Un recuerdo a mi hermano Vicente. Plumas de nieve

Un recuerdo a mi hermano Vicente. Plumas de nieve

 

Plumas de nieve

 

Mi hermano Vicente dejó este mundo el 3 de septiembre de 2023. Tenía 68 años de edad. Desde entonces publico un post sobre él por el aniversario de su cumpleaños. Y cada vez que hago esto me emociono yo solo, en mi retiro silencioso, tan solo con la presencia de mis recuerdos sobre su gran personalidad.

Claro, Vicente era grande en todos los sentidos, también en tamaño, como somos sus tres hermanos. Juntos hemos vivido grandes momentos, por ejemplo los del nacimiento de nuestros hijos, el privilegio de contemplar su evolución en la vida, apoyarles en sus estudios, en sus inquietudes y comprenderles en su afán por hacerse un hueco en este mundo.

A Vicente le llamábamos Titin. Porque cuando yo quería decir Vicentin, como lo llamaban mis padres, era el único vocablo que me salía de la boquita. Titin quiso muchísimo, con toda su alma a su mujer, a su hija, a su precioso nieto y a nosotros, sus hermanos.

Rosi, Rubén y yo hemos disfrutado con él cuando sacaba punta a cualquier comentario siguiendo su inigualable estilo sarcástico (qué tiranía la del tiempo pretérito, cuando debería estar diciendo disfrutamos con el, juntos, ahora y siempre).

Nos reíamos mucho cada vez que sacaba a relucir sus chistes sobre la vida, de cosas que le habían pasado y que podían dejarte con la boca abierta. Como lo sucedido en aquella obra de teatro en un curso del Bachillerato antiguo (hablo de primerísimos años de la década de los setenta), cuando Vicente estudiaba en el Instituto de Enseñanza media «Maestro Juan de Ávila«, en Ciudad-Real. Vicente escribió una obra de teatro de espíritu más bien crítico para la época y obtuvo una gran repercusión en aquel centro de enseñanza.

De izquierda a derecha: Rosi, Titin, ese melón sonriente que soy yo, y el benjamín, Rubén.

 

Vicente me llevaba de la mano al colegio como hacía con Rubén. Con Rosi no, porque Titin y ella eran casi de la misma quinta (risas para ella) y de aquellos paseos donde expresaba a mi hermano mayor mis temores y cuitas sobre experiencias de colegio, nacieron buenas enseñanzas, las de la vida que él sabía con maestría transmitir.

Parece que esté contando esto desde el pensamiento de un niño, pero es que lo soy. Me hago pequeño con una facilidad tremenda cuando le recuerdo, porque él era mi hermano mayor y siempre ejerció ese cometido con todo el corazón, dedicándome toda la atención que un niño reclama a aquellos a los que quiere.

Cuando Titin fue sustraído del mundo de los vivos, recibí la llamada de mi hermano Rubén para comunicármelo… ¿Qué sentiría él? No puedo imaginarlo porque es algo aún peor que recibir la noticia. Ese momento creó un silencio interminable en la conversación, hubo un profundo sentimiento de abandono por mi parte, como si me hubiera caído al mar desde la borda de un barco gigantesco. La superficie del mar no llegaba nunca, el eco del vacío más absoluto es lo único que percibían mis sentidos y ya nada me conectaba al mundo.

Un recuerdo también para mi padre, el mejor maestro del mundo.

 

¿Soy cobarde por compartir mis sentimientos en público, quizá porque no puedo sobrellevarlo? En todo caso, admito que soy un llorón porque me emociona el recuerdo de una persona singular, que nos bendijo a todos con su humor característico, nos iluminó con su sapiencia, con su gran capacidad para recordar y su enorme cultura. La remembranza era una de sus cualidades y lo hacía con memoria fotográfica y un verbo que se salía de las palabras corrientes. Repito todo ello cada vez que su recuerdo se posa en mi memoria y no me cansaré de hacerlo. Que me tachen de ¿qué? ¿Cómo se llama ese que quiere con locura a un hermano?

