10 Sep El caminante sobre el mar de nubes. La épica en los viajes
Contemplamos un cuadro único. En él aparece la figura de espaldas de un viajero admirando una espléndida panorámica. Deducimos que es amante de la naturaleza por la belleza indescriptible del paisaje que se muestra ante él. Distinguimos una cadena de montañas difuminada en una línea del horizonte desdibujada, cubierta por un mar de nubes. Una niebla intrigante, sugerente a más no poder, se manifiesta ante el viajero, cubriendo con su manto blanquecino parte de las montañas.
El caminante sobre el mar de nubes es una impactante creación del pintor romántico alemán Caspar David Friedrich, considerada como una de las obras maestras y distintivas del Romanticismo. Fue creada en del año 1818 al óleo sobre tela y mide 74,8 centímetros de ancho por 94,8 centímetros de alto. Actualmente se conserva en el museo Kunsthalle de Hamburgo (Alemania).
Una panorámica excelsa fascina al personaje de espaldas
En el romanticismo era costumbre muy extendida pintar paisajes que reflejasen la naturaleza indómita, en su estado más puro y agreste. Tenían cabida en dichas obras escenarios de tormentas, fuertes vientos, nieblas densas o neblinas, lluvia torrencial o mantos de nieve brillando bajo el sol. Esto era calificado por aquellos artistas como “lo sublime”, queriendo retratar con ello sus más íntimos sentimientos. Los pintores daban vida a sus emociones exaltando las mismas.
En el cuadro vemos que el caminante se mantiene firme frente a la asombrosa realidad. Desconocemos si su rostro muestra admiración o tribulación, aunque el hecho de mantener una pierna adelantada indica determinación. La casaca verde oscura aporta solemnidad al momento, y a la vez una serenidad insospechada para alguien que se está asomando al abismo con el cabello removido por el viento. La actitud del personaje tiene algo de teatral, como una pose para exagerar su vinculación con la belleza contemplada, pretendiendo elevarla a una escala divina.
El caminante sobre el mar de nubes. La épica en los viajes
El caminante simbolizaría al ser humano en su vida terrenal (la montaña a la que corresponde la masa rocosa en primer plano) como un anuncio de su vida eterna (el mar de nubes).
Otras interpretaciones, de cariz filosófico, refieren que el mar de nubes representaría la inmensidad del universo, frente a la insignificancia del ser humano. La naturaleza se regenera, pero el ser humano es mortal.
Friedrich demostró ser un referencia muy respetada y admirada precisamente por esa idea de “lo sublime”. Trasladando a la realidad lo reflejado en este cuadro, me figuro la impresión que el hipnótico y precioso paisaje abierto ante sus ojos ejercía sobre ese caminante imaginario, quien estaría disfrutando como nadie del mágico momento.
Yo mismo me he enfrentado a simas hendidas entre desfiladeros y macizos espeluznantes, sobrecogedores, donde el relieve marcaba aristas imposibles en el cielo. Descubrir por ejemplo los Picos de Europa entre Cantabria, Asturias y León es una experiencia cargada de simbolismo y que encaja perfectamente en el concepto de aquellos románticos sobre los espacios naturales excelsos.
España luce en cualquiera de sus territorios tanto paisajes de ensueño como pueblos y ciudades trascendentes por su historia, costumbres y aunque sea más prosaico, por su excelente gastronomía. No podemos menos que elogiar esos tesoros naturales y esas poblaciones donde ha arraigado el sabor de la Historia con mayúsculas.
Mencioné los Picos de Europa, tan ensalzados en mis artículos, pero el Pirineo aragonés es algo igualmente extraordinario. Si os acercáis por los posts de mi blog donde hablo de ellos, de mi experiencia recorriendo valle y montaña en los aledaños de Monte Perdido y los Valles de Broto, Bujaruelo, Ordesa… descubriréis por qué he sucumbido tantas veces al influjo trascendente de la naturaleza.
