Entrevista en Madrid. El primer clon capítulo 19

Cóndom. Entrevista en Madrid. Miércoles, ocho de Noviembre.

 

Cóndom, tras la conferencia en el club siglo XXI de Madrid, se dirigió al Hotel dispuesto a tomar un baño caliente, comer algo ligero y dormir a pierna suelta. Acusaba el cansancio del viaje del día anterior: el traslado en coche de Maryland a Washington, dos horas de espera en el aeropuerto y ocho horas de vuelo hasta desembarcar en Madrid.

Llegó al hotel a las nueve de la noche. Allí fue recibido por personalidades del mundo de las ciencias de la salud, con las que compartió una cena de gala que el club había preparado en su honor.

 

Esa noche durmió poco. Una incómoda sensación de acidez de estómago le acompañó hasta el amanecer. Sólo después de una ducha reconfortante y un desayuno prudente se encontró en forma para dar su charla titulada: “Influencia del conocimiento del genoma humano en nuestro futuro inmediato”.

La conferencia había sido un éxito. Poco después de las cuatro horas que había durado el evento y tras haber respondido a la avalancha de preguntas, lo único que anhelaba Mark Cóndom era disfrutar de un descanso merecido.

La suite del hotel, del tamaño de un salón de baile, prometía ofrecerle el relax que necesitaban su mente y su cuerpo.

Mientras llenaba la bañera de agua caliente esbozó una sonrisa al recordar su cita con Hache Solo, el hombre que dos semanas antes le había comunicado por teléfono en pocos segundos una idea que a él mismo le rondaba hacía tiempo.

–“Clonar células ya clonadas” –se decía–. “Así depuraríamos el material genético de la célula donante. Al menos en teoría, la probabilidad de obtener un clon de libre albedrío subiría muchos puntos”.

 

Cóndom abrió un frasco de sales de baño en el que podía leerse “Pacific Pearls”. Arrojó parte de su contenido al agua humeante y dejó el frasco en el estante situado junto al espejo. Este reflejó la imagen de un hombre de unos cincuenta años, bastante grueso, con una amplia papada bajo un rostro rubicundo de expresión bonachona.

Daba una imagen paternalista que conectaba enseguida con los demás. Bajo los ojos se alojaban sendas bolsas de piel oscurecida por los años que le otorgaban un matiz de seriedad el cual no correspondía con lo que uno encontraba al conocerle.

Después del baño se metió en la cama y durmió como un bendito hasta las cinco de la tarde. Acordó con Hache que se verían a las seis en punto en el mostrador de Recepción.

 

Hache se había vestido con ropa informal para la entrevista. Estaba bastante harto de ir siempre trajeado como obligaban las normas del buen empleado corporativo. Esta cita era suya y no tenía que rendir cuentas a nadie. Se sentía más libre que un pez en mar abierto.

Entregó las llaves del Honda Cívic al aparcacoches del hotel y entró en el amplio vestíbulo a buen paso. Eran las seis en punto.

Había un gran movimiento allí. Personal del hotel trasladando equipajes, algunos clientes entrando y saliendo de los ascensores… Otros miraban los escaparates de tiendas del interior o frecuentaban alguna de las cafeterías, que ofrecían al visitante distintos ambientes.

En el mostrador de recepción, un grupo de tres individuos de aspecto oriental y gran corpulencia pedía un taxi. Hablaban un inglés peculiar.

–Eh… lo que ustedes necesitan son dos taxis, al menos –decía el recepcionista, un tanto apurado. Recorrió con la mirada a los tres y añadió: –Señores, les sugiero que pidan tres.

Los voluminosos personajes asintieron. El recepcionista se mostró visiblemente aliviado.

Una vez se hubieron alejado, Hache pudo identificar al hombre que hojeaba una revista apoyado en el mostrador.

–Disculpe ¿Doctor Cóndom? –dijo en un correcto inglés.

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El hombre grueso sonrió.

–Encantado señor Solo ¿Cómo está? Parece que una muralla humana impedía que nos viéramos –dijo en tono informal.

–Ya lo creo –repuso Hache–. Hay una exhibición de Sumo en Madrid y algo me dice que esos tres deben participar.

–Sí. No me gustaría tener una disputa con ninguno de ellos ¿Qué tal si vamos al café de allá enfrente?

–Adelante pues.