Quizá ésta entrega emocional venga de un echar de menos otras charlas más profundas con él, de tú a tú, para poder comunicarle mis opiniones más sinceras, acerca de esto o aquello, acerca de cualquier tema de conversación que no fui capaz de mantener con él.

Y personalizo mucho en mi protagonismo en esta historia, a la que estoy seguro de que mis hermanos podrían añadir mucho más hablando de las suyas propias, pero bueno, no les tengo cerca para pedirles que comenten lo que quieren. Haríamos una carta de amor fraterno mucho más rica en emociones y en anécdotas. Y mi madre no querría añadir nada porque se envolvería en lágrimas y aflicción, como le sucede cada vez que se acuerda de él, que es siempre.

Nuestra madre, la más sabia, la gran protectora que nos quiere tanto que su amor no cabe en nuestros corazones.

 

A mis hermanos y a mi nos habría encantado hoy recordar cuando Titin construyó a Rubén aquel Kart  artesano, que iba a pedales y hecho con piezas de lavadora y aperos de metal o plástico, un derroche de imaginación. O cuando tuvo que limpiar un «regalito» que dejé sobre la pared de una calle, cuando tenía yo 3 0 4 años y mis ganas de hacer aguas mayores superaron con creces mis fuerzas para retenerlas.

Rosi tiene, entre muchos, un recuerdo también especial, cuando vivíamos en aquella casa de traza elevada frente a un cine de verano allá por los años sesenta. Proyectaban una película pero Vicente y Rosi querían disfrutar en condiciones del primer tocadiscos de la familia, así que subieron el volumen del aparato a muchos decibelios. En esas circunstancias llegó un señor del cine a la casa y les preguntó: «¿Tienen ustedes un pickup? Miren por favor si pueden bajar el volumen, es que no es posible escuchar la película»… Tal era el grado de educación de mucha gente en aquellos tiempos.

Después de desaparecer Titin, sus seres queridos acarreamos con su pérdida como podemos. Yo intento sobrellevar un desgarro en mi corazón, en mi alma, sea lo que sea eso del alma. No he estudiado Teología, que creo es lo mínimo que debes echar al saco de tu conocimiento para comprenderlo. Por eso me gustaría saber hasta donde llega esa idea, pero bien es verdad que todo ser humano que habla de ella lo hace desde el punto de vista de su más hondo sentir. Y eso no se estudia en ninguna parte.

Aquí con Vicentin, mi madre y mi nieta Clara, el sol que siempre resplandece.

 

No puedo expresar lo que me duele, cuando llega este momento tan crucial de escribir sobre él, sobre ese último día en que ese ser especial estaba tan vivo. Había salido a pasear con su nieto a un centro comercial a comprarle algo relacionado con los coches, esa loca afición que adoraba su abuelo, el de la automoción, la aviación, las locomotoras y las lecturas de historias singulares escritas por gente como él, apasionados por la mecánica y la docencia. Quién le iba a decir que un domingo de sol su vida iba a quedar truncada, en una mañana de ternura compartiendo aficiones con su nieto.

Pues sí, un día Vicente partió para siempre de entre nosotros. La vida le abandonó, igual que nos abandonó a todos la esperanza de poder escucharle, sentirle, amarle, aunque el amor no es un sentir que se olvida. Titin siempre estará por aquí, bailando con nosotros entre chistes y chascarrillos; compartiendo unas lágrimas que se escapan en torrentera por nuestros ojos para alcanzar el mar del alma tranquila.

Y justo en uno de estos fríos días de parque con mis nietas, bajo un cielo azul brillante como no había ningún otro, alcé la mirada y contemplé la caída de un puñado de plumas como si fueran copos de nieve rutilantes que flotaban a nuestro alrededor. Una señal de ángeles quizá, me preguntaba.

