Ecos de los ochenta

 

Ecos de los ochenta. Una fiesta para no olvidar

 

Cuando llegué a casa el día después de haber celebrado el fin de carrera, sin haber parado de revolotear por bares con mis compañeros de licenciatura, mi padre me dijo: “Hemos estado a punto de llamar a la Policía, pero a punto… Creíamos que te había pasado algo muy malo. No sabíamos qué más hacer. Y mi madre: “Habernos avisado desde una cabina telefónica o algo…”.

Claro, yo había mostrado la osadía de haber ido solo de bares, cosa que habría estado mejor vista, aunque no del todo, con la compañía, vigilancia y buena guardia de mi hermano Vicente.

Mi hermano y yo hacíamos rondas por los sitios más de moda en una ciudad de provincias allá por los ochenta. Éramos asiduos de algunos santuarios inolvidables, como «La taberna alemana», regentada por un asturiano y un austríaco (madre mía, qué haría un austríaco por aquel entonces en una ciudad-dormitorio).

Algunos pubs como el de Cándido servían de refugio cuando hacía mal tiempo o cuando había que compartir cotilleos con los parroquianos.

He puesto un link por si alguno quiere pasarse por el post de ficción que dediqué a aquel símbolo de una época, el pub de los pubs.

Eran los tiempos en que estudiaba la carrera de químicas y empleaba tres horas en ir a la Facultad y tres en volver a mi casa; cuando leía colecciones completas de libros en los transportes públicos que tanto frecuentaba. En otras ocasiones aprovechaba el tiempo en repasar los apuntes para un examen o estudiar la solución de problemas de las asignaturas.

Era todo un mundo tomar aquellos autobuses blancos llenos de asientos dispuestos en filas estrechísimas, hechos en madera pura y dura. Sentarse en ellos ponía en forma los glúteos y acentuaba las hernias lumbares.

Con el tiempo y algún que otro tratamiento médico para las hernias, esos sobrios transportadores de gente fueron adquiriendo botones para aviso de parada, asientos más decentes con gomaespuma y cerramientos de ventanas más aislantes de los fríos descarnados.

Ecos de los ochenta

 

En el momento en que inicio este relato, las blasas (tal era el nombre coloquial con el que bautizaron los usuarios a aquellas lanzaderas de chapa y madera) eran primitivas y su horario de paradas nocturno dejaba bastante que desear. A las doce de la noche acababa el servicio.

Había una oferta extraordinaria de lugares donde degustar aquellos “minis” de cerveza con mejillones en salsa ardiente o las patatas más bravas de Madrid. Ahí estaban El Narizotas, Chapandaz y su «leche de pantera» o El Parador, entre otros muchos que formaban parte de la red de abrevaderos.

Así pues, terminada la farra en la que los compis de licenciatura rendimos tributo a los sitios emblemáticos del Madrid de “la movida”, el reloj marcaba las seis de la mañana. Yo no sé qué se les habría pasado por la cabeza a mis padres, sin un solo aviso verbal antes del acontecimiento, del estilo: “No me esperéis despiertos” o “No os preocupéis porque vamos a celebrar el fin de carrera y me quedaré con unos amigos hasta Dios sabe cuándo”; ni telefónico (a ver quién era el guapo de acordarse de llamar por teléfono en pleno jolgorio desatado).

El desconcierto de mis progenitores debió ser mayúsculo, teniendo en cuenta que aquella salida tan inconsciente del tiesto era la excepción a un comportamiento ejemplar como empollón habitual.

Aquellos eran tiempos de música divina que a miles de los que somos llamados “Baby boomers” nos sonaba a algo místico, celestial. Quién no recuerda esta lista de éxitos:

Entre los nacionales:

 

Ojos de perdida – Los Secretos

Mari Pili – Ejecutivos Agresivos

Agradecido. Rosendo.

Escuela de Calor. Radio Futura.

El amante de fuego. Mecano.

Conspiración. Olé Olé

Lobo-Hombre en París. La Unión.

Amante Bandido. Miguel Bosé.

Ni Tú Ni Nadie. Alaska y Dinarama.

