27 Feb Yo soy el Balrog. Paralelismos con la actualidad del mundo
Yo soy el Balrog
Si, soy esa criatura que nació sabiendo controlar el fuego, extraer de él toda su energía borboteo a borboteo, llamarada a llamarada, con el fin de llegar siempre a mi objetivo, gobernar las entrañas de la Tierra. Pero necesito salir de esa limitación, acudir a la llamada de afrentas más ambiciosas, coronar el mundo.
Soy un némesis para eso que llaman humanidad porque a pesar de la luz del fuego estoy cubierto de oscuridad y sombras. Con mi látigo larguísimo de múltiples correas de fuego consigo azotar a todo aquel enviado de un ser vivo que desee mi final y me retaré con él por los puentes de roca de las minas de Moria, allá donde el oro de los enanos quedó relegado a la desnudez de vetas cristalinas, rocas pobladas de metales preciosos y gemas sin extraer, bellas muestras interminables de una fase muerta de aquel tesoro que aún no ha sido fundido y por tanto sin valor para el mundo que comercia con los Barbiluengos de las Montañas Nubladas, en el corazón de las Tierras Salvajes de Rhovanion.
Mi señor Melkor, el dios Valar que luego sería Morgoth, corrompió a los Maiar cuando éramos ángeles y nos puso a su servicio como Balrogs en los días de su esplendor, antes de la creación de Arda. Luego del surgimiento de los elfos, los Valar capturaron a nuestro señor y destruyeron sus fortalezas, Utumno y Angband, pero olvidaron sus fosas más profundas, donde, junto con otros aliados de Melkor, ejemplares de demonios de poder como yo hallamos refugio. Cuando mi amo Morgoth retornó a la Tierra Media desde Valinor, la araña gigante Ungoliant lo atacó, y sus gritos alertaron a los Balrogs para rescatar a su señor.

Imagen del rostro de Morgoth, por SpentaMainyu
Sobreviví a las Guerras de Beleriand, esas tierras donde Morgoth y la divinidad con apariencia de gigantesca araña llamada Ungoliant huyeron después del oscurecimiento de Valinor, y el robo de los Silmarils por Morgoth. El deseo enfermizo de Ungoliant por los Silmarils, desató su ataque a Morgoth con el fin de apropiárselos. Al final de la Guerra de la Cólera, cuando los victoriosos Valar lo encerraron en la más escondida mazmorra de la que había sido la fortaleza de mi amo, este dejó escapar un gran grito, que resonó por todo el norte de la Tierra Media. Pero lo liberamos, y soy uno de los pocos Balrogs que sobrevivimos, sin quedarnos otro remedio que refugiarnos en las profundidades de la tierra.
Yo conseguí hacerlo en las raíces de las Montañas de Moria, allá donde todo son grutas, túneles, pasadizos, corredores y galerías laberínticas, los lugares habituales donde los enanos descendientes de Durin I extraían los metales preciosos cuyas vetas se extienden bajo las Montañas Nubladas.
No me interesan esas riquezas, tan solo la destrucción que mi ira es capaz de verter sobre estas paredes desoladas habitadas por orcos repulsivos, los únicos enemigos que me quedan ahora en la Tercera Edad del Sol.
Quedé aquí, atrapado en Khazad-dûm, la mansión de los enanos, la Mina del Enano, a 4000 metros de profundidad bajo una gran cadena montañosa que se extiende cerca de 1.450 km desde el Desierto del Norte hasta el Paso de Rohan y la fortaleza de Isengard. En la zona media de la cordillera están los dominios de Moria, y algo más al norte se encuentran el Paso Alto y la Ciudad de los Trasgos. Estas minas fueron durante mucho tiempo el símbolo del poderío de ese pueblo hasta que yo conseguí echarlo de aquí.

Imagen de un Balrog en pleno combate
Pero yo que he sido tan poderoso que acabé con dos reyes del Pueblo de Durin en dos años, haciendo que los Enanos abandonaran Moria, ahora he de enfrentarme de nuevo a ellos. Me han encontrado después de un letargo interminable entre las vetas llenas de Mithril, la plata de esta raza de mineros, en el año 1980 de la Tercera Edad.
Esos seres más pequeños que los hombres me llaman “El Daño de Durin” y “El Terror”. Doy fe de que eliminé de las cavernas de Moria a cientos de ellos, el resto huyeron despavoridos. Sin embargo, después de una nueva hibernación por dos mil años presiento mi final, pues mi destino está escrito entre estas escarpadas y laberínticas paredes. Mi sino se encuentra a punto de llegar a manos del innombrable Gandalf el Gris en el año 3019 de la Tercera Edad sobre la cima del Zirak-zigil.
¡Que las crónicas no digan que no fui un digno rival para él!