El caminante sobre el mar de nubes. La épica en los viajes
En una combinación sublime, las obras de Caspar David Friedrich recogen los matices que el espectador, el viajero, admira en un instante de contemplación de un paisaje. En concreto en “El caminante sobre el mar de nubes”, la obra que nos ocupa, no importa el origen del caminante sino ese momento único de observación, admiración más que probable, donde el artista ha derramado una sensación de espiritualidad que acompaña al protagonista, de quien tampoco importa cómo sea su rostro.
El hombre de espaldas, simboliza la condición presente del hombre. El mar de nubes se perfila en lontananza como un futuro incierto
En mi modesta opinión, Caspar ha pretendido rendir homenaje a la madre naturaleza como siempre hizo en sus obras, pero también nos introduce en la mente del viajero
¿Qué nos sucede cuando descubrimos una panorámica tan bella? ¿O cuando paseamos por las calles cargadas de sabor histórico de muchos pueblos y ciudades? A mí me embarga un sentimiento inmediato de traslado a un tiempo pretérito, evocador de otro tipo de vida más sano, más cercano a la naturaleza y a costumbres propias de otra época.
En “El caminante sobre el mar de nubes” me imagino el recorrido que ha llevado a cabo el viajero, desde un lugar más bien rústico, con casas sencillas de piedra y madera y pocos habitantes transitando por sus calles antiguas
Me imagino que sale del pueblo y enfila un camino estrecho por el que cada vez encuentra más vegetación y bosque. Atraviesa algún puente con losas y barandilla de piedra para salvar el cauce de un río caudaloso; alcanza un claro lleno de margaritas y amapolas, con charcas donde las últimas lluvias han depositado su fuente de vida. El perfil de la cadena de montañas empieza a hacerse visible en la lejanía, entre brumas silentes.
En un momento dado la senda empieza a adquirir pendiente alzándose sobre la pradera y entrando de nuevo en el bosque húmedo. Es un tiempo otoñal el que acompaña. Hay un inconfundible aroma a tierra mojada donde las setas proliferan alrededor de castaños y encinas. Alguna ardilla recorre presurosa el tronco de un pino piñonero.
El caminante no parece cansado en ningún momento, aunque al cabo de un largo rato de ascenso se detiene para mirar sobre las copas de los pinos. Va dejando atrás un escenario de formidable belleza donde cada vez es más patente la fascinación que ejerce el paisaje.
El senderista continúa avanzando, llenando sus sentidos de aromas florales y esencias de la montaña.
El viajero alcanza finalmente la cima, extasiado con la pura belleza que se alza ante sus ojos.
La bruma contribuye a difuminar el borde del horizonte confundiéndole con el cielo, lo que induce en el observador una sensación de inmensidad del espacio.
Malas lenguas afirman que la costumbre del artista de retratar figuras de espaldas se debía a que Friedrich no era capaz de reflejar bien los rostros. Quién sabe. Pero no hay necesidad de verlos. En sus cuadros está latente una especie de melancolía y soledad conferidas por ese recogimiento que se percibe en el protagonista, como una invitación a la meditación o la reflexión.
La belleza de un paisaje, doy fe, puede ser sobrecogedora, llenándote de una sensación que parece captada por un sexto sentido. De esto hablo en algunos artículos de mi blog dedicados a la contemplación paisajística.
¿Qué ve Caspar D. Friedrich en los paisajes?
Otra curiosidad de Caspar D. Friedrich es su interpretación del paisaje, utilizando una manera onírica de representarlo, como si en vez de tomarlo como modelo real estuviera dibujando lo que su imaginación quiere ver. Es el caso de las cumbres que refleja en el cuadro “Acantilados blancos en Rügen”, donde figuran picos montañosos que parece imposible encontrar en plena naturaleza. Pero el mensaje es bien claro: Friedrich admira y ama la naturaleza y esa emoción que siente por ella rebosa por cada centímetro de sus cuadros.