Miña terra galega (Sweet Home Alabama). Siniestro Total.

España Camisa Blanca de Mi Esperanza. Ana Belén

Groenlandia. Zombies

 

(Faltan miles, lo sé)

 

Imagen del grupo Mecano en los ochenta. Lo formaban la cantante Ana Torroja y los hermanos Nacho y José María Cano.

 

Imagen del grupo Tequila, formado por formada por los músicos Ariel Rot (guitarra), Alejo Stivel (voz), Julián Infante (guitarra), Felipe Lipe (bajo) y Manolo Iglesias (batería).

 

Y entre los extranjeros…

 

Dejo estas perlas (la mayoría de los que figuran fueron éxitos en 1984-1986):

 

I Want to Know What Love Is. Foreigner

I Feel for You. Chaka Khan

Relax. Frankie goes to Hollywood

Pride (In the name of love). U2

Runaway. Bon Jovi

Jump. Van Halen

Live is life. Opus

Shout. Tears for Fears

Some Guys Have All the Luck. Rod Stewart

‘Beat it’. Michael Jackson

‘Modern love’. David Bowie

Bon Jovi, Livin’ on a prayer

Rod Stewart, Love Touchs

 

En fin, son innumerables los éxitos de aquella época dorada. Baste la muestra anterior como microscópico recordatorio.

Video de Rod Stewart: Some gays have all the luck:

 

Video Shout. Tears for Fears:

Bon Jovi, Livin’ on a prayer (1986)

Imagen de Bon Jovi, banda estadounidense de rock formada en 1983 en Nueva Jersey por su líder y vocalista, Jon Bon Jovi.

 

Eran esos años en los que la gente vestía como quería. En las calles podíamos ver los dos extremos: desde el punk más radical hasta los que lucían el aspecto de un fan del rockabilly de los años cincuenta, pasando por los estilos rockeros más atrevidos.

Ariel Rot y Alejo Estivel, del grupo Tequila, cuentan que llevaban ropa de chica.

Empezaron a estar de moda las hombreras y la ropa se dio un baño de colores con unos diseños de formas imposibles. Se llevaban los accesorios llamativos y había tendencia a vestir de forma muy holgada. Eran extravagantes y provocadores los peinados y cortes de pelo, como los que nos mostraba Hollywood en aquellas

Películas inolvidables:

 

Buscando a Susan desesperadamente, película de 1985 dirigida por Susan Seidelman y protagonizada por Rosanna Arquette y Madonna. Recibió varios premios:

Globos de Oro: Nominada a Mejor actriz comedia o musical (Rosanna Arquette)

Premios César: Nominada a Mejor película extranjera

 

Algo Salvaje, (1986), dirigida por Jonathan Demme y protagonizada por Jeff Daniels, Melanie Griffith y Ray Liotta en los papeles principales. Recibió un montón de premios, como el de Globos de Oro, nominación a mejor actor, actriz y actor secundario.

Imagen de la carátula de la película «Desperately Seeking Susan».

 

Risky Business, comedia estrenada en 1983, interpretada en sus papeles principales por Tom Cruise y Rebecca De Mornay (La mano que mece la cuna).

 

Armas de mujer, conocida en el mundo antero, estrenada en 1988 e interpretada nada menos que por Harrison Ford, Melanie Griffith y Sigourney Weaver. La peli fue candidata a varios premios Oscar.

 

Regreso al futuro (1985), de Robert, Zemeckis, con Michael J. Fox y el inefable Christopher Lloyd en el papel del científico Doc.

 

Dirty Dancing (1987), con Patrick Swayze y Jennifer Grey, una película que es muy especial para mí, por un tema personal. Le tengo mucho cariño.

Imagen carátula de Dirty Dancing.

 

Con la euforia de haber terminado unos estudios en los que puse todo mi esfuerzo durante cinco años más uno de trabajo fin de carrera y con la alegría desbordante de una celebración con la que no contaba, se me pasaron las horas sin reparar en nada que me atase a obligación alguna. Esa era la verdad que se escondía detrás del agudo dolor de cabeza que aquella escapada supuso para mis padres.

