y facturarían con pago al contado en lugar de a 90 días que eran las condiciones oficiales, La complicada burocracia oficial impediría que el organismo público se cuestionara cualquier razonamiento sobre esos pagos, habiendo tantas excepciones a la regla como favores concedidos.

Pero la reanudación de la producción ahora cobraba todo el sentido dado que el ministro acababa de recibir instrucciones de Vladislav Borisov de que había que volver de inmediato a la fabricación de la vacuna y además aumentando el volumen de unidades según todo lo que dieran de sí las instalaciones de Coral. Esta tuvo que recurrir a la ayuda de su socio coreano Almavita para poder atender toda la demanda que necesitaba España. A su vez Corea del Sur debía también incrementar la producción para poder proveer a ocho países del área asiática.

Al ministro no se le pasó por la cabeza preguntar a Vladislav Borisov por el motivo del repentino cambio, por lo cual el oligarca se sintió aliviado. No tendría que hablar para nada acerca de las órdenes que recibía por parte de su comprador principal de cápsulas de vida.

Sin embargo, ninguna noticia llegó a los oídos del Jefe del equipo investigador de Coral Filipo Prendes.

Como infiltrado que era de los compradores principales de cápsulas del oligarca Borisov, aquellos le mantenían informado de cualquier cambio, pero se habían olvidado de él por motivos indeterminados, algo casual.

De este modo Filipo se hallaba saboteando la línea de producción de la vacuna r-VSV CORALVITA para retrasar la vacunación, muy necesaria para obtener ciudadanos latentes pero un estorbo ahora para los planes iniciales del Consejo de La Sombra.

Los consejeros al principio creían que los individuos a los que iban a resucitar no debían estar vacunados pue eso impediría un despertar tranquilo. En efecto, un violento despertar sucedió y derivó en un caos sangriento que a punto estuvo de acabar con la vida de todo el Consejo. Para alivio de este, la consejera Proas ideó la solución técnica para evitar la reacción adversa, consistente en que en el futuro inmediato todos los latentes de las cápsulas de vida debían estar vacunados con un Interferón de segunda generación. Aquellos quedarían así protegidos frente al interferón de resucitación, causante del mal que había convertido a los primeros doscientos mil resucitados en una jauría humana.

Leonardo de Luca abrió la puerta de entrada al laboratorio principal y tras hacer un corto recorrido descubrió a un personaje que le daba la espalda pero a quien reconoció fácilmente.

–Filipo ¿Qué haces aquí a estas horas? ¿Y qué hace la línea Uno completamente parada? Debíamos estar al cien por cien de rendimiento en las ocho líneas de producción ¿Qué pasa?

Claramente molesto, Filipo se volvió lanzando a Luca una mirada cargada de odio.

–Mira, ya no tiene sentido que me excuse, ni seguir representando el papel del Jefe de Investigación de esta sagrada empresa. Estoy cancelando las instrucciones del programa de síntesis, porque soy un infiltrado de los compradores a los que Borisov rinde reverencias. Ni este laboratorio ni ningún otro debe fabricar nada de momento, hasta nuevo aviso de mis amos. Si no lo entiendes llama al ruso. Él te contará.

–Quien tiene que escuchar eres tú, rata venenosa. Aparte de estar desinformado eres un torpe. El ministro de Sanidad ha dado órdenes de reanudar la producción al total de nuestra capacidad. La situación ha cambiado.

–¡No es cierto, me lo habrían dicho mis jefes! –bramó Filipo Prendes afectado por una extraña reacción. No sería la primera vez que los implantes de borrado de memoria que insertaban los robots sanitarios de La Sombra sufrían fallos repentinos.

 

–¿Qué te pasa? –quiso saber un Leonardo intrigado por la trayectoria que estaba tomando ese encuentro–. Tú no estás bien, Filipo.

Alarmado por la discusión, Luciano Ferrero hace acto de presencia en la escena y se queda con la boca abierta.

–Cuidado Luciano –advierte De Luca–. Le está atacando un mal extraño y no sabemos si será contagioso ¡Apártate!

–¡Que te calles! ¡No puedo más! –exclamó Filipo en medio de un estertor que le hizo vomitar sangre. Con cada arcada arrojaba un chorro de sangre más espeso y coagulado. Los grumos quedaban adheridos a los instrumentales del laboratorio y salpicaron a De Luca y Luciano, espantados por la invisible amenaza que pudiera guardar aquel resto biológico degradado.

–Esto lo tienes merecido por tu traición, Filipo. Escucha –dijo Luciano con su vehemente vozarrón–. Estás perdido, de esta no vas a salir, lo sabemos todos. Así que seamos prácticos y dinos quien es el comprador principal de las cápsulas de Vladislav Borisov. Ya no te juegas nada.

–Eso, eso te lo puedo… decir, si –el científico estalló en una carcajada envuelta en más sangre y coágulos–. Se trata, ja, ja, ja… de los cunialaríes.