Lo real queda trascendido en sus obras, superado por una gran dosis de imaginación, entusiasmo y un cierto sentido épico de cada panorámica. Todo ello orquestado por la madre naturaleza y su influjo espiritual en el artista
Como buen romántico, Friedrich quiere transmitirnos una idea de lo divino, del alma, la muerte y la vida, aunque pinte los restos de una iglesia abandonada o un mar de hielo. Tanto si se trata de figuras humanas como de un bosque, Caspar nos introduce en una percepción que inunda de placer nuestro interior, nos convoca a reflexionar detenidamente, de lo que sea, ignorando el tiempo que ello nos lleve.
Algo de la vida de Friedrich
De familia luterana, el artista conocía bien los paisajes que lindaban con el mar Báltico y lo reflejó en ese simbolismo que impregna sus obras, las brumas sobre el mar, los bosques agrestes, ruinas en entornos naturales y abruptos relieves montañosos.
Personalmente pienso que el hecho de que sus personajes den la espalda en sus cuadros se debe al deseo de Friedrich de hacer protagonista a quien observa sus obras, para que te introduzcas en su mundo visual.
Cuando creó “El caminante sobre el mar de nubes” en 1818, vivía en Dresde y solía desplazarse al macizo de Harz o a Bohemia, lugares de donde obtenía sus impresiones y las escribía. Para elaborar este cuadro dicen que pudo haberse inspirado en los dibujos que hizo en las montañas de arenisca del Elba, entre Sajonia y Chequia.
Una de esas montañas (Llienstein) se extiende entre la parte alemana, llamada “la Suiza sajona” -en la que destaca la formación rocosa del Bastei (Bastión en alemán)- y la parte de la República Checa, conocida como “Suiza bohemia”.
Las rocas escarpadas del Bastei, que alcanzan una altura de 305 metros sobre el nivel del mar, se formaron por la erosión del agua hace más de un millón de años. Están situadas cerca del pueblo de Rathen, no muy lejos de la pequeña ciudad de Pirna, al sureste de la capital sajona de Dresde.
Una de las primeras guías de senderismo que atrajo visitantes a Bastei fue la de Carl Heinrich Nicolai, quien escribió en 1801:
< ¡Qué profundidad de sentimiento se derrama en el alma! Puedes estar aquí mucho tiempo sin terminar (...) es tan difícil alejarse de este lugar>
En 1824 construyeron un puente de madera para conectar varias rocas que facilitaran el paso a los visitantes. Fue sustituido en 1851 por el actual puente de Bastei hecho de piedra arenisca.
Para llegar al Bastei es posible acceder a la ciudad de Rathen desde Dresde tomando el barco de vapor que navega por el río Elba. Rathen destaca por su balneario y es la base principal para visitar el Bastei.
El de la Suiza Sajona es el único de los 16 parques nacionales de Alemania donde aparecen formaciones rocosas. Además, se contabilizan más de mil montañas de arenisca, convirtiéndolo en un lugar idóneo para el disfrute de montañeros y amigos de la montaña.
En el interior del parque existen pueblos que parecen extraídos de un cuento de hadas. Hay miles de formas de recorrer estas montañas, combinando los caminos y sendas. El Sendero de los Pintores o Camino del Pintor es una de las rutas más largas con 112 kilómetros de longitud.
Numerosos artistas acudían al Bastei por el Camino del Pintor, el Malerweg, como nuestro protagonista Caspar David Friedrich, quien pintó su famoso cuadro Felsenpartie im Elbsandsteingebirge [Rocas en las montañas de arenisca del Elba] inspirándose en el Bastei. Además, el gran pintor y grabador alemán del periodo romántico Ludwig Richter escribió apuntes y dibujó bocetos entre aquellas rocas. Sus temas son los paisajes, retratados al estilo romántico a modo de huida del presente, como una evocación del pasado.