Dicen que cada cual tiene un angel protector que de vez en cuando se hace notar a través de una nubecita de plumas que, por qué no, podrían proceder de sus alas. Y esa señal de copos blancos y suaves transmite el mensaje de que el ser querido que has perdido quiere descender de los cielos para decirte que se encuentra bien, que piensa en ti y te querrá por siempre.

Desde aquel día estoy pendiente de encontrar a mi paso alguna pluma más, y pienso esperanzado en que no tardaran mucho en caerme del cielo recuerdos de Titin en forma de copos que no son de nieve.


 

Y esta es mi foto favorita. Te queremos Titin.

 

 

15 Comentarios
  • Artesanos de la palabra
    Posted at 23:14h, 20 febrero Responder

    Hola Marcos, son muy conmovedoras tus palabras, la partida y fíjate que digo partida y no muerte, porque yo creo firmemente que aquellos seres que amamos y emprendieron el camino antes que nosotros, ahora están en otro plano y nunca se alejan del todo, ellos buscan diferentes formas de hacernos notar que allí están, en tu caso lo sentiste ese día que cayeron plumas en el parque, yo por ejemplo siento que mi madre pasa a saludarme cuando, por ejemplo el colibrí viene a mi jardín y se posa en una planta que ella me regaló hace muchos años.
    Es hermoso que lo recuerdes con tanto amor y es maravilloso que hayas tenido la posibilidad de tener un hermano así, tienes mucho para recordar y mientras lo hagas sin dudas él está a tu lado.
    Un abrazo.
    PATRICIA F.

    • marcosplanet
      Posted at 14:23h, 21 febrero Responder

      Me conmueven tus palabras, Patricia, son para guardarlas en un lugar especial en mi corazón. Me has hecho sentir algo profundo y muy bonito que ilumina el alma. Me alegra mucho haber compartido contigo estos sentimientos.
      Muchas gracias por haber puesto tanta sensibilidad en tu comentario.
      un abrazo.

  • Io
    Posted at 00:17h, 20 febrero Responder

    Que bonito es recordar a los seres queridos que ya no están con nosotros de forma física, pero que siempre permanecerán en nuestros recuerdos y corazones.
    Un fuerte abrazo Marcos

  • Mamen Piriz García
    Posted at 20:15h, 17 febrero Responder

    El dolor de la pérdida de los seres queridos es la vida que nos lleva a echarlos de menos. Has escrito un hermosa poesía que dice lo sensible que eres. Gracias por visitar mi blog. Espero volver al tuyo. Un abrazo.

    • marcosplanet
      Posted at 13:29h, 18 febrero Responder

      Muchas gracias Mamen. Es un placer verte por aquí.
      Un abrazo grande.

  • Arenas
    Posted at 16:42h, 17 febrero Responder

    Precioso recuerdo de un gran hombre, que lo fue, lo es y lo será. ojala los ángeles no nos abandonen nunca. Me has recordado la letra de una cancioncilla.

    Quisiera enmendar
    los comienzos de todas las brumas
    Quisiera empezar cada lienzo
    con mejor fortuna
    Quisiera pegarme
    unas alas y en una cornisa
    Soplar
    una dulce balada que esparza la brisa
    Quisiera viajar
    al pasado de cierta muchacha
    Que andaba de noche El Vedado
    liviana y borracha
    Quisiera posarme
    En su vida y ahí convencerla
    Para que con menos heridas
    hoy pudiera verla
    El dolor que no curen los ángeles
    Ojalá
    que no pueda volver
    La canción que no canten los ángeles
    Solo el viento
    la puede saber
    Quisiera ir al punto naciente
    de aquella ofensiva
    Que hundió con un cuño impotente
    tanta iniciativa
    Quisiera ir allí
    con las cruces del tiempo perdido
    Y hacer un camino de luces
    sin odio ni olvido
    El dolor que no curen los ángeles
    Ojalá
    que no pueda volver
    La canción que no canten los ángeles
    Solo el viento la puede saber
    El dolor
    que no curen los ángeles
    Ojalá
    que no pueda volver
    La canción que no canten los ángeles
    Solo el viento la puede saber
    Quisiera dar vuelta a la rueda
    que para en lo mismo
    Un simple mortal
    que se juega abismo y abismo
    Y antes de darle al perchero
    mis alas de atrezo
    Quisiera dejar como fuero
    certeza y progreso
    El dolor que no curen los ángeles
    Ojalá
    que no pueda volver
    La canción que no canten los ángeles
    Solo el viento la puede saber
    El dolor
    que no curen los ángeles
    Ojalá
    que no pueda volver
    La canción que no canten los ángeles
    Solo el viento
    la puede saber