La cafetería estaba decorada con motivos de arte clásico; dos columnas de mármol con capiteles un tanto recargados dominaban la entrada. Eligieron una mesa de las del fondo, donde el ambiente parecía más tranquilo. Hache se fijó en la imagen de un querubín en relieve que les miraba desde el techo; su rostro mostraba cierto parecido con el del doctor.

Hache tomó la palabra.

–Ante todo, señor Cóndom, quisiera agradecerle…

El doctor le interrumpió al momento.

–Al contrario. Para mí no representa ningún esfuerzo dedicarle mi atención a un asunto tan sugerente. En todo caso, si quiere agradecer algo hágalo a Honorio Pedralbes, mi buen amigo. Es él quien ha insistido en que me reúna con usted. Ha debido de llamarle la atención su teoría… tanto como a mí. –A continuación sacó un gran pañuelo de un bolsillo de su chaqueta para secarse el sudor que empezaba a cubrir su frente.

–En verdad señor Solo que me impresionó cuando me habló de partir de células clonadas…

 

Hache se apresuró a explicar al doctor las conclusiones obtenidas tras estudiar la Teoría del Clon Activo. Las comentaron ampliamente, tras lo cual extrajo de unos portafolios el dossier que había preparado

 

–Tome, aquí se describe al detalle todo lo que le he dicho. Disculpe mi atrevimiento pues solo soy un aficionado, y puede que hasta le resulte ridículo pero me atrevo a decir que ello puede contribuir en buena medida a…

–No se preocupe –atajó Cóndom–. Entiendo que le entusiasme la Genética, amigo mío. A mí me cautivó hace muchos años y ahora no sabría dedicarme a otra cosa.

Hache hizo una señal al camarero.

– ¿Qué desea tomar doctor?

–Un café irlandés sería perfecto. Entona más que un güisqui sólo.

–Dos irlandeses, por favor.

El recinto iba atrayendo cada vez a más público, en su mayoría personas de paso que se disponían a tomar un tentempié. Cóndom echó un vistazo a su alrededor antes de dirigirse a Solo:

–Hay una cuestión que quisiera dejar clara, amigo Hache. En su propuesta dice que se puede llegar a saber más sobre el modo en que se producen muchas enfermedades crónicas estudiando las células madre de embriones clónicos que procedan de los enfermos que las padecen.

Sin embargo, es sabido desde hace años que el cultivo de células madre embrionarias no sirve para estudiar el desarrollo humano.

 

–Bueno, sólo pretendo sugerirle que utilizando células de embriones clónicos podrían reducirse los casos de defectos en el código genético de los padres biológicos

 

–La gente enseguida se echa las manos a la cabeza cuando oyen hablar de clonación humana –intervino Cóndom muy animado–. Lo ven más como una aberración, como algo que necesariamente está mal desde el principio, pero no como una vía de progreso. Algo que podría ayudarnos a todos a prosperar en la lucha contra… la esclerosis múltiple, el cáncer, el rechazo en los transplantes. Podría llevarme horas enumerar todas las ventajas… desde mi punto de vista, claro está.

–Usted se basa en experimentos que confirman la posibilidad de perfeccionar el desarrollo genético del individuo mediante clonación ¿No cree que una labor de divulgación adecuada entre la gente corriente conseguiría más adeptos? –inquirió Hache, sintiéndose de repente dentro de un papel de entrevistador de programa de radio que le impedía sentirse cómodo–.

-Hay que acercar a la gente normal de la calle lo que es ya una realidad –añadió, sin darle tiempo a contestar–. Sienten inquietud y hasta miedo por el cambio que se avecinará si la clonación se llegara a autorizar oficialmente

El camarero se acercó con los cafés, acompañados de un plato de pastas –“Cortesía del hotel” –indicó con una sonrisa. A continuación se alejó de allí a grandes pasos.

 

–Buen servicio –señaló Cóndom–. Suelo alojarme aquí cada vez que vengo a Madrid –hizo una pausa para tomar un sorbo de su taza.

–Bien, volviendo a la cuestión –continuó–. En general, la sociedad se muestra reacia a los cambios. Salvando las distancias, un ejemplo lo puede ver en la informática. El ordenador personal comenzó a utilizarse sólo en determinadas secciones de las empresas y los empleados lo veían más como una molestia que como una ayuda para facilitar su trabajo.

Lo que pasa con la clonación de humanos obviamente es que el componente ético de la cuestión afecta a la opinión pública. Sin olvidar el aspecto religioso y hasta el jurídico.

