Aquel curso de los noventa en Oxford

Corría el mes de mayo de 1995. Mi amigo Jordi me acompañaba en la aventura. Era fin de semana cuando realizamos el viaje y llegamos para descubrir la magia de Oxford hacia el mediodía del viernes. Junto con otros compañeros recorrimos la ciudad en plan tranquilo, disponíamos de siete días para hacerlo a fondo. Así pues, al día siguiente decidimos Jordi y yo ir a Londres. Más que nada porque yo no lo conocía y la agenda del curso no me permitiría hacerlo más tarde. Jordi se encargó de hacer de reportero gráfico pues ya había disfrutado antes de la capital del Reino Unido.

Estábamos en el mes de la fiesta de las flores, por lo que tuve ocasión de disfrutar de una maravillosa muestra en un lugar tan inesperado como la Catedral de Westminster, adornada de suelo a techo con centenares de guirnaldas procedentes de alguna reconocida floristería.

La catedral no es muy antigua. Fue edificada a mediados del siglo XIX en un estilo neo bizantino que, eso sí, llama la atención. El mirador de la torre está a una altura de 64 metros, pero no necesitamos subir hasta allí. El espectáculo estaba en el interior de la inmensa nave de la catedral. Una exhibición floral presidía todo el recinto y llenaba de un fulgor multicolor todo el interior de la nave.

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La catedral de Westminster. Londres

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Aquel curso en Oxford lo organizó la empresa donde yo trabajaba para impartir formación técnica a sus empleados y he de reconocer que resultó ser una experiencia que no olvidaré, por lo que supuso de interacción con personas procedentes de muy diversos países del mundo.

Allí coincidimos españoles, británicos, alemanes, tailandeses, norteamericanos… y un noruego. Un crisol de culturas.

Las sesiones diarias consistían en ocho horas de curso por las mañanas, comida y el resto del día libre para conocer la incomparable, histórica y académica ciudad de Oxford.

Había establecidas unas pautas, como aquella especie de escenificación de un encuentro entre un técnico de productos de la empresa y un técnico de compras de una supuesta empresa a la que aspirabas a ser proveedor. Cada día le tocaba a alguno de nosotros interpretar un papel y eso era realmente divertido. Daba ánimos, removía el espíritu de la inmersión lingüística una vez superadas todas las vergüenzas (lo cual me costó un par de días o así) pero ante todo nos sirvió como un vínculo amistoso para mantenernos unidos durante toda la semana.

Reconozco que, en ocasiones, sobre todo acercándose el final de la sesión, cerca de la hora de comer, la cabeza te pedía un poco de piedad. Tanta inmersión lingüística pasa factura. Lo bueno llegaba cuando te hallabas en el restaurante de turno devorando lo que fuera que te hubieran servido procedente de la tradición culinaria de un país que no destaca precisamente por ofrecer la mejor cocina. A mí me daba igual, como a la mayoría de compañeros de curso. Nos apetecía casi todo, aunque estuviera medio seco o bañado en extrañas salsas.

A mitad de semana nos llevaron a un “Thatched cottage”, una cabaña con techo artesanal de madera y paja habilitada como restaurante en plena campiña inglesa. Dispone de una cubierta vegetal como carrizo, junco o brezo colocada en capas, para conducir el agua de las lluvias lejos del interior.

Allí nos sirvieron varios platos, pero lo que no olvidaré es la rara textura de la carne de ternera al punto que me pedí. La salsa en la que estaba bañada era sabrosa, pero la carne parecía un híbrido entre asado y cocido, no sé, supongo que todo es cuestión de acostumbrarse al producto local en el país de las lluvias.

Un poco de historia, colegios y monumentos

 

Como bien sabéis, Oxford es sede de una de las más importantes y prestigiosas universidades del mundo entero. Es por ello que la mayoría de sus monumentos tienen relación con su universidad y con sus distintos colegios o “colleges” (lo que aquí llamamos “facultades”). Hay 39 colleges y cinco Academic Halls (salones académicos).

Los salones académicos son instituciones educativas de la Universidad de Oxford. Cada colegio es independiente y autónomo, y tiene unos estatutos aprobados por el Consejo Privado, según los cuales está gobernado por un Jefe de Cámara, elegido y designado directamente por el órgano rector. El órgano de gobierno está formado por varios becarios, la mayoría de los cuales también ocupan puestos universitarios.

La principal diferencia entre un colegio y un salón es que, mientras que los colegios están gobernados por sus miembros, los salones están gobernados por sus directores.

En el Oxford medieval, los halls operaban como residencias para estudiantes y tutores, por lo que no tenían el mismo rango que los colegios de pleno derecho.