Resultaba más sencillo el acceso al puente desde Wehlen y Lohmen. Desde Rathen era más complicado, pero en 1814 se colocó una escalera con 487 pasos que salía del valle Wehlgrund más allá del Vogeltelle y ascendía hasta las rocas.
Es el desfiladero de Amselgrund, la caminata circular se puede iniciar muy bien desde el aparcamiento de Bastei. El clima húmedo y fresco del desfiladero es realmente muy agradable, especialmente en verano. Son impresionantes las paredes de roca cubiertas de musgo, que llegan a alcanzar hasta 50 metros de altura en lo que parece una ascensión hacia el cielo. También hay algunos lugares donde hay que cruzar pequeñas cuevas formadas por rocas caídas. Los lugareños se refugiaron de los suecos aquí en los agujeros-nichos del desfiladero durante la Guerra de los Treinta Años.
El desfiladero de Amselgrund, a través del cual fluye el Grünbach, comienza al sur de Rathewalde como un desfiladero rocoso de lo más romántico y termina en Amselsee justo antes de Rathen. Su sección superior similar a un cañón atraviesa completamente la zona central del Parque Nacional de la Suiza Sajona. La ruta de senderismo a lo largo de la parte inferior ofrece interesantes vistas hacia el Grünbach, que desaparece parcialmente entre las rocas y se precipita hacia el valle.
En Amselfallbaude, el agua cae en el valle en una cascada notable, con mucho, la más grande de las cascadas de la Suiza sajona. El lugar cuenta con un punto de información del parque nacional.
Para más información, esta es la web del Parque Nacional de la Suiza sajona.
Adjuntamos mapa de ubicación del Parque.
En 1819, August von Goethe -hijo del famoso poeta y dramaturgo alemán Johann Wolfgang von Goethe- ensalzó aquel paisaje y dijo:
«(…) aquí, desde donde puedes ver abajo hasta el Elba, desde las rocas más escarpadas donde a poca distancia los riscos de la Lilienstein, Königstein y Pffafenstein están en pie escénicamente juntos y el ojo cae en una profunda vista que no se puede describir con palabras.»
Los picachos rocosos salpicados por una densa cubierta vegetal, son propios de esta zona. Descubren sus perfiles como islas elevadas sobre un mar de nubes. Uno de los escritos de Caspar dice así:
“La niebla expande el paisaje y lo hace sublime”
Caspar David Friedrich
Otras frases de Caspar:
“El artista debe pintar no sólo lo que ve delante de él sino también lo que ve dentro de él”
“Se dice de tal o cual pintor que tiene un gran dominio de su pincel ¿No sería más correcto decir que está controlado por su pincel? Simplemente por la satisfacción de su vanidad, para pintar brillantemente y mostrar habilidad con el pincel, ha sacrificado las consideraciones más nobles de la naturalidad y la verdad, y así alcanzó la triste fama de técnico brillante”
“Si una pintura tiene un efecto conmovedor en el espectador, si pone su mente en un estado de ánimo conmovedor, entonces ha cumplido el primer requisito de una obra de arte. Por muy malo que sea en dibujo, color, técnica, etc.”
Friedrich experimentó influencias externas de las que dejó constancia en sus obras. Después de casarse en 1818 con Caroline Bommer, una joven burguesa 19 años más joven que él, las figuras de mujer empezaron a aparecer en sus pinturas.
Los estudiosos apuntan que la decisión de contraer matrimonio es bastante sorprendente en Caspar dada la afinidad del artista por la soledad, la meditación, la reflexión pausada dentro de su individualismo. También lo definían como poco sociable. Sin embargo, la influencia de Caroline parece que fue muy constructiva en su obra.