En honor a la verdad y siempre situándome del lado de la protección filial más pura que les llevó a una espera desesperada, diré que por parte de ellos no hubo represalia alguna, tan solo la tranquilidad y el descanso después de saber que el zoquete de su hijo, aunque actuó con el conocimiento de un ladrillo, fue capaz de terminar una carrera.

La fiesta no estaba prevista, surgió por generación espontánea; sin plan pero fácil de prever.

¿Tú te habrías apuntado?

 


 

Esta es la tercera parte de una serie de artículos que tienen en su corazón el amor por la década de los ochenta. El que os dejo a continuación es el primero de ellos, titulado: «Un viaje a la década de los ochenta. ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?«.

 

¡Salud y suerte, amigos!    ¡Comenta y disfruta!    ¡Anímate y dale un «LIKE» si te ha gustado el artículo!

 

Nota: la imagen de portada de este post la he desarrollado mediante una IA.

4 Comentarios
  • Io
    Posted at 15:41h, 05 febrero Responder

    Cómo han cambiado los tiempos Marcos! nada que ver con los tiempos que hoy vivimos con nuestros hijos.
    Me ha encantado el recopilatorio de las canciones y películas de los 80, que tuvieron también mucho impacto y repercusión para los que somos algo más jóvenes.
    Es entrañable recordar esos maravillosos años, las pocas cosas que teníamos y lo mucho que disfrutábamos de todo,
    La relajación que existía antiguamente entre padres e hijos, ese respeto que nos producían sus figuras, esas que hoy en día muchos ven mal, pero que a mí parecer, quizás porque también la viví, fortalecía y unía más a las familias.
    Pocos eran los que tenían a su alcance la tecnología, pero la comunicación era más fluida y el relacionarse significaba salir con los amigos a la calle, si tenías teléfono en casa, siempre estaba en el sitio más solicitado, así que si recibías una llamada tendías a utilizar un lenguaje encriptado , yo recuerdo a ciertas señoritas, hoy señora del creador de este blog decir «machi, mogollón» jajaja
    Yo me considero dichosa de haber vivido en esa generación

    • marcosplanet
      Posted at 16:39h, 05 febrero Responder

      Yo también siento ese orgullo, cómo no. Eran tiempos en los que tocaba ser jóvenes, pero sin las restricciones y los males que hunden ahora a familias y sociedad en general, no voy a enumerarlos porque todos los conocéis.
      Me alegra mucho que te haya despertado esos recuerdos, Rocío, para mí es un gran halago.
      Es verdad que vivíamos más relajados con respecto a nuestros padres, no había el sinnúmero de prohibiciones que hay ahora, impuestas por el poder.

  • Arenas
    Posted at 17:11h, 30 enero Responder

    Para mí los ochenta comenzaron mal, con la primera muerte física importante de mi vida, la de la abuela materna, a la que yo adoraba. Fue en diciembre de 1980.
    Y la década terminó peor aún, con la muerte física de mi inolvidable madre. Noviembre de 1989.
    Principio y final de una década que, a pesar de todo, fue estupenda.
    En ella me enamoré, me casé y nació mi primera hija.
    Los ochenta dieron tanto de sí, que hasta tú encontraste en ella a la mujer de tu vida. Y también allí te casaste.
    ¡Tantas cosas vividas en aquellos años!
    Pero una cosa faltó: no estuve en tu celebración de fin de carrera. Imperdonable.
    Es curioso como los años ochenta constituyeron para nosotros el inicio de un distanciamiento personal que acabó siendo muy prolongado.

    Por todo eso, después de lo vivido, cómo narices no me iba a apuntar contigo de nuevo a aquella fiesta ochentera. ¡Más que nunca, mi grande amigo!

    • marcosplanet
      Posted at 17:37h, 30 enero Responder

      Habría sido extraordinario, único e irrepetible, amigo mío. De esas cosas que marcan a fuego un gran acontecimiento. Porque para mi, la fiesta supuso una enorme liberación y también dar a quien corresponde una al menos justa recompensa.

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