Para la Iglesia cada ser humano tiene un alma inmortal, creada por Dios, que no pueden proporcionar los padres, ni la fecundación artificial ni la clonación. Esta última viene acompañada de un halo de omnipotencia que la Iglesia desea minimizar.

Desde una perspectiva jurídica, la controversia viene por la existencia de los derechos humanos fundamentales al contemplarse la clonación como una violación del principio de igualdad de los seres humanos y del principio de la no-discriminación.

 

–Pues dígame usted qué sucederá cuando se divulgue el contenido de su Teoría del Clon Activo, que puede dar paso a una técnica para desarrollar seres vivos clonados adultos en un tiempo récord.

–En mi libro hablo de experiencias de laboratorio con ratones y monos, pero nada de ello se aplica a seres humanos –se detuvo un instante para beber dos buenos sorbos de café irlandés. Con el extremo de la servilleta limpió la nata adherida a la punta de su nariz.

Hache tomó la palabra tras contener un acceso de risa al contemplar el bigote lácteo que adornaba la cara del doctor.

–Lo que usted sugiere es que se puede modificar ADN encargado de codificar la hormona del crecimiento en el hombre mediante una sustancia activadora adecuada para luego producir copias de dicho ADN que se multiplicarían rápidamente. Una sustancia con una pequeña alteración en su estructura que permitiría un espectacular desarrollo del organismo.

 

 

El doctor asintió.

–Es bien cierto. Aumenta la velocidad de crecimiento de los tejidos.

– ¿Incluido el cerebro? –inquirió Hache.

 

-Porque se trata de conseguir un individuo adulto y a la vez maduro en un corto espacio de tiempo…

 

-Deberá registrar un sin número de sensaciones y someterse a un aprendizaje continuo durante la etapa de desarrollo corporal.

–Ese punto es determinante –indicó Cóndom asintiendo con la cabeza. Apuró su café de un trago y reflexionó durante unos segundos.

–Atienda porque la información que voy a darle es sólo privilegio de unos pocos –continuó en tono grave, casi susurrando–. Se ha experimentado con ratones clónicos recién nacidos a los que se inyectó la sustancia activadora apropiada. El animal alcanzó la madurez de todos sus órganos en un mes, cuando el período normal en su especie es de cuatro meses.

 

 

La clonación reproductiva tiene como objetivo lograr embriones humanos con el mismo ADN de otra persona para conseguir un recién nacido idéntico a ella en sus genes. Imagen

 

– ¿Y si se inyecta el activador en un humano recién nacido no clónico?

–Estamos más próximos al genoma de los primates que al de los ratones, pero la sustancia de la que hablo está compuesta por genes que podrían manifestar su efecto en distintas especies–indicó el doctor. A continuación aspiró una gran bocanada de aire y resopló antes de continuar: –Debo decirle que eso se intentó en su momento sobre animales no clónicos sin resultado.

 

Hache lo miró fijamente.

 

– ¿En cuanto se calcula el plazo de desarrollo por crecimiento ultrarrápido en el hombre, doctor? –Hache seguía sintiendo el complejo de interpretar un papel de periodista aficionado y se hizo la promesa de no terminar aquello sin disculparse.

Cóndom desvió la mirada hacia una mujer rubia y atractiva, de unos treinta años, ataviada con un vestido color lila que intentaba localizar una mesa libre. Otra mujer algo más joven de pelo casi albino la acompañaba. Ambas tenían aspecto de proceder del Norte de Europa.

 

 

Cóndom emitió otro resoplido.

– ¡Uf! Fíjese en esas dos, señor Sólo. Levantarían el ánimo a cualquiera… –bromeó.

–Estoy seguro, doctor –repuso Hache. Creo que tardaré un buen rato en abandonar nuestro observatorio.

–Disculpe –continuó Cóndom– me he distraído ¿Cómo íbamos? Ah, sí. El tiempo que tardaría un ser humano en crecer hasta hacerse adulto según mi teoría –El doctor dudó un par de segundos antes de volver a hablar:

–Todavía no existe ningún hecho práctico que lo confirme –dijo–, pero estimo que podría conseguirse en un plazo de unos… dieciocho meses.

 

 

Hache enmudeció durante un momento.

 

– ¿Está seguro de que no hay evidencias de ningún clon humano? –indagó con un ligero escepticismo.

 

–En esta vida, uno no puede estar seguro de casi nada.