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Si vas a intentar acceder a Oxford o Cambridge tu expediente académico ha de ser como mínimo de 9 y el presupuesto de matrícula de 32.000 a 50.000 € / año. Sin embargo, hay colleges mucho más caros. Tendremos en cuenta que el coste de vida en Inglaterra oscilará entre 11.000 € y 18.000 € al año, según tu nivel de vida.

Es interesante recordar que, por las continuas disputas entre los estudiantes y los habitantes de Oxford en 1209, algunos profesores se marcharon al noreste, a Cambridge, donde fundaron la que sería luego la Universidad de Cambridge.

Últimamente Oxford ha hecho grandes esfuerzos para atraer alumnos de las escuelas públicas, y la admisión tanto en Oxford como en Cambridge sigue basándose en los méritos académicos y en el potencial.

La numerosa presencia de frailes dominicanos en 1221 y de los franciscanos en 1224 contribuyó a conservar las tradiciones católicas de la ciudad, donde a día de hoy todavía existe un centro importante de actividades religiosas en cada College universitario.

Christ Church es actualmente el colegio más famoso (y uno de los más caros). En sus instalaciones grabaron escenas de la película de Harry Potter. También sirvió de inspiración para el cuento “Alicia en el país de las maravillas”. Al entrar desde Broad Walk, podemos ver el patio, la catedral y la biblioteca.

New College, al contrario de lo que dice su nombre, es uno de los colegios más antiguos de Oxford. Lo encontrarás a lo largo de las calles Holywell Street y New College Street, conocida esta última por “El puente de los suspiros”, una réplica del que hay en Venecia. El colegio tiene fama por el coro de su capilla, uno de los mejores coros anglicanos del mundo, gracias a sus muchas grabaciones y giras de conciertos y por ser uno de los colegios de mayor prestigio académico.

En el ángulo superior izquierdo de la foto, el Queen´s College. Debajo, las Examination Schools de la Universidad de Oxford. Están ubicadas en 75–81 High Street. El edificio fue diseñado por Sir Thomas Jackson, quien también diseñó varios otros edificios universitarios, como gran parte de Brasenose College.

 

El Queen’s College, fundado en 1341, es uno de los colegios más tradicionales dela Universidad de Oxford. El Queen’s se encuentra situado en la parte central de High Street, y es famoso por su arquitectura del siglo XVIII.

Dirección: High St, Oxford OX1 4AW.

Las escuelas de examen (Examination Schools) se ubican en un espléndido edificio construido entre 1876 y 1881 y diseñado para albergar los exámenes de la universidad en el corazón de la ciudad de Oxford. Las impresionantes escuelas contienen abundantes y bellas características arquitectónicas, desde escaleras de mármol italianas hasta tallas de madera adornadas y chimeneas victorianas originales.Dirección: 75 – 81 High St, Oxford OX1 4BG, Reino Unido

El puente de los suspiros (Bridge of sighs), conocido oficialmente como Hertford Bridge. El puente une dos partes del Hertford College sobre New College Lane.

El Clarendon Building se construyó en 1711 con el fin de dar alojamiento a la prensa universitaria. Está situado junto a la parte trasera de la Bodleian Library, la principal biblioteca de investigación de la Universidad de Oxford y una de las bibliotecas más antiguas de Europa. En Inglaterra solo la supera en tamaño la Biblioteca Británica.

Oxford University Press (OUP), ahora conocida como “Clarendon Building”, es la casa editorial de mayor prestigio a nivel mundial. Es una sección de la Universidad de Oxford.

En Broad Street encontramos el Sheldonian Theatre, cuyo artífice fue el arquitecto Christopher Wren, el mismo que diseñó la Catedral de San Pablo de Londres. El teatro fue construido a mediados del siglo XVII y es la sede de algunas de las principales ceremonias del año universitario, como las de graduación y de matriculación. Junto al Sheldonian se encuentra otro monumento, el Clarendon Building.

Vista del teatro Sheldonian desde Broad Street. Imagen

 

Hertford College. Su biblioteca se ha convertido en una de las más grandes de entre las bibliotecas de los colleges y contiene unos 40.000 volúmenes. Entre estos se encuentran ejemplares raros del siglo XVII y una edición original del Leviatán de Hobbes que él mismo Hobbes donó al college, ya que fue allí donde lo escribió.

Radcliff Camera. Situado en la plaza Radcliff, su diseño es llamativo porque se trata de un edificio completamente circular. Fue destinado en su origen a ser biblioteca científica. A día de hoy es una sala de lectura adicional a la biblioteca Bodeleian.

Los edificios y facultades de la universidad de Oxford están repartidos por todo el centro de la ciudad. Por esta peculiaridad mágica, cuando me asomaba a la ventana de mi hotelito (era como una encantadora casa de muñecas) podía contemplar fachadas típicas del clásico estilo gótico que nos viene en seguida a la memoria.