Tras abandonar los Valar la isla de Almaren después de un destructivo ataque de Melkor-Morgoth, los Dos Árboles de Valinor, segunda morada de los Valar, sita en el continente de Amán, fueron sembrados con un rito mágico frente a la Puerta Dorada de Valmar. Estos árboles irradiaban la luz que iluminaba las tierras de Valinor iniciándose así las Edades de los Árboles.
Melkor huyó tiempo después de ser liberado de su encadenamiento y se encontró a la araña Ungoliant, con quien regresó en secreto a Valinor y dio muerte a los Dos Árboles. Pero por fortuna para todos los seres de bien de aquellos tiempos, con la última flor de Telperion y el último fruto de Laurelin, los valar crearon la Luna y el Sol con lo que dieron comienzo las Edades del Sol y se produjo el despertar de los hombres en Hildórien.

El planeta Arda en la Primera Edad. Iba cambiando al gusto de del gran dios Ilúvatar al final de cada Edad del Sol. Hubo cuatro Edades
Os cuento esto porque viendo el panorama que se nos plantea en la actualidad de nuestro mundo, hay paralelismos que concuerdan con las distintas secuencias que se sucedieron en el continente de Arda, léase planeta Tierra más o menos. Melkor, llamado después Morgoth, el mal personificado, podemos encontrarlo en cualquiera de nuestros dirigentes mundiales actuales. Haced las cábalas que queráis, podéis asignarle varios nombres y para todos serviría como identidad común su vil espíritu.
Los Morgoth actuales se reparten el mundo, negocian lo que quieren a espaldas del resto de los mortales, comunican a través de secuaces indecentes su propaganda para que todos creamos en lo que desean y nos mantengamos reducidos a seres no pensantes, cosa que al menos en la época de la Tierra Media no existía, no había prensa ni nada susceptible de propagar ideas contaminadas, al menos a la velocidad a la que lo hacen hoy. Aunque podemos decir que con buenos caballos y embarcaciones surcando esos mares antiguos también podían transmitirse informaciones interesadas que se difundían mediante el boca a boca, en fin.
Pero, diferencias logísticas más o menos sutiles aparte, he querido hacer la comparativa entre mi historia sobre el Balrog en su hibernación de milenios en las profundidades de un mundo oscuro y la falta de claridad en nuestro mundo actual. Aquí existe una información oficial que circula siempre por ahí por culpa de los cuatro o cinco canales oficialistas que por televisión o radio nos bombardean a todas horas con sucedidos y debates sobre sucesos que llegan a ser insoportables.
El Balrog hibernaba, por lo que nada de lo sucedido en el mundo era de su incumbencia. Estaba apartado de la realidad como pretenden hacerlo quienes nos manejan ahora.
Sin embargo, nosotros los hombres y mujeres del actual Hildórien, que podíamos reaccionar porque se supone que estamos despiertos, no asomamos la nariz ni por un momento para manifestar nuestras protestas porque, entre otras cosas, la comodidad del sofá es proverbial y porque si salimos nos cortan las alas de inmediato con piquetes de supuestos manifestantes sacados de las filas de los vasallos del poder para hacer ruido y bloquear la protesta legítima que pretendemos mostrar. O eso o simplemente no retransmiten nada por las cadenas televisivas beneficiarias de ese poder y así nos cancelan del todo. Los habitantes del Hildórien de Tolkien peleaban de forma cruenta arriesgándolo todo.

Mapa esférico de la Tierra Media
Aquí hay muchos siervos de los actuales “Morgoth” intentando acabar con aquello que nos ha mantenido siempre con independencia de criterio y siendo dueños de nuestra voluntad: la libertad. Porque todo es apariencia; más bien estamos rodeados de sombras como cuando Morgoth y la araña gigante Ungoliant decidieron destruir los dos Árboles de Valinor para ensombrecer el mundo.
También debemos tener en cuenta la equiparación entre el robo de los Silmarils por parte de Morgoth con los robos actuales de la riqueza planetaria que efectúan los poderosos de forma continua: léase explotación de recursos naturales como petróleo, gas y tierras raras, lo que trae siempre consigo pobreza y totalitarismos a las áreas afectadas. Cuidado pues con aquello en lo que quieren convertirnos.
Vivimos, en fin, en una Tierra Media asolada por la desigualdad territorial porque hay países casi yermos, carentes de recursos naturales, sí, pero con la paradoja de ser de una importancia geoestratégica enorme, por lo que no es fácil encontrar en el planeta Tierra/Arda un rincón que no figure en el punto de mira de los intereses de Morgoth.
Y lo dejamos aquí. Si os interesa el tema y puede dar para más estaré encantado de continuar con estas comparativas.
Escribid vuestra opinión en los comentarios. Serán todos contestados.
Salud y buena vida.