Es en ese momento cuando Filipo abandona la vida en un último estremecimiento mortal. Los testigos del deceso le sujetan por los hombros intentando comprobar sin éxito si queda en él algún resto de vida.

–¿Quiénes diablos son los cunialaríes? –pregunta Luciano con la mirada perdida.

 

La consejera Proas se vanagloriaba de su gran idea ante su amante la consejera Zoas. Ambas disfrutaban recostadas sobre su colchón flotante mientras observaban un cielo morado sembrado de centellas doradas.

–Por estos momentos merece la pena tener las cosas bien atadas, querida Zoas. Estoy muy satisfecha por haber dado con la solución a la reacción adversa de los resucitados. No podíamos permitirnos una segunda catástrofe. Doscientos mil resucitados y dos mil de los nuestros han sucumbido a la rebelión de los latentes.

–Lo curioso es que se te haya ocurrido a ti siendo yo la especialista en genética humana. ¿Sabes una cosa? –dijo la pelirroja rodeando con un brazo a su compañera– Yo ideé la fórmula para iniciar la sanación de Vermis. He modificado un virus que ha resultado ser la clave del proceso de curación. Lo guardo con mucho celo. Tan solo necesitamos que el proceso de transición de los cuerpos latentes sea completado después del traslado. Aprovecharé esa ventana de tiempo para insertar el virus en el consejero Vermis e iniciar el milagro.

–Umm, pues muy buena noticia, sí. Enhorabuena, amiga. El consejero Mayor estará entusiasmado y muy impaciente, pero no olvides que si esta segunda fase de resucitación tiene éxito es gracias a tu queridita Proas…

En ese momento Proas besó profundamente a su colega mientras acariciaba su melena roja desde la nuca. Un escalofrío recorrió la espalda de la traidora Zoas al pensar en su relación amorosa con el principal siervo del perverso consejero Croor, el joven Korus.

 


 

Y esto es todo por hoy, amigos. Me gustaría que escribierais vuestro comentario, vuestra opinión cuenta.

Hay un corazoncito más abajo donde podéis clicar un like.

Salud y suerte en la vida.

 

Nota: las imágenes publico en este post las he obtenido mediante una IA.

13 Comentarios
  • Arenas
    Posted at 16:24h, 22 enero Responder

    Excelente rentrée en esta adictiva saga. Me ha producido la misma sensación volver a ella que la que me producían aquellas antiguas series de nuestra infancia cuando volvían a la pantalla tras prolongada ausencia. O a las de ahora, sin ir tan lejos.

    Inquietante a más no poder todo lo que relatas, corta se me ha hecho la entrega, pero bueno, quizá mejor así por lo que tú y yo sabemos.

    Deseoso de saber qué demonios son los cunialaríes esos.

    • marcosplanet
      Posted at 17:15h, 22 enero Responder

      Ja,ja, lo sabrás en breve, amigo mío. Es la clave para conocer algo desconcertante que se va a producir en la historia.
      Abrazos varios.

  • Fesilomez
    Posted at 14:51h, 21 enero Responder

    Espero poder ponerme pronto al día con esta saga, un abrazo, Marcos

    • Marcos
      Posted at 14:56h, 21 enero Responder

      Muchas gracias por tu interés, Fesilomez.
      Saludos.

  • TITO
    Posted at 13:40h, 20 enero Responder

    Deseando que salga el siguiente capitulo ¡¡¡

    • Marcos
      Posted at 13:48h, 20 enero Responder

      Me alegra enormemente que te haya gustado, Tito. Estoy dedicado de lleno a terminar el capítulo 7, que probablemente publicaré mañana.
      Saludos!

  • Rosa Fernanda Sánchez
    Posted at 07:59h, 20 enero Responder

    Excelente en todos los aspectos.
    Estaré atenta a la próxima entrega.
    Un abrazo!

  • Yolanda Mármol
    Posted at 21:50h, 19 enero Responder

    Excelente, Marcos
    Una narrativa atrapante. Felicidades 👏
    Un abrazo gigante!

    • marcosplanet
      Posted at 09:53h, 20 enero Responder

      Muchas gracias Yolanda, aprecio mucho tu comentario.
      Otro gran abrazo para ti.

  • Nuria de Espinosa
    Posted at 20:21h, 18 enero Responder

    Sigue la aventura con una narrativa excelente. Enhorabuena. Un abrazo

    • marcosplanet
      Posted at 12:47h, 19 enero Responder

      Muchísimas gracias, Nuria. Tus palabras siempre me dan ánimos para continuar juntando palabras.
      Un abrazo.

  • OSWALDO MEJIA
    Posted at 06:32h, 18 enero Responder

    La narrativa va sumergiendote es una atmósfera asfixiante llena de intrigas.
    Regresaré por más. Gracias hermano.

    • marcosplanet
      Posted at 12:48h, 19 enero Responder

      Aprecio mucho tu interés, Oswaldo. Me alegra mucho que continúes leyendo la saga.
      Muchas gracias a ti.

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