Fotos desde la ventana del hotel

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¡Ah, la memoria!  Tiene la virtud de acercarnos a recuerdos únicos, intransferibles, que se mantienen firmes en atesorar detalles y vivencias como si hubiesen sucedido hace muy poco.

Aquel mes de mayo de 1995 nos reunimos unos treinta “alumnos” de las distintas filiales de la empresa en todo el mundo y conseguimos un acercamiento único. Las distancias ya no contaban. Éramos un grupo de amigos. Nada de rivalidades de empresa ni cosas así. Quizá el hecho de encontrarnos en el ambiente de una ciudad como Oxford nos aproximaba más al concepto de alumno o compañero que al de empleado.

En el centro, mi buen amigo noruego, lejos de su Oslo natal. A la derecha, el incomparable Jordi

 

Las anécdotas personales no faltaron

 

Como la de esa tienda de discos que visité con Jordi para llevarme un recuerdo de la capital del condado de Oxfordshire. Compré un par de Cds y después de pagar, el dependiente me hace una pregunta que sonaba a algo así: “¿Dayawanaba?”

Mi compañero, al ver que me había quedado en blanco, me tradujo: “Que si quieres una bolsa”, me aclaró sonriente. Él manejaba un inglés bastante mejor que el mío, pero además tenía mérito porque algunos ciudadanos de Oxford hablan rapidísimo. Así que lo que me dijo el atento dependiente fue: ¿Do you want a bag? Sí, señor, le contesté.

Una comida tipo buffet libre protagonizó una mañana de jueves. Animados por un voraz apetito, los compañeros íbamos llenando las bandejas de comida y me parece que yo lo hice con cierta ansia, de modo que eché tanta salsa a uno de los platos que la mitad de la bandeja quedó como un pantano. La diligente persona encargada de garantizar el orden y concierto en el restaurante me acercó otra limpia en un momento y de ahí no pasó la cosa.

Un noche deambulábamos por un distrito perdido de Oxford, una red de callejuelas a cada cual más estrecha. Circulando por una de ellas, el grupo de compañeros que explorábamos la noche nos cruzamos con otra gente y el lugar del encuentro era tan reducido que tuve que decir: «Perdona», y uno de los otros contestó en un perfecto castellano: «No, perdona tu, esto no puede ser más estrecho». «Anda, sois, españoles -le dije- ¿de dónde?» «De Pontevedra» -me contestó.

En otra ocasión, en una visita a los talleres del centro donde nos impartieron el curso, una amable profesora me señaló una vitrina donde guardaban piezas de motores. Me señaló una de ellas y me preguntó cómo se decía en español. Yo le contesté “cigüeñal”, pensando en que no había una palabra más difícil en ningún otro idioma. También le pregunté a ella por la traducción. Resulta que en inglés lo llaman “Crankshaft”, ahí es nada lo que me costó entender cómo sonaba aquello.

 

Aquellos años noventa gozaban de algo mágico, sin duda. Internet era algo bastante primitivo y las páginas web muy elementales, estáticas y con contenidos muy limitados.

Entre los proveedores españoles de internet más conocidos a mediados de esa década estaban Arrakis o Jet Internet.

Poco a poco, la suscripción a internet se encaminaba a ser gratuita. Con abonar la factura de teléfono por la duración del tiempo de conexión ya valía. Las famosas tarifas planas llegarían después.

El teléfono móvil se usaba para hablar y, como mucho, mandar SMS. El mundo de la telefonía móvil pertenecía más o menos a Nokia, Siemens y Ericsson con pantallas de un solo color. En fin, no puedo evitar la añoranza de esa década dorada.

Mi amigo noruego emprendió el viaje de regreso a Oslo de la forma más inteligente para aprovechar una bonita travesía. Lo hizo en ferrocarril, cruzó el canal de La Mancha en ferry (entonces no había tren por allí), atravesó Bruselas, parte del noroeste de Alemania y a unos 100 km de Hamburgo tomó un ferry en Kiel que le trasladaría a través del Mar del Norte para desembarcar directamente en Oslo. Toda una odisea, pero os aseguro que lo conservo en mi agenda como ese eterno viaje pendiente.

Bueno amig@s, eso es todo. Espero que si habéis llegado hasta aquí será porque os ha gustado este artículo. Con un click en el corazoncito de más abajo y con tu valioso comentario seré feliz.

Os deseo salud y suerte en la vida.

¡Hasta la próxima!

16 Comentarios
  • eliom
    Posted at 14:03h, 19 abril Responder

    Te envidio sanamente Marcos, ¡que experiencia! madre mía. un abrazo

    • marcosplanet
      Posted at 23:41h, 19 abril Responder

      Sí que supuso un viaje muy constructivo, inolvidable.
      Muchas gracias por comentar y por tu tiempo, Elio.
      Un abrazo.