Federico Agüera Cañavate
Posted at 14:26h, 25 marzoMe has dejado anonadado del conocimiento que tienes sobre la obra de Tolkien. Enhorabuena! Saludos
marcosplanet
Posted at 22:07h, 25 marzoMuchas gracias por interactuar y porque, en pocas palabras, siempre sabes comunicar lo que sientes.
Saludos Federico.
Nuria de Espinosa
Posted at 17:36h, 07 marzoHola Marcos, solo puedo expresarlo en una palabra… Fascinante.
Me encantó leer el post.
Un abrazo y feliz fin de semana
marcosplanet
Posted at 13:38h, 09 marzoMuchas gracias por pasarte, Nuria.
Abrazos.
Sandra
Posted at 18:46h, 04 marzoMe ha encantado leerte, una gran reflexión con ese paralelismo que se intuye en el escrito, seguiré pasándome por tu blog.. la prosa es adictiva, espero sigas escribiendo. Un saludo.
marcosplanet
Posted at 13:48h, 05 marzoMuchas gracias por tu tiempo.
Saludos cordiales.
Artesanos de la palabra
Posted at 00:38h, 01 marzoHola Marcos, me sentí entrando en los mundos de Tolkien y las tierras arrasadas por las luchas de poder del Señor de los Anillos, tu mundo, nuestro mundo actual se integra o desintegra según el punto por donde se lo mire con esa destrucción ambiciosa de poder, un placer leer tu artículo que tan bien logra un paralelismo entre lo real y lo irreal.
Un abrazo y espero continúes estos escritos.
PATRICIA F.
marcosplanet
Posted at 13:09h, 02 marzoMuchas gracias por tu comentario tan constructivo. Sí que me apetece mucho continuar hablando de la fantasía de la Tierra Media. Me inspira.
Un abrazo, Patricia.
Tarkion
Posted at 07:58h, 28 febrero¡Marcos, qué artículo tan potente! Me ha encantado cómo utilizas la figura del Balrog para reflejar las sombras que acechan en nuestra sociedad actual. Esa criatura de fuego y oscuridad, que en Tolkien simboliza un mal latente, aquí se convierte en una metáfora de los desafíos contemporáneos que enfrentamos.
Como gran aficionado a Tolkien y a la fantasía en general (también a Le Guin y su Terramar, que explora el equilibrio entre luz y oscuridad de otra manera), me ha parecido muy interesante el paralelismo que trazas. Al final, muchas de estas historias no son solo aventuras épicas, sino reflejos de problemas muy reales.
Me ha recordado también a cómo la Tierra Media se ha interpretado como una representación de conflictos de poder y lucha de clases. En este sentido, el Balrog podría simbolizar fuerzas opresivas que, aunque ocultas, influyen en nuestras vidas. Y como en la obra de Tolkien, siempre hay quienes eligen enfrentarlas.
Gracias por este análisis tan bien hilado, un placer leerte. ¡Un abrazo!
marcosplanet
Posted at 13:52h, 28 febreroTe estoy muy agradecido por tus palabras, Tarkion. Me alegra que compartas mi punto de vista comparativo entre esos dos mundos. El mal se representa en los cuentos como algo feo, que repele, pero el peligro es en qué puede ese mal convertir a la sociedad en general ¿Reaccionamos ante él como valientes al igual que los habitantes buenos de la Tierra Media?
Muchas gracias a ti por tu tiempo.
Un fuerte abrazo.
Io
Posted at 03:38h, 28 febreroComo siempre me sorprendes, en esta ocasión encontrando el paralelismo y la similitud ante cosas en principio que nunca hubiera pensado que tuvieran nada en común.
Gran reflexión y exposición Marcos.
Un fuerte abrazo
marcosplanet
Posted at 13:55h, 28 febreroMuchas gracias una vez más por tu tiempo, interés y entrega a los comentarios. Tus opiniones las valoro mucho como bien sabes.
Un abrazo.
Rubén Sánchez
Posted at 17:03h, 27 febreroAunque siempre te leo pero nunca comento, en esta ocasión no he podido resistirme.
Desde luego Marcos confieso que he leído tu introducción como si estuviese leyendo el mismo Silmarilion del Tolkien. Lo que me ha sorprendido aún más es la brillante analogía que has expuesto conectando con el espectáculo que estamos viviendo actualmente.
Derrochas una prosa brillante y adictiva por lo que te animo encarecidamente a que sigas escribiendo y regalándonos estos magníficos escritos.
marcosplanet
Posted at 13:08h, 02 marzoEspléndido comentario, Rubén. Me alegra mucho que te haya gustado de esa manera. La evocación de Tolkien y su mundo siempre presente en nuestras vidas. Es tan larga la trayectoria desde que adquirimos El Silmarillión que pocos podrán hablar y recrear tantos momentos de lectura mágica como nosotros.