    • marcosplanet
      Posted at 13:33h, 18 febrero Responder

      Qué bonito recordatorio has añadido al mío, Antonio. Y qué importante es esta frase: «(…) hacer un camino de luces
      sin odio ni olvido». Sería ideal que todos consiguiéramos hacer ese camino de luces.
      Un abrazo, amigo mío.

  • Nuria de Espinosa
    Posted at 11:28h, 16 febrero Responder

    Hola Marcos, un cobarde por expresar y compartir tus sentimientos, todo lo contrario, más bien valiente porque cuando los recuerdos nos provocan esa congoja y tristeza es como una terapia, un desahogo compartir lo que sentimos hacia los seres queridos que ya no están con nosotros. Tú hermano desde el cielo seguramente está orgulloso de ti y feliz al ver el homenaje que le haces. No queda otra que vivir con ello.
    Un abrazo grande

    • marcosplanet
      Posted at 13:23h, 17 febrero Responder

      Muchísimas gracias Nuria. Valoro mucho tus palabras y las tengo muy en cuenta. Una pérdida así te deja marcado para toda la vida y efectivamente es bueno poder liberar la pena.
      Un fuerte abrazo para ti también, amiga mía.

  • Rosa Fernanda Sánchez
    Posted at 21:38h, 12 febrero Responder

    Los que tuvimos el privilegio de disfrutar de nuestro querido hermano
    Vicente,se nos mueve la lagrima, al leer tu precioso y emocionado relato.
    Puedo decir tantas cosas sobre él…
    Vicente era el irónico, vehemente escéptico, burlón, divertido, bondadoso y a veces irreverente más excepcional que he conocido.
    A nuestro corazón le falta un trocito desde que nos dejó.

    • Marcos Manuel
      Posted at 21:56h, 12 febrero Responder

      Eso es, Rosita. Fue una figura excepcional. Su irreverencia era proverbial. Un personaje único. inolvidable.
      Un fuerte y cariñoso abrazo, hermana.

  • Anónimo
    Posted at 19:42h, 12 febrero Responder

    Maravilloso , un relato que te llena de amor 💌 y recuerda esos momentos vividos junto a él inolvidables.

  • Mirella Denegri
    Posted at 05:05h, 12 febrero Responder

    Comparto contigo ese sentimiento y reciente dolor…este mes de marzo, se cumplen 2 años de la perdida de mi esposo y quizás, puedas pensar que en un hermano el dolor es mas grande..puede que asi sea, pero igualmente, son dolores que uno intenta procesar y convertir en un sentimiento que te acompañe como un recuerdo dulce sin que te apuñale y desgarre el corazón al recordar….Lo bueno es que desde ahora estaré alerta al ver caer las plumas y pensaré que tal vez ha sido un ángel que me quiere y protege….un abrazo desde la distancia …

    • marcosplanet
      Posted at 09:28h, 12 febrero Responder

      Muchas gracias por tu reflexión, tan entrañable, Mirella. Estos seres tan queridos nunca abandonan tu vida.
      Otro abrazo para tí.

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