  • Ánxela Sanmartín Eirín
    Posted at 13:06h, 11 abril Responder

    Muy bonito el post.

  • Viajantes
    Posted at 13:54h, 04 febrero Responder

    Nos ha encantado Marcos! Además de transportarnos en el tiempo, a los años 90 del siglo XX (lo de los proveedores de internet nos recordó nuestra primera conexión que fue con Arrakis, ????), la vida en los campus, nosotros no lo hicimos ahí pero sí en Liverpool durante un verano, pero nos lo recordaste de una manera magistral. Un artículo que te traslada en el tunel de la memoria, y lo describes de una manera tan amena que parece que uno realmente lo está viviendo. Nuestras felicitaciones! ????????. Saludos!! ????‍♂️????‍♀️

    • marcosplanet
      Posted at 20:33h, 04 febrero Responder

      Muchísimas gracias. Me animáis a continuar con la labor del blog, que es prolija y requiere mucha dedicación. Qué os voy a decir a vosotros.
      Saludos!!

  • Ariel Puga Riquelme
    Posted at 16:31h, 08 enero Responder

    Oxford! Un lugar que me encantaría visitar y leyendo el artículo, más ganas que me han entrado!!!

  • Federico
    Posted at 13:10h, 24 diciembre Responder

    En Oxford por cuestiones de tiempo no llegué a ir. De visita he estado en Cambridge. En Inglaterra solo he hecho un curso de una semana, pero es como dices muy divertido compartir con personas de diferentes nacionalidades. Un abrazo y Felices fiestas.

    • marcosplanet
      Posted at 14:10h, 24 diciembre Responder

      Si, no hay nada mejor que sentirse fuera de casa pero rodeado de buena gente que te hace encontrar el calor de la amistad.
      Felices Fiestas.

  • Anónimo
    Posted at 12:48h, 22 diciembre Responder

    Genial este recorrido literario por la ciudad de Oxford. Un saludo.
    Antonio Lino

  • ARENAS
    Posted at 13:30h, 21 diciembre Responder

    Precioso artículo de viajes.
    La verdad, Marcos, es que no hay nada más bonito en la vida que viajar y conocer lugares y gentes diferentes a los que nos son habituales.
    Quizá sólo haya otra cosa que se acerque en belleza: recordar, pasados los años, esos sitios a los que una vez viajamos, rememorar momentos y sensaciones. Volver a disfrutar del viaje con la imaginación, libres ya de ataduras físicas, calores, fríos y hambres.
    O mejor aún, viajar con las alas de tus escritos, amigo.
    Como acabo de hacer yo ahora mismo con Oxford, mágico lugar que hasta hoy nunca había visitado.

    • marcosplanet
      Posted at 16:00h, 21 diciembre Responder

      Me alegra poder trasladarte aunque sea mediante tu fértil imaginación, a una ciudad y un momento de mi vida que disfruté de manera muy especial. Tendré que volver a recorrer sus calles y contemplar los siglos de historia que las inundan.
      Un abrazo, amigo!

  • Oscar Iglesias
    Posted at 12:28h, 21 diciembre Responder

    Un viaje la mar de interesante y enriquecedor en una época increíble como finales de los 90, siento nostalgia por aquellos años, era más joven, estaba en los veintitantos años y ahora ya casi en los 50, muchas gracias por compartir estas increíbles experiencias en un lugar más que interesante como Oxford, un abrazo, amigo y FELIZ NAVIDAD

    • marcosplanet
      Posted at 16:02h, 21 diciembre Responder

      Muchas gracias a ti por tu tiempo y opinión, que sabes que valoro siempre. Solo hay que pasarse por tu blog para comprobar la calidad de lo que escribes.
      Un fuerte abrazo y MUY FELIZ NAVIDAD.

  • Ric
    Posted at 10:26h, 21 diciembre Responder

    Excelente historia de tu vida en el siglo XX, a mi ya me queda un poco lejos, cuando hablo de ello, me siento mayor.
    Si a eso le añadimos la incisiva descripción arquitectónica y documentaciones de los más emblemáticos edificios, pues tenemos una excepcional guía, en tu línea Marcos. Las personas que quieran ir a visitar UK tienen donde guiarse para un mejor conocimiento cultural.

    Enhorabuena por el post y eres afortunado de conocer tanto mundo, yo espero hacerlo pronto

    • marcosplanet
      Posted at 11:58h, 21 diciembre Responder

      Pues mucho ánimo y a por ello. Será a buen seguro una experiencia muy gratificante para ti.
      Un cordial saludo.

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