Caspar pintó “Acantilados blancos en Rügen” en la época en que viajó con ella a la costa del mar Báltico. El pintor nunca expuso esta obra públicamente; la disfrutó en la intimidad familiar. Se cree que las figuras de los personajes dibujados corresponden al propio autor, su esposa Caroline y el hermano de aquel, Christian, que al parecer compartió el viaje con ellos.
Volviendo a “Caminante sobre un mar de nubes”
La obra representa a un viajero, al que suele identificarse con el propio Friedrich,1 ? que se encuentra en pie sobre una cima elevada entre montañas, observando un manto de nubes bajo el horizonte. El autor muestra al viajero de espaldas. Este viste de verde oscuro. Mantiene adelantada una pierna y se apoya en un bastón.
Apreciamos las cumbres de diversas montañas emergiendo de la niebla, mientras que una enorme cordillera dibuja un abrupto perfil al fondo. Una vasta extensión de cielo corona las alturas de la cadena montañosa ocupando buena parte del cuadro. Se atribuye a un paisaje de la Suiza Sajona, como dijimos, una pequeña región natural de Alemania de la parte más oriental del estado federado de Sajonia.
Bueno, me despido ya de todos vosotros hasta el próximo post. Espero que os haya gustado y agradecería que dejarais vuestros comentarios (y un like también será bienvenido).
¡Salud y suerte, amigos!
Isaac
Posted at 19:39h, 27 septiembreLa imagen de Friedrich siempre me ha parecido muy evocadora. Una espléndida alegoría al misterio de viajar disfrutando de la naturaleza. Creo que mi manía personal de, en las pocas fotos de paisaje que aparezco, hacerlo siempre de espaldas a la cámara, tiene su origen en este cuadro.
Enhorabuena por la magnífica entrada.
marcosplanet
Posted at 21:39h, 27 septiembreMuchísimas gracias Isaac. Tus palabras me llenan de ánimo para seguir publicando.
Saludos cordiales.
Miguelángel Díaz
Posted at 21:20h, 16 noviembreLo que he disfrutado leyendo tu publicación, Marcos.
Me ha gustado mucho tú análisis del cuadro de Friedrich, en el que se muestra un concepto tan propio de los románticos, e incluso Kant, de lo sublime.
Me ha fascinado cómo lo relacionas con tus paseos por esos espacios naturales por los que transitas y notamos al leerte que vives con pasión.
Por último, me he vuelto a sentir sobrecogido cuando nos has adentrado en la biografía, los paisajes recorridos o las frases de Friedrich. Enhorabuena.
Un fuerte abrazo 🙂
marcosplanet
Posted at 10:08h, 17 noviembreMuchas gracias por tus palabras, Miguel. Ae ayudan a continuar con esta labor de escribir que, por otra parte, me entusiasma.
Otro fuerte abrazo para ti.
Maty Marín
Posted at 06:48h, 21 octubreMarcos, nos dejas más sorpresas, me llama la atención tu versatilidad dentro de tu mundo de viajes, tu imaginación y tu manera de narrar y lo que más admiro: te llevas de tú a tú con la Naturaleza, y nos lo compartes. Esto último me hace sentir un gran agradecimiento, creo que he mencionado antes que yo no puedo salir, pero todo esto me llena hasta no más, en verdad que me transportas.
Además, ¡Las imágenes! Un deleite total, no qué decir de la obra de Friedrich.
Te esmeras en todo esto que presentas, y de manera personal te lo agradezco muy de veras.
Te mando un gran abrazo y, repito, es un deleite leerte. ??
marcosplanet
Posted at 11:52h, 21 octubreEres muy amable Maty, muchas gracias. Ya sabes que también admiro tu prosa llena de sentimientos profundos. Me alegra que la lectura de mis escritos te transporte, es lo que busco cuando escribo, trasladar mi imaginación al lector de la forma más amena.
Gracias de nuevo por tus palabras.
Saludos cordiales.