–Eso no responde a mi pregunta, doctor. Se la hago de otra manera ¿Es posible que en algún lugar exista un ser humano en edad adulta, obtenido por la vía rápida?

–La técnica de Clonación Rápida es exclusivamente mía, señor Sólo y le aseguro que… en estos momentos –se interrumpió y dio un giro a su comentario–… Me pregunto cómo es que tiene tanto interés en este tema. Noto como que usted quisiera ir más allá  ¿Me equivoco?

 

 

Hache se tomó su tiempo antes de continuar la conversación. Había llegado el momento esperado.

 

–Verá doctor. El motivo de esta entrevista no es sólo intentar que escuche mis ideas sobre clonación humana, por lo que le estoy profundamente agradecido. Lo que deseo es pedirle… algo único. Será un hito en mi vida si se lleva adelante. Y en la suya.

– ¿Qué pretende decirme? Adelante.

–Si a los medios que usted dispone para la investigación genética se suman los avances que ha conseguido gracias a la aplicación en el laboratorio de su Teoría del Clon Activo, creo que no sería muy descabellado pensar en…

–Hache carraspeó y trató de aclararse la garganta con el último sorbo de café–…en poner en marcha un clon, pero se trataría de un clon humano.

 

El doctor Cóndom habló lentamente sin desviar la mirada del rostro de Hache.

 

–Ah, un clon humano.

–Sí, un clon desarrollado por la vía de crecimiento rápido que usted ya ha experimentado en animales. –A continuación se removió en su asiento como buscando una postura más cómoda.

 

 

–Pero, ¿cómo piensa…? –inquirió el genetista.

–Quiero un clon de mí mismo, doctor. Puede sonarle a majadería pero he estado documentándome durante mucho tiempo y tengo la convicción de que usted conoce a la perfección la forma de llevarlo a cabo.

 

El camarero llegó a la mesa con las bebidas de una segunda ronda solicitada por el doctor Cóndom.

 

–Muy amable, gracias –indicó el americano. A continuación volvió a tomar la palabra mirando con detenimiento la taza que sostenía entre sus manos:

– ¿Puedo tutearte?

–Desde luego.

–Hache, no es mi intención mostrarme reacio, ni quiero andarme con rodeos en el asunto que me propones. Te estoy muy reconocido por tu aportación a mi teoría del Clon Activo y no pongo en duda lo atinado de tus planteamientos, pero antes he de preguntarte por qué estás interesado en algo así.

–Quiero experimentar lo que se siente –repuso Hache sin pensarlo dos veces– teniendo más tiempo para disfrutar de mi familia y trabajando en algo que me haga sentir útil. Necesito abrir un paréntesis en mi vida para escapar del trabajo que hago ahora y que detesto. Una oportunidad para emplear mis energías en algo realmente productivo.

– ¿Y qué papel jugaría tu clon en todo eso?

–Él desempeñaría mi trabajo, pero con la habilidad necesaria para triunfar dentro de la organización. Para mí, –dijo Hache enfatizando el “mí”– resultaría edificante verle encumbrado.

 

El doctor lo miró en silencio durante un momento.

 

–Sorprendente –dijo–. Nunca imaginé que alguien llegara a necesitar un clon para encontrarse a sí mismo. –el doctor Cóndom asintió con la cabeza. –Han tenido que jugarte muy malas pasadas en la organización donde trabajas ¿A qué te dedicas exactamente? –inquirió.

–La empresa es una multinacional de la banca que realiza inversiones en multitud de proyectos. Yo intento mover un pequeño engranaje dentro del mecanismo –concluyó Hache.

–Quiero que me aclares una cosa –repuso el doctor Cóndom pensativo–. Tu propuesta no suena del todo descabellada, pero has de considerar que yo mismo podría tener otras… alternativas para aplicar mi teoría ¿Qué mejor manera de hacerlo que partiendo de un clon de mí mismo, por ejemplo? Además, yo también conseguiría “arreglar” mi vida con una finalidad de justicia y todo eso.

 

Y aquí termina el episodio 19, amigos. Si os ha gustado, dad un «like» por favor. Gracias. Es una ayuda.

 

Salud y hasta la próxima!!

1 Comment
  • Doctor Krapp
    Posted at 13:05h, 31 enero Responder

    Parece una precuela de Blade Runner con El pueblo de los Malditos. Estupendas descripciones y un dialogo muy sugerente, más ese arte que te caracteriza en las ilustraciones.
    Muy bueno.
    Saludos

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