Maty Marín
Posted at 06:48h, 21 octubreMarcos, nos dejas más sorpresas, me llama la atención tu versatilidad dentro de tu mundo de viajes, tu imaginación y tu manera de narrar y lo que más admiro: te llevas de tú a tú con la Naturaleza, y nos lo compartes. Esto último me hace sentir un gran agradecimiento, creo que he mencionado antes que yo no puedo salir, pero todo esto me llena hasta no más, en verdad que me transportas.
Además, ¡Las imágenes! Un deleite total, no qué decir de la obra de Friedrich.
Te esmeras en todo esto que presentas, y de manera personal te lo agradezco muy de veras.
Te mando un gran abrazo y, repito, es un deleite leerte. ??
Ric
Posted at 11:29h, 20 octubreHola Marcos
Magnífico artículo, como siempre.
Qué buena suerte o decisión la tuya de viajar tanto, en cuanto me jubile, ya queda poco, te voy a hacer la competencia con mis viajes, eres afortunado de disfrutar esos parajes tan maravillosos.
Además la manera que tienes de describir los lugares que visitas, creo que tendré que tomar notas
En definitiva, espero seguir leyendo tus entradas por mucho tiempo. recibe un cordial saludo
marcosplanet
Posted at 21:53h, 20 octubreSeguro que disfrutarás mucho tus futuros viajes y que encontrarás tu propia manera de relatarlos. Es para mi una gran satisfacción ponerme en contacto con la naturaleza, los pueblos y su gente y por eso escribo, con la motivación que me aporta lo que encuentro y disfruto con mis sentidos.
Gracias por tus comentarios, Ric.
Saludos cordiales.
Merche
Posted at 11:14h, 19 octubreHola, Marcos:
¡Qué bonitas imágenes! Me quedo con «el mar de nubes» que yo también pienso que es la inmensidad del universo frente a la insignificancia del ser humano.
Un abrazo. 🙂
marcosplanet
Posted at 19:46h, 19 octubrePues si, los logros del ser humano alcanzando lugares casi inescrutables de la naturaleza, no son sino la expresión del respeto y admiración que las personas sienten hacia ella.
Gracias por comentar.
Saludos cordiales.
Anónimo
Posted at 08:21h, 19 eneroQué maravilla, Marcos.
El análisis del cuadro, su relación con la admiración de la naturaleza y tus experiencias viajeras forman un todo indisoluble. Se nota con qué pasión lo disfrutas. Enhorabuena.
Un fuerte abrazo 🙂
marcosplanet
Posted at 11:49h, 19 eneroMuchas gracias por tus palabras.
Saludos!
Doctor Krapp
Posted at 19:45h, 17 eneroHermosa descripción de un cuadro en que la hermandad entre romanticismo y paisaje llegan a unas cotas impresionantes, tan altas como los paisajes con los que los comparas con acierto. Las fotos son una maravilla. Gracias por tanto bello recorrido
marcosplanet
Posted at 09:49h, 18 eneroGracias a ti como siempre por tu tiempo y opinión.
Saludos!
Jerónimo
Posted at 17:38h, 16 eneroMuy buena descripción de lo que podía pensar este gran artista, ya conocía esta obra, y la describiste con un punto de vista personal muy bueno. Buena publicación Enhorabuena desde ANTIGÜEDADES DEL MUNDO
A Veces Veo Viajes
Posted at 16:59h, 15 eneroMagnífico post. No conocía a Caspar David Friedrich ni su obra.
marcosplanet
Posted at 09:50h, 18 eneroMuchas gracias. Para mi, su obra resulta fascinante.
Gracias por comentar!
Viajando de incógnito
Posted at 11:54h, 14 eneroMaravilloso post sobre este cuadro, este pintor, está región de Alemania, y los sentimientos que despierta el viajar. Muchas gracias por escribirlo y por compartirlo.
marcosplanet
Posted at 10:10h, 15 eneroMuchas gracias a ti por leerlo. A mi me impresionó por completo.